Objetivo:
Entender
que a través del reconocimiento de nuestra condición delante de Jesucristo como
necesitados de Su misericordia; nuestros oídos serán abiertos y proclamaremos
correctamente a Aquel que bien lo ha hecho todo.
Introducción: Después de una fuerte
controversia con los fariseos y los escribas, Jesús salió de Galilea y se fue
más allá de sus fronteras, a tierras gentiles en la región de Tiro y de Sidón
que se encuentran a unos cuarenta y cinco kilómetros al noroeste de Capernaum.
El Señor pasó bastante
tiempo fuera del territorio de Israel, primero en Tiro y Sidón (Mr 7:24), luego
en Decápolis (Mr 7:31), y finalmente en Cesarea de Filipo (Mr 8:27). Parece que
este periodo resultó muy bien para sus discípulos, que llegaron a reconocerle
como "el Cristo" (Mr 8:29). A partir de ese momento, el Señor tomó el
camino que le llevaría hasta Jerusalén y allí a la Cruz.
Desarrollo:
Vs.
24-30. Si, Señor; soy un perrillo necesitado de tu pan.
24 Levantándose de allí, se fue a la región
de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero
no pudo esconderse.
Tiro y Sidón. Se encontraban en lo
que se conocía como Fenicia, y hoy es el país de Líbano. Era una región gentil
que los judíos despreciaban, ya Jesús había declarado limpios todos los
alimentos y ahora les va a enseñar de una manera práctica, que el evangelio
sería llevado también a los gentiles que no eran considerado limpios.
Entrando en una casa. No se nos dice cual
casa, ni quien o en que condiciones lo hospedaron.
No pudo esconderse. Aunque parece que esa
era la primera vez que visitaba esa región, la fama de Jesús se había extendido
hasta aquellos lugares, tanto que la gente de allí iba a Galilea a buscarlo
como dice Marcos
3:7-8 7Mas
Jesús se retiró al mar con sus discípulos, y le siguió gran multitud de
Galilea. Y de Judea, 8de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del
Jordán, y de los alrededores de Tiro y de Sidón, oyendo cuán grandes cosas
hacía, grandes multitudes vinieron a él.
25 Porque una mujer, cuya hija tenía un
espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies.
26 La mujer era griega, y sirofenicia de
nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio.
Porque una mujer. Sobre esta mujer no
sabemos casi nada, solo nos dice que era una mujer griega; es decir, que
hablaba el idioma griego y sirofenicia de nación; es decir, que era de la provincia
romana de Siria y de la región de fenicia. Por lo tanto, desde el punto de
vista judío, era una mujer gentil, pagana, o tal como Mateo la describe,
"una mujer cananea" (Mt 15:22).
Cuya hija tenía un
espíritu inmundo. La mujer no estaba rogando por sí misma, sino para
conseguir una bendición a favor de su hija que estaba endemoniada, no se nos dice
cual era la condición de esa muchacha, pero ha de haber algo muy difícil para
la mamá y para la hija.
Se postró a sus pies. Según Mateo, antes de
arrodillarse, ¡¡ella seguía a Jesús y sus discípulos gritándole “!!Señor, Hijo
de David, ¡ten misericordia de mí!”, lo que muestra que alguien ya le había
hablado de Jesús, sin embargo, tanta insistencia llegó a ser del desagradable
para los discípulos (Mt 15:23). Pero esta insistencia no surgía únicamente por
el dolor y la ansiedad que sentía por el estado de su hija, sino que también mostraba
fe en que el Señor Jesús podía ayudarle en su necesidad.
27 Pero Jesús le dijo: Deja primero que se
sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los
perrillos.
La respuesta del Señor
podía parecer extraña a primera vista, pero debemos entender que Jesús esta
usando una parábola para explicar la situación a la mujer; que incluye a un
padre (que es Dios), un pan (que Jesús como el pan que descendió del cielo), a los
hijos (que serían los israelitas), y un perrillo casero como mascota (que serían
los gentiles).
Los hijos estaban sentados
a la mesa, recibiendo la provisión del pan de su padre, teniendo el privilegio
de disfrutar del ministerio terrenal del Señor, mientras que los perrillos que
eran los gentiles, recibirían la provisión del evangelio después de que fuera
entregada a los Israelitas.
*28 Respondió ella y le dijo: Sí, Señor;
pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos.*
La mujer entendió la enseñanza
de la parábola, lo que los fariseos no las entendían, ni los discípulos tampoco,
ya que Jesús les tenía que revelar esas enseñanzas, aceptó sin quejas la
posición de perrillo en esa parábola, y en lugar de enojarse por las palabras
de Jesús, vio en ellas una puerta abierta para volver a presentar su súplica a
favor de su hija, quizá por eso Jesús le dijo “Oh mujer, grande es tu fe” (Mt
15:28)
Notemos que esta mujer
suplicaba por unas migajas de pan, mientras que los judíos rechazaban el
verdadero pan que había descendido del cielo (Jn 6:35-36).
29 Entonces le dijo: Por esta palabra, ve;
el demonio ha salido de tu hija.
30 Y cuando llegó ella a su casa, halló que
el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama.
Jesús sana a un sordomudo.
El Señor sanó a la niña
a distancia, por medio de Su palabra. Esto sirvió para que la mujer mostrara
nuevamente la calidad de su fe, que con una plena confianza en la Palabra del
Señor, regresó a su casa. Y por supuesto, su fe no fue defraudada, sino que
cuando llegó, comprobó que efectivamente una migaja de la mesa del Señor había
sido suficiente provisión para su gran necesidad.
Vs.
31-37 Efata. Se abierto.
31 Volviendo a salir de la región de Tiro,
vino por Sidón al mar de Galilea, pasando por la región de Decápolis.
Marcos nos relata que
Jesús y sus discípulos fueron hacia el sur, y pasando a lo largo de la costa
oriental del mar de Galilea, llegó a la región de Decápolis (que significa 10
ciudades), era esa misma zona donde había sanado al endemoniado gadareno y que quería
ir con Jesús, pero no se lo permitió sino que le dio instrucciones de predicar
de la misericordia de Dios en esa región como dice Marcos 5:19 Mas Jesús no se lo permitió, sino que le
dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha
hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.
32 Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le
rogaron que le pusiera la mano encima.
Como en otros muchos
casos, fueron los amigos o familiares del sordomudo quienes le llevaron hasta
Jesús, quienes estaban convencidos de que Jesús podía y querría sanarle, pero fueron
demasiado lejos al decirle al Señor cómo debía hacerlo, ya que le dijeron “que
le pusiera la mano encima”. Tal vez habían escuchado o incluso visto alguna sanidad
de Jesús que la hizo de esa manera, pero no habían considerado que el Señor
tiene diferentes formas de obrar con cada persona. De hecho, Jesús no aceptó sus
indicaciones, y trató con el sordomudo de una forma única.
33 Y tomándole aparte de la gente, metió
los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua;
Jesús conocía muy bien
tanto las necesidades físicas del sordo-tartamudo, como sus emocionales, sabía
que este hombre no podía escuchar, ni tampoco hablar correctamente, y que quizá
se sentiría muy incómodo siendo el centro de atención en medio de una gran
multitud, por lo que lo apartó.
La forma en la que el
Señor le sanó nos resulta un tanto extraña, pero esto es porque no logramos
pensar ni sentir como el sordo-tartamudo. Pensemos que al no poder expresarse
correctamente, aquel hombre tuvo que usar señas y gestos, quizá señalaría sus
oídos para indicar a Jesús que no podía escuchar lo que le decía, luego
señalaría su boca o lengua para darle a entender que tampoco podía hablar, y
finalmente haría algún tipo de gemido para pedir la ayuda del Señor.
Si este fue el caso,
Jesús con mucho amor y ternura se puso en su mismo nivel y situación para
responderle a su petición por medio de gestos similares a los que él había
hecho y eso haría que el sordo-tartamudo le entendiera.
34 y levantando los ojos al cielo, gimió, y
le dijo: Efata, es decir: Sé abierto.
Primeramente elevó su
mirada al cielo, para indicar que la ayuda que el sordomudo necesitaba había de
venir de Dios y que Jesús actuaba en unión con él. Y segundo, el Señor gimió,
mostrando el profundo dolor que su alma sentía por la carga tan terrible de
sufrimientos que los hombres llevan sobre sí a causa del pecado lo que nos
recuerda Hebreos
4:15-16 15Porque
no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades,
sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.16Acerquémonos,
pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar
gracia para el oportuno socorro.
35 Al momento fueron abiertos sus oídos, y
se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien.
Pedro, que casi con
seguridad es el que le dicta a Marcos los sucesos, recuerda la palabra exacta en
arameo que el Señor usó en esa ocasión “Efata”, y como en el resto de los
casos, el poder del Señor se hizo efectivo al instante, devolviendo el oído al
sordo, y lo que aun era más milagroso es que le haya dado la la capacidad de
hablar sin haber oído normalmente en toda su vida.
36 Y les mandó que no lo dijesen a nadie;
pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban.
Mientras Jesús no quería
llamar la atención sobre sí mismo, la naturaleza humana de los amigos y/o
familiares del que era sordo-tartamudo, provocó a la gente a hacer exactamente
lo opuesto a el mandato de no difundir lo ocurrido,
37 Y en gran manera se maravillaban,
diciendo: bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar.
Aunque no lograremos
entender plenamente todo lo que Jesús ha hecho por nosotros hasta el día cuando
nuestras vidas sean completamente transformadas y estén libres de todos los
efectos del pecado, nosotros también podemos decir ahora como ellos "bien
lo ha hecho todo".