Sirviendo bajo el régimen nuevo Romanos 7:1-6
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Introducción: Pablo hizo la pregunta de: "¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia?" (v. 15). Dio la respuesta con claridad: no somos autónomos, sino siervos de quien obedecemos, sea del pecado para muerte o de la obediencia para justicia (v. 16).
Pablo destacó que, aunque antes éramos esclavos del pecado, ahora hemos obedecido de corazón la doctrina de Cristo y hemos sido libertados para convertirnos en siervos de la justicia (vs. 17-18). Esto implica un cambio de vida en el que nuestros cuerpos ya no sirven a la iniquidad, sino a la justicia para la santificación (v. 19).
Antes, nuestras acciones llevaban a la vergüenza y a la muerte, pero ahora, que hemos muerto al pecado y tenemos vida eterna en Cristo, debe existir en nosotros la evidencia fundamental que viene como un fruto y es la santificación (vs. 20-22). La enseñanza culminó con el versículo de Romanos 6:23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Este pasaje nos llama a vivir en la libertad que Dios nos ha dado, rechazando el pecado y rindiendo nuestra vida a la justicia de Dios, con la certeza de que nuestra recompensa es la vida eterna en Cristo.
Desarrollo:
1 ¿Acaso ignoráis (conocen), hermanos (pues hablo con los que conocen (conocen de) la ley), que la ley se enseñorea del (tiene poder sobre) hombre entre tanto que este vive (la persona está viva)?
El tema, en su contexto, sigue siendo la nueva vida del creyente en santificación para servir a la justicia. Para enseñarlo, Pablo ha utilizado dos analogías. La primera fue la de la muerte, sepultura y resurrección que tuvimos en Cristo (Rom. 6:3-5), mostrándonos cómo en Él hemos muerto al pecado, nuestra vieja naturaleza fue sepultada y fuimos resucitados a una nueva vida. La segunda analogía fue la de la esclavitud voluntaria (Rom. 6:15-23), donde Pablo enseña que fuimos libertados de la esclavitud del pecado y ahora somos siervos de Dios, llevando como fruto la santificación. Ahora, para enfatizar su enseñanza, Pablo empleará una ilustración: la del matrimonio (Rom. 7:2-6)
La analogía es una comparación entre dos conceptos distintos que comparten características similares, con el propósito de explicar una idea compleja. Un ejemplo de esto es la parábola del sembrador (Mt. 13:1-23), en la que Jesús nos enseña que la semilla del Reino es la Palabra, y que las aves que comen la semilla caída junto al camino representan al maligno, entre otros elementos. En cambio, una ilustración es un ejemplo concreto utilizado para aclarar un concepto, sin necesidad de que haya una relación directa entre los elementos comparados, como la que Pablo emplea en esta enseñanza.
¿Acaso ignoráis, hermanos? Pablo se dirige a creyentes que conocían la Ley, probablemente judíos cristianos o gentiles familiarizados con la Lay de Moisés y que formaban parte de la Iglesia en Roma, y les dice que lo que les va a enseñar, no es algo nuevo, sino algo que deberían comprender.
Pues hablo con los que conocen la ley. La referencia aquí, no parece ser a la Ley de Moisés, sino que Pablo usa una ilustración universal para desarrollar su argumento teológico, dirigiéndose
a los destinatarios que estaban familiarizados con la idea de que cualquier ley, ya sea civil, moral o religiosa, solo tiene efecto sobre los vivos, no sobre los muertos, ya que esa es la naturaleza de las leyes, que solo aplican a los vivos.
Que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que este vive. El término "se enseñorea" significa que la ley tiene autoridad o dominio sobre las personas; es decir que le obligaciones, restricciones y juicio sobre una persona, pero solo mientras esté viva.
En las leyes civiles, por ejemplo, un ciudadano está obligado a pagar impuestos mientras está vivo, pero cuando muere, ya no está bajo esa obligación. En el derecho penal, si alguien es sentenciado a prisión, pero muere antes de cumplir su condena, la sentencia deja de ser aplicable, o si un juicio está en proceso y el acusado fallece, el caso se cierra automáticamente. Si una persona tenía una deuda bancaria, esta generalmente no sigue aplicando cuando el deudor fallece.
2 Porque (Por ejemplo) la mujer casada está sujeta (unida, ligada) por la ley al marido mientras este vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido (que la ligaba, unía a él).
Una mujer casada, está legalmente unida a su esposo mientras él vive. Este principio se encuentra tanto en las leyes civiles como en las leyes matrimoniales establecidas por Dios, como se menciona en Génesis 2:24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.
Pablo no menciona el divorcio ni las condiciones en las que este podría ser una forma de quedar libre del matrimonio, ya que no es el tema de su enseñanza. En su ilustración, Pablo solo quiere enfatizar el punto de que solo la muerte del esposo cambia el estado del matrimonio. Cuando el esposo muere, la mujer ya no está bajo la ley del matrimonio y puede casarse nuevamente, como él mismo explica en 1 Corintios 7:39 La mujer casada está ligada por la ley mientras su marido vive; pero si su marido muriere, libre es para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor.
3 Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera (comete adulterio); pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a (casa con) otro marido, no será adúltera.
En la Escritura, Dios estableció que una mujer casada no puede unirse a otro hombre mientras su esposo vive, si lo hace, es declarada adúltera, ya que explícitamente es un mandamiento de Dios en Éxodo 20:14 No cometerás adulterio, y aplica tanto para mujeres como para hombres como podemos ver en Lucas 16:18 Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido, adultera. El adulterio era un pecado grave en la Ley de Moisés y era castigado severamente (Lv. 20:10).
La única forma de que una mujer pudiera casarse con otro hombre y no estar en adulterio, es la muerte del esposo, ya que eso rompe el vínculo legal del matrimonio, si entonces se casa con otro hombre, no está pecando ni cometiendo adulterio. En otras palabras, la muerte cambia la relación con la ley. Ahora, en Romanos 7:4, aplica esta ilustración a la vida del creyente: al morir con Cristo, quedamos libres de la Ley para estar unidos a Él y llevar fruto para Dios.
4 Así también vosotros (algo parecido sucedió con ustedes), hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo (murieron al poder de la ley cuando murieron con Cristo), para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que (como resultado) llevemos fruto (cosecha) para Dios.
Así también vosotros, hermanos míos. Pablo, después de explicar la ilustración del matrimonio para mostrar cómo la muerte cambia la relación con la ley, ahora, aplica esta ilustración a la vida del creyente, a quienes se dirige como hermanos.
Habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo. Significa que la Ley ya no tiene dominio sobre nosotros, así como la muerte de un esposo libera a la esposa del matrimonio (Rom. 7:2-3). Recordemos que la Ley revelaba el pecado, pero no podía salvar (Rom. 3:20), solo nos condenaba. Al morir nosotros en Cristo, somos liberados de su condenación.
Para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos. Antes estábamos "casados" con la Ley, pero ahora pertenecemos a Cristo, quien no solo murió, sino que resucitó, y ahora vivimos en Él, como dice 2 Corintios 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
A fin de que llevemos fruto para Dios. El propósito de nuestra nueva vida es dar fruto para Dios.
¿Qué significa "llevar fruto"? Pablo ya lo mencionó anteriormente en Romanos 6:22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. La santificación es evidencia fundamental de quienes hemos muerto al pecado y tenemos vida eterna; esa santificación se refleja en un carácter transformado como el que describe en Gálatas 5:22-23 22Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley, en una vida de obediencia para justicia (Rom. 6:16) y amor al prójimo, especialmente a los mas necesitados mientras caminamos en santidad como dice Santiago 1:27 La religión pura y sin mácula (mancha) delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.
5 Porque mientras estábamos en la carne (dominados por la vieja naturaleza), las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros (la ley sirvió para despertar en nuestro cuerpo los malos deseos) llevando fruto para muerte.
Pablo describe cómo era nuestra vida antes de Cristo, cuando estábamos en la carne; es decir, cuando vivíamos bajo la naturaleza pecaminosa, sin la dirección del Espíritu Santo como se describe también en Efesios 2:3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás, en esa época éramos dominados por nuestras las pasiones pecaminosas, y la ley que revelaba el pecado, pero no tiene poder para cambiar los corazones, solo provocaba que nuestros miembros (cuerpos) tuvieran más la tendencia de pecar, ya que al prohibir algo, la naturaleza humana tiende a desear lo que está prohibido. Y todas esas acciones de antes de conocer a Cristo, solo llevaban al pecado y, en última instancia, a la muerte, como Pablo lo mencionó también en Romanos 6:21 ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte.
6 Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos (presos), de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo (la nueva forma) del Espíritu y no bajo el régimen viejo (la antigua forma) de la letra.
Con el “pero ahora”, Pablo muestra el contraste de nuestra vida pasada bajo la ley, con nuestra nueva vida en Cristo, mostrando la transformación radical que ha sucedido:
1. Estamos libres de la ley. Hemos quedado libres del poder de la Ley que nos condenaba, la ley que decía que ‘la paga del pecado es muerte’ (Rom. 6:23).
2. Muerte a la vieja naturaleza. La forma en que la Ley ya no nos condena es porque ya morimos en Cristo (Rom. 6:4), la paga del pecado que es la muerte, ya se pagó, nuestro viejo hombre ya fue crucificado juntamente con Cristo (Rom. 6:6). La muerte cambia la relación con la Ley, así como la muerte de un esposo libera a la esposa de la Ley del matrimonio (Rom. 7:1-3).
3. Servicio en el Espíritu, no en letra. El propósito de nuestra nueva vida en Cristo (Rom. 6:4, 11), no es vivir en desorden, sino servir a Dios, pero en el régimen nuevo del Espíritu; es decir, según la guía del Espíritu Santo como Jesús dijo en Juan 16:13a Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad, no bajo reglas externas como lo era la Ley de Moisés (el régimen viejo de la letra), que exigía obediencia sin dar poder para cumplirla.
La Ley no murió, sigue vigente, pues Pablo mismo lo declara más adelante en Romanos 7:12 De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. Más bien, nosotros morimos a la condenación de la Ley, y ahora en Cristo, ya no la servimos como un conjunto de reglas externas, sino que servimos a Dios en el nuevo régimen del Espíritu.
Nuestra obediencia a la ley ya no es con la intención de justificarnos por medio de ella ni se basa en el temor a la condenación, sino que es fruto del amor, guiados por el Espíritu Santo. No seguimos los mandamientos como normas frías y externas, sino que vivimos el espíritu detrás de esos mandamientos, entendiendo su propósito y aplicándolos con un corazón transformado.
Jesús mismo ilustró esta verdad cuando dijo: "Oísteis que fue dicho... pero yo os digo..." (Mateo 5:21-48), mostrando que el verdadero propósito de la Ley no era solo regulación externa, sino una transformación interna que nos lleva a vivir en justicia y amor. Así, bajo la gracia, nuestra obediencia a Dios es fruto de una relación viva con Él, no de un mero cumplimiento legalista, como Pablo lo menciono anteriormente en Romanos 2:28-29 28Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; 29sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.
Conclusión: SERVIR bajo el régimen nuevo del ESPÍRITU, a fin de que podamos llevar fruto para Dios.
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