lunes, 20 de enero de 2025

Romanos 6:15-23 Siervos de la Justicia

 

Siervos de la Justicia

Romanos 6:15-23

 

Objetivo: Conocer la evidencia FUNDAMENTAL de quienes han muerto al pecado y tienen VIDA ETERNA.

 

Versículo para atesorar: Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 6:23

 

Introducción: Pablo destacó la transformación que ocurre en la vida de los creyentes mediante la gracia de Dios, explicando que la gracia no puede usarse como excusa para continuar pecando, afirmando que aquellos que hemos muerto al pecado, ya no podemos en seguir viviendo en él. Explicó cómo los cristianos estamos unidos a Cristo en Su muerte y resurrección, simbolizado a través del bautismo; eso implica que nuestra antigua naturaleza pecaminosa ha sido crucificada con Cristo, permitiéndonos a los creyentes vivir una nueva vida dirigida por el Espíritu Santo.

 

Pablo utilizó analogías como la sepultura y la resurrección para ilustrar que los creyentes hemos dejado atrás nuestra antigua vida y ahora estamos llamados a caminar en justicia. Aunque el pecado ya no tiene dominio absoluto sobre los cristianos, debemos resistir sus influencias y entregar nuestros cuerpos como instrumentos de justicia para glorificar a Dios.

 

Pablo también mostró la responsabilidad activa de los creyentes de considerar nuestra nueva identidad en Cristo, viviendo para agradar a Dios en lugar de ceder a los deseos pecaminosos; la gracia de Dios no solo nos libera del pecado, sino que nos capacita para vivir en santidad. Bajo esta gracia, los creyentes ya no estamos sujetos a la condenación de la ley, sino que disfrutamos de una comunión restaurada con Dios.

 

En conclusión, fuimos llamados a disfrutar de esta nueva vida en Cristo, reflejando Su carácter y sirviendo a la justicia, en lugar de al pecado.

 

Pablo ahora pasará a enfatizar su enseñanza con dos ilustraciones, la de la esclavitud (Rom. 6:15-23), y la del matrimonio (Rom. 7:1-6)

 

Desarrollo:

Vs. 15-16. No somos autónomos

15 ¿Qué, pues (significa)? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo (sujeto a) la ley, sino bajo (sujeto a) la gracia? En ninguna manera (¡Claro que no!).

Pablo se vuelve a anticipar con una pregunta retórica a una posible malinterpretación que sus lectores le pudieran dar a la doctrina de la gracia, ya que acaba de escribir que los creyentes ya no están bajo la ley, sino bajo la gracia (Rom. 6:14), y quizá alguien se preguntaría algo como ¿si no estamos ya bajo la ley, podemos pecar libremente? Pregunta que el mismo contesta de una manera negativa y contundente. La gracia no debe ser malinterpretada como permiso para pecar, sino que la gracia es la que transforma al creyente, liberándolo del dominio del pecado y capacitándolo para vivir en obediencia.

 

16 ¿No sabéis (se dan cuenta) que si os sometéis (entregan) a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para (llevarlos a la) muerte, o sea de la obediencia para (vivir en la) justicia?

Pablo enfatiza la relación entre la obediencia y la esclavitud espiritual. Cada ser humano está sometido voluntariamente, ya sea al pecado o a Dios; no existe una posición neutral.

 

En el contexto romano del primer siglo había diferentes formas de esclavitud, existía la esclavitud forzada que era la más común, aquella que provenía de tomar prisioneros de las guerras ganadas y convertirlos en esclavos, no tenían derechos y eran propiedad absoluta de sus dueños. Pero también estaba la esclavitud voluntaria (llamada por deuda o por contrato, que es a la que se refiere Pablo en su analogía, que era cuando algunas personas debido a la pobreza extrema, o a deudas que habían adquirido, se ofrecían voluntariamente como esclavos a cambio de sustento y protección. Era una especie de contrato de servidumbre, donde un individuo se entregaba completamente a un amo para obedecerle en todo en total sumisión, perdía su libertad a cambio de recibir provisión y estabilidad económica, en algunos casos, incluso ser liberados después de un tiempo).

 

Esa es la figura que Pablo usa para describir la relación entre el creyente y la obediencia. Quien se entrega voluntariamente en la condición de esclavo a un dueño, está obligado a servirle desde esa condición a quien eligió como amo, y no puede obedecer a otro amo, por eso no se puede obedecer a Dios y al pecado al mismo tiempo.

 

Nuestras decisiones diarias reflejan a quién estamos obedeciendo, y por consiguiente reflejan nuestra verdadera condición espiritual: si estamos obedeciendo al pecado como nuestro dueño, cuyo fin es la muerte (separación de Dios), o estamos obedeciendo a Dios, cuyo propósito es la justicia.

 

Este mismo principio también lo enseñó Jesús en Juan 8:34 Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.

 

Vs. 17-18. Obedecemos de corazón la “forma de doctrina a la que fuimos entregados

17 Pero gracias a Dios, que aunque (antes) erais esclavos del pecado, habéis (ya han) obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados (a la enseñanza que han recibido);

Pablo da gracias a Dios, atribuyendo completamente a Él y no a ningún mérito humano, la transformación espiritual que los creyentes hemos experimentado al pasar de la esclavitud al pecado, que nos tenía separados de Dios y con una vida en ruinas, a la obediencia de corazón; es decir, de una forma genuina, a la doctrina (enseñanza) del evangelio, a la obra redentora de Dios, refiriéndose a la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo como dice 1 Corintios 15:3-4 3Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 4y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras, doctrina a la cual “fuimos entregados”, esa frase viene de una sola palabra en griego, la Strong 3860 <paredothēte> que significa "entregar", "confiar" o "poner en manos de", y que implica para los creyentes fue un acto pasivo; es decir, que no fueron ellos quienes se entregaron, sino que Dios toma la iniciativa y, en Su gracia, los "entregó" o los confió a una nueva manera de vivir, moldeada por la enseñanza de Cristo.

 

18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos (esclavos) de la justicia (vida justa).

Antes de Cristo, los creyentes estamos "entregados" al pecado como sus esclavos (Rom. 6:6), dominados por nuestros deseos pecaminosos, pero ahora, Dios nos ha trasladado de ese dominio al reino de Cristo (Col. 1:13), confiándonos (entregándonos) a la doctrina (enseñanza) que transforma nuestras vidas y que nos da libertad del pecado como Jesús dijo en Juan 8:36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres, pero esa libertad no es para vivir según la carne, sino para convertirnos en siervos (esclavos) de la justicia; es decir, someter la vida, las decisiones y los deseos a lo que es recto y agradable a Dios, es la misma idea que enseño Pablo a la Iglesia de Galacia en Gálatas 5:13 Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.

 

V. 19. Presentamos nuestros miembros para servir a la justicia

19 Hablo como humano (en términos humanos), por vuestra humana debilidad (naturaleza humana); que así como para iniquidad (maldad) presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia (impureza, desenfreno) y a la iniquidad (maldad), así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia (vida santa).

Hablo como humano, por vuestra humana debilidad. Pablo reconoce que creyentes tenemos dificultad para comprender conceptos espirituales profundos, y fue debido a eso que uso la ilustración basada en la esclavitud, que era un concepto familiar en Roma.

 

Que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.

Pablo describe la vida anterior de todos creyentes, cuando vivíamos en pecado y presentábamos (poníamos a disposición en forma voluntaria) nuestros cuerpos para servir a la iniquidad e inmundicia, que representan la degradación moral que caracterizaba muestra vida sin Dios, y dice que ahora, de la misma manera, pongamos voluntariamente a disposición nuestros cuerpos pero ahora para servir en santidad a la justicia; es decir, a nuestra nueva vida en Cristo, que debe estar caracterizada por una obediencia activa a Dios, como dirá más adelante en Romanos 12:1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.

 

Vs. 20-23. Tenemos como fruto la santificación

20 Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia (de hacer lo correcto).

Pablo continúa con la analogía de la esclavitud espiritual para mostrar la condición pasada que teníamos los creyentes antes de conocer a Cristo, explicando que, antes de la salvación, los creyentes éramos esclavos del pecado, estábamos completamente sometidos a él como nuestro amo y, por lo tanto, no podíamos vivir en justicia, la frase “erais libres acerca de la justicia” significa que no teníamos relación con la justicia de Dios; es decir, que en nuestra condición de esclavos del pecado, no podíamos obedecer a Dios ni producir frutos de justicia. En otras palabras, antes de conocer a Cristo, los creyentes no teníamos opción, solo la de pecar, como dice Romanos 8:7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden.

 

21 ¿Pero qué fruto (provecho) teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte (condenación eterna).

Pablo nos exhorta a reflexionar sobre cómo era nuestra vida antes de conocer a Cristo, y como el pecado no produce frutos buenos, sino vergüenza, sufrimiento y, aunque a nosotros nuestra vida nos parecía “buena” en última instancia, solo nos llevaría a la muerte (separación de Dios), como dice Proverbios 16:25 Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte.

 

Para los que ahora estamos Cristo, vemos nuestra vida pasada con vergüenza por las cosas que hicimos en desobediencia a Dios, pero esa vergüenza no es para condenación, sino para recordar que esa vida ya no nos pertenece, ya que fue de la que nos arrepentimos y de la que el Señor nos rescató.

 

22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos (esclavos) de Dios, tenéis por vuestro fruto (algo provechoso) la santificación, y como fin (resultado), la vida eterna.

Pablo contrasta la vida anterior de esclavitud al pecado que vivíamos con la nueva vida de libertad en Dios que tenemos ahora, y enfatiza que en esta nueva vida hay tres realidades:

 

Libertad del pecado. La frase "mas ahora" indica el cambio radical de nuestra condición después de la salvación. "Libertados del pecado" no significa que nunca pecaremos, sino que el pecado ya no tiene dominio absoluto sobre nuestra vida. Debemos también recordar que esta libertad viene únicamente por la obra de Cristo en la cruz.

   

Servicio a Dios. La palabra “siervos” viene de la griega Strong 1401 <doulos>, que significa esclavo o siervo, aquel que es completamente entregado a su amo. En contraste con la esclavitud al pecado, ahora los creyentes somos siervos voluntarios de Dios, lo cual debemos considerarlo como es un honor (un privilegio). Recordemos que todo ser humano es siervo de alguien: del pecado o de Dios.

   

El fruto de la santificación. El fruto es evidencia de una vida transformada. Así como un árbol da fruto según su naturaleza, los creyentes deben dar frutos de justicia. La palabra "Santificación" viene de la palabra griega Strong38 <hagiasmos> que significa "ser apartado”, y en el contexto se entendiendo que es “ser apartado para Dios" y es un proceso continuo en la vida del cristiano. No olvidemos que la santificación es el resultado de estar en Cristo y caminar en el Espíritu. El fin de la santificación es la vida eterna, “fin” aquí significa "meta o destino final", lo que indica que el camino de la santificación nos lleva a la gloria eterna con nuestro Dios.

 

23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva (regalo) de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Porque la paga del pecado es muerte. La palabra “paga” viene de la palabra griega Strong 3800 <opsōnion> que significa salario o compensación, lo que indica que la muerte es el pago justo por el pecado, así como un trabajador recibe su salario por su labor, el pecado tiene un costo y su resultado final es la muerte, y no es solo la muerte física, sino sobre todo la espiritual y eterna, separando al pecador de Dios, fue lo que Dios le dijo a Adán desde el principio en Génesis 2:17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.

 

Mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. La palabra "Dádiva" viene del griego String 5486 <charisma>, que significa un regalo gratuito que no se puede ganar; mientras que la muerte es el salario ganado por el pecado, la vida eterna es un regalo inmerecido de parte de nuestro Dios, y que solo se encuentra en Cristo, ya que no hay otro camino para ser salvo, como Él mismo dijo en Juan 14:6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

 

Conclusión: Conocer la evidencia FUNDAMENTAL de quienes han muerto al pecado y tienen VIDA ETERNA.

Romanos 6:1-14 Muertos al pecado, sirviendo a la justicia

 

Muertos al pecado, sirviendo a la justicia

Romanos 6:1-14

 

Objetivo: Disfrutar de nuestra nueva vida en Cristo, sirviendo a la justicia.

 

Versículo para atesorar: Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. Romanos 6:11

 

Introducción: Pablo mostró el contraste entre el pecado de Adán y la gracia de Jesucristo. Adán, como representante de la humanidad, introdujo el pecado y la muerte al mundo, afectando a todos los seres humanos. Este pecado original resultó en condenación universal, separación de Dios y una naturaleza pecaminosa heredada. Sin embargo, Cristo, como el "último Adán", ofrece redención y vida eterna a través de su obediencia y sacrificio.

 

Pablo explicó cómo la justificación no se obtiene por obras, sino por la fe, lo que trae paz con Dios. La Ley, introducida después de Adán, reveló la magnitud del pecado pero no podía resolver el problema de fondo. En contraste, la gracia de Dios, manifestada en Cristo, sobreabunda al pecado, brindando justificación y comunión eterna con Dios.

 

Pablo expuso contrastes clave: la desobediencia de Adán trajo muerte; la obediencia de Cristo trae vida eterna. El juicio por un solo pecado de Adán resultó en condenación, mientras que el don de la gracia justifica incluso ante muchas transgresiones. Donde el pecado reinaba en muerte, ahora la gracia reina en justicia y vida.

 

Fuimos invitados a recibir la abundancia de la gracia y el don de la justicia de Cristo, regocijándonos en la esperanza y el amor incondicional de Dios, sabiendo que la obra de Cristo supera ampliamente los efectos del pecado de Adán.

 

Desarrollo:

Vs. 1-10. Lo que debo saber

1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos (seguiremos) en el pecado para que la gracia abunde?

2 En ninguna manera (¡Claro que no!). Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él (pecado)?

Pablo aborda una posible malinterpretación que se le pudiera dar a lo que recién mencionó en Romanos 5:20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia, donde el lector de su carta pudiera tener duda de ¿Qué significa esto que debemos seguir pecando para que la gracia de Dios aumente aún más?, ¿acaso debemos seguir pecando intencionalmente, llevando una vida pecaminosa, para que la gracia de Dios al perdonarlos siga abundando en nuestras vidas?

 

Pablo muestra el rechazo absoluto hacia la idea de continuar en el pecado para aprovecharse de la gracia, eso mas bien sería una contradicción con la transformación que ocurre en la vida de un creyente, sería  incoherente vivir en el pecado cuando se ha experimentado una transformación espiritual. Pablo explica la razón, que los creyentes han muerto al pecado y, por lo tanto, no pueden seguir viviendo en él. Esto no significa que los creyentes son incapaces de pecar, sino que ya no están bajo el dominio del pecado, el pecado ya no es la fuerza dominante en sus vidas.

 

La vida cristiana es una vida de santidad, no de indulgencia en el pecado, como el mismo Pablo le escribió a la Iglesia de Efeso en Efesios 4:22-24 22En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

 

 

3 ¿O no sabéis (acaso olvidaron) que todos los que hemos sido bautizados (unidos en el bautismo) en Cristo Jesús, hemos sido bautizados (unidos en el bautismo) en su muerte?

4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó (fue levantado) de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida (podamos vivir una vida) nueva.

5 Porque si fuimos plantados (unidos) juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos (unidos) en la de su resurrección;

Pablo asume que todos los cristianos deberiamos de saber cual es nuestra identidad en Cristo, pero la realidad es que satanás quiere mantenernos en ignorancia respecto a las verdades espirituales que debieramos conocer. Por esta razón, muchos cristianos viven muy por debajo de su condición privilegiada.

 

Pablo procede a explicar la unión del creyente con Cristo, y utiliza el simbolismo del bautismo para explicar como el creyente participa en la muerte al pecado, en sepultura de la vieja vida y en resurrección a una nueva vida transformada por la gracia de Dios.

 

Hemos sido bautizados en su muerte. Pablo no habla solo del acto físico del bautismo en agua, sino del significado espiritual. El bautismo en agua es una representación externa de una realidad interna; es decir, nuestra unión con Cristo en Su muerte, ya que al ser bautizados en Cristo, participamos en Su muerte al pecado, de esta unidad también le escribió Pablo a la Iglesia de Galacia en Gálatas 3:27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos (en griego: se ha puesto a Cristo), en el sentido de que quedamos unidos a Él.

 

Somos sepultados juntamente con él para muerte. Esta sepultura a la que se refiere Pablo, simboliza que nuestra vida vieja ha sido enterrada; por lo tanto, el pecado ya no tiene dominio sobre nosotros (Rom. 6:6-7), por eso Pablo le escribe a la Iglesia de Corinto sobre que las cosas viejas pasaron en 2 Corintios 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

 

A fin de que como Cristo resucitó ... así también nosotros andemos en vida nueva. Pero además de haber muerto al pecado con Cristo, también hemos resucitado con Él. La resurrección de Cristo no solo garantiza nuestra vida futura, sino que también nuestra transformación actual, ya que ahora podemos tener una vida en el poder del Espíritu Santo. De esa resurección con Cristo Pablo le escribió también a la iglesia de Colosas en Colosenses 3:1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.

 

Fuimos plantados juntamente con él. Pablo usa una analogia de una planta para ilustrarnos nuestra unidad con Cristo. La palabra "plantados" viene de la palabra griega Strong 4854 <symphyteuō> que significa "plantar juntamente" o "ser unido en crecimiento con algo", lo que implica una unión inseparable con Cristo, como una semilla que se planta en el suelo para luego dar fruto. Al estar en Cristo, participamos en Su muerte al pecado y también compartimos Su resurrección, como también Pablo le escribió a la Iglesia de Filipo en Filipenses 3:10-11 10a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, 11 si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.

 

 

 

Todos los cristianos estamos unidos a Cristo en su muerte y resurección, ya que desde que hemos puesto nuestra confianza en Él, le pertenecemos como dice Romanos 14:7-9 Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven

6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre (antiguo ser pecaminoso) fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido (para que el pecado perdiera su poder), a fin de que no sirvamos (no seamos esclavos) más al pecado.

Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él. Pablo explica que, a través de la crucifixión de Cristo, nuestra naturaleza pecadora ha sido derrotada, permitiéndonos vivir una vida libre del dominio del pecado. Ese "viejo hombre" representa nuestra antigua naturaleza pecaminosa heredada de Adán, la cual es esclava del pecado, esa naturaleza no se reforma, no puede correguirse o arreglarse, lo único que se le puede hacer es crucificarla con Cristo.

 

La muerte de Cristo no solo pagó por nuestros pecados, sino que también condenó nuestra vieja naturaleza como dice Gálatas 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

 

Para que el cuerpo del pecado sea destruido. El "cuerpo del pecado" no se refiere al cuerpo físico, sino al dominio que el pecado ejerce sobre el ser humano a través de su naturaleza caída, el propósito de llevar esa tendencia de pecar a la cruz es para que sea destruida, la palabra “destruido”, viene de la palabra griega Strong 2673 <katargeō> que significa "reducido a la impotencia" o "inutilizado", esto implica que el pecado ya no tiene poder absoluto sobre los creyentes.

 

A fin de que no sirvamos más al pecado. Antes de Cristo, estábamos esclavizados al pecado, pero ahora, somos libres para vivir en obediencia a Dios, quien es ahora nuestro nuevo amo, ya no somos esclavos del pecado, sino de la justicia, como dice Romanos 6:18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia, que es la misma idea que presento el apóstol Pedro en 1 Pedro 2:24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.

 

7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado (liberado) del pecado.

Esa muerte al pecado, ocurre cuando los creyentes nos identificamos con la muerte de Cristo, y eso nos justifica del pecado, la palabra “justificado” viene de la palabra griega Strong 1344 <dikaióō>, que significa "declarado justo" o "liberado", aquí implica que la muerte al pecado hace que el pecado ya no tenga más dominio, resultando en libertad.

 

En términos legales, la muerte pone fin a todas las obligaciones de cualquier persona, del mismo modo, la muerte al pecado libera al creyente de la esclavitud al pecado.

 

Pablo extiende el concepto de nuestra justificación, no solo se refiere a la remisión de los pecados, y a la transferencia de la justicia de Cristo, sino también a la libertad del dominio del pecado como dirá Pablo más adelante en Romanos 8:2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

 

8 Y si (y dado que) morimos con Cristo, creemos (confiamos en) que también viviremos con él;

Morir con Cristo implica unirse a Él con Su sacrificio en la cruz, esto ocurre en el momento en que ponemos nuestra fe en Jesús. Si esto ha pasado en la vida del creyente, puede tener la certeza de que también está unido en Su vida, como Jesús dijo en Juan 11:25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

 

Vivir con Cristo no se limita a la vida eterna futura, sino que también implica una relación viva y activa con Él en esta vida presente como dice en Juan 14:19b porque yo vivo, vosotros también viviréis.

 

9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere (no volverá a morir); la muerte no se enseñorea (no tiene poder) más de él.

Pablo enseña que otra cosa que debemos saber es que Cristo murió una vez, pero Su resurrección es permanente, no enfrentará nuevamente la muerte, ya que Su sacrificio fue completo y suficiente; por tanto, la muerte ya no tiene poder sobre Cristo, porque al resucitar, demostró Su poder absoluto sobre ella, la muerte fue derrotada por completo, quedando Cristo fuera de su dominio, como dice 1 Corintios 1 Corintios 15:54-55 54Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida (devorada, destruida) es la muerte en victoria. 55¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón (poder para herir)? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?

 

10 Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para (agradar a) Dios vive.

La muerte de Cristo fue un acto único y suficiente para pagar el precio del pecado. No hay necesidad de repetirse como dice Hebreos 10:10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Cristo murió al pecado en el sentido de que asumió el castigo del pecado para todos los que creen en Él, derrotando su poder sobre los creyentes, más en cuanto vive, para Dios vive; es decir, la vida que Cristo vive ahora es una vida glorificada, dedicada completamente a la voluntad de Dios.

 

Vs. 11-12. Lo que debo considerar

11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para (agradar a) Dios en (unión con) Cristo Jesús, Señor nuestro.

Pablo invita pone a Jesús modelo para todos creyentes, que de la misma manera que Cristo murió al pecado, y ahora vive para agradar a Dios, nos invita a considerarnos muertos al pecado y a vivir para Dios, reflejando nuestra unión a la vida resucitada de Jesús como dice Colosenses 3:1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.

 

12 No reine (no domine, no dejen que les controle), pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias (deseos pecaminosos);

Pablo exhorta a no permitir que el pecado tenga nuevamente dominio en nuestras vidas, como lo tenía antes de conocer a Cristo, cuando el pecado gobernaba nuestras vidas, pero ahora, como creyentes, ya no somos esclavos del poder del pecado. Como “cuerpo mortal” se refiere a nuestra naturaleza humana caída, que todavía está sujeta a la tentación y las debilidades físicas, ya que, aunque estamos espiritualmente vivos en Cristo, seguimos habitando en cuerpos vulnerables al pecado, que tiene la tendencia a obedecer nuestras propias concupiscencias, que son deseos desordenados y pecaminosos que se oponen a la voluntad de Dios.

 

Observemos como Pablo señala que los creyentes tenemos un papel activo en resistir el pecado, aunque el pecado ya no tiene un dominio absoluto en los creyentes, aun puede influir en nuestras vidas y hacernos tropezar si no somos vigilantes, por eso la invitación del mismo Pablo en Gálatas 5:16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne, y en Efesios 6:11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.

 

Vs. 13-14. Lo que debo presentar

13 ni tampoco presentéis vuestros miembros (ninguna parte de su cuerpo) al pecado como instrumentos (armas) de iniquidad (maldad), sino presentaos (entréguense) vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros (las partes de su cuerpo) a Dios como instrumentos de justicia (para lo correcto).

Cuando cedemos al pecado, estamos presentando los miembros de nuestro cuerpo, incluyendo nuestras acciones, pensamientos y palabras, para usados como armas para la iniquidad (maldad, injusticia y rebelión contra Dios). La palabra “presentéis” viene de la palabra griega Strong 3936 <paristēmi> que significa "ofrecer" o "poner a disposición", esto implica un acto voluntario de rendición al pecado.

 

En lugar de presentar nuestros cuerpos como armas al pecado, Pablo nos exhorta a entregarnos completamente a Dios, esto incluye no solo nuestras acciones externas, sino también nuestros pensamientos y las intenciones del corazón, reflejando lo que ha ocurrido en nuestras vidas, que somos vivos entre los muertos; es decir, que hemos resucitados espiritualmente y estamos llamados a vivir una vida que refleje que ahora nuestros cuerpos y habilidades deben ser ofrecidos como instrumentos de justicia, herramientas para cumplir la voluntad de Dios. Ahora en Cristo, procuramos obedecer a Dios, servirle, y vivir de manera que le glorifique, como Pablo le dijo a su discípulo Tito en Tito 2:11-12 11Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, 12enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente.

 

14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros (ya no sea más su amo); pues no estáis bajo (sujetos a) la ley, sino bajo (sujetos a) la gracia.

Antes de Cristo, el pecado se enseñoreaba de nosotros, como un amo tirano sobre sus esclavos, pero ahora, en Cristo, este poder del pecado ha sido quebrantado, y ya no nos encontramos bajo su esclavitud, esto es posible porque aquellos que hemos sido redimidos, ahora vivimos bajo la gracia de Dios, ya no bajo la ley.

 

La ley fue dada para revelar el pecado y mostrar la necesidad de un Salvador (Rom. 3:20), sin embargo, no tenía poder para liberarnos del pecado, solo podía señalarlo; pero cuando Dios nos pone bajo Su gracia, que es el favor inmerecido de Dios a los creyentes por medio de Cristo, nos libera del pecado y nos capacita para vivir una vida en santidad; y al mismo tiempo, nos quita de estar bajo la ley y, por tanto, de la condenación que resulta de nuestra incapacidad para cumplirla perfectamente, tal como dice Romanos 5:20-21  20Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; 21para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.

 

Conclusión: Disfrutar de nuestra nueva vida en Cristo, sabiendo que hemos muerto al pecado y somos justificados, lo que nos permite ya no vivir como esclavos del pecado, sino sirviendo a la justicia; es decir, vivir en santidad y a reflejar el carácter de Cristo en nuestras acciones.

 

 

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