Muertos al pecado, sirviendo a la justicia Romanos 6:1-14
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Versículo para atesorar: Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. Romanos 6:11
Introducción: Pablo mostró el contraste entre el pecado de Adán y la gracia de Jesucristo. Adán, como representante de la humanidad, introdujo el pecado y la muerte al mundo, afectando a todos los seres humanos. Este pecado original resultó en condenación universal, separación de Dios y una naturaleza pecaminosa heredada. Sin embargo, Cristo, como el "último Adán", ofrece redención y vida eterna a través de su obediencia y sacrificio.
Pablo explicó cómo la justificación no se obtiene por obras, sino por la fe, lo que trae paz con Dios. La Ley, introducida después de Adán, reveló la magnitud del pecado pero no podía resolver el problema de fondo. En contraste, la gracia de Dios, manifestada en Cristo, sobreabunda al pecado, brindando justificación y comunión eterna con Dios.
Pablo expuso contrastes clave: la desobediencia de Adán trajo muerte; la obediencia de Cristo trae vida eterna. El juicio por un solo pecado de Adán resultó en condenación, mientras que el don de la gracia justifica incluso ante muchas transgresiones. Donde el pecado reinaba en muerte, ahora la gracia reina en justicia y vida.
Fuimos invitados a recibir la abundancia de la gracia y el don de la justicia de Cristo, regocijándonos en la esperanza y el amor incondicional de Dios, sabiendo que la obra de Cristo supera ampliamente los efectos del pecado de Adán.
Desarrollo:
Vs. 1-10. Lo que debo saber
1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos (seguiremos) en el pecado para que la gracia abunde?
2 En ninguna manera (¡Claro que no!). Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él (pecado)?
Pablo aborda una posible malinterpretación que se le pudiera dar a lo que recién mencionó en Romanos 5:20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia, donde el lector de su carta pudiera tener duda de ¿Qué significa esto que debemos seguir pecando para que la gracia de Dios aumente aún más?, ¿acaso debemos seguir pecando intencionalmente, llevando una vida pecaminosa, para que la gracia de Dios al perdonarlos siga abundando en nuestras vidas?
Pablo muestra el rechazo absoluto hacia la idea de continuar en el pecado para aprovecharse de la gracia, eso mas bien sería una contradicción con la transformación que ocurre en la vida de un creyente, sería incoherente vivir en el pecado cuando se ha experimentado una transformación espiritual. Pablo explica la razón, que los creyentes han muerto al pecado y, por lo tanto, no pueden seguir viviendo en él. Esto no significa que los creyentes son incapaces de pecar, sino que ya no están bajo el dominio del pecado, el pecado ya no es la fuerza dominante en sus vidas.
La vida cristiana es una vida de santidad, no de indulgencia en el pecado, como el mismo Pablo le escribió a la Iglesia de Efeso en Efesios 4:22-24 22En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
3 ¿O no sabéis (acaso olvidaron) que todos los que hemos sido bautizados (unidos en el bautismo) en Cristo Jesús, hemos sido bautizados (unidos en el bautismo) en su muerte?
4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó (fue levantado) de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida (podamos vivir una vida) nueva.
5 Porque si fuimos plantados (unidos) juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos (unidos) en la de su resurrección;
Pablo asume que todos los cristianos deberiamos de saber cual es nuestra identidad en Cristo, pero la realidad es que satanás quiere mantenernos en ignorancia respecto a las verdades espirituales que debieramos conocer. Por esta razón, muchos cristianos viven muy por debajo de su condición privilegiada.
Pablo procede a explicar la unión del creyente con Cristo, y utiliza el simbolismo del bautismo para explicar como el creyente participa en la muerte al pecado, en sepultura de la vieja vida y en resurrección a una nueva vida transformada por la gracia de Dios.
Hemos sido bautizados en su muerte. Pablo no habla solo del acto físico del bautismo en agua, sino del significado espiritual. El bautismo en agua es una representación externa de una realidad interna; es decir, nuestra unión con Cristo en Su muerte, ya que al ser bautizados en Cristo, participamos en Su muerte al pecado, de esta unidad también le escribió Pablo a la Iglesia de Galacia en Gálatas 3:27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos (en griego: se ha puesto a Cristo), en el sentido de que quedamos unidos a Él.
Somos sepultados juntamente con él para muerte. Esta sepultura a la que se refiere Pablo, simboliza que nuestra vida vieja ha sido enterrada; por lo tanto, el pecado ya no tiene dominio sobre nosotros (Rom. 6:6-7), por eso Pablo le escribe a la Iglesia de Corinto sobre que las cosas viejas pasaron en 2 Corintios 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
A fin de que como Cristo resucitó ... así también nosotros andemos en vida nueva. Pero además de haber muerto al pecado con Cristo, también hemos resucitado con Él. La resurrección de Cristo no solo garantiza nuestra vida futura, sino que también nuestra transformación actual, ya que ahora podemos tener una vida en el poder del Espíritu Santo. De esa resurección con Cristo Pablo le escribió también a la iglesia de Colosas en Colosenses 3:1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
Fuimos plantados juntamente con él. Pablo usa una analogia de una planta para ilustrarnos nuestra unidad con Cristo. La palabra "plantados" viene de la palabra griega Strong 4854 <symphyteuō> que significa "plantar juntamente" o "ser unido en crecimiento con algo", lo que implica una unión inseparable con Cristo, como una semilla que se planta en el suelo para luego dar fruto. Al estar en Cristo, participamos en Su muerte al pecado y también compartimos Su resurrección, como también Pablo le escribió a la Iglesia de Filipo en Filipenses 3:10-11 10a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, 11 si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.
Todos los cristianos estamos unidos a Cristo en su muerte y resurección, ya que desde que hemos puesto nuestra confianza en Él, le pertenecemos como dice Romanos 14:7-9 7 Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. 8 Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. 9 Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven
6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre (antiguo ser pecaminoso) fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido (para que el pecado perdiera su poder), a fin de que no sirvamos (no seamos esclavos) más al pecado.
Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él. Pablo explica que, a través de la crucifixión de Cristo, nuestra naturaleza pecadora ha sido derrotada, permitiéndonos vivir una vida libre del dominio del pecado. Ese "viejo hombre" representa nuestra antigua naturaleza pecaminosa heredada de Adán, la cual es esclava del pecado, esa naturaleza no se reforma, no puede correguirse o arreglarse, lo único que se le puede hacer es crucificarla con Cristo.
La muerte de Cristo no solo pagó por nuestros pecados, sino que también condenó nuestra vieja naturaleza como dice Gálatas 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Para que el cuerpo del pecado sea destruido. El "cuerpo del pecado" no se refiere al cuerpo físico, sino al dominio que el pecado ejerce sobre el ser humano a través de su naturaleza caída, el propósito de llevar esa tendencia de pecar a la cruz es para que sea destruida, la palabra “destruido”, viene de la palabra griega Strong 2673 <katargeō> que significa "reducido a la impotencia" o "inutilizado", esto implica que el pecado ya no tiene poder absoluto sobre los creyentes.
A fin de que no sirvamos más al pecado. Antes de Cristo, estábamos esclavizados al pecado, pero ahora, somos libres para vivir en obediencia a Dios, quien es ahora nuestro nuevo amo, ya no somos esclavos del pecado, sino de la justicia, como dice Romanos 6:18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia, que es la misma idea que presento el apóstol Pedro en 1 Pedro 2:24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.
7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado (liberado) del pecado.
Esa muerte al pecado, ocurre cuando los creyentes nos identificamos con la muerte de Cristo, y eso nos justifica del pecado, la palabra “justificado” viene de la palabra griega Strong 1344 <dikaióō>, que significa "declarado justo" o "liberado", aquí implica que la muerte al pecado hace que el pecado ya no tenga más dominio, resultando en libertad.
En términos legales, la muerte pone fin a todas las obligaciones de cualquier persona, del mismo modo, la muerte al pecado libera al creyente de la esclavitud al pecado.
Pablo extiende el concepto de nuestra justificación, no solo se refiere a la remisión de los pecados, y a la transferencia de la justicia de Cristo, sino también a la libertad del dominio del pecado como dirá Pablo más adelante en Romanos 8:2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
8 Y si (y dado que) morimos con Cristo, creemos (confiamos en) que también viviremos con él;
Morir con Cristo implica unirse a Él con Su sacrificio en la cruz, esto ocurre en el momento en que ponemos nuestra fe en Jesús. Si esto ha pasado en la vida del creyente, puede tener la certeza de que también está unido en Su vida, como Jesús dijo en Juan 11:25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Vivir con Cristo no se limita a la vida eterna futura, sino que también implica una relación viva y activa con Él en esta vida presente como dice en Juan 14:19b porque yo vivo, vosotros también viviréis.
9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere (no volverá a morir); la muerte no se enseñorea (no tiene poder) más de él.
Pablo enseña que otra cosa que debemos saber es que Cristo murió una vez, pero Su resurrección es permanente, no enfrentará nuevamente la muerte, ya que Su sacrificio fue completo y suficiente; por tanto, la muerte ya no tiene poder sobre Cristo, porque al resucitar, demostró Su poder absoluto sobre ella, la muerte fue derrotada por completo, quedando Cristo fuera de su dominio, como dice 1 Corintios 1 Corintios 15:54-55 54Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida (devorada, destruida) es la muerte en victoria. 55¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón (poder para herir)? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?
10 Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para (agradar a) Dios vive.
La muerte de Cristo fue un acto único y suficiente para pagar el precio del pecado. No hay necesidad de repetirse como dice Hebreos 10:10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Cristo murió al pecado en el sentido de que asumió el castigo del pecado para todos los que creen en Él, derrotando su poder sobre los creyentes, más en cuanto vive, para Dios vive; es decir, la vida que Cristo vive ahora es una vida glorificada, dedicada completamente a la voluntad de Dios.
Vs. 11-12. Lo que debo considerar
11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para (agradar a) Dios en (unión con) Cristo Jesús, Señor nuestro.
Pablo invita pone a Jesús modelo para todos creyentes, que de la misma manera que Cristo murió al pecado, y ahora vive para agradar a Dios, nos invita a considerarnos muertos al pecado y a vivir para Dios, reflejando nuestra unión a la vida resucitada de Jesús como dice Colosenses 3:1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
12 No reine (no domine, no dejen que les controle), pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias (deseos pecaminosos);
Pablo exhorta a no permitir que el pecado tenga nuevamente dominio en nuestras vidas, como lo tenía antes de conocer a Cristo, cuando el pecado gobernaba nuestras vidas, pero ahora, como creyentes, ya no somos esclavos del poder del pecado. Como “cuerpo mortal” se refiere a nuestra naturaleza humana caída, que todavía está sujeta a la tentación y las debilidades físicas, ya que, aunque estamos espiritualmente vivos en Cristo, seguimos habitando en cuerpos vulnerables al pecado, que tiene la tendencia a obedecer nuestras propias concupiscencias, que son deseos desordenados y pecaminosos que se oponen a la voluntad de Dios.
Observemos como Pablo señala que los creyentes tenemos un papel activo en resistir el pecado, aunque el pecado ya no tiene un dominio absoluto en los creyentes, aun puede influir en nuestras vidas y hacernos tropezar si no somos vigilantes, por eso la invitación del mismo Pablo en Gálatas 5:16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne, y en Efesios 6:11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
Vs. 13-14. Lo que debo presentar
13 ni tampoco presentéis vuestros miembros (ninguna parte de su cuerpo) al pecado como instrumentos (armas) de iniquidad (maldad), sino presentaos (entréguense) vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros (las partes de su cuerpo) a Dios como instrumentos de justicia (para lo correcto).
Cuando cedemos al pecado, estamos presentando los miembros de nuestro cuerpo, incluyendo nuestras acciones, pensamientos y palabras, para usados como armas para la iniquidad (maldad, injusticia y rebelión contra Dios). La palabra “presentéis” viene de la palabra griega Strong 3936 <paristēmi> que significa "ofrecer" o "poner a disposición", esto implica un acto voluntario de rendición al pecado.
En lugar de presentar nuestros cuerpos como armas al pecado, Pablo nos exhorta a entregarnos completamente a Dios, esto incluye no solo nuestras acciones externas, sino también nuestros pensamientos y las intenciones del corazón, reflejando lo que ha ocurrido en nuestras vidas, que somos vivos entre los muertos; es decir, que hemos resucitados espiritualmente y estamos llamados a vivir una vida que refleje que ahora nuestros cuerpos y habilidades deben ser ofrecidos como instrumentos de justicia, herramientas para cumplir la voluntad de Dios. Ahora en Cristo, procuramos obedecer a Dios, servirle, y vivir de manera que le glorifique, como Pablo le dijo a su discípulo Tito en Tito 2:11-12 11Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, 12enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente.
14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros (ya no sea más su amo); pues no estáis bajo (sujetos a) la ley, sino bajo (sujetos a) la gracia.
Antes de Cristo, el pecado se enseñoreaba de nosotros, como un amo tirano sobre sus esclavos, pero ahora, en Cristo, este poder del pecado ha sido quebrantado, y ya no nos encontramos bajo su esclavitud, esto es posible porque aquellos que hemos sido redimidos, ahora vivimos bajo la gracia de Dios, ya no bajo la ley.
La ley fue dada para revelar el pecado y mostrar la necesidad de un Salvador (Rom. 3:20), sin embargo, no tenía poder para liberarnos del pecado, solo podía señalarlo; pero cuando Dios nos pone bajo Su gracia, que es el favor inmerecido de Dios a los creyentes por medio de Cristo, nos libera del pecado y nos capacita para vivir una vida en santidad; y al mismo tiempo, nos quita de estar bajo la ley y, por tanto, de la condenación que resulta de nuestra incapacidad para cumplirla perfectamente, tal como dice Romanos 5:20-21 20Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; 21para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.
Conclusión: Disfrutar de nuestra nueva vida en Cristo, sabiendo que hemos muerto al pecado y somos justificados, lo que nos permite ya no vivir como esclavos del pecado, sino sirviendo a la justicia; es decir, vivir en santidad y a reflejar el carácter de Cristo en nuestras acciones.
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