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Versículo a memorizar: “Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz.” Lucas 8:48
Introducción:
Lucas viene de relatarnos sobre la autoridad de Jesús, autoridad sobre la naturaleza (Lc. 8:22-25), autoridad sobre miles de demonios a la vez (Lc. 8:26-39) y ahora, Su autoridad sobre la enfermedad sobre la muerte (Lc. 8:40-56).
Desarrollo:
40 Cuando volvió Jesús (a Galilea), le recibió la multitud con gozo (alegría); porque todos le esperaban.
Cuando volvió Jesús. Jesús viene de ser rechazado por los Gadarenos en la región de Decápolis, quienes le rogaron que se fuera de sus contornos, regresa ahora casi con seguridad a Capernaúm, donde llevó a cabo la mayor parte de su ministerio de Galilea.
Le recibió la multitud con gozo; porque todos le esperaban. Jesús era tan popular entre los Galileos en ese momento, que se juntaban multitudes alrededor de Él, un día antes había enseñado a una multitud sobre una barca acerca de las parábolas sobre el reino (Marcos 4), y ahora estaban con gozo esperando su regreso.
Aplicación Práctica: Que contraste entre los que le rechazan y le suplican que se aleje de ellos; y los que le esperan y lo reciben con gozo, ¿en cuál de los dos grupos estamos?
41 Entonces vino un varón llamado Jairo, que era principal (jefe) de la sinagoga, y postrándose (arrojándose) a los pies de Jesús, le rogaba (suplicaba) que entrase en su casa;
Jesús se encontraba junto al mar (Mr. 5:21) y como los fariseos y los herodianos se habían unido con el fin de destruirle, Jesús no regresó a enseñar en las sinagogas, sino que transfirió Su ministerio de enseñanza, a la orilla del mar de Galilea (Lago de Genesaret), donde se desarrolla este relato de Lucas.
Entonces vino un varón llamado Jairo, que era principal de la sinagoga. Recordemos que sinagoga, significa asamblea, era un lugar de reunión donde los judíos se juntaban a estudiar la Palabra de Dios en día de Reposo, al parecer, Lucas se refiere a la de Capernaum. Los mismos pobladores determinaban a los encargados o los principales de las Sinagogas, quienes eras los que guardaban el orden y coordinaban las actividades de la Sinagoga, generalmente que eran laicos (que no se dedicaban 100% a enseñar la Palabra de Dios), pero era gente de buen fama y generalmente de un nivel económico alto, normalmente ellos no enseñaban, sino los Escribas y los Fariseos que eran conocidos como los maestros de la Ley, eso hacía que los principales de la sinagoga tuvieran una estrecha relación con ellos, y a este punto del ministerio de Jesús, esos fariseos se han se han convertido en adversarios de Jesús.
Jairo era uno de tantos que esperaba el regreso de Jesús a Galilea, con mucha probabilidad Jairo había escuchado las enseñanzas de Jesús que quien enseñaba con autoridad y no como los Escribas (Mr 7:9), casi con seguridad había estado presente cuando Jesús sanó al hombre de la mano seca (Lc. 6:6), quizá había escuchado acerca de la sanidad que había recibido el hombre paralítico que había bajado por el techo (Lc. 5:24) de una casa allí en Capernaum entre muchos otros milagros.
Y postrándose a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa. Para Jairo ha de haber sido muy difícil el proceso anterior a este momento, el sabía que los líderes religiosos despreciaban a Jesús y lo tenían por endemoniado (Mr. 3:22), quizá hasta él había participado en eso; y por otro lado ha presenciado tantas cosas de Jesús que señalan que es verdaderamente el Hijo de Dios, el Mesías esperado.
Pero ahora tenía la necesidad de que su hija sea sanada, por lo que no le importó lo que pensara el pueblo ni los líderes religiosos, y fue y se postró a los pies de Jesús, ese era un acto de humillación para Jairo y de reconocimiento de quien se había vuelto Jesús para él. Quizá a partir de ese momento ya no sería en tan respetable hombre de la comunidad, quizá incluso perdería ese puesto de principal en la sinagoga, pero no le importó y le rogó a Jesús que fuera a su casa.
Aplicación Práctica: A veces el orgullo, la vergüenza, el “qué dirán”, nos estorban para venir a Jesús y arrodillar nuestros corazones y nuestras rodillas delante de Él.
42 porque tenía una hija única, como de doce años, que se estaba muriendo. Y mientras iba (con Jairo), la multitud le oprimía (apretujaba).
Porque tenía una hija única, como de doce años, que se estaba muriendo. El ruego de Jairo arrodillado a los pies de Jesús, era por la sanidad de su hija, Jairo tenía suficiente fe en Jesús podía sanar a su agonizante hija con un solo toque de sus manos sería salva, y viviría, como lo relata Marcos 5:23 y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá.
Jesús podía sanarle a distancia, con solo decir una palabra como lo hizo con el siervo del centurión (Lc. 7:1-10) o con el hijo del oficial del rey en (Jn. 4:43-54); sin embargo, aún quería enseñarles algo mas a Jairo y a Sus discípulos, que Jesús no tenía solo autoridad sobre las enfermedades, sino también autoridad absoluta sobre la muerte.
Y mientras iba, la multitud le oprimía. Jesús decide ir a la casa de Jairo, quien quizá tuvo cierto descanso de su angustia, su hija aún estaba enferma, pero ya iba en camino con Aquel que podría sanarle, nos imaginamos que Jairo intentaba abrirse paso entre la multitud que le oprimía, para que Jesús pudiera avanzar en camino de su casa.
43 Pero una mujer que padecía (estaba enferma) de flujo (hemorragia/perdida) de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada (sanada),
Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años. En el camino a casa de Jairo, había otra mujer enferma, que sin duda, también estaba buscando a Jesús, ella padecía desde hacía 12 años de Flujo de sangre (que el equivalente a la regular menstruación de las mujeres, solo que este flujo lo padecía en forma continua).
No se nos indica se esta mujer era judía o gentil, en Capernaum ciertamente estaba habitada por judíos, pero habían venido a buscar a Jesús también de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y de Sidón (Mr 3:8)
Y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada. El Flujo de Sangre como padecimiento físico conlleva a la debilidad en el cuerpo y mucho agotamiento, por el bajo nivel de hemoglobina en la sangre (anemia), además de que había sufrido mucho por los tratamientos que les daban los médicos; en lo material había terminado con sus recursos económicos intentando curar ese padecimiento, gastando todo lo que tenía y sin tener ninguna mejoría; en lo emocional, su ánimo se había minado, ya que llevaba muchos años con esa enfermedad y lejos de mejorar, iba empeorando; en lo espiritual, si esta mujer era judía; ese flujo de sangre le impedía por ley (Lv. 15:25-27) asistir a las sinagogas o al Templo, ya que se consideraba como una situación de inmundicia (impureza ceremonial), y no solo ella, sino, su ropa y todo lo que tocare se “contaminaba” de impureza ceremonial, incluso a las personas que tocaba, ellos necesitaban un ritual de limpieza para dejar de estar impuros, eso ocasionaba que no tuviera una vida de adoración y enseñanza de la Palabra de Dios como los demás, y había causado en ella mucha soledad también; así que, su condición general era muy deplorable y su esperanza casi nula.
44 se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo (la hemorragia) de su sangre.
Se le acercó por detrás. Dadas las implicaciones religiosas de su enfermedad, aquella mujer si era judía, nunca habría ido a la sinagoga que presidía Jairo, así que, difícilmente se conocían, pero ambos se encontraban igualmente necesitados de Jesús, solo que mientras Jairo vino de frente a Jesús y se le arrodilló para implorarle Su favor, esta mujer quiso pasar desapercibida, quizá sabiendo que tocaría mucha gente y que si descubrían la enfermedad que padecía, quedarían impuros ceremonialmente, por lo que se abrió camino entre la multitud y llegó a Jesús por detrás.
Y tocó el borde de su manto. Ella había escuchado de Jesús (Mr 5:27), eso produjo en ella fe, y decidió tocar el borde de su manto, ese manto era parte de la ropa que usaban los judíos en ese tiempo, tenían en las extremidades 4 borlas o franjas de color blanco con azul, que se siguen usando hasta ahora, Dios les mando poner en su ropa (Nm. 15:37-41), para recordarles que los mandamientos que Dios les había dado, eran para ponerlos por obra.
Marcos 5:29 dice que ella pensaba “Si tocare tan solamente su manto, seré salva”, pero ¿Por qué quiso tocarle el manto, pensando que con eso se sanaría, por qué no la cabeza, o las sandalias, o los pies? Parece que la respuesta a esa pregunta la encontramos en el AT, El libro de Malaquías es el último libro del AT, el último de los profetas que Dios mando a Su pueblo (400 años después mandó a Juan el Bautista), y es los últimos capítulos de Malaquías se profetizaba le venida del Mesías, por ejemplo en Malaquías 3:1 He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos. Nos dice que habría un mensajero (Juan el Bautista) que prepararía el camino del Jesús, que Jesús visitaría el templo y que sería mensajero (Ángel) del nuevo pacto.
Así mismo Malaquías 4:2 Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas (rayos o extremidades) traerá salvación (sanidad); y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. Nos dice que nacería el Mesías, y que en el borde de su vestimenta traería sanidad, quizá eso es lo que ella oyó y creyó, y por eso se decía “Si tocare tan solamente su manto, seré salva (sana)”.
Así que ese deseo de tocar el borde del manto de Jesús, no era una superstición, sino una evidencia que traería solamente el Mesías y nadie mas, más adelante en el versículo 48, Jesús le dice a esta mujer que su fe es la que la ha salvado y sanado, así que no fue la vestimenta de Jesús en sí, sino la fe que Dios le dio a esa mujer para creer que Jesús era el tan esperado enviado de Dios.
y al instante se detuvo el flujo de su sangre. La sanidad fue inmediata, ella misma lo percibió así en su propio cuerpo, supo que ese toque al borde del manto de Jesús la había sanado, por tanto, ese a quien había tocado era el enviado de Dios, pero quería seguir pasando desapercibida entre la multitud.
45 Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud (la gente) te aprieta (se amontonan) y oprime (empujan), y dices: ¿Quién es el que me ha tocado?
Eran muchas las personas que iban con Jesús y que incluso le apretaban, pero sólo una de ellas tocó con fe a Jesús y fue sanada, y de allí es que viene la pregunta ¿Quién es el que me ha tocado? Hasta este momento los discípulos y la multitud ignoraban lo que estaba pasando, y es Pedro quien expresa su extrañeza a esa declaración de Jesús, la frase no parece ser muy respetuosa, para el y los otros discípulos, también habrá una enseñanza en todo esto.
No parece ser que Jesús no sepa quien haya sido, más bien esta preparando un escenario de enseñanza para los discípulos y para la misma mujer, que bien podía irse sana de vuelta a su casa, pero Jesús le ayudara a que sea restaurada en la sociedad, al todos saber que ya ha sido sanada, pero, sobre todo; a que sea reconciliada con Dios; es decir, a que sea salva.
46 Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido (se, he sentido) que ha salido poder de mí.
Esto nos lleva a entender que cuando Jesús sanaba, había en Él, por decirlo así; un cierto “degaste”, un poder que salía de Él, un precio que Él tenía que pagar, así como lo hizo con nosotros, pagando el precio de la cruz para poder ser reconciliados con Dios Padre.
No olvidemos a Jairo, en ese momento esta desconcertado, la caravana que se dirige a su casa se ha detenido, y ahora están buscando a alguien que ha tocado a Jesús.
47 Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta (que no podía esconderse), vino temblando, y postrándose (arrojándose/arrodillándose) a sus pies, le declaró (confesó) delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada.
Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta , vino temblando, y postrándose a sus pies. Con temor en su mente por haber tocado a quien consideraban como un rabino y quizá esperaba una reprensión por parte de Jesús o de los que con Él estaban y tenía también temblor en su cuerpo, que mostraba una angustia de no saber cuál sería la reacción de Jesús y de la gente si era descubierta, pero ella sabía en ese momento que estaba libre de su enfermedad y vino a postrarse a los pies de Jesús, tanto Jairo como esta mujer tuvieron que venir de frente y postrarse delante de Jesús.
Le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada. Se cumplió en ella como dice Romanos 10:10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. No se nos dice a detalle lo que ella dijo, quizá de como había padecido esa enfermedad, de los doctores que no le había podido ayudar, de la quiebra financiera que pasaba, quizá incluso de lo mal que lo estaba pasando en su alma y de como alguien le hablo de Jesús y como planeó su encuentro a escondidas, que había sido sanada inmediatamente al tocar el manto de Jesús, etc.
No olvidemos a Jairo, sigue allí, quizá desesperado, ya que con mucha probabilidad la plática fue extensa, tanto tiempo pasó que cuando Jairo regresa a su casa, ya había mujeres que contrataban para hacer lamentos (Lc. 8:52) e incluso había llegado los que tocaban flautas (Mt. 9:23).
48 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz (vete tranquila).
Y él le dijo: Hija. Este es el único registro en la Escritura de que Jesús se haya dirigido así a una mujer, es una forma cariñosa de mostrarle su amor, ella esperaba una reprensión y lo que recibió fue una manera tierna de hablarle.
Tu fe te ha salvado; ve en paz. Ya estaba ella sanada, pero ahora, después de la confesión delante de Jesús de toda la verdad, ahora ha quedado salva y puede ir en paz, en paz para con Dios y en paz con los hombres, que ya la aceptaran en las sinagogas y en el templo, Jesús le reconfirma que esa sanidad en su cuerpo no sería temporal, sino permanente ya que Marcos registra que le dijo “queda sana de tu azote” (Mr 5:34)
49 Estaba hablando aún (Jesús), cuando vino uno (un mensajero) de casa del principal (jefe) de la sinagoga a decirle: Tu hija ha muerto; no molestes más al Maestro.
Estaba hablando aún, cuando vino uno de casa del principal de la sinagoga a decirle: Tu hija ha muerto. Jairo seguía allí, consumiéndose en su angustia, escuchando lo que Jesús le decía a esa mujer y quizá preguntándose una y otra vez si ya podrían avanzar rumbo a su casa, cuando vino un mensajero de la casa de Jairo, quizá un familiar, quizá un siervo, y le dio la trágica noticia de que su hija ya había fallecido.
No molestes más al Maestro. Ellos creían que Jesús podía ayudar mientras la niña vivía, pero ahora que ya había fallecido, ya no podía hacer nada, por eso le pedían que no molestara mas al Maestro, que era como muchos veían a Jesús hasta ese momento.
50 Oyéndolo Jesús, le respondió: No temas (no tengas miedo); cree (confía) solamente, y será salva (sanada).
Jairo se encuentra devastado con la noticia de que ha fallecido su única hija, ha perdido toda esperanza, ya que el también creía que Jesús solo podía ayudarle mientras su hija vivía.
Jesús escuchó la noticia y volteó a ver a Jairo y le pidió que no temiera, que creyera solamente; vimos que Jairo ya había creído en Jesús, pero ahora la instrucción es que siguiera creyendo, a pesar de las circunstancias.
Jesús les quiere mostrar a Jairo y a sus discípulos que no solo era el gran Maestro, como le llamaban algunos, que no solamente tenía autoridad sobre la naturaleza, los demonios (auqnue fueran miles) y la enfermedad, que había mostrado hasta este momento, sino que, Él es el mismo dador de vida, que la muerte no lo puede resistir, y que resucitará a la hija de Jairo, cosa que todos los demás hombres consideran como imposible.
51 Entrando en la casa (de Jairo), no dejó entrar a nadie consigo, sino a Pedro, a Jacobo, a Juan, y al padre y a la madre de la niña.
Ya no dejó que le siguiera la multitude, ni todos los discípulos, solo tomó a tres de ellos, quizá para que hubiera 2 ó 3 testigos como requería la ley para dar fe de los hechos que ocurrirían, o quizá simplemente porque sabía que ya había mucha gente en casa de Jairo y los llevó junto con los padres de la niña.
Esos tres discípulos formaban el círculo mas cercano de Jesús, en dos ocasiones mas están también solo estos tres con Jesús; en la transfiguración y en Getsemaní, quizá les estaba dando una capacitación especial ya que ellos tres jugarían un papel muy importante en el desarrollo de la Iglesia, Pedro tomaría el liderazgo de los discípulos a la ausencia de Jesús, a Juan le estaba aguardando la revelación del apocalipsis, y Santiago sería el primero de los discípulos en morir a causa de su fe en Jesús.
52 Y lloraban todos y hacían lamentación por ella. Pero él dijo: No lloréis; no está muerta, sino que duerme.
Y lloraban todos y hacían lamentación por ella. Mateo relata que cuando llegaron a casa de Jairo había gente que tocaban flautas (Mt. 9:23), y gente que hacía alboroto, esas que lloraban y se lamentaban mucho, eran las “pleñaderas”, que son las mujeres que se les paga por asistir y llorar en los funerales, lo mismo que los flautistas que había sido contratados para lo mismo.
Pero él dijo: No lloréis; no está muerta, sino que duerme. Que hermosa parábola usa el Señor aquí para la muerte, asemejándola a dormir, ya que cuando duermes te desconectas de la realidad a tu alrededor, del ruido y de lo que esta pasando, pero es solo un estado temporal en lo que despertamos y todo volvemos a estar apercibidos de todo.
Pablo también usaba esta forma de decirle a los muertos en Cristo que estaban dormidos (1 Ts. 4:15), recordándonos que para nosotros la muerte es solo un paso intermedio, ya que resucitaremos en Cristo como Jesús mismo dijo en Juan 11:25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
53 Y se burlaban de él, sabiendo que estaba muerta.
Muchos de allí ya se habían asegurado que la niña estaba muerta, y ciertamente lo estaba, ya que cuando Jesús ora por ella, dice Lucas que su espíritu volvió (Lc 8:55), así que se les hizo ilógico el comentario de Jesús.
54 Mas él, tomándola de la mano, clamó diciendo: Muchacha (niña), levántate.
Mas él, tomándola de la mano. Una vez más vemos el toque amoroso de Jesús, como lo hizo cuando sanó a la suegra de Pedro, a la que la tomó de la mano y la levantó (Mr. 1:30) y con el leproso del que Jesús tuvo misericordia, le extendió la mano y le tocó (Lc. 5:13).
La ley decía que, si alguien tocaba un leproso, a una mujer con flujo o un muerto; quedaba ceremonialmente impuro por un tiempo, pero con Jesús no era así, el no se contaminaba de las impurezas de las personas, más bien las personas eran limpias cuando eran tocadas por Él.
Clamó diciendo: Muchacha, levántate. La forma tan amorosa y dulce con la que Jesús despertó a esa niña, se quedó grabada en la mente de Pedro (recordemos que Marcos era su escritor), y Marcos registra las palabras de Jesús en arameo “Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate” (Mr. 5:41), lo que también podría traducirse como “Corderita, levántate”.
55 Entonces su espíritu volvió (volvió a la vida), e inmediatamente se levantó; y él mandó que se le diese de comer.
Entonces su espíritu volvió, e inmediatamente se levantó. Su espíritu volvió; es decir, la niña resucitó e inmediatamente se levantó, lo que nos indica que no necesitó de ningún tipo de reposo o terapia para su recuperación, sino que el Señor la sanó completamente al grado que recupero su vigor por completo.
Y él mandó que se le diese de comer.
Con el impacto que tenían por lo que han visto, que tenían, el alboroto que había afuera, el gozo de los padres de tener de nuevo viva a su hija viva, a todos se les paso que había que darle de comer a la niña, menos a Jesús que siempre esta al pendiente aun de las necesidades mas trivialidades que sus hijos tenemos.
56 Y sus padres estaban atónitos (asombrados); pero Jesús les mandó que a nadie dijesen lo que había sucedido.
Y sus padres estaban atónitos. No solo estaban asombrados, Marcos registra que los papás y también los discípulos, se espantaron grandemente (Mr. 5:42), los discípulos ya habían temido con gran temor (Lc. 8:25) cuando Jesús les reveló su autoridad sobre el viento y sobre el mar (Lc. 8:24), y ahora están espantados grandemente, ya que les acaba de revelar su autoridad sobre la muerte, apuntando claramente que se encuentran frente a Dios mismo.
Pero Jesús les mandó que a nadie dijesen lo que había sucedido. La Escritura no nos deja claro la razón de esta petición que a veces hacía Jesús, quizá porque aun faltaba la obra de la Cruz, que era necesaria para cuando la gente creyera.
Aplicación Práctica: Practicar la fe que salva, invitando a Jesús a nuestra casa, sometiéndonos a Su autoridad y manteniéndonos creyendo, aun cuando las circunstancias se pongan adversas.
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