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Versículo a memorizar: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.” Lucas 6:45
Introducción:
Los destinatarios de estas enseñanzas de Jesús son “los que tienen oídos para oír” (Lc 6:27), es decir; está dirigida para los discípulos, aquellos que son pobres en espíritu, que tienen hambre de justicia, que sufren por la condición de pecado en sus vidas y que son perseguidos por causa de Cristo y que, como han nacido de nuevo, y que tienen el Espíritu Santo viviendo en ellos, pueden, por consiguiente, llevar a cabo estos mandamientos de la enseñanza de Jesús.
El primero de esos mandamientos fue amar a los enemigos, haciéndoles bien, bendiciéndolos y orando por ellos (Lc 6:27-28), y terminó diciendo que seamos misericordiosos como lo es nuestro Padre Dios (Lc 6:36).
Desarrollo:
Vs. 37-42 Nuestros Frutos
V. 37 Perdonar
37 No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.
No juzguéis. Juzgar de la palabra en griego Strong 2919 <kríno> que significa, distinguir, decidir mentalmente sobre algo, con el sentido de examinar.
Primero veamos lo que NO significa. No significa que no debamos juzgar a nadie de ninguna forma y bajo ninguna circunstancia, y eso lo sabemos porque Jesús elogió a Simón el fariseo por juzgar bien una parábola en Lucas 7:43 Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado, y lo hizo porque juzgo con rectitud, ese mismo mandamiento dijo Jesús en Juan 7:24 No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio, así que hay dos maneras de juzgar, correctamente, es decir; con justo juicio, y hacerlo incorrectamente, y esta última es la que Jesús está hablando en este sermón de llano.
Hay más ejemplos de que debemos de juzgar correctamente, Jesús les recriminó a unos hombres por no juzgar como dice Lucas 12:56-57 56 ¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra; ¿y cómo no distinguís este tiempo? 57¿Y por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?, les dice que sabían distinguir o examinar las inclemencias del tiempo, pero no habían querido juzgar ese tiempo en el que estaban, y podemos observar entonces que juzgar, distinguir o examinar son sinónimos y es algo que si deberíamos hacer, pero de una manera justa o rectamente, o como Jesús les dice “lo que es justo.”
Pablo mismo le mandó a la Iglesia de Corinto que, los hermanos más maduros, juzgaran los pleitos en los que se habían metido algunos hermanos de la Iglesia, conflictuándose entre ellos mismos como dice 1 Corintios 6:5-6 5Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos, 6sino que el hermano con el hermano pleitea en juicio, y esto ante los incrédulos?, en esa misma carta Pablo les pide a sus lectores que juzguen sus propias palabras que les escribe en esa carta como dice 1 Corintios 10:15 Como a sensatos os hablo; juzgad vosotros lo que digo, pero les dicen que juzguen con sensates, es decir; con entendimiento. Pablo le dice a la Iglesia de Tesalónica que examine todo y retenga lo bueno (1 Ts 5:21), y como resultado de haber, examinado, que significa distinguir o juzgar, entonces les manda que se abstengan de toda especie de mal (1 Ts 5:22) y como último ejemplo, el apóstol Juan le pide a sus lectores que pongan a prueba lo que escuchan para asegurarse que viene de Dios y no estaban frente a un falso profeta como dijo en 1 Juan 4:1 Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.
Por lo que, el mandamiento de Jesús aquí no habla de no juzgar a las personas o sus actos rectamente, sino de lo que está hablando, es de no juzgar a otras personas equivocada o erróneamente.
¿Cómo sería juzgar erróneamente?
1) Juzgar para condenar o para criticar y 2) Juzgar hipócritamente, los versículos siguientes los desarrolla y ejemplifica.
Y no seréis juzgados. Jesús enseña que, al no juzgar, no seremos juzgados por Dios, quien es el Juez supremo, y que, por cierto, todo el juicio se lo ha dado al Hijo (Jn 5:22), cuando juzgamos erróneamente, creyendo que sabemos las intenciones del corazón de las personas, estamos tomando el lugar de Dios, que Él si puede conocer esas intenciones; y peor, si hacemos el juicio sin amor y misericordia, Dios nos juzgara correctamente de usurpadores y como un orgulloso con falta de amor.
No condenéis. Condenar viene de la palabra en griego Strong 2956 <katadikázo> que significa pronunciar culpable, hacer una sentencia contra alguien. Cuando juzgamos a las personas o sus actos a la ligera, sin tener todos los elementos para hacer un justo juicio, solo precipitamos una conclusión equivocada, por lo que estaríamos condenando, es decir; haciendo culpable a alguna persona sin que necesariamente lo sea, y como en nuestra mente determinamos que es culpable, podemos concluir fácilmente que no es diga de misericordia, y eso nos obstaculiza cumplir el mandamiento del versículo anterior, el de Lucas 6:36 Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.
Un juicio erróneo o no justo, nos llevará a una conclusión equivocada, nos lleva a hacer un juicio condenatorio, ya sea porque no conocemos las intenciones del corazón de las personas, o no conocemos las circunstancias por las que la persona está pasando, si no tenemos todos los elementos a nuestro alcance, mejor nos sería no concluir nada y así no condenar a nadie.
La orgullosa naturaleza del hombre tiene la tendencia a juzgar o examinar poco y concluir o condenar muy rápido, ya que eso le permite encontrar defectos en el los demás y criticarlos, la palabra en español “critico” viene del griego Strong 2914 <kritikós>, misma raíz de juzgar pero que significa discriminar, diferenciar, excluir, es decir; juzgar rápidamente para después excluir, discriminar o diferenciarse de las otras personas y eso nos lleva a menospreciar a los demás.
Un ejemplo bíblico lo tenemos en la parábola que Jesús contó del fariseo y el publicano (Lc 18:9-14), los dos hombres subieron al templo a orar al mismo tiempo, el fariseo examinó a la otra persona y juzgo que era un publicano, y si era, por lo que hasta allí juzgó con justo juicio, pero de inmediato concluyó erróneamente, que él era mejor que el publicano, lo condenó rápidamente como un vil pecador y hasta oro a Dios agradeciéndole que él no era como ese publicano (Lc 18:11), el fariseo condenó al publicano sin conocer su corazón y los motivos por los que había ido al templo a orar, el relato lo termina Jesús diciendo que el publicano regreso a su casa justificado y el fariseo no.
Otro ejemplo bíblico lo tenemos con el fariseo Simón (Lc 7:36-50), que le rogó a Jesús que comiera con él, y estando Jesús en casa del fariseo, llego una mujer de la ciudad que era pecadora (Lc 7:37) y trajo un frasco de alabastro que vertió a los pies de Jesús, Simón examinó o juzgó que era una mujer pecadora (Lc 7:39), y si lo era, así que, hasta allí juzgó con justo juicio, Simón tenía a Jesús por Profeta, que si lo era, así que también había juzgado correctamente, pero cuando evaluó la escena que estaba presenciando, juzgo erróneamente a Jesús, concluyó que Jesús no era un profeta, condenándolo, ya que en su mente pensó que si Jesús fuera profeta, no permitiría que esa mujer pecadora lo tocara. Simón, al ver la escena, tenía por lo menos 3 (tres) opciones para evaluar; 1) Que Jesús era un profeta y que su sabía que esa mujer era pecadora y aun así dejo que lo tocara (que es lo que estaba pasando), o 2) Que Jesús era un profeta y que la mujer no era tan pecadora como Simón pensaba y que por eso Jesús dejaba que lo tocara, o 3) lo que dice el pasaje que pensó, que Jesús no era profeta, y la mujer si era pecadora, un justo juicio sin condenar, era que Simón, después de evaluar al escena y ver posibilidades de conclusión que tenía, hubiera dicho, no puedo concluir ni condenar a nadie, porque no tengo toda la información para hacer un juicio correcto, ni conozco los pensamientos y el corazón ni de la mujer ni del profeta.
Y aun, cuando el juicio sea justo, y la conclusión sea correcta, no debemos condenar, sino restaurar. Pablo enseña que la madurez espiritual de las personas, no se mide o reprender a alguien, sino en buscar su restauración como dice Gálatas 6:1 Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
Y no seréis condenados. Al no condenar, Dios no nos condenará, como Jesús no condenó a la mujer que le trajeron porque había sido sorprendida en adulterio (Jn 8:3) y después de que la querían apedrear y que Jesús dijera que el que estuviera libre de pecado, arrojara la primera piedra, y nadie lanzó alguna, Jesús se inclinó y se puso a escribir algo en la tierra, el relato termina diciendo en Juan 8:10-11 10Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? 11Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.
Perdonad. Jesús, después de enseñar 2 (dos) cosas a no hacer, no juzgar injustamente y no condenar, ahora nos da un mandamiento en positivo, el de perdonar, reflejando el perdón que hemos recibido de Dios como dice Colosenses 3:13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
Y seréis perdonados. Cuando Dios nos confronta con nuestro pecado y nos arrepentimos, Dios nos perdona nuestros pecados, nos da vida eterna y una comunión con Él como dice Efesios 2:1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, por lo que Jesús no está hablando de la justificación del creyente cuando sus pecados son perdonados, sino de su proceso de santificación, de la capacidad que tiene de perdonar ahora que ha nacido de nuevo, es el mismo principio que vemos cuando Jesús al terminar de enseñar a orar, la oración que se conoce como el Padre nuestro (Mt 6:9-13), de todo lo que enseño en esa oración, hizo énfasis en el perdón como dice Mateo 6:14-15 14Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas, y es que perdonar una o varias ofensas, es la evidencia de haber recibido y experimentado el perdón de Dios en nuestras propias vidas. Quien sabe cuánto Dios le ha perdonado, es capaz de perdonar a otros sin ningún reproche, ya que tiene su corazón lleno de perdón y gracia para dar a los demás, incluso a los ofensores.
V. 37 Dar
38 Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida (sacudida) y rebosando (repleta, desbordante) en vuestro regazo (entre la cintura y las rodillas); porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.
Dad. El Señor nos da el mandamiento de dar, con la intención de manifestar la naturaleza espiritual de hijos de un Dios misericordioso.
Y se os dará. Así como Dios es el que juzga, condena y perdona de los versículos pasados, aquí también Él es el que da a los que dan, la generosidad humana será recompensada con la generosidad divina.
Medida buena, apretada, remecida y rebosando. La palabra medida viene del griego Strong 3358 <métron> que significa medida o porción, y dice que esa porción que Dios usara para darnos a nosotros, si nosotros damos a los demás, será una medida buena; es decir; que es real y de excelente calidad, pero también que será apretada, que no tendrá huecos en medio, que estará bien comprimida, para que todo el recipiente este lleno, pero también estará remecida, que es cuando se golpea el recipiente con el que se mide para que lo que se esta poniendo, ocupe todos los espacios y finalmente, rebosando, que es cuando se pone más de la medida, no al nivel o al ras, sino por encima de eso.
En vuestro regazo. No es necesario el esfuerzo humano para obtener de parte de Dios esa medida, Dios mismo la pone en nuestro regazo, que es la parte entre la cintura y las rodillas, en esa época, las personas se levantaban la túnica y se la amarraban a la cintura quedando una especie de bolsa, y así podían transportar cosas.
Porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir. Jesús nos enseña de la abundante provisión que se dará a aquellos que muestren a otros la generosidad del Padre que les ha engendrado, como también le dijo Pablo a la iglesia de Corinto en 2 Corintios 9:6 Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.
V. 39 Guiar
39 Y les decía una parábola (comparación): ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en (algún) el hoyo?
Jesús ilustra Sus enseñanzas por medio de parábolas o comparaciones, comenzando con la de dos ciegos, uno queriendo guiar al otro y lo hace en forma de dos preguntas retóricas donde su obvia respuesta es no a la primera y si a la segunda.
Los escribas y los fariseos se consideraban guías del pueblo, solo tenían apariencia de piedad, en su corazón no había amor, sino odio, y un orgullo espiritual que les impedía ver, eran ciegos que creían que tenían vista para guiar a otros, por lo que Jesús les dijo palabras similares en Mateo 15:14 Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo.
Con esta parábola en Señor nos advierte en no ser falsos guías, y más bien, en guiar y conducir a otros, pero correctamente, hacia a la voluntad de Dios.
40 El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado (complete su aprendizaje), será como su maestro.
Jesús ilustra su enseñanza ahora con el ejemplo de la relación de un discípulo y su maestro, mientras el maestro está preparando al discípulo, este último está lejos del conocimiento de aquel que lo instruye, en ese sentido, nunca un discípulo puede estar sobre el maestro, pero cuando la instrucción termina y el discípulo ya ha sido equipado y preparado por su maestro, pudiera llegar a ser como él.
La nula humildad de los escribas y fariseos producía que ellos se consideraban mayores que el resto de la gente, incluso mayores o mejores que Jesús.
Nosotros debemos buscar perfeccionar nuestra identidad como discípulos de Jesús; observando y practicando estos frutos en nuestras vidas, a fin de llegar a ser como nuestro maestro.
Vs. 41-52 Sacar
41 ¿Por qué miras la paja (astilla) que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga (tronco) que está en tu propio ojo?
42 ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja (astilla) que está en tu ojo, no mirando tú la viga (tronco) que está en el ojo tuyo? Hipócrita, saca primero la viga (tronco) de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja (astilla) que está en el ojo de tu hermano.
Ver y juzgar los pecados de los demás es una tarea fácil, ver y juzgar los pecados propios es más difícil, esto es debido a que tenemos la tendencia a auto justificarnos, y peor aún, cuando nos ofrecemos a ayudar al hermano en alguna área donde no hemos dejado a Dios actuar con nosotros, por eso el Señor aquí les llama “hipócritas”, una palabra con la que Jesús describía a los escribas y fariseos que confiaban en sí mismos como justos y menospreciaban a otros (Lc 18:9), aquellos que estaban dispuestos a denunciar el pecado ajeno, pero negarse a reconocer los pecados propios.
Juzgar a los hermanos en hipocresía, es una forma de juzgar erróneamente, y aunque la ayuda que se ofrece parece llena de bondad y con la intención de ayudar, realmente viene del orgullo, y no es motivada por amor genuino, sino por querer aparentar espiritualidad.
Esta ilustración que usa Jesús aquí, sería la de un oculista ciego que quiere quitar algo pequeño en el ojo de un paciente, eso sería completamente inapropiado.
Notemos que Jesús no dice que no juzguemos la paja en el ojo del hermano, ni que no le ofrezcamos ayuda, sino que; juzguemos, pero sin condenarle, queriendo ayudarlo, pero que hagamos en integridad; es decir; una vez que Dios ha tratado primero con nosotros, ya que eso nos hará compasivos con nuestros hermanos a la hora de ayudarles.
Vs. 42-44 Nuestra Identidad
43 No es (hay) buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto.
44 Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian (cosechan) uvas.
Aquí mismo hay, de alguna forma, un mandamiento de juzgar, y de hacerlo con justo juicio, ya que se evalúa el fruto del árbol y se concluye, en base a si ese fruto es bueno o malo, la condición del árbol que lo produjo, quizá el árbol que dio mal fruto esta grande, hermoso y frondoso, pero su fruto es malo, por eso Jesús dijo en Juan 7:24 No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.
Los escribas y fariseos se atrevían a juzgar y a acusar hasta por faltas menores, lo hacían desde su orgullo espiritual y menosprecio a los demás, y condenaban rápidamente a las personas y sus comportamientos, pero no estaban en disposición de ayudarles a ser restaurados, aquí son comparados con espinos y zarzas, que son plantas que dan fruto comestible pequeño, pero que están llenas de espinas.
Los verdaderos creyentes, por el poder del espíritu Santo, pueden y deben; amar a los enemigos, perdonar a los que los ofenden, dar con libertad, guiar a otras personas a Cristo, y no condenar a los hermanos por sus faltas, sino ayudarles a buscar su restauración, aquí son comparados a los higos y las uvas.
V. 45 Atesorar
45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.
De la misma manera que el fruto revela la condición del árbol, las palabras que salen de la boca de los hombres, revelan lo que hay en su corazón.
El corazón del hombre es un depósito, un almacén y se deposita o se guarda allí, lo que las personas aprecian como un tesoro, lo que las personas sacan por la boca, es lo que han guardado en su depósito interior como tesoro en sus corazones, por lo que tarde o temprano será revelado por sus palabras.
Las falsas enseñanzas de los escribas y fariseos provenían de la falsedad que había en sus corazones.
El corazón de los creyentes está lleno de la gracia de Dios, allí mora el Espíritu Santo, debe ser alimentado por la Palabra de Dios y eso es lo que saldrá por su boca, por eso Pablo hacía la siguiente invitación a la Iglesia de Filipos en Filipenses 4:8 Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.
Aplicación Práctica: Buscar en cada uno de nosotros los frutos que identifiquen el tesoro de nuestro corazón, como el perdonar, el dar, el guiar, sacar y atesorar.
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