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Objetivo: Aprender cómo llevar a cabo la gran comisión.
Versículo a memorizar:
Y les decía: Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. Lucas 10:2
Introducción:
Jesús comenzó decididamente su camino a la cruz en Jerusalén (Lc. 9:51), por lo que Lucas es muy extenso en los acontecimientos y enseñanzas de Jesús en ese camino de Galilea a Judea, nos relató cuando paso por Samaria y no quisieron recibirle y de los 3 (tres) varones que querían seguir al Señor.
Ahora Jesús enviará a 70 (setenta) de sus discípulos, este relato solo aparece en el evangelio de Lucas.
Desarrollo:
Vs. 1-2. Interés
1 Después de estas cosas, designó (escogió) el Señor también a otros setenta, a quienes envió de dos en dos delante de él a toda ciudad (pueblo) y lugar (aldea) adonde él había de ir.
Después de estas cosas. Lucas sitúa este acontecimiento después de los encuentros con las tres personas que querían ser discípulos de Jesús (Lc. 9:57-62), y después de ver que no tenían su expectativa correcta, no tenían la importancia del tiempo del llamado y que no tenían sus prioridades acomodadas, ahora vemos a un grupo de 70, que no puso ninguna excusa para servir al Señor, tenían un verdadero interés en esta encomienda.
Designó el Señor. Lucas por tercera vez se referirse a Jesús como Señor, lo hizo por primera vez en el relato de la resurrección del hijo de la viuda de Naim (Lc. 7:13), después en Lucas 7:31, la palabra en griego es Strong 2962 <kúrios> que significa el de suprema autoridad, soberano, ungido, dueño, Dios; era el termino griego para traducir el nombre de Jehová del hebreo del Antiguo testamento, por lo que reconoce implícitamente que Jesús es Dios.
También a otros setenta. Ya había designado previamente a 12 (doce) (Lc. 9:1-5) y ahora comisionó a otros 70 (setenta), ese “también” podría implicar que los 12 (doce) también fueron enviados a los pueblos y aldeas como los 70 (setenta) o que quizá se quedaron con Jesús mientras iban los 70 (setenta) solamente.
El número 70 (setenta) es recurrente en el AT, 70 (setenta) fueron los ancianos que junto con Moisés estuvieron en el monte Sinaí (Ex. 24:1), 70 (setenta) fueron los ancianos que estuvieron a la puerta del tabernáculo de reunión cuando Dios descendió en una nube y les habló y comenzaron a profetizar (Nm. 11:25-26), 70 (setenta) fueron los descendientes directos de Jacob que descendieron a Egipto (Ex. 1:5, Dt. 10:22), 70 (setenta) son las naciones descritas en Génesis (Gn. 10), quizá por todo eso es que 70 (setenta) era el número con el que estaba compuesto el Sanedrín judío.
Notar que en algunas traducciones ponen 72 (setenta y dos), y la diferencia es según el códice que tomen para traducir, pero el hecho es que era un número elevado de discípulos de los cuales no sabemos ni sus nombres, ni sus orígenes, ni profesiones, ni nada sobre ellos, pero si podemos identificar con ellos, ya que el anunciar el reino de Dios, no estaba limitado a Jesús y a sus 12 apóstoles, aquí vemos a otros 70 (setenta) de los que no sabemos casi nada, y después de ellos estamos nosotros, que somos personas como las describe Pablo en 1 Corintios 1:26-29 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.
A quienes envió. Este nuevo grupo de discípulos, los envía a una misión semejante a la que envió anteriormente a los 12 apóstoles (Lc. 9:1-5), con claras diferencias y similitudes:
Al parecer, a los 12 los envió a las aldeas de Galilea y les estableció los límites, les dijo que no fueran con los gentiles ni con los samaritanos (Mt. 10:5), mientras que a estos 70 los envía específicamente a las ciudades y aldeas de Judea en las que el pasará en camino a Jerusalén, el territorio a cubrir era más pequeño, sin embargo, el número de enviados era más numeroso.
A los 12 (docr) les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades, mientras que a estos 70, les dio autoridad solo para sanar enfermos (Lc. 10:9), aunque a su regreso, contaron que aún los demonios se sujetaban al nombre de Jesús (Lc. 10:17)
La tarea principal de ambos grupos era predicar el reino de Dios (Lc. 9:2) y anunciar que el reino de Dios se había acercado (Lc. 10:9), que fue siempre la razón principal del misterio de Jesús desde que comenzó su ministerio como dice Mateo 4:17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.
De dos en dos. No los mando solos, sino en parejas, para que se rindieran cuentas uno al otro, para que se dieran apoyo uno al otro, tal como enseñaba el sabio de Eclesiastés 4:9-10 9 Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. 10 Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero !!ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante, pero también para que cuando dieran su reporte hubiera dos testigos que confirmaran los hechos como indicaba la ley en Deuteronomio 19:15.
No solo los 12 (doce) fueron enviados de dos en dos, también los 70 (setenta), y esta forma de llevar a cabo el ministerio, se mantuvo en el Nuevo Testamento, vemos a Pedro con Juan (Hech. 3:1), Pablo con Bernabé (Hech. 13:1), posteriormente a Pablo con Silas (Hech. 15:40), de la misma manera Bernabé y Juan Marcos (Hech. 15:39), y por último Judas y Silas (Hech. 15:32), incluso Juan el Bautista mando 2 (dos) mensajeros a hacerle una pregunta a Jesús (Lc. 9:17). Y es que recoger la cosecha no es un asunto de orden individual, sino de equipo.
Delante de él. Es decir, en adelantada, como unos heraldos que anunciaban con anticipación la llegada del rey, y es que el tiempo apremiaba, el área para cubrir era mucha y en mensaje de salvación debía extenderse por esa región con eficacia y prontitud.
A toda ciudad y lugar adonde él había de ir. Así que estos 35 (treinta y cinco) duetos de misioneros, entraban a los pueblos y aldeas anunciándoles que el reino de Dios se había acercado (Lc. 10:9). Jesús no tenía ya demasiado tiempo para entrar a los lugares y dedicar tiempo para reunir a las personas y predicarles del reino, además, debemos considerar que habría lugares donde no aceptarían el mensaje y eso le quitaría tiempo que ahora no tenía. Es probable que en aquellos lugares donde no recibían el mensaje (Lc. 10:11), no sería ya un lugar que Jesús visitaría, en este su último tiempo en aquella región.
2 Y les decía: La mies (cosecha) a la verdad es mucha (abundante), mas los obreros (trabajadores) pocos; por tanto, rogad al Señor (Dueño) de la mies (cosecha) que envíe obreros a su mies (campo).
Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos. Jesús usa un ejemplo de agricultura, se le llama “mies” al cereal que ya está maduro para ser recolectado, que en esa época y en esa zona podría ser trigo o cebada lo que sembraban y con lo que se hacía harina para pan.
La analogía de Jesús es clara, quiere decir que son muchos los que en este mundo necesitan entrar en el reino de Dios, pero son muy pocos los que hay para anunciar las buenas noticias de salvación que hay en Cristo Jesús, y que se necesitan servidores diligentes que acudan a recoger esa cosecha. En esa época había cientos de sacerdotes y religiosos, pero estaban descalificados, porque el Señor no los había enviado.
Por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. Primero notemos la genuina preocupación del Señor por el bienestar eterno del hombre, y enseguida de la importancia de orar sobre ello al Padre, y esa oración no es para que Dios envié obreros a sembrar y cuidar los cultivos, sino solo recoger la cosecha que ya está madura y lista para ser levantada, Dios ya la ha preparado, solo falta cosecharla.
La palabra “envié” viene de la palabra griega Strong 1544 <ekbálo> que significa expulsar, arrojar, lanzar incluso con violencia o intensidad, lo que no habla de una voluntad de ir del enviado, sino de la voluntad de Dios de empujar a ese enviado a que lleve a cabo esa tarea casi a la fuerza.
Al ser los campos tan grandes y los obreros tan pocos, hace que la situación sea difícil, pero notemos que aún en esa difícil situación, Jesús no les dice que vayan porque faltan obreros, les pide que oren al Padre quien es el propietario de ese campo, como también dijo Jesús en Juan 15:1 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador, ya que es Él el que llama y envía. Es bueno saber que es Dios el que intervendrá en la organización de recursos, ya que, siendo el Dueño del campo, no quiere que nada de la cosecha se pierda, o como dice 2 Pedro 3:9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.
Jesús ya les había pedido a sus discípulos que oraran a Dios por obreros, aún antes de enviar a los 12 apóstoles (Mt. 9:37-38), y así también paso en la primera Iglesia, los misioneros que envío la iglesia de Antioquía (Bernabé y Pablo) fueron llamados por el Espíritu santo cuando la Iglesia estaba ministrando y ayunado (Hech. 13:1-3) y aunque no fueron muchos los enviados, solo 2 (dos) fueron muy eficientes porque Dios los había enviado y contaban con el poder de Dios en ellos.
Los obreros no son enviados a la mies por una organización, ni siquiera por la Iglesia, Dios los llama y los envía, y la iglesia solo reconoce en ellos ese llamado de Dios para esa función, y cuando Dios llama y envía, también capacita y el Espíritu le da dones para llevar a cabo la función que les encomienda como dice 1 Corintios 12:6 Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo y, Efesios 4:11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros.
Esta misión comenzó con los 12 (doce), después con los 70 (setenta), y ahora con nosotros, ya que es el cumplimiento de la gran comisión de Mateo 18:19a Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones …
V. 3. Integridad
3 Id; he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos.
Id. Jesús los envía con un mandamiento en imperativo, vayan les dice, vayan con la expectativa correcta, vayan ahora, no después de que entierren a sus padres, y vayan poniendo el reino como prioridad, no hasta que se hayan despedidos de los de su casa.
He aquí. Una expresión como “miren”, “pongan atención”, Jesús los va a enviar, pero con les da una advertencia de lo hostil que esa comisión puede ser.
Yo os envío como corderos en medio de lobos. Ese peligro, amenazas, rechazo, hostilidad, serían un común denominador en esta tarea, y ese mismo ambiente permanece hasta el día de hoy al llevar a cabo esa tarea. En un contexto parecido dijo Jesús en Mateo 10:16 He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.
Prudentes (sagaces) como serpientes significa estar al pendiente de la naturaleza que le rodea, que sería la sabiduría para hacer lo que corresponde en el momento y lugar oportunos.
Sencillos (inocentes) como palomas significa ser manso y apacible a la hora de presentar el evangelio como Pablo dice en Filipenses 2:15 para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa.
Los corderos parecen completamente indefensos ante los lobos que no llegaran a jugar con el cordero, sino a intentar destruirlo, pero en definitiva, la protección que esos corderos necesitan no está en ellos, sino en su pastor, el que dijo “yo los envío”, es el que siempre cuidará de ellos, aún en las peores condiciones de hostilidad, como dice el Salmo 23:1,4 1Jehová es mi pastor; nada me faltará, 4Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento, o como dice Isaías 40:11 Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.
V. 4. Enfoque
4 No llevéis bolsa (dinero), ni alforja (mochila de provisiones), ni calzado (sandalias); y a nadie saludéis por el camino.
El espíritu (ánimo) que deben de llevar los discípulos en esta misión, es un espíritu de confianza y dependencia absoluta en el Señor que los envía, Él se encargará de proveerles no solo protección, sino lo que necesiten de cosas materiales y/o personales para llevar a cabo esa encomienda.
No llevéis bolsa. Este era un monedero que se colocaba debajo del cinturón en el vestido, para que no estuviera a la vista de todos, en el se guardaba dinero que se usaría para comprar provisiones, víveres o pagar algún hospedaje.
Ni alforja. Es una tira de tela fuerte o de cuero que forma dos grandes bolsas en sus extremos, se echaba al hombro y servía para transportar cosas, principalmente comida para los viajes largos, e incluso algún cambio de ropa, su forma ayudaba a balancear el peso.
Ni calzado. No les está diciendo que se vayan descalzos, sino que no lleven un calzado de repuesto, estos calzados eran unas sandalias delgadas con cuerdas de cuero, que con el caminar diario y los caminos irregulares, se rompían con facilidad, Jesús les dice que no las lleven, que Él se encargara de que alguien más les provea el calzado si lo necesitan, o aún mejor, se encargaría de que esos calzados no se desgastaran ni rompieran en la misión, como hizo Dios con Israel durante su peregrinar por el desierto como dice Deuteronomio 29:5 Y yo os he traído cuarenta años en el desierto; vuestros vestidos no se han envejecido sobre vosotros, ni vuestro calzado se ha envejecido sobre vuestro pie.
Todos los cristianos debemos de aprender a confiar en la provisión divina, así cuando haya abundancia o escases, sepamos que nuestra provisión siempre viene de Dios y no de los hombres o de las circunstancias para poder decir como Pablo en Filipenses 4:12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
Y a nadie saludéis por el camino. En nuestro contexto resulta extraña esta instrucción, pero en aquellos días, los saludos eran largos, requería pararse a preguntar por la persona, por el trabajo, por la familia, y luego contestar las mismas preguntas que el saludado haría, y todo eso ocuparía tiempo, del que en ese momento no contaban, ya que Jesús iba con el rostro puesto a Jerusalén y la fecha de la cruz ya estaba pre-establecida.
Así que, la misión requería enfoque, no dar pie a las distracciones, ya que Jesús pasaría por los lugares donde ellos habían llegado antes, y quedaba poco tiempo para ejecutar esa encomienda.
Aplicación Práctica: Llevar a cabo la gran comisión con integridad, con interés y con enfoque.
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