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Introducción: Jesús en la sinagoga de Nazaret dijo ser el cumplimiento de la profecía de Isaías, y comenzó a demostrarlo, anunciando el evangelio del reino de Dios, sanando muchos enfermos y liberando a personas de la opresión de espíritus inmundos, y ahora añadirá otra señal de que es era el Mesías (Ungido) esperado, con la sanidad de un leproso, cosas que solo el Hijo de Dios podía hacer como le mando decir a Juan el bautista en Mateo 11:1-6 1Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades de ellos. 2Y al oír Juan, en la cárcel, los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, 3para preguntarle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? 4Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. 5Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; 6 y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí.
Desarrollo:
V. 12. El encuentro con Jesús
12 Sucedió (aconteció) que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno (cubierto) de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró (inclinó) con el rostro en tierra y le rogó (suplicó), diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme (sanarme).
Lucas no detalle ni el lugar ni la época de este suceso, pero por el contexto se encuentra en una de las ciudades de Galilea y alrededor de un año después de haber comenzado su ministerio.
La lepra es una enfermedad infecciosa crónica producida por una bacteria que afecta, especialmente, al sistema nervioso, a la piel y los ojos, de la que en ese tiempo no había cura, el tiempo de incubación era largo, podía ser hasta de 10 (diez) años, y causaba lesiones en la piel y en los nervios, de tal forma que la imagen de la persona se deterioraba mucho por las llagas y por la falta de irrigación en la sangre, y se volvían insensibles al dolor, por esta razón, a los enfermos los apartaban de la ciudad y lo mandaban a vivir en lugares solitarios para evitar que las demás personas se contagiaran.
En esa época, la lepra se relacionaba con el pecado, como un juicio divino a la persona, y na vez que eran diagnosticados con lepra, tenía que rasgar sus vestidos, llevar su cabeza y boca cubiertas e ir gritando “¡Inmundo! ¡Inmundo!” como dice Levítico 13:44-46 44leproso es, es inmundo, y el sacerdote lo declarará luego inmundo; en su cabeza tiene la llaga. 45Y el leproso en quien hubiere llaga llevará vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embozado pregonará: ¡Inmundo! ¡Inmundo! 46Todo el tiempo que la llaga estuviere en él, será inmundo; estará impuro, y habitará solo; fuera del campamento será su morada.
No sabemos de dónde venía este leproso, si iba gritado “¡Inmundo! ¡Inmundo!” y la gente le habría paso, o si prefirió no decir nada para pasar desapercibido y así llegar a Jesús, lo que si nos relata Lucas es que se inclinó de rodillas delante de Jesús creyendo que tenía toda la autoridad dada por Dios para sanarle, reconociendo que Jesús tenía la capacidad y el poder sobre natural para hacerlo, pero que, lo que no sabía, era si era Su voluntad sanarlo, sometiéndose por completo a su voluntad y sin hacer ninguna exigencia.
V. 13. La cercanía de Jesús
13 Entonces, extendiendo él la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé (queda) limpio. Y al instante la lepra se fue de él.
Jesús teniendo misericordia de él (Mr 1:41), extendió la mano y le toco, mostrando además amor y ternura por el desvalido, como ya lo había hecho con los enfermos de Capernaum, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba (Lc 4:40), de la misma manera que hizo cuando sanó a la suegra de pedro, la tomó de la mano y la levantó (Mr 1:31), ese toque de Jesús fue quizá para ese leproso el primer contacto físico que tenía en años, en todos los casos podía haberlos sanado sin tocarlos, pero prefirió mostrar un entrañable afecto para cada uno de ellos.
Jesús tocando al leproso le responde a la suplica que le había hecho “Quiero, se limpió”, y como su voluntad debe de ir seguida de su poder, procedió a sanarlo.
La sanidad fue inmediata, no tuvo que esperar un tiempo, ni hacer una oración, ningún tratamiento, al instante la lepra de fue de él, las puras palabras de Jesús fueron suficientes para quitarle la afección a su cuerpo, cualquier deformación que la enfermedad hubiera producido, quedó también restaurada, y el contacto físico y misericordioso de Jesús, sin duda le tuvo que aliviar su alma también.
V. 14. La obediencia a Jesús
14 Y él le mandó (ordenó) que no lo dijese a nadie; sino ve, le dijo, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación, según mandó Moisés, para testimonio a ellos.
El ex-leproso ahora sanado, podría ser restaurado a la sociedad también, pero era solo el sacerdote el que podía declarar por terminada la enfermedad, para eso le ordenó Jesús dos cosas, la primera, le mandó rigurosamente (Mr 1:43) que no se lo dijese a nadie, quizá porque Jesús no necesitaba más fama en ese lugar, sobre todo de personas que solo le buscaría para tener algún beneficio temporal, y más bien quería mandar un mensajero a los sacerdotes en Jerusalén, lo que fue su segundo encargo, ellos estaban preparados para hacer una ceremonia a los que fueran limpios de lepra, y así pudiera reincorporarse a la ciudad, pero sobre todo, porque esa ceremonia de purificación de leprosos nunca la habían hecho, estaba en la ley de Moisés, específicamente en Levítico 14, la conocían, la habían estudiado, pero nunca la habían hecho, ellos sabían que solo Dios podía limpiarles, como fue el caso de Naamán (2 Rey 5) y de Marial la hermana de Moisés (Nm 12), así que cuando llegara ese ex-leproso a los sacerdotes, sería de testimonio para ellos, de que el Mesías esperado había llegado.
Marcos el evangelista, menciona que este leproso sanado no obedeció como dice Marcos 1:45 Pero ido él, comenzó a publicarlo mucho y a divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera en los lugares desiertos; y venían a él de todas partes, y su desobediencia afecto el ministerio público de Jesús, y no se menciona que haya ido a los sacerdotes como Jesús le mandó, esa desobediencia podría indicar que este hombre, tuvo una experiencia con Jesús, pero no hubo una verdadera conversión en él.
Vs. 15-16. El equilibrio en Jesús
15 Pero su fama se extendía más y más; y se reunía mucha gente para oírle, y para que les sanase de sus enfermedades.
La fama de un predicador extraordinario hacía que mucha gente lo buscara, pero, sobre todo, la fama de sanador y liberador de demonios producía que lo buscara gente con el solo interés de recibir ese beneficio de parte de Jesús.
16 Mas él se apartaba a lugares desiertos (solitarios), y oraba.
Lucas cierra este relato mencionándonos una actividad habitual de Jesús, que demás de enseñar y sanar, siempre buscaba lugares tranquilos y solitarios, para tener un tiempo de comunión con el Padre por medio de la oración.
Aplicación Práctica: Manifestar la importancia de una experiencia personal con Jesús, mostrando al mismo tiempo el error de un “cristianismo” sin obediencia, basado únicamente en experiencias y emociones.
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