Friday, May 25, 2018

Éxodo 7:1-25 Señales, Maravillas y Grandes Juicios


Objetivo: Ayudar al jóven a observar las señales y maravillas de Dios que manifiestan Su soberanía y Su poder para la liberación de Su Pueblo, y el inicio de Sus grandes juicios ante el corazón endurecido de Faraón.

Versículo a memorizar: “Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando extienda mi mano sobre Egipto, y saque a los hijos de Israel de en medio de ellos” Éxodo 7:5

Bosquejo:
V. 1-7. La señales de Su soberanía.

1 Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta.
Moisés viene de dudar de su llamado diciendole a Dios que el Faraón no le esucharía debido a que era torpe de labios (Éx 6:30), a lo que Dios le contesta que si le oirá Faraón porque para él, Moisés sería como un dios, es decir; que Faraón lo vería como alguien con mayor autoridad, esto para animar a Moisés de ir a obedecer lo que Dios estaba mandando.

2 Tú dirás todas las cosas que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón, para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel.
Dios le recuerda a Moisés que Dios es el que le hablará a Moisés, Moisés se lo comunicará a Aarón y Aarón hablará con el Faraón como lo había establecido desde el principio de su llamado (Éx 4:15)

3 Y yo endureceré el corazón de Faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas.
Dios en Su soberanía determinó endurecer el corazón de Fararón, para poder mostrar completas sus señales y maravillas.

4 Y Faraón no os oirá; mas yo pondré mi mano sobre Egipto, y sacaré a mis ejércitos, mi pueblo, los hijos de Israel, de la tierra de Egipto, con grandes juicios.
Dios le recuerda a Moisés que el corazón de Faraón estará duro, es decir; que Dios lo esta mandando a hablar con Faraón, pero que no espere que Faraón los deje ir, ya que Dios tiene preparadas señales y maravillas para mostrar al Faraón y al pueblo de Egipto Su poder.

5 Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando extienda mi mano sobre Egipto, y saque a los hijos de Israel de en medio de ellos.
Dios le da a Moisés la razón por la que vendrán las plagas de Egipto, y es que los egipcios sepan quien es el Dios de Israel.

6 E hizo Moisés y Aarón como Jehová les mandó; así lo hicieron.
7 Era Moisés de edad de ochenta años, y Aarón de edad de ochenta y tres, cuando hablaron a Faraón.
Estos hermanos obedecieron a la voz de Dios, y aunque Aarón era mayor que Moisés tres años, Dios había escogido al menor para ponerlo de mas importante, como lo había hecho ya antes con los patriarcas.

V. 8-13. Las maravillas de Su poder.    
8 Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo:
9 Si Faraón os respondiere diciendo: Mostrad milagro; dirás a Aarón: Toma tu vara, y échala delante de Faraón, para que se haga culebra.
Aquella misma vara que Dios le habilitó a Moisés frente a la zarza que ardía sin consumirse, es la que estos hermanos deben usar para mostrar el poder de Dios, un objeto inanimado, se convertiría en un objeto con vida.

10 Vinieron, pues, Moisés y Aarón a Faraón, e hicieron como Jehová lo había mandado. Y echó Aarón su vara delante de Faraón y de sus siervos, y se hizo culebra.
11 Entonces llamó también Faraón sabios y hechiceros, e hicieron también lo mismo los hechiceros de Egipto con sus encantamientos;
12 pues echó cada uno su vara, las cuales se volvieron culebras; mas la vara de Aarón devoró las varas de ellos.
Faraón no se impresionó de la vara convertida en culebra, y mando llamar a hechiceros que con sus encantamientos, su poder maligno, hicieron lo mismo de convertir varas en culebras, lo que nos deja ver que el poder del mal, es verdadero, pero que no tiene poder para revertir lo que Dios hace, solo tiene un poder limitado para imitar lo que Dios hace y causar con ello confusión, este evento terminó mostrando cual el el mayor de estos dos poderes, cuando la vara de Dios se devoró a las de los hechiceros.

13 Y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.
A pesar de ello, los hechiceron cumplieron su cometido, engañar a Faraón y ayudarle con eso a que endurecierá si corazón y no dejara ir al pueblo de Israel.

V. 14-25. El inicio de Sus grandes juicios.
14 Entonces Jehová dijo a Moisés: El corazón de Faraón está endurecido, y no quiere dejar ir al pueblo.
15 Ve por la mañana a Faraón, he aquí que él sale al río; y tú ponte a la ribera delante de él, y toma en tu mano la vara que se volvió culebra,
16 y dile: Jehová el Dios de los hebreos me ha enviado a ti, diciendo: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva en el desierto; y he aquí que hasta ahora no has querido oír.
Dios le da instrucciones a Moisés sobre la primera plaga, y le dice que vaya con el Faraón al mismo río (Nilo) donde el estará, ya que allí mismo y ante sus ojos se llevará acabo ese primer juicio de Dios para el pueblo de Israel.

17 Así ha dicho Jehová: En esto conocerás que yo soy Jehová: he aquí, yo golpearé con la vara que tengo en mi mano el agua que está en el río, y se convertirá en sangre.
18 Y los peces que hay en el río morirán, y hederá el río, y los egipcios tendrán asco de beber el agua del río.
Ahora Dios le da a Faraón la razón de estas plagas, y era que Faraón conociera quien era el Dios de Israel, al cual Faraón no conocía como el mismo lo había dicho (Éx 5:2)

19 Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Toma tu vara, y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus arroyos y sobre sus estanques, y sobre todos sus depósitos de aguas, para que se conviertan en sangre, y haya sangre por toda la región de Egipto, así en los vasos de madera como en los de piedra.
Este primer juicio de Dios haría que toda el agua corriente, estancada o almacenada en Egipto, se conviertiera en sangre, en todo Egipto, aún en la tierra de Gosén donde habitaba el pueblo de Israel.

20 Y Moisés y Aarón hicieron como Jehová lo mandó; y alzando la vara golpeó las aguas que había en el río, en presencia de Faraón y de sus siervos; y todas las aguas que había en el río se convirtieron en sangre.
Faraón fue testigo ocular de cómo Aarón alzando la vara de Dios comenzó a convertir toda el agua en sangre, quizá el mismo Faraón estaba ya tomando su baño en el río Nilo y de pronto se conviertio en sangre, dejando todo su cuerpo sucio.

21 Asimismo los peces que había en el río murieron; y el río se corrompió, tanto que los egipcios no podían beber de él. Y hubo sangre por toda la tierra de Egipto.
La sangre en el río la hizo inhabitable por lo que los peces muerieron, así que ahora no había ni agua para beber, ni peces para comer.

22 Y los hechiceros de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos; y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó; como Jehová lo había dicho.
Estos hechiceros que casi con seguridad se llamaban Janes y Jambres (2 Tim 3:8), consiguen de nuevo, con sus encantamientos convertir agua en sangre (que quizá habia salido de lo pozos que se mencionarán mas adelante), una vez mas, no tienen la capacidad para revertir lo que Dios hizo, solo para imitarlo en una proporción muy pequeña pero suficiente para seguir confundiendo al Faraón.

23 Y Faraón se volvió y fue a su casa, y no dio atención tampoco a esto.
Faraón se fue del rio ensangrentado y de regreso a su casa, sin considerar dejar ir al pueblo de Israel.

24 Y en todo Egipto hicieron pozos alrededor del río para beber, porque no podían beber de las aguas del río.
25 Y se cumplieron siete días después que Jehová hirió el río.
Encontraron una forma de suministro de agua muy limitada mientras se cumplia el tiempo establecido por Dios para que esta plaga terminara que fue de siete dias.

Aplicación Práctica:
1)    Saber que Dios es Soberano, que de quien el quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece (Rom 9:18), como al Faraón.
2)    Que tenemos un Dios poderoso que con señales y maravillas sobrenaturales liberó a Su pueblo de las tareas pesadas de la servidumbre en la que se encontraban, y que ese mismo Dios es que tenemos nosotros hoy.
3)    Que los poderes del mal, no pueden revertir lo que Dios hace, solo tratan de imitar para confundir a las personas, por lo que debemos conocer bien la verdad en la Palabra de Dios para no ser engañados.

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