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Versículo a memorizar: “y bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en mí.” Lucas 7:23
Introducción:
No debemos olvidar que, aunque Juan el Bautista era un hombre extraordinario, siendo el último profeta del antiguo pacto (Is.40:1-3), teniendo una perspectiva limitada al mismo contexto de su ministerio (Mal.3:1-5) y estando padeciendo por causa de su llamado, pudo haberse confundido y desanimado al escuchar a cerca de un Mesías compasivo y misericordioso.
Recordemos también que para entonces no se habían revelado plenamente los misterios del Mesías sufriente debido a que; Jesús uno había instaurado el nuevo pacto en su sangre, el Espíritu Santo no había sido enviado, y el canon bíblico no estaba completo.
Desarrollo:
V. 18. Las nuevas
18 Los discípulos de Juan (el Bautista) le dieron las nuevas (noticias) de todas estas cosas. Y llamó Juan (el Bautista) a dos de sus discípulos,
Los discípulos de Juan le dieron las nuevas de todas estas cosas. La fama de Jesús, no solo como maestros y hacedor de milagros, sino como Áquel que era capaz de levantar a personas de entre los muertos, se extendió por toda Judea (Lc 7:17), aunque los milagros sucedieron en Galilea, al norte de Israel, esas buenas noticias llegaron al sur de Israel, incluso a la cárcel donde estaba Juan, según los historiadores, esa cárcel estaba en la fortaleza de Herodes llamada Maqueronte, que había sido construida en la cumbre de una colina, se encontraba al este del Mar muerto, en la región de Perea (dentro de lo que hoy es el país de Jordania).
Y llamó Juan a dos de sus discípulos. Recordemos que Juan (hermando de Jacobo) y Andrés (hermano de Pedro) fueron discípulos de Juan antes de ser discípulos de Jesús (Jn 1:37), por lo escrito aquí, entendemos que Juan seguía teniendo discípulos de entre los cuales envió a dos de ellos para dar su mensaje a Jesús.
Vs. 19-21. La pregunta
19 y los envió a Jesús, para preguntarle: ¿Eres tú el que había de venir (el Mesías), o esperaremos a otro?
La duda es un sentimiento de incertidumbre o una falta de convicción con respecto a algo o alguien, y así es como se encontraba Juan el Bautista, y aunque era un profeta de Dios, y había anunciado a Jesús como “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn 1:29), las circunstancias en las que estaba eran muy adversas, para este momento, se calcula que Juan llevaba encarcelado alrededor de un año, sin la libertad que tenía en el desierto, comiendo diferente a lo que había sido su dieta en libertad, quizá con poca luz del día, quizá con frio, seguramente muy pocas personas tenían posibilidad de visitarlo.
Por otro lado, quizá las expectativas de Juan sobre Jesús eran como las del resto de los Judíos, que esperaban a un Mesías victorioso, que se sentara en un trono y que los liberara de la opresión romana, y eso, no estaba pasando, el mismo seguía encerrado después de un año, Juan el Bautista había predicado que se acercaba un juicio diciendo “Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego” (Mt 3:10) y tampoco estaba pasando, Jesús estaba enseñando del reino de Dios, de perdón de pecados, de amar a los enemigos, incluso estaba comiendo con publicanos y pecadores.
Todo eso en la mente de Juan comenzó a causarle duda, pero observemos que la duda de Juan no era si Jesús venía de parte de Dios, sino, si era el Mesías esperado o no lo era, ya que no estaba cumpliendo las expectativas que Juan tenía con respecto a lo que el Mesías debería de hacer cuando llegara.
El problema era que interpretaban que el cumplimiento de las profecías del Mesías se cumplirían en un solo momento, por ejemplo; Isaías 61:1-2a 1El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; 2a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; sin embargo, cuando Jesús lee esa Escritura en la sinagoga de Nazaret (Lc 4:17) y dice que en ese momento se estaba cumpliendo esa Escritura, la leyó hasta donde dice “A predicar el año agradable del Señor”, pero no leyó “y el día de venganza del Dios nuestro”, dejando claro que Él estaba cumpliendo en ese momento una parte de la profecía, y el resto de la profecía se cumpliría después, tendrá su cumplimiento en Su segunda venida como dice Mateo 25:31 Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria.
Hubo otros hombre de Dios que también dudaron, flaquearon en su fe o simplemente se desanimaron; el profeta Jeremías se desanimó cuando veía que su ministerio no estaba siendo prosperado según sus expectativas y dice que tuvo días donde pensó en no acordarse más de Dios, ni hablar en Su nombre (Jer 20:9), el profeta Elías cuando estaba siendo perseguido por Jezabel, huyo al desierto, se sentó debajo de un árbol para dejarse morir y le decía a Dios que ya no aguantaba más y que mejor le quitara la vida (1 Rey 19:4), o el profeta Jonás, que tomo una embarcación en dirección contraria a lo donde Dios lo había mandado tratando de huir de Su presencia (Jonás 1:3). Así que dudar no es un problema para Dios, ni algo que no se pueda resolver, cuando Juan el bautista pasó por esto, hizo lo correcto, presentar su duda a Jesús, no se quedó con la duda, no busco respuestas en otro lado, tampoco murmuró con sus discípulos, sino que vino a la persona correcta para fortalecer su fe y disipar sus dudas.
Jesús mismo llamó a sus discípulos varias veces como “hombres de poca fe”, ya que dudaban continuamente, pero ni aun así, rechazó a alguno de ellos.
Somos más vulnerables a dudar cuando las circunstancias alrededor ponen adversas, y comenzamos a dudar si las promesas de Dios son ciertas, pero también somos muy vulnerables a dudar cuando pecamos, y pensamos si realmente Dios está con nosotros, o si realmente terminará la obra que ha empezado en nosotros, y es en esos momentos cuando el enemigo ve una oportunidad para atacar, por eso debemos venir a Jesús y su Palabra, no solo para que quite la duda, sino para que nos perdone y nos limpie como dice 1 Juan 1:9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
20 Cuando, pues, los hombres (los dos discípulos de Juan) vinieron a él (Jesús), dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti, para preguntarte: ¿Eres tú el que había de venir (el Mesías), o esperaremos a otro?
Los dos discípulos, de los cuales no sabemos sus nombres, dieron de manera muy precisa el mensaje en forma de pregunta que Juan el Bautista le enviaba a Jesús.
21 En esa misma hora (momento) sanó a muchos de enfermedades y plagas (dolencias, sufrimientos), y de espíritus malos (malignos), y a muchos ciegos les dio la vista.
En esa misma hora, es decir, en aquel mismo momento cuando ya estaban presentes los mensajeros de Juan y ya habían hecho su pregunta, y antes de darles la respuesta, Jesús realizó milagros, que Lucas agrupa en 3 (tres) categorías;
1) Sanó a muchos de enfermedades y dolencias, eso es algo que Jesús hacía con cierta frecuencia, pero también nos indica que acudían regularmente personas a Jesús para ser sanadas. Al parecer Lucas, como buen médico, hace una distinción entre enfermedades menos graves y las más graves cuando utiliza el término de “plagas”.
2) Jesús en esa hora también liberó a los endemoniados que le habían llevado, en otros pasajes Lucas también ha hecho una diferencia entre los que eran sanos de enfermedades y los que eran sanos de demonios.
3) Jesús les concedió por gracia vista a los ciegos, los cuales eran muchos.
Vs. 22-23. La respuesta
22 Y respondiendo Jesús, les dijo (a los enviados): Id, haced saber a Juan (el Bautista) lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan (caminan bien), los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio (buenas noticias);
Y respondiendo Jesús, les dijo. Después de todo ese tiempo de milagros, Jesús regresa a darles la respuesta a los enviados de Juan.
Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído. Les dice que vayan con el Bautista y le digan lo que han visto; es decir, todos esos milagros de los cuales ellos fueron testigos, y de lo que habían oído; es decir, de otras muchas obras que Jesús había hecho con anterioridad como la sanidad del leproso en una de las ciudades de Galilea (Lc 5:13) o la resurrección del hijo de la viuda de Naím (Lc 7:14).
Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados. Jesús reproduce unos de los pasajes proféticos acerca de las obras que haría el Mesías en su venida, como Isaías 35:4-6a 4Decid a los de corazón apocado (temeoroso): Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará. 5Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. 6Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo, no solo físicamente, sino sobre todo, espiritualmente como también dice Isaías 29:18-19 18En aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas. 19Entonces los humildes crecerán en alegría en Jehová, y aun los más pobres de los hombres se gozarán en el Santo de Israel.
Y a los pobres es anunciado el evangelio. No solo tenían que contar lo que habían visto y oído, sino en qué consistía el ministerio de Jesús, en ir por las ciudades y las aldeas predicando las buenas noticias de salvación a los pobres, pobres en espíritu como dice Mateo 5:3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos, Jesús no había venido a establecer un reino en este mundo, sino a salvar a los perdidos.
Así que la forma en la que Jesús le quita la duda y le da consuelo a Juan el Bautista es por medio de la Escritura, misma que sin duda, Juan conocía muy bien, además le mando esas palabras con sus dos discípulos, que fueron testigos y que le confirmarían que esa Escritura estaba siendo cumplida por Jesús en ese momento.
La Escritura y los testimonio como evidencia, responderían la pregunta de Juan, Jesús era el que había de venir, no era necesario esperar a otro.
23 y bienaventurado (dichoso) es aquel que no halle tropiezo (se escandalice) en mí.
Jesús termina el mensaje que le esta mandando a Juan con una bienaventuranza para los que ponen su confianza en Jesús como el Mesías esperado, notemos que dice que la bienaventuranza “es”, no “será” en un futuro, los que hemos puesto nuestra confianza en Jesús ya somos bienaventurados, como dice 1 Pedro 2:4-8 4Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, 5vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. 6Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en él, no será avergonzado. 7Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La piedra que los edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo; 8y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.
Los religiosos de esa época como los Fariseos, Saduceos y Escribas, que estaban arraigados en sus tradiciones, Jesús era un tropiezo, se escandalizaban porque Jesús no hacía lo que ellos esperaban que el Mesías hiciera, se escandalizaban porque Jesús compartía la mesa con publicanos y pecadores (Lc 5:30) y debido a eso rechazaban a Jesús como el enviado de Dios.
Hoy en día, hay muchas religiones que no reconocen a Jesús como Dios como la Biblia enseña, e incluso se escandalizar por eso, o niegan que Jesús murió y resucitó, torciendo las Escrituras y siendo indoctos e inconstantes como dice 2 Pedro 3:16b … las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición, para ellos Jesús es un tropiezo, por lo que no son bienaventurados.
Vs. 24-27. Mas que un profeta
24 Cuando se fueron los mensajeros de Juan (el Bautista), comenzó a decir de Juan a la gente (multitud): ¿Qué (a quién) salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?
Cuando se fueron los mensajeros de Juan, comenzó a decir de Juan a la gente. Jesús esperó que se fueran los mensajeros de Juan para hablarle a la gente del Bautista, es probable que algunas personas, incluidos los discípulos de Jesús que estaban con Él, al oír la pregunta de Juan a Jesús que mostraba dudas en su fe, hubieran en ese momento considerado al bautista como un profeta débil, por lo que Jesús para disipar cualquier mal pensamiento hacia Juan el Bautista, les lleva a reflexionar sobre la realidad del Bautista por medio de preguntas retóricas:
¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? Una caña muestra su debilidad cuando es sacudida por el viento y se mece de un lugar a otro de acuerdo a la dirección del viento, Jesús dice que Juan no era así, el no vacilaba, no era un hombre cambiante de pensamiento, Juan era un profeta con firmeza de carácter y de palabra, su mismo encarcelamiento era el resultado de su firmeza y convicción que mostró ante la vida pecaminosa del Rey Herodes.
25 Mas ¿qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas (lujosas)? He aquí, los que tienen vestidura preciosa (ostentosa) y viven en deleites (placeres), en los palacios de los reyes están.
Jesús le recuerda a la audiencia que la forma de vestir de Juan era sencilla, no era de ropas finas o lujosas, que los que vestían así y vivían en los placeres y perversidades, estaban en los palacios, haciendo una clara alusión a Herodes y su vida inmoral, y que contrastaban con la vida moral del profeta Juan.
26 Mas ¿qué (a quién) salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta.
27 Este es de quien está escrito: He aquí, envío mi mensajero delante de tu faz (de ti), El cual preparará tu camino delante de ti.
La gente tenía a Juan por profeta (Mt 14:5), pero Jesús les dice que es más que un profeta, no solo porque fue el último profeta del Antiguo testamento (Mt 11:3), sino porque fue el único profeta profetizado en las Escrituras, por eso Jesús cita Malaquías 3:1a He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí, sería el heraldo que anunciaría al Mesías.
V. 28. El Mayor
28 Os digo (les aseguro) que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor (superior) que él. .
Os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista. Todos los profetas anunciaron la venida de Jesús, pero Juan le preparó el camino, preparo los corazones del pueblo para recibir a Jesús, Juan el Bautista, a diferencia de los otros profetas, anunció la llegada de Jesús, lo presentó como el Hijo de Dios (Jn 1:34) e incluso le bautizó (Lc 3:21). De los nacidos de mujer no hubo otro como Juan, pero los que somos nacidos nacidos de nuevo (Jn 3:3), nacidos del Espíritu (Jn 3:6), somos mayores.
Pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él. Es que todos los creyentes, aún el más pequeño en el reino, tienen mejor posición en Cristo que los profetas del Antiguo Testamento, aun mayor de ellos (Juan el Bautista), ya que se les ha dado el privilegio de que el Espíritu Santo habite permanentemente en ellos (1 Cor 3:16). Los profetas anunciaron a Jesús sin comprender completamente su obra redentora que llevaría a cabo, nosotros en el reino de Dios, somos beneficiarios de la muerte y resurrección de Jesús que rasgo el velo que hoy nos permite un libre acceso (He 10:20) al trono de la gracia de Dios (He 4:16) y somos beneficiarios las abundantes riquezas de su gracia como dice Efesios 2:7 para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Aplicación Práctica: Aprender a desarrollar esta hermosa bienaventuranza de poner siempre nuestra confianza en Jesús, llevándole siempre toda duda, recibiendo la respuesta y el consuelo en la Palabra de Dios.
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