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Versículo a memorizar: “Mas la sabiduría es justificada por todos sus hijos.” Lucas 7:35
Introducción:
A la duda de Juan el Bautista si Jesús era el Mesías que había de venir o si era necesario esperar a otro, Jesús mostró frente a los dos enviados de Juan que las profecías de Isaías 29:18-19, 35:5-6, 61:1-2, se estaban cumpliendo en Él, y esencialmente le mandó decir a Juan, que Él era el que Mesías esperado, en seguida, cuando los discípulos de Juan se habían ido, Jesús llevó a la gente a reflexionar sobre la realidad del Bautista, que era un hombre de vestiduras sencillas, pero de carácter integro, que era el mayor de los profetas, porque era el único profeta del que se había profetizado (Mal 3:1) y fue el que vio, presento y testifico presencialmente que Jesús era “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1:29), Jesús continua hablando a esa misma gente y a las reacciones que el Pueblo tuvo frente al Bautista y que tienen frente a Él.
Desarrollo:
29 Y todo el pueblo y los publicanos (recaudadores de impuestos), cuando lo oyeron, justificaron a (reconocieron la justicia de) Dios, bautizándose con el bautismo de Juan (el Bautista).
Y todo el pueblo. Se refiere a las personas que salieron a ser bautizadas por Juan, excluye a los líderes, que mencionará en el siguiente versículo, aquí solo a aquellos hombre y mujeres de pueblo que escucharon del profeta Juan y fueron a buscarlo junto al Jordán donde tenía su ministerio.
Y los publicanos. Junto con el pueblo, habían ido a buscar a Juan al desierto los despreciados y aborrecidos recaudadores de impuestos que estaban al servicio de los opresores romanos.
Cuando lo oyeron. El pueblo de Israel y los rechazados publicanos habían oído el mensaje que Dios les enviaba por medio de Juan, el mensaje de Juan tenía el propósito de hacer que los hijos de Israel se convirtieran a Dios (Lc 1:16), hacer volver los corazones de los padres a los hijos (Lc 1:17), hacer volver los corazones de los rebeldes (desobedientes) a la prudencia (obediencia) de los justos (Lc 1:17), anunciaba la salvación al pueblo de Israel (Lc 1:77) y llamaba al pueblo al arrepentimiento para perdón de pecados (Lc 1:77).
Justificaron a Dios. Cuando el pueblo y los publicanos oyeron el mensaje de Juan, justificaron a Dios, es decir; declararon que Dios era justo, en haberles mandado un profeta para decirles que se habían alejado de Dios y que les era necesario arrepentirse de eso, lo que también aceptaron y mostraron su arrepentimiento bautizándose con el bautismo de Juan, ósea, llevando a cabo lo que Juan les Bautista les pedía, que los que aceptaban el mensaje de Dios, lo demostraban dando testimonio público, bautizándose como señal de que estaban arrepentidos, confirmando en ellos lo que dice el Salmo 51:4 Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.
En otras palabras, al oír el mensaje de Juan y llevar a cabo el bautismo en agua, declaraban que Dios es justo, que el camino de Dios era el correcto y que el camino que ellos estaban siguiendo estaba equivocado.
30 Mas los fariseos y los intérpretes (maestros) de la ley desecharon (rechazando) los designios (propósitos, consejo) de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan.
En contraste con los arrepentidos bautizados por Juan, estaban los líderes religiosos, tanto los fariseos, que eran los líderes políticos y religiosos del pueblo, como los escribas, que transcribían las Escrituras y que se les conocía como intérpretes de la ley, quienes eran los encargaos generalmente de las enseñanzas en las sinagogas, ambos grupos también escucharon el mensaje de Dios por medio de Juan, pero lo desecharon, despreciando así los designios de Dios respecto de sí mismos, es decir; rechazaron el mensaje de Dios por medio de Juan, ya sea; porque no creían que Juan era un profeta enviado por Dios, o porque creían que ellos no eran pecadores, por lo que el ni el mensaje, ni el bautismo de Juan era para ellos, pero el resultado fue que no fueron bautizados por Juan.
El ejemplo de la forma de pensar de los religiosos que no procedieron al bautismo de Juan, lo podemos ver en el relato de Mateo 21:23-27 23Cuando (Jesús) vino al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo (líderes religiosos) se acercaron a él mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿y quién te dio esta autoridad? 24Respondiendo Jesús, les dijo: Yo también os haré una pregunta, y si me la contestáis, también yo os diré con qué autoridad hago estas cosas. 25El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres? Ellos entonces discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? 26Y si decimos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por profeta. 27Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.
Parece que, debido a eso, es que Juan tenía una predicación muy directa contra ellos, cuando iban a verlo sin la intención de arrepentirse como vemos en Mateo 3:7-9 7Al ver él (Juan) que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? 8Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, 9y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.
31 Y dijo el Señor: ¿A qué, pues, compararé los hombres de esta generación, y a qué son semejantes (parecidos)?
Jesús va a usar una ilustración para mostrar la actitud que tenía esa generación, contemporánea con Juan el Bautista, específicamente la de los líderes religiosos, pero también la de aquellos que seguían sus enseñanzas y no creían que ni Juan, ni Jesús eran enviados de Dios.
32 Semejantes (parecidos) son a los muchachos (niños) sentados en la plaza, que dan voces (gritam) unos a otros y dicen: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos (cantamos canciones tristes), y no llorasteis.
La ilustración o la comparación, la hace con los niños que dedicaban un tiempo jugando en la plaza, que era una forma típica de divertirse en esos días, que consistía en representar algo de la vida cotidiana, y los dos eventos más significativos en esa época eran las bodas y los funerales.
En los festejos de una boda, regularmente tocaban con la flauta canciones de alegría que se usaban en las bodas y la gente iba bailando mostrando su alegría por ese evento, y cuando los niños jugaban a “las bodas” simplemente imitaban eso y así se divertían.
Por otro lado, cuando los niños imitaban lo que pasaba en los funerales, hacían una representación de un cortejo fúnebre, donde había un muerto y se acostumbraba caminar al entierro mientras se cantaban canciones de tristeza; y tanto las plañideras, que eran personas contratadas para llorar, como la gente, lloraba y se lamentaba por ese fallecimiento.
Jesús compara a esos líderes religiosos con niños caprichosos que estaban sentados en la plaza, los demás niños hacían una representación de los festejos de una boda y ellos no querían participar, y luego cambiaron a jugar al cortejo fúnebre y ellos permanecían sentados sin querer participar tampoco, ósea; rechazaban los dos juegos.
33 Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan (ayunaba) ni bebía vino, y decís: Demonio tiene.
Jesús aplica esta ilustración a esa “generación”, ya que vino Juan que ni comía pan, ya que su dieta era langostas (saltamontes) y miel silvestre, y que ni bebía vino, ya que tenía un voto nazareno desde su nacimiento; es una forma de decir que la vida del Bautista era de absoluta austeridad, incluso en su tosca vestimenta de pieles de camella, pero, sobre todo, con un llamado solemne al pueblo de arrepentimiento de sus pecados, y lo rechazaron, no quisieron recibir su mensaje, diciendo: “Demonio tiene”, no creyendo que era un enviado de Dios.
En la ilustración de Jesús, Juan representaría el juego de “las endechadas”, de las canciones tristes, Juan era como quien endechaba, con un mensaje directo y fuerte que incluso hablaba del juicio que Dios les traería, como dijo en Lucas 3:9 Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego, del cual no quisieron participar, y buscando una excusa, calumniaban a Juan diciendo que su conducta no era normal, que era la de un poseído, o por lo mensos, lo consideraban como un enfermo mental al cual no deberían de escuchar.
34 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es un hombre comilón (glotón) y bebedor de vino, amigo de publicanos (recaudadores de impuestos) y de pecadores (gente de mala fama).
Jesús usa el título para si del “Hijo del Hombre”, un título usado por el profeta Daniel (Dn 7:13) para referirse al Mesías que había de venir.
Mientras el mensaje de Juan era muy confrontador y comportamiento de Juan les parecía extravagante, el mensaje de Jesús era lleno amor, con promesas de gracia, con milagros llenos de misericordia, y su comportamiento social era de lo más ordinario, participaba en los eventos sociales a los que lo invitaban, como una boda (Jn 2), a comer con un fariseo (Lc 7:36), a un banquete organizado por un publicano como Mateo (Lc 5:29), donde asistieron otros publicanos y pecadores (Mr 2:15), y como lo veían comiendo y bebiendo en esos eventos, lo acusaban de ser “un comilón y bebedor de vino”, además de ser “amigo de publicanos y pecadores”, por lo que también lo rechazaron.
En la ilustración de Jesús, Él representaría el juego de “fiesta de boda”, un mensaje de alegría y de celebración porque el reino de Dios se había acercado (Mr 1:15), donde la misericordia de Dios se había derramado, los ciegos veían, los cojos andaban, los leprosos eran limpiados, los sordos oían, los muertos eran resucitados, y a los pobres les era anunciado el evangelio (Lc 7:22), todo eso producía dicha y alegría, de la que los líderes religiosos tampoco quisieron participar, y buscando una excusa, calumniaban a Jesús diciendo que su conducta social era despreciable con tanto contacto amigable con gente tan pecadora.
La insensibilidad espiritual de los líderes religiosos y sus seguidores, que los llevó a rechazar los mensajes de Juan y el de Jesús, diciendo que ninguno venía de Dios, era una actitud que Jesús les reclamará Jesús más adelante como dice Lucas 13:34a ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados!
35 Mas la sabiduría es justificada (probada/demostrada) por todos sus hijos (los resultados).
Jesús concluyó su ilustración con esta afirmación, de la que primero tenemos que entender que Jesús es la sabiduría de Dios, como dice 1 Corintios 1:30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención, y debemos recordar lo que Jesús mismo dice en Lucas 6:43-44a 43No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. 44Porque cada árbol se conoce por su fruto; así que, la sabiduría estaba siendo justificada; es decir, demostrada, por los que, si habían creído el mensaje de Dios que envió por medio de Juan y de Jesús, esos mensajes habían producido hijos del reino, hijos de Dios como dice 1 Juan 3:1 Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
Por el contrario, para todos aquellos que estaban rechazando a Jesús que es la sabiduría de Dios, y a Juan su mensajero que le prepararía el camino, ya sea porque lo consideraban un escándalo o una locura, en realidad se estaban apartando más de Dios como dice 1 Corintios 1:22-25 22Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; 23pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; 24mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. 25Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Aplicación Práctica: Maravillarnos al observar el poder de la sabiduría de Dios, justificarse en la vida de publicanos y pecadores como nosotros, llamados a ser sus hijos. (1 Co. 1:22-25) (1 Jn. 3:1).
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