Monday, October 11, 2021

Santiago 4:11-12 Hacedores o Jueces de la Ley

 

Hacedores o Jueces de la Ley

Santiago 4:11-12

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 

Objetivo: Observar el llamado de nuestro Señor a ser hacedores de la ley (y no jueces), desechando la murmuración y el juicio entre hermanos.

 

 

Introducción:

Santiago ha ido mencionado como se muestra la verdadera fe cuando es probada:

 

1.- La Prueba de la Adversidad:

Cuando la adversidad es externa, la verdadera fe se muestra enfrentándolas con sumo gozo, ya que sabemos que ella producirá en forma inmediata paciencia y en mediano plazo que seamos perfectos y cabales, es decir maduros e íntegros (Stgo 1:2-4), y cuando la adversidad es interna; es decir, por medio de nuestras propias tentaciones, la verdadera fe de demuestra por medio de soportarlas o resistirlas (Stgo 1:12).

 

2.- La Prueba del Amor al Prójimo:

Cuando existe una necesidad, la verdadera fe se muestra mostrando amor al prójimo, participando activamente en cubrir esas necesidades como en el visitar a las viudas y los huérfanos mientras nos guardamos sin mancha del mundo (Stgo 1:27), no haciendo acepción de personas en la Iglesia; es decir, no teniendo favoritismos por su apariencia (Stgo 2:1-4), supliendo para las necesidades de vestido y comida de los hermanos en necesidad (Stgo 2:15-16), etc. Recordando que la verdadera fe siempre tiene una evidencia en las obras, como la fe de Abraham que actuó su fe al sacrificar a Isaac, quien era el hijo de la promesa (Stgo 2:21) o la fe de Rahab que se mostró al recibir a los mensajeros hebreos y mandarlos de regreso por otro camino (Stgo 2:25).

 

3.- La Prueba de la Lengua:

Cuando sabemos que la lengua es un órgano indomable (Stgo 3:8), la verdadera fe se muestra por medio de una conducta de obras en sabia mansedumbre (Stgo 3:13) y aplicando la sabiduría que viene de lo alto (Stgo 3:17) para poder llevar a cabo nuestra función de sembrar en paz el fruto de justicia (Stgo 3:18) que es el evangelio de la salvación que hay en Jesucristo.

 

4.- La Prueba de la amistad con el mundo:

Santiago tomará la relación que tenemos con el sistema de valores de este mundo como una prueba de la fe genuina (Santiago 4:4)

 

5.- La Prueba de la murmuración y de Juicio a los hermanos:

Santiago ahora tomará la actitud de murmuración y juicio que hacemos como una prueba de la fe genuina (Santiago 4:11-23)

 

Como introducción, debemos recordar que la Biblia nos muestra que aún en Cristo, tenemos una naturaleza humana caída como dice Salmos 51:5 He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre y lo comenta Pablo en Romanos 3:10-12 Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno, y lo reconfirma el mismo Santiago 4:1 ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?, si a esa naturaleza humana caída, le agregamos la influencia de Satanás por medio de sistema de valores de este mundo, el cual el lo gobierna como dice 1 Juan 5:19 Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno, y lo recalca en 1 Juan 2:16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo, esa combinación ya la hace muy peligrosa, y si a ella le agregamos el doble ánimo que mencionó Santiago (1:8); es decir, la inconstancia, que nos lleva a un día pensar una cosa y al día siguiente otra, se hace la perfecta combinación para ser unas almas adúlteras (Stgo 4:4), unas personas infieles a Dios y a Su Palabra.

 

Naturaleza Caída + Influencia de Satanás + doble ánimo = Almas Adulteras

 

Esa combinación nos lleva a tener pecados dentro de la Iglesia que no deberían de existir, varias de esas manifestaciones de pecado dentro de la Iglesia son altamente visibles; es decir, que claramente se ven cuando se están llevando a cabo como cuando una persona tiene necesidad de comida o de vestido y no se le ayuda (Stgo. 2:15-16), o la de la lengua indomable que ofende muchas veces (Stgo. 3:2) o cuando tenemos una guerra o un pleito entre hermanos (Stgo 4:1-3), sin embargo, hay otra manifestación de pecado dentro de la Iglesia que es peligrosamente sutil; es decir, que no se nota ante los ojos de los hombres (aunque si ante los ojos de Dios) pero que es igual o peor de destructora que las manifestaciones que se ven, estas son la murmuración y el hacer juico a los hermanos, que son las 2 cosas que desarrollará Santiago en los siguientes dos versículos:

 

Desarrollo:

11 Hermanos, no murmuréis (hablar mal a escondidas) los unos de los otros. El que murmura (habla mal a escondidas) del hermano y juzga (critica) a su hermano, murmura (habla mal a escondidas) de la ley y juzga (critica) a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor (cumplidor) de la ley, sino juez.

 

Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. Santiago les vuelve a exhortar a sus lectores, pero lo sigue haciendo con amor, diciéndoles hermanos, y no poniéndose como autoridad sobre ellos si no como un igual, pero la instrucción es muy clara no murmurar entre hermanos.

 

La palabra murmurar viene de la palabra griega <katalaleō> que significa hablar en contra de alguien, difamar, unos sinónimos serían; calumniar, chismear / chismorrear, criticar, cuchichear, decir en voz baja, hablar mal, manchar.

 

Esta palabra en griego aparece dos veces mas en el Nuevo Testamento y el contexto del murmuración en forma de ataque de los no creyentes a los creyentes, con la intención de difamar o ensuciar algo que esta limpio como podemos ver en 1 Pedro 2:12 manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras  y en 1 Pedro 3:16 teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.

 

La murmuración es una conversación en perjuicio o deterioro de alguien sin que esa persona este presente para defenderse, es criticarle con el fin de desacreditarle o ensuciar su persona o su imagen, la mayoría de las veces, esa murmuración procede de la envidia.

 

Esa exhortación a no murmurar de los hermanos, la encontramos también desde el Antiguo Testamento:

 

Levítico 19:16 No andarás chismeando entre tu pueblo. No atentarás contra la vida de tu prójimo. Yo Jehová.

 

Proverbios 20:19 El que anda en chismes descubre el secreto; No te entremetas, pues, con el suelto de lengua.

 

Salmos 101:5 Al que solapadamente infama (calumniar, hablar mal a escondidas) a su prójimo, yo lo destruiré; No sufriré al de ojos altaneros y de corazón vanidoso.

El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley. Santiago agrega que además de no murmurar, tampoco debemos de juzgar al hermano, ya que nos encontraríamos murmurando y juzgando a la ley.

 

La palabra juzgar viene de la palabra griega <krinó> que significa condenar, cuestionar, determinar lo que es y lo que no es.

 

Jesús enseño también sobre el correcto juicio, dijo en Mateo 7:24 No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio, eso no contradice lo que Santiago mencionó, mas bien, lo complementa; es decir, debemos de juzgar con justo juicio, y como nuestra mente no es justa, el justo juicio es juzgar filtrando los hechos por la Palabra de Dios para que nos revele lo que es Justo y lo que no es de acuerdo a lo que Dios dice, pero no debemos de juzgar según las apariencias; es decir, según lo que a nosotros en lo particular nos parece bueno o malo.

 

El ejemplo que Jesús dejó en ese mismo contexto lo encontramos en Mateo 7:1-5 1No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. 3¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 4¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 5!!Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.

 

En base a este pasaje podemos concluir que el juicio justo, es cuando que la persona primero deja que la Palabra de Dios (la única que nos revela la justicia de Dios) pase por él, y enseguida esa persona busca restaurar a otros, mientras que la murmuración o juicio injusto (que juzga según apariencias), sería la persona que juzga sin verse primero él mismo, y no busca ayudar a otros, sino solo criticarle o hablar mal de él, eso es lo que lo hace un juicio hipócrita.

 

Pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. Al juzgar al hermano, nos hacemos jueces y no hacedores de la ley como deberíamos de serlo, el Espíritu Santo por medio de Pablo nos dice que ciertamente habrá un juicio, pero ese juicio será hecho por Cristo, por lo que nosotros no debemos de tomar un lugar de juez que no nos corresponde como lo detalla en Romanos 14:10-13 10Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.11Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará a Dios. 12De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. 13Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano.

 

La ley. ¿De qué ley habla?, si es de las instrucciones del Antiguo Testamento, debemos recordar que

tiene su origen en Dios mismo (Éxodo 24:12), es la revelación del propósito de Dios para nosotros y nuestros hijos (Deuteronomio 29:29), es perfecta, alumbra el corazón y alumbra los ojos (Salmos 19:8). Probablemente se refiera, según el contexto, a la ley real que mencionó Santiago con anterioridad (Stgo. 2:8) que es la de “amar a tu prójimo como a ti mismo”, y al murmurar de un hermano, evidentemente no le estamos amando, sin todo lo contrario.

 

12 Uno solo es el dador (legislador y juez) de la ley, que puede salvar (declarar como inocente) y perder (declarar como culpable, condenar, destruir); pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?

Uno solo es el dador de la ley. Dios en el único dador, o legislador de la ley, el que la creó y el que la dio, y dice la escritura que Dios dio todo el juicio a Jesucristo en Juan 5:22 Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, y no juzgará solo a los que no creyeron (Hechos 17:30-31), sino que también será Juez a los que hemos creído, conde compareceremos o nos presentaremos en lo que se conoce como el Tribunal de Cristo como dice 2 Corintios 5:10 Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.

 

Que puede salvar y perder. Jesús en el único Juez aprobado por Dios, quien tiene la autoridad dada por Dios para salvar o perder como lo menciona también Mateo 10:28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.

 

¿Quién eres para que juzgues a otro? Santiago termina esta sección con una pregunta retórica, si Jesús es el único juez aprobado por Dios, ¿quienes somos nosotros para ocupar una función que no solo no nos corresponde, sino que además no estamos en la capacidad para hacerlo?; por tanto, la respuesta obvia a esa pregunta es “no somos nadie” y nos ubica en nuestra verdadera función, hacedores de la ley y no jueces de ella.

 

Aplicación Práctica: Humillémonos delante de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, y recibamos de Él la capacidad de ser hacedores de la ley de la libertad, y no jueces.


 

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