Objetivo: Enseñar al joven a Ser fortalecidos en tiempos difíciles y
en todo tiempo, recordando la fe que ha sostenido a nuestro pueblo durante toda
su peregrinación.
Introducción: Hemos visto la fe de Dios en hombres como Abel, Enoc y
Noé, la hemos visto en la familia de Abraham, Isaac, Jacob y José, ahora la
vemos en la nación de Israel como Moisés como su representante.
Versículo a memorizar:
“Por la fe
Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo
antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites
temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que
los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.” Hebreos
11:24-26.
Desarrollo:
23 Por
la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque
le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey.
Los padres
de Moisés mostraron fe cuando percibieron que él pequeño era favorecido de una
forma especial por Dios como dice Hechos 7:13 En aquel mismo tiempo nació Moisés, y fue
agradable a Dios; y fue criado tres meses en casa de su padre, y tomaron medidas de fe para salvar su
vida a pesar del peligro.
24 Por
la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,
Moisés mostró fe cuando dejó que Dios trazara su destino
en vez de dejar que faraón lo hiciera.
25
escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los
deleites temporales (efímeros) del pecado,
Escogiendo antes ser maltratado. Esta decisión
tuvo consecuencias. Moisés sabía que hacer las cosas a la manera de Dios
significaba ser maltratado, como los hebreos estaban siendo maltratados en ese
momento por los egipcios, pero por la fe puesta en Moisés; prefirió ese maltrato,
pero identificarse con el pueblo que Dios había escogido.
Los deleites temporales del pecado. El pecado
sí tiene sus deleites; pero Moisés los vio como algo pasajero, incluso si estos
duraran toda nuestra vida terrenal, seguirían siendo efímeros y temporales
comparados con la vida eterna.
26
teniendo por mayores riquezas el vituperio (sufrimiento) de
Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el
galardón (premio, recompensa).
El vituperio de Cristo. Moisés
probablemente no lo dimensionaba completamente ese momento, pero por la fe tomó
la decisión de servir a Dios y a al pueblo, de donde vendría el Jesús el
Mesías, quien sufrió para dar libertad a los hombres que es nuestro galardón.
27 Por
la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira (enojo) del rey; porque se sostuvo (mantuvo
firme, no se rindió) como viendo al Invisible.
Los ojos naturales de Moisés podían ver el peligro del
Faraón, y entendió el peligro de quedarse en cualquier lugar cerca de Egipto.
Sin embargo; con los ojos de fe que le fueron dados, pudo ver al Dios
invisible, y entendió que era mejor servir a Dios que un Faraón enojado.
28 Por la fe celebró la pascua y la aspersión (rociamiento) de la
sangre, para que el que destruía a los primogénitos (hijo
mayor) no los tocase a ellos.
Se requirió fe para creer que la sangre de un cordero en
el marco de la puerta salvaría a una familia del terror del Ángel de la Muerte.
Pero Moisés tenía fe dada por Dios, y condujo a su nación a cumplir con la
pascua y a ser librados de la muerte de los hijos mayores como si sucedió con
los primogénitos de los egipcios.
29 Por
la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer
lo mismo, fueron ahogados.
La diferencia entre los Israelitas que cruzaron el mar
rojo y los egipcios que los siguieron no fue el valor, sino la fe. Todo indica
que los egipcios tenían más valor que los Israelitas, estaban mucho mas
equipados, con carros de guerra y un gran ejercito, pero no tenía la misma fe,
y ambos tuvieron diferentes destinos. Los Israelitas pasaron sin mojarse los pies,
y los egipcios fueron ahogados.
30 Por
la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos (marchar
alrededor) siete días.
Este relato
bíblico de los muros de Jericó, lo encontramos en Josué Capítulo 6, donde Josué
y el pueblo de Israel tuvo una fe audaz. Habían recientemente cruzado el rio
Jordán en seco viendo el poder de Dios, y ahora tenían que conquistar la
primera ciudad de la tierra prometida y esta estaba amurallada, Dios les dijo
que rodearan 6 días en silencio la ciudad y el séptimo día la rodearan también
pero con sonido de trompeta y con gritos y que las murallas de la ciudad
caerían para que ellos pudieran entrar y conquistarla
En Jericó,
el pueblo de Israel tuvo una fe obediente. No entendían realmente lo que Dios
estaba haciendo; sin embargo, obedecieron de todas formas.
En Jericó,
el pueblo de Israel tuvo una fe paciente. Los muros no cayeron durante los
primeros seis días; sin embargo, siguieron marchando tal y como Dios lo había
ordenado.
En Jericó,
el pueblo de Israel tuvo una fe anticipada. Ellos sabían que Dios actuaria en
el séptimo día cuando gritaron.
31 Por
la fe Rahab la ramera (prostituta) no pereció juntamente con los desobedientes,
habiendo recibido a los espías en paz.
En el mismo
libro de Josué, pero en el capítulo 2 nos relata que 2 espías de Israel había
ido a reconocer la ciudad de Jericó que más adelante conquistarían, y que una
mujer que se dedicaba a la prostitución, los escondió en el techo de su casa
par proteger su vida de los habitantes de Jericó que los andaban buscando y eso
le valió que cuando los Hebreos conquistaron la ciudad ella y todo su familia
se salvo poniendo como señal un cordón rojo colgada en su ventana como un
símbolo de la sangre de Jesús.
Rahab pudiera parecer un ejemplo inusual de fe, pero su confianza en Dios y su disposición a identificarse con el pueblo de Dios y no con los Jericoanos, sin importar el costo, es digno de admirarse.
Habiendo recibido a los espías en paz. Cuando
los espías Hebreos llegaron con Rahab, ella declaró lo que encontramos en Josué 2:11 … porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en
la tierra. Esta fue la prueba de que su fe había sido dada por
Dios, Rahab se convertiría mas adelante en la parte de la genealogía del Rey
David y de Jesús mismo.
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