¿Quién ha creído a nuestro anuncio? Romanos 10:16-21 |
Versículos a memorizar: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” Romanos 10:17
Introducción: Pablo viene de destacar que la salvación es por fe en Cristo, no por obras, y está disponible para todos, sin distinción de raza o trasfondo. Pablo muestra que, aunque Israel tenía celo por Dios, no comprendía Su justicia y buscaba establecer la suya mediante la ley. La verdadera justicia viene solo por medio de Cristo.
Pablo enseñó que la fe genuina involucra confiar de corazón, confesar con la boca y depender completamente de Jesús como Señor (Soberano dueño, amo). Quien cree en Él no será avergonzado. Pablo citó Isaías 28:16 e Isaías 52:7 para ilustrar que Cristo es la piedra preciosa puesta por Dios y que los que anuncian Su evangelio tienen “hermosos pies” no por su apariencia, sino por su obediencia y propósito.
Además, el Pablo resaltó el orden divino de la salvación: para ser salvos, debemos invocar el nombre del Señor, pero eso requiere creer; y para creer, es necesario oír; y para oír, alguien debe predicar; y para predicar, debe haber un enviado. Esta cadena muestra la importancia de la predicación del evangelio como mandato para todo creyente.
El escritor de Hebreos nos exhorta (Heb. 13:13-16) a salir del campamento, aceptar el vituperio de Cristo y ofrecer sacrificios de alabanza, haciendo el bien y compartiendo el evangelio a otros, pues tales sacrificios agradan a Dios.
Desarrollo:
V. 16. Rechazo al mensaje
16 Mas no todos obedecieron al (han aceptado el) evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio (mensaje)?
Mas no todos obedecieron al evangelio. Pablo acaba de mostrar en los versículos anteriores el proceso para que una persona sea salva: alguien es enviado por Dios a anunciar el evangelio; el mensajero lo predica; quien lo escucha, oye el mensaje, cree en Cristo y lo invoca como su Señor. Pero aquí hace una pausa realista: aunque el evangelio ha sido proclamado, no todos lo reciben con fe, como sucedió con el rechazo del mensaje por parte de Israel.
La palabra ‘obedecer’ viene de la palabra griega Strong 5219 <hupakoúō>, que significa escuchar atentamente y someterse, por lo que obedecer el evangelio implica reconocerse como pecador, arrepentirse y creer en Cristo como en único Salvador y Señor. En el contexto, obedecer es sinónimo de creer para salvación.
A Pablo, como fiel mensajero del evangelio, lo rechazaban. De la misma manera, sucederá con nosotros, aun cuando permanezcamos fieles al mensaje, ya que el problema no está en el mensaje (el evangelio), pues es un mensaje de salvación, de buenas noticias. Tampoco está en los fieles mensajeros (los predicadores), sino en la dureza del corazón de quienes reciben el mensaje.
Algunos podríamos pensar que el rechazo del evangelio se debe a que Pablo o nosotros, en algún momento, no hemos sido fieles al mensaje, y por eso la gente no lo recibe. Pero tenemos el claro ejemplo de Jesús, quien sin duda fue el mensajero más fiel del mensaje de salvación, y a Él mismo le rechazaron, como vemos en Juan 5:37-40 37También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto, 38ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis. 39Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; 40y no queréis venir a mí para que tengáis vida.
Pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Pablo cita Isaías 53:1 ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?, Isaías 53 forma parte de una sección que va desde Isaías 52:13 hasta 53:12, conocida como la profecía del Siervo Sufriente, claramente refiriéndose a Jesucristo. Describe a un Mesías rechazado, afligido, herido por nuestros pecados, que, sin embargo, lleva sobre sí la iniquidad de muchos y justifica a los pecadores.
Isaías 53:1 refleja el asombro y la tristeza del profeta Isaías: a pesar de la grandeza del mensaje del evangelio y de la obra del Siervo, sería rechazado por la mayoría, y lo expresa con la pregunta: ¿quién lo ha creído?
Pablo cita a Isaías para mostrar que la incredulidad frente al evangelio de Cristo fue profetizada, por lo que el rechazo del mensaje por parte de Israel (y también de los gentiles) no sorprendió a Dios.
El apóstol Juan cita el mismo pasaje de Isaías cuando relata que la gente rechazaba el mensaje de salvación de Jesús, como dice Juan 12:35-38 35Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va. 36Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos. 37Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él; 38para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor?
Aplicación Práctica: No debemos desanimarnos si rechazan el evangelio que predicamos, ya que ni siquiera la predicación más fiel garantiza que todos lo acepten. El rechazo al evangelio simplemente confirma la dureza del corazón humano sin la obra del Espíritu Santo, al menos hasta ese momento. Para que alguien crea, se requiere un llamado de Dios, como lo afirma dice Juan 6:44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.
V. 17. Origen de la fe
17 Así que (por esto) la fe es por el oír (el mensaje), y el oír (el mensaje que se oye), por la palabra de Dios (el mensaje acerca de Cristo).
Pablo resume todo su argumento desde el versículo 13 hasta aquí diciendo; ‘Nadie puede invocar a Cristo sin fe, y nadie puede tener fe sin oír la Palabra’.
Así que la fe es por el oír. La palabra ‘fe” viene de la palabra griega Strong 4102 <pístis>, que significa confiar, depender, por lo que no se trata solo de creer que algo es verdad, sino de depender completamente en Cristo como único Salvador.
De la misma manera, ‘oír’, no se refiere solo al acto físico de escuchar, sino al oír con entendimiento espiritual, lo cual implica una disposición del corazón para recibir la verdad; es decir, la fe que salva llega cuando el mensaje del evangelio es oído con atención, convicción y humildad.
Y el oír, por la palabra de Dios. La palabra ‘palabra” aquí no viene de Strong 3056 <logos>, que se refiere al mensaje de Dios en forma general, como en Juan 5:24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra <logos>, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida, sino que viene de la palabra griega Strong 4487 <rhēma>, que se refiere a la palabra hablada y viva de Dios, la que es aplicada en el momento preciso por el Espíritu Santo, y que, por consiguiente, produce vida, como Jesús dijo en Juan 6:63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras <rhēmata> que yo os he hablado son espíritu y son vida, y también en Mateo 4:4 No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra <rhēma> que sale de la boca de Dios, por lo tanto, la fe no viene simplemente por escuchar el mensaje general del evangelio <logos>, sino por la palabra viva y eficaz que Dios aplica al corazón del oyente mediante Su Espíritu: <rhēma>.
En otras palabras; el <logos> puede ser oído intelectualmente, pero el <rhēma> es lo que transforma el corazón.
Logos = información (evangelio). Rhēma = revelación espiritual vivificante.
Ejemplos bíblicos:
· Lidia en Hechos 16:14 Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. Lidia escuchaba el <logos> que Pablo predicaba, pero fue Dios quien abrió su corazón, y ese <logos> lo convirtió en <rhēma>.
· Los discípulos de Emaús dijeron en Lucas 24:32 Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? Jesús les dio <rhēma> al explicarles las Escrituras <logos>, y la verdad revelada hizo arder sus corazones.
La fe salvadora no surge de la naturaleza humana, sino es resultado del poder de Dios obrando en el corazón del ser humano como dice Efesios 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto (la fe) no de vosotros, pues es don de Dios.
Aplicación Práctica: Todos nosotros como predicadores, debemos ser fieles al <logos>, pero también orar fervientemente para que Dios de <rhēma> a quienes nos escuchan. Al exponer la Biblia, necesitamos depender del Espíritu Santo, para que Él transforme el <logos> en <rhēma>, y así produzca fe salvadora y transformación real en los corazones, ya que esa es Su función como dijo Jesús en Juan 16:8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
V. 18. El evangelio proclamado
18 Pero digo (pregunto): ¿No han oído (el mensaje)? Antes bien (¡claro que sí!), Por toda la tierra ha salido la voz de ellos (se difundió su voz), Y hasta los fines de la tierra (rincones del mundo) sus palabras.
Pero digo: ¿No han oído? Pablo responde a una posible objeción acerca del alcance del mensaje del evangelio, se anticipa a la excusa de: “No es culpa nuestra si no creemos, tal vez no lo hemos escuchado”.
Este versículo es fundamental para entender la responsabilidad del hombre frente a la revelación de Dios.
Antes bien, por toda la tierra ha salido la voz de ellos, y hasta los fines de la tierra sus palabras. Pablo cita el Salmo 19:4 Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras. En ellos puso tabernáculo para el sol, en el contexto del Salmo, David habla de cómo la creación misma declara la gloria de Dios.
Pablo no está diciendo que su cita del Salmo 19:4 que habla de la revelación general de Dios, se refería directamente al evangelio, sino que está aplicando su principio general: Así como la creación da un testimonio universal e innegable de Dios, así también el evangelio ha sido proclamado abiertamente en muchas partes del mundo conocido. En otras palabras, el evangelio —como la voz de la creación— ya ha salido, ha sido proclamado, y por lo tanto nadie puede decir: "no escuché".
La excusa del “yo no sabía” no es válida. Pablo ha mostrado que Dios ha dado suficiente revelación para que los hombres sean responsables:
1) Por medio de la creación (Rom. 1:19-20).
2) Por medio de la conciencia (Rom. 2:15).
3) Y ahora, por medio de la predicación del evangelio (Rom. 10:18).
La culpa no es del silencio de Dios, sino de la dureza del corazón humano.
Ha salido la voz de ellos. Pablo toma prestado el lenguaje de Salmo 19:4, pero aplica “ellos” no a los cielos o a la creación, que revelan de forma general la gloria de Dios, sino a los predicadores del evangelio, que anuncian de forma especial el mensaje de salvación en Cristo.
V. 19. La incredulidad de Israel anticipada
19 También digo (pregunto): ¿No ha conocido (comprendió) esto Israel? Primeramente Moisés dice: Yo os provocaré a celos (envidia) con un pueblo que no es pueblo; Con pueblo insensato (sin entendimiento) os provocaré a ira (enojo).
También digo: ¿No ha conocido esto Israel? Pablo ahora aborda otra posible excusa: “Bueno, tal vez Israel no entendió el mensaje…”, Pablo procede a citar a Moisés para mostrar que a incredulidad de Israel fue anticipada; y que Dios usaría la gracia a los gentiles para provocarles celos.
Primeramente Moisés dice: Yo os provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo; Con pueblo insensato os provocaré a ira. Pablo cita Deuteronomio 32:21 Ellos me movieron a celos con lo que no es Dios; Me provocaron a ira con sus ídolos; Yo también los moveré a celos con un pueblo que no es pueblo, Los provocaré a ira con una nación insensata, donde Dios expresa Su enojo por la idolatría de Israel, este pasaje lo usa Pablo para afirmar que Israel no solo oyó, sino que fue advertido proféticamente de que Dios usaría a los gentiles (pueblo que no es pueblo) para provocarles a celos por su incredulidad. Dios estaba buscando en ellos celo santo, que los llevara a reflexionar lo que estaban haciendo y a arrepentirse.
Esto mismo se refleja en la parábola del hijo pródigo (Lc. 15:11–32). El hijo menor representa a las diez tribus del norte, que se alejaron de Dios, se mezclaron con los gentiles y malgastaron los bienes de su padre. Sin embargo, al volver arrepentido junto con los gentiles, fue recibido con amor por el padre. Por otro lado, el hijo mayor representa a Judá (los judíos), quien se enoja al ver la gracia ofrecida al pecador arrepentido. No se sintió solo celoso, sino molesto, y no quiso entrar a la fiesta que celebraba el regreso del hermano.
El padre le rogaba que entrara, pero el hijo mayor, despreciando la gracia, responde con un reclamo que revela su confianza en su propia justicia, como dice en Lucas 15:29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Para el hijo mayor, el favor del padre debía ganarse con méritos, no otorgarse por gracia.
V. 20. La gracia extendida a los gentiles
20 E Isaías dice resueltamente (claramente): Fui hallado (me dejé encontrar) de los que no me buscaban; Me manifesté (di a conocer) a los que no preguntaban por mí.
E Isaías dice resueltamente. Pablo implica que el Isaías no dio un mensaje ambiguo, sino que habló con claridad, con autoridad cuando mencionó que llamaría a su pueblo de entre los gentiles.
Fui hallado de los que no me buscaban; Me manifesté a los que no preguntaban por mí. Pablo cita Isaías 65:1 Fui buscado por los que no preguntaban por mí; fui hallado por los que no me buscaban. Dije a gente que no invocaba mi nombre: Heme aquí, heme aquí, donde Dios declara que se dejó encontrar por los gentiles, los cuales no lo buscaban activamente, al contrario, vivían en ignorancia, sin las promesas de Dios y fuera del pacto como dice Efesios 2:12 En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo, y se manifestó a ellos; es decir, se dio a conocer claramente por medio del evangelio.
La gracia de Dios, alcanzando incluso a quienes no lo buscan activamente, se refleja claramente en la parábola de la gran cena (Lc. 14:15–24). En ella, un hombre preparó una gran cena e invitó a muchos. Pero los primeros invitados, que representan a Israel, rechazaron la invitación, presentando excusas ilógicas: uno dijo que había comprado una hacienda y debía ir a verla; otro, que había comprado una yunta de bueyes y tenía que probarla; y otro, que se había casado y por eso no podía asistir.
Entonces, el señor de la casa, enojado, envió a buscar a los pobres, mancos, cojos y ciegos por las plazas, calles, caminos y vallados. Ellos no lo buscaban, pero fueron traídos para que su casa se llenara.
En resumen, Dios extendió Su llamado a los gentiles, quienes estaban fuera de la ciudad y no preguntaban por Él.
V. 21. La paciencia de Dios frente a la rebelión
21 Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor (terco y desobediente).
Pero acerca de Israel dice. Pablo enseñara por medio de lo dicho por el mismo profeta Isaías que Dios también fue generoso y paciente con Israel, Dios le ofreció su gracia, pero Israel persistió en su rebeldía.
Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor. Pablo cita Isaías 65:2 Extendí mis manos todo el día a pueblo rebelde, el cual anda por camino no bueno, en pos de sus pensamientos, para mostrar que Dios fue paciente frente a un pueblo rebelde. Extender las manos es una señal de invitación de querer reconciliarse, y habla de gracia y amor por Israel, quienes se mantuvieron rebeldes (desobedientes, resistentes a la autoridad) y contradictorios (discutiendo lo que Dios les decía y en continua oposición).
Como ejemplo de la dureza del corazón de Israel, mostrada en su rebeldía y contradicción, tenemos la respuesta que dieron a Dios por medio del profeta Jeremías, en tiempos de declive espiritual en Judá, poco antes de la invasión babilónica, como lo relata Jeremías 6:16-19 16Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas (obediencia a Su Palabra), cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos. 17Puse también sobre vosotros atalayas (profetas), que dijesen: Escuchad al sonido de la trompeta. Y dijeron ellos: No escucharemos. 18Por tanto, oíd, naciones, y entended, oh congregación, lo que sucederá. 19Oye, tierra: He aquí yo traigo mal sobre este pueblo, el fruto de sus pensamientos; porque no escucharon mis palabras, y aborrecieron mi ley. Dios les habló con claridad y paciencia, extendiéndoles Su mano por medio de Su Palabra y de los profetas. Pero Israel respondió con desobediencia, contradicción y un rechazo activo a Dios.
El rechazo de Israel al Mesías, no fue por ignorancia, sino por resistencia voluntaria, como Jesús dijo de Jerusalén en Mateo 23:37 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!
Conclusión: La responsabilidad del hombre no elimina la soberanía de Dios. Ambas verdades conviven: Dios elige, pero el hombre rechaza voluntariamente lo que Dios ha revelado.
Aplicación Práctica: Reconocer que el rechazo al evangelio proviene del endurecimiento del corazón, y valorar que la fe salvadora solo viene de oír la Palabra de Dios.
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