Por el Espíritu de Dios Romanos 8:12-18
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Versículo a memorizar: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.” Romanos 8:18
Introducción: Pablo nos enseñó que en Cristo no hay condenación, pues hemos sido justificados y llamados a vivir según el Espíritu. Pablo describió la lucha entre la carne y el deseo de obedecer a Dios, pero afirmó que la victoria no viene de nuestros esfuerzos, sino de la obra de Cristo. La Ley de Moisés no podía salvarnos, por lo que Dios envió a Su Hijo para vencer el pecado y darnos libertad. Ahora, quienes hemos recibido el Espíritu Santo ya no somos esclavos de la carne, sino que pertenecemos a Cristo.
Vivir en el Espíritu implica dirigir nuestra mente y acciones hacia Dios, lo que trae vida y paz. La presencia del Espíritu no solo nos capacita para vencer el pecado, sino que nos garantiza la futura resurrección. Para ello, debemos renovar nuestra mente con la Palabra, depender del Espíritu y vivir en comunión con la iglesia.
Desarrollo:
Vs. 12-13. Deudores
12 Así que, hermanos, deudores somos (tenemos una obligación), no a la carne (naturaleza pecadora), para que vivamos conforme a la carne (sus propios deseos);
Así que, hermanos, deudores somos. La palabra "deudores" viene de la palabra griega Strong 3781 <opheilétes>, que significa alguien que está obligado a pagar una deuda, un deudor moral o espiritual.
No a la carne. Pero no somos deudores a nuestra naturaleza pecadora, antes de conocer a Cristo, éramos deudores del pecado, esclavizados por la carne como dice Romanos 6:20-21 20Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. 21¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte.
Para que vivamos conforme a la carne. Ahora, en Cristo, no debemos nada a la carne, porque hemos sido liberados de esa esclavitud y comprados a precio de la sangre de Jesucristo como dice 1 Corintios 6:20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios, por lo que hemos sido llamados a vivir para Dios, para tener una vida que refleje Su obra en nosotros como dice 2 Corintios 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
Aplicación práctica. No le debemos nada a la carne, no estamos obligados a seguir pecando, porque hemos sido liberados como Jesús mismo dijo en Juan 8:36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. Estamos solo en deuda solo con Aquel que nos rescató del pecado y nos dio vida eterna. Nuestra responsabilidad es vivir para Dios y reflejar Su gloria en nuestra vida diaria.
13 porque si vivís conforme a la carne (naturaleza pecadora), moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras (acciones, inclinaciones) de la carne (naturaleza pecadora), viviréis. Pablo muestra la seriedad del pecado y la necesidad de depender del Espíritu Santo, con una advertencia y una promesa presentando dos maneras de vivir:
Vivir conforme a la carne ➝ lleva a muerte (separación de Dios).
Vivir por el Espíritu ➝ trae vida y victoria sobre el pecado.
Porque si vivís conforme a la carne, moriréis. La palabra "carne" que ha estado usando Pablo viene de la palabra en griego Strong 4561 <sarx>, que en este contexto no se refiere al cuerpo físico, sino a la naturaleza pecaminosa y rebelde contra Dios. Una vida según la carne, cuyo fin es muerte (separación de Dios) se caracteriza por lo siguiente:
· Está controlada por los deseos pecaminosos (Gál. 5:19-21).
· Rechaza la dirección de Dios (Rom. 8:7).
· Se enfoca en lo terrenal y pasajero (Fil. 3:18-19).
· No puede agradar a Dios (Rom. 8:8).
Mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Cuando decidimos vivir en el Espíritu, experimentamos una vida plena y eterna con Dios como dice Gálatas 6:8 Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna, por lo tanto, es necesario hacer morir las obras de la carne, la expresión “hacer morir”, es una sola palabra en griego, la Strong 2289 <thanatoó>, que significa dar muerte, ejecutar, extinguir completamente, por lo que nos toca a nosotros tomar acción para hacerla morir, pero ¿cómo hacemos morir el pecado en nuestras vidas?
· Renovando nuestra mente con la Palabra (Rom. 12:2).
· Orando y sometiéndonos a Dios (Stgo. 4:7).
· Rechazando tentaciones y apartándonos del pecado (Mt. 5:29-30).
· Confesando nuestros pecados y buscando ayuda de hermanos maduros (Stgo. 5:16).
Vs. 14-16. Guiados
14 Porque todos los que son guiados por el (viven en obediencia al) Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.
Los verdaderos hijos de Dios son guiados por Su Espíritu, no basta con decir que creemos en Dios, sino que nuestra vida debe reflejar una dirección clara bajo el gobierno del Espíritu Santo. La palabra "guiados" en viene de la palabra griega Strong 71 <agó>, que significa ser llevado, conducido, dirigido. Jesús dijo en Juan 16:13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Ser guiados por el Espíritu de Dios implica:
· Obediencia a Su dirección en la vida cotidiana (Gal. 5:16).
· Sumisión a la voluntad de Dios, en lugar de seguir nuestros propios deseos (Rom. 12:2).
· Discernimiento espiritual, para distinguir lo que es de Dios y lo que no lo es (1 Cor. 2:14).
· Transformación constante, dejando atrás la carne y creciendo en santidad (2 Cor. 3:18).
15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción (un espíritu de adopción como hijos), por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
Pablo nos recuerda que ya no somos esclavos del pecado y del temor, sino que hemos sido adoptados como hijos de Dios y ahora tenemos una relación íntima con Él, mostrándonos la transformación radical que ocurre cuando somos salvos y resaltando dos estados espirituales que contrastan entre sí:
Espíritu de esclavitud ➝ Miedo y sometimiento al pecado.
Espíritu de adopción ➝ Libertad y confianza como hijos de Dios.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor. La palabra "esclavitud" viene de la palabra griega Strong 1397 <douleía>, que significa ser un siervo bajo dominio y temor, antes de Cristo, estábamos en esclavitud espiritual al pecado (Jn. 8:34), al temor (Heb. 2:15) y a la ley sin poder cumplirla (Gál. 4:3-5).
Sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! La palabra "adopción" viene de la palabra griega Strong 5206 <huiothesía>, que significa ser colocado como hijo legítimo con todos los derechos y privilegios. Dios no solo nos perdonó, sino que nos hizo Sus hijos y eso nos permite tener los beneficios de la adopción en Cristo:
· Tenemos acceso directo a Dios como nuestro Padre (Ef. 2:18).
· Somos coherederos con Cristo (Rom. 8:17).
· El Espíritu Santo nos confirma nuestra identidad (Gal. 4:6).
· No vivimos en miedo, sino en seguridad y amor (1 Jn. 4:18).
Aplicación práctica. No vivamos como huérfanos espirituales, cuando tenemos un Padre celestial que nos ama. Rechacemos la mentalidad de esclavitud y abracemos nuestra identidad como hijos de Dios, como aquellos que pueden tener una intimidad con Dios (no un Dios lejano, sino un Padre amoroso), hasta el grado de llamarle “Abba”, que es un término arameo que significa "papá" o "padre querido", que habla de la confianza total que tenemos en nuestro Dios (como un niño confía en su padre), y tenemos seguridad en Su amor y provisión (ya no vivimos con miedo).
16 El Espíritu mismo da testimonio (confirma, nos asegura) a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Uno de los mayores privilegios que tenemos como cristianos es saber con certeza que somos hijos de Dios, como dice Juan 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad (derecho legal) de ser hechos hijos de Dios, esto no es un sentimiento pasajero ni algo que depende de nuestras emociones, sino una certeza dada por el Espíritu Santo quien da testimonio de nuestra identidad como hijos de Dios. La palabra "testimonio" viene de la palabra griega Strong 4828 <symmartyreó>, que significa dar testimonio con otro, confirmar, ser testigo juntamente, como dice 1 Juan 5:10a El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo… ¿Cómo nos da testimonio el Espíritu a nuestro espíritu que somos hijos de Dios?
· Por la paz y la seguridad en nuestro corazón (Jn. 14:26-27).
· A través de la transformación de nuestra vida (2 Co. 5:17).
· Por medio de la Palabra de Dios que nos confirma nuestra identidad (Jn. 1:12).
· Por el fruto del Espíritu en nosotros (Gal. 5:22-23).
Aplicación práctica. Uno de los mayores ataques del enemigo es sembrar dudas sobre nuestra salvación; sin embargo, la Escritura nos da seguridad de que la salvación es un regalo de Dios (Ef. 2:8-9), el Espíritu Santo nos sella como hijos de Dios (Ef. 1:13), nada nos puede separar del amor de Dios (Rom. 8:38-39), además de que nos ha dado el Espíritu como dice 1 Juan 3:24 Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.
Vs. 17-18. Coherederos
17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados (si vamos a participar de su gloria, también debemos participar de su sufrimiento).
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios. No solo somos hijos de Dios, sino también herederos con Cristo. La palabra "herederos" viene de la palabra griega Strong 2818 <klēronómos>, que significa aquel que recibe una herencia o es beneficiario de una promesa legal.
Somos herederos de la promesa como dice Gálatas 3:29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa, y esa promesa es Cristo como dice Gálatas 3:16 Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo, el cual recibimos por fe como dice Romanos 4:13 Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe, y por medio del cual Dios no ha adoptado como Sus hijos, como también confirma Gálatas 4:4-7 4Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, 5para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. 6Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! 7Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo, y el beneficio de esa herencia es la vida eterna como dice Tito 3:7 para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.
Y coherederos con Cristo. Cristo es el Hijo por excelencia y nosotros al ser hijos adoptados, compartimos Su herencia. La palabra coherederos viene de la palabra griega Strong 4789 <sugklēronómos>, que significa compartir una herencia con alguien más, por lo que Jesús nos compartirá de su herencia:
· Reinaremos con Él (2 Tim. 2:12).
· Somos partícipes de Su victoria sobre el pecado y la muerte (1 Cor. 15:57).
· Tendremos un cuerpo glorificado como el de Él (Fil. 3:21).
Si es que padecemos juntamente con él. La coherencia con Cristo está condicionada a padecer juntamente con Él; es decir, sufrir por causa de nuestra fe en Cristo como le dice Pablo a la iglesia de Filipo en Filipenses 1:29 Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no solo que creáis en él, sino también que padezcáis por él, y eso en realidad se vuelve una bienaventuranza como Jesús enseño en el sermón del monte en Mateo 5:11-12 11Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. 12Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros, ese padecimiento o aflicción, viene como consecuencia de vivir de acuerdo a la voluntad de Dios en un mundo que es hostil a Dios como dice 2 Timoteo 3:12 Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución.
Para que juntamente con él seamos glorificados. Jesús fue glorificado después de Su sufrimiento, ya que primero padeció en la cruz y luego fue exaltado (glorificado) a la diestra del Padre (Fil. 2:8-9). Nosotros, como Sus hijos, también seremos glorificados junto con Él como dice Colosenses 3:4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria, esa glorificación ocurrirá cuando Cristo regrese y transforme nuestros cuerpos mortales en cuerpos glorificados como el Suyo como dice 1 Corintios 15:54 Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.
18 Pues tengo por cierto (considero, estoy seguro) que las aflicciones (sufrimientos) del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse (que veremos después).
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente. No temamos el sufrimiento por causa de Cristo; es parte de nuestro llamado, Jesús mismo nos lo advirtió en Juan 16:33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. Estas aflicciones se refieren a las pruebas y sufrimientos que enfrentamos, primordialmente a causa de nuestra fe como:
· Persecuciones por ser cristianos (Mt. 5:10-12)
· Tentaciones y luchas espirituales (Gal. 5:16-17).
· Dificultades en la vida cotidiana (2 Cor. 4:8-9).
· Enfermedades, pérdidas y sufrimiento físico (Job 1:21).
No son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Las aflicciones en esta vida, son limitadas y temporales, por eso no se comparan con la gloria que Dios tiene preparada para nosotros, cuando estemos en la presencia de Dios en plenitud, con un cuerpo glorificado y sin la presencia del pecado como dice 2 Corintios 4:17-18 17Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; 18no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
Conclusión: Tomar como hijos la mano del ESPÍRITU de Dios para ser guiados sin temor a nuestra herencia de gloria.