La palabra de la promesa (Elección Incondicional) Romanos 9:6-13
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Introducción: Pablo viene de expresar un dolor profundo por la incredulidad de Israel, su pueblo. Asegura que su conciencia, guiada por el Espíritu Santo, confirma la sinceridad de su aflicción. Llega a declarar que desearía ser separado de Cristo si eso significara la salvación de los suyos. A pesar de su rechazo, Israel recibió grandes privilegios: adopción, gloria, pactos, ley, culto, promesas y patriarcas. El mayor honor fue que de ellos vino Cristo, quien es Dios sobre todo.
Dado que muchos judíos no creyeron en Cristo, podría pensarse que la promesa de Dios ha fallado (Rom. 9:6). Sin embargo, esto es imposible. Por eso Pablo introduce el tema de la elección divina para demostrar que la Palabra de Dios no ha fallado, sino que es la Soberanía de Dios la que prevalece.
Dios nunca prometió la salvación a su pueblo Israel condicionándolo al perfecto cumplimiento de la ley. De hecho, la ley, que vino cuatrocientos treinta años después del pacto con Abraham, no invalida la promesa (Gá. 3:16-18).
Aunque casi nadie tiene problema en afirmar que Dios es soberano, pocas personas comprenden plenamente las verdaderas implicaciones bíblicas de este concepto.
En el tema de la elección, algunos piensan equivocadamente que se trata simplemente de la omnisciencia de Dios; es decir, que Dios, sabiendo de antemano quiénes habrían de “escoger” creer en Él mediante su “libre albedrío”, los elige como Sus hijos porque cumplieron con el “requisito” de creer en Él.
Sin embargo, la Biblia enseña que la Soberanía de Dios se reserva el derecho de elegir desde antes de la creación del mundo a quien Dios predestinó para la alabanza de Su gracia, a fin de que solo Él reciba toda la gloria (Ef. 1:3-12).
Esta es la diferencia entre:
1. Elección condicionada a la decisión del hombre.
2. Elección incondicional ligada a la voluntad soberana de Dios.
En esta porción observaremos los argumentos de Pablo para entender que la promesa de salvación es solo para los hijos de Dios, quienes por la gracia de Dios habrán de arrepentirse y creer en el Evangelio (Mr. 1:14-15).
Desarrollo:
Vs. 6-9. Abraham y Sara
6 No que la palabra de Dios haya fallado (fracasado, perdido validez); porque no todos los que descienden de Israel son israelitas (el verdadero pueblo de Israel),
No que la palabra de Dios haya fallado. Pablo asegura que las promesas de Dios no han perdido validez, no han fracasado ni han sido anuladas, porque la palabra de Dios siempre se cumple como dice Isaías 40:8 Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.
Porque no todos los que descienden de Israel son israelitas. Pablo introduce aquí una distinción muy importante: el Israel étnico no equivale al Israel espiritual; es decir, no todos los descendientes físicos de Abraham, Isaac y Jacob son parte del verdadero pueblo de Dios, el cual es por la fe como dice Gálatas 3:7 Sabed, por tanto, que los que son de fe, estos son hijos de Abraham, aquellos que hemos creído en Cristo y somos de Él como le dijo Pablo a la Iglesia de Galacia en Gálatas 3:29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.
Este principio aparece también en Juan 8:39-44, cuando Jesús confronta a los judíos que decían ser hijos de Abraham, pero no hacían las obras de Abraham, lo que reflejaba que en realidad eran hijos del diablo (Jn. 8:44) y no hijos de Dios.
Pablo ya había hablado de esto en Romanos 2:28-29 28Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; 29sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios, mostrando que la elección divina nunca ha dependido del linaje físico, y que Dios es fiel, que la incredulidad de algunos, no anula la fidelidad de Dios.
7 ni por ser descendientes de Abraham, son todos (verdaderamente sus) hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia.
Ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos. Pablo con esto enseña que la descendencia física no garantiza la herencia espiritual. Abraham tuvo varios hijos (como Ismael con Agar y otros seis hijos con Cetura (Gn. 25:1-2), pero no todos fueron reconocidos como herederos del pacto.
Sino: En Isaac te será llamada descendencia. Pablo Cita de Génesis 21:12, donde Dios le dice a Abraham que Isaac (hijo de la promesa) será el canal por el cual se cumplirá el pacto. La frase “será llamada” viene de una sola palabra griega, la Strong 2564 < kaleō>, que significa nombrar oficialmente, convocar, designar.
Dios mismo eligió a Isaac, no a Ismael, ni a sus otros seis hijos, aunque todos eran hijos biológicos de Abraham. Esto prueba que la elección de Dios no se basa en méritos humanos ni linaje, sino en Su gracia para cumplir Su propósito soberano (Rom. 9:11)
8 Esto es (en otras palabras): No los que son hijos según la carne (naturales) son los hijos de Dios, sino que los que son hijos (de Abraham) según la promesa son contados como (verdaderos) descendientes.
Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios. Cuando pablo habla de los hijos según la carne, se refiere a los hijos naturales; es decir, a los descendientes biológicos de Abraham, como Ismael o los demás hijos de Abraham; y cuando habla de Hijos de Dios, se refiere sentido espiritual, a los que han sido adoptados por Dios mediante la fe en Cristo como dice Juan 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, con lo que Pablo hecha por tierra la equivocada idea de que creerse hijos de Dios por herencia étnica o religiosa.
Sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendencia. Hijos según la promesa, sería como Isaac, nacido por la intervención sobrenatural de Dios (Gn. 21:1-3), no por algún esfuerzo humano. La palabra “contados” viene de la palabra griega Strong 3049 <logízomai>, que significa considerar, declarar, contar como válido o legal.
Dios declara como Su descendencia verdadera a aquellos que reciben Su promesa por fe, no por carne ni sangre como dice Juan 1:13 los cuales (los hijos de Dios) no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
9 Porque la palabra de la promesa (que Dios le hizo a Abraham) es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo.
Pablo sigue desarrollando el argumento de que la verdadera descendencia de Abraham no depende de la carne, sino de la promesa soberana de Dios. Ahora cita Génesis 18:10,14, donde Dios promete a Abraham que Sara dará a luz a Isaac, a pesar de su esterilidad y vejez, mostrando que la promesa fue un acto divino sobrenatural y no de Ismael, el hijo de Agar, la egipcia, que fue concebido mediante el esfuerzo carnal de Abraham, es decir, según la carne. Esto ocurrió cuando Abraham y Sara, en un intento desesperado por “ayudar a Dios” después de esperar por más de diez años desde la promesa, decidieron que Abraham se uniera a Agar.
• En Génesis 12:3-4: La promesa — Abraham tiene 75 años.
• En Génesis 16:15-16: Nace Ismael — Abraham tiene 86 años.
• En Génesis 21:5: Nacimiento de Isaac — Abraham tiene 100 años.
Por lo tanto, Pablo establece que los hijos de la promesa son solo los descendientes de Isaac, el hijo de la promesa hecha por Dios a Abraham, quien creyó a los 75 años y recibió el cumplimiento a los 100 años, no por su propio esfuerzo carnal, sino sobrenaturalmente por la fidelidad y el poder del que prometió.
Conclusión: Ismael es el producto de la voluntad de Abraham, los esfuerzos humanos (la carne) que no heredan el reino, como Pablo lo explica en Gálatas 4:29-30 29Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. 30Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre, mientras Isaac es el producto de la voluntad de Dios y representa al creyente que nace por el poder de Dios como dice Gálatas 4:28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.
Vs. 10-13. Isaac y Rebeca
10 Y no solo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre (antepasado)
El caso de Isaac ya era un ejemplo claro, pero ahora introduce un caso más extremo: el de Rebeca que concibió de uno solo, esto es clave, ya que, a diferencia de Abraham, que tuvo hijos de diferentes mujeres (Sara, Agar y Cetura), Rebeca tuvo mellizos de un solo hombre, de Isaac. Pablo con este ejemplo muestra que ni el padre ni la madre, ni las circunstancias biológicas fueron factores decisivos en la elección de Dios.
11 (pues no habían aún nacido (sus hijos), ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a (dependiera de) la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama (no en base a las obras sino al llamado)),
Pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal. Pablo presenta el ejemplo de los mellizos Jacob y Esaú, hijos de Isaac y Rebeca, ambos hijos compartieron los mismos padres, fueron concebidos en el mismo momento, y aún antes de nacer, Dios eligió a uno y no al otro. Pablo con este ejemplo muestra que la elección es según el propósito de Dios, y no por méritos humanos y elimina completamente la idea de que Dios escoge basándose en lo que una persona haría en el futuro, como algunos piensan que Dios elige porque “previó” nuestra fe. Pero Pablo niega esto al enseñar que antes de hacer bien o mal, Dios ya había elegido.
Para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese. La elección divina que también se muestra el Efesios 1:4-5 4según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, tiene un propósito, un plan eterno que no cambia, que esa elección alabe Su gracia como dice Efesios 1:11-12 11En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, 12a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.
No por las obras sino por el que llama. Pablo deja claro que la elección no es por obras, sino que depende de Dios mismo, quien llama eficazmente a los suyos para salvación como dice Romanos 8:30 Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó.
12 se le dijo: El mayor servirá al menor.
13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.
Pablo cita dos pasajes clave del Antiguo Testamento:
Génesis 25:23 – "el mayor servirá al menor", anunciando que invertiría el orden cultural y las expectativas humanas, que eran que el primogénito (Esaú) debía tener la primacía, pero Dios eligió al segundo (Jacob).
Malaquías 1:2-3 – "A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí", “amé” y “aborrecí” son palabras hebreas que no solo emoción personal, sino que reflejan elección y rechazo del pacto. Esto subraya que Dios eligió a Jacob por gracia, y no eligió a Esaú, antes de que nacieran o hicieran bien o mal.
En griego, Pablo para la palabra “amé”, usa la palabra griega Strong 25 <Agapáō>, que habla de un amor voluntario, comprometido, y para “aborrecí”, usa la palabra griega Strong 3403 <Miseō>, que significa rechazar, tener en desdén o no favorecer, enseñando que Dios muestra gracia a quien quiere mostrarla, y no está obligado a salvar a todos.
Consideraciones finales:
Nadie se convierte en hijo de Dios por el esfuerzo de la carne, sino por la promesa divina como podemos ver en Juan 6:63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
Es imposible que el hombre venga a rendirse al Salvador sin la intervención divina como dice Juan 6:65 Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre, y Mateo 11:27 Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.
Aplicación Práctica: Comprender la bendita fidelidad de Dios.