La Gran Boda y los
convidados
Lucas 14:1-24
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Objetivo: Recibir
la invitación a la gran Boda acudiendo sin retraso y con la actitud correcta.
Versículos a memorizar: “Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el
que se humilla, será enaltecido.” Lucas 14:11
Introducción: “Y el ángel me dijo:
Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del
Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.” Apocalipsis 19:9
Desarrollo:
Vs. 1-6. El soberano invitado
1 Aconteció un día de reposo, que habiendo entrado para comer en casa de un
gobernante, que era fariseo, estos le acechaban (vigilaban).
Lucas vuelve a situar el siguiente relato en un día de
descanso, y menciona a un fariseo gobernante como el anfitrión de una comida,
ese título de gobernante refleja que tenía un puesto importante, quizá era el
jefe de la sinagoga, o parte del Sanedrín judío. (órgano de gobierno)
La hostilidad de los fariseos contra Jesús, no ha
cambiado, en esa comida, aparte del fariseo anfitrión, estaban otros fariseos
que le asechaban, es decir, que lo miraban continuamente, quizá para verle caer
en algo que les sirviera para acusarle. El amor de Jesús por los perdidos tanto
publicanos, percadores y fariseos, tampoco ha cambiado, debido a eso es que le
acepta la invitación de comer en casa de uno de ellos.
2 Y he aquí estaba delante de él un hombre hidrópico (hinchado de piernas y brazos).
En aquella comida de repente aparece un hombre enfermo,
Lucas no nos dice ni quien era ni cómo llegó allí, existe la posibilidad de que
los mismos fariseos lo hubieran llevado con la intención de que Jesús le sanara
en día de reposo, y así poder acusarle.
La hidropesía es una enfermedad que se manifiesta con la
acumulación de líquidos en algunas partes del cuerpo como el vientre, los
tobillos, las muñecas, los brazos, el cuello y/o las piernas.
3 Entonces Jesús habló a los intérpretes (maestros) de la
ley y a los fariseos, diciendo: ¿Es lícito sanar en el día de reposo (descanso)?
Este enfermo no le pide ser sanado, pero Jesús lo sanará,
pero antes se adelanta a los religiosos que ya anteriormente han tratado de
acusarle con las sanidades en día de reposo como algo malo, como la sanidad a
la mujer encorvada (Lc 13:10-17), para formularles la pregunta si era lícito
(legal), si era conforme a la ley sanar o no en el día de descaso.
Jesús dirige su pregunta tanto a los fariseos, como a los
intérpretes de la ley; es decir a los escribas que allí se encontraban, y los
trata como un solo grupo religioso opositor de su ministerio.
4 Mas ellos callaron. Y él, tomándole, le sanó, y le despidió.
La pregunta era muy clara y concreta, cualquier conocedor
de las Escrituras podría haberla contestado fácilmente, pero sorprendentemente,
ni los escribas ni los fariseos contestaron algo, se quedaron callados, ni
siquiera murmuraban entré sí como lo habían hecho en otras ocasiones. Si
contestaban que, si era lícito, contradecirían las tradiciones humanas que
ellos habían enseñado, y tampoco podrían decir que no era lícito, porque no
tenían ningún argumento escritural que lo respaldara.
Se generó un silencio, quizá el Señor espero un poco para
hacer notar que no tenían respuesta a su pregunta, Él mismo contestaría su
pregunta, pero no con palabras, sino con hechos, por lo que procedió a sanar al
hidrópico.
Lo primero que hace Jesús es tomarle, no tenía necesidad
de tocarlo, ya que ha sanado personas a distancia, pero una vez más muestra su
amor y compasión por los enfermos y necesitados, le toma quizá de la mano o del
hombro, y sin decir alguna palabra, lo sanó, y le fue removida a aquel hombre
esa enfermedad de la que no sabemos por cuanto tiempo la tenía, y le despidió;
es decir, lo dejó ir a su casa, pero completamente sano.
Lucas no registra ninguna reacción de aquel hombre por el
milagro recibido, quizá porque el énfasis está haciéndolo en el poder sanador
de Jesús y en la hipocresía que resaltaba en los fariseos y escribas que
estaban allí presentes.
5 Y dirigiéndose a ellos, dijo: ¿Quién de vosotros, si su asno (burro) o su buey cae en algún pozo, no lo sacará inmediatamente, aunque sea en día
de reposo (descanso)?,
Jesús se dirige a los líderes religiosos haciéndoles una
pregunta de la vida cotidiana, los asnos y los bueyes eran animales de carga,
los acules dejaban también descansar en el día de reposo, pero si alguno de
ellos, comiendo o caminando se caía a un pozo, ellos o sacaban de inmediato,
sin esperar a que ese día de descanso pasara.
La religión produce una doble moral, por eso les llamó
hipócritas (Lc. 13:15) en una situación similar, ellos hacían dos diferentes
juicios en una misma situación, si les pasaba a ellos juzgaban de una manera y
si le pasaba a otros, juzgaban de manera contraria.
6 Y no le podían replicar (contestar) a
estas cosas.
Como un enfermo que necesita ser sanado es más importante
que un animal caído en un pozo, pues los que estaban asechando al Señor,
quedaron sin respuesta.
Vs. 7-11. La actitud de los convidados
7 Observando cómo escogían los primeros asientos a la mesa (lugares de honor), refirió a los convidados (invitados) una
parábola, diciéndoles:
Los fariseos habían venido a asechar la Señor, a
observarlo cuidadosamente, y ellos fueron los asechados, Jesús vio su
comportamiento en aquella cena, de cómo se peleaban por los asientos de honor
en aquel banquete, que eran los asientos meas cercanos al anfitrión, por lo que
procede a enseñarles sobre la humildad en una parábola.
8 Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te sientes en el primer
lugar (lugar de honor), no sea que otro más distinguido (importante) que tú esté convidado por él,
9 y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: Da lugar (cédele tu asiento) a este; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar.
Los lugares en banquetes de bodas, eran asignados por el
anfitrión, los más importantes estaban cerca de los novios, y los invitados
menos distinguidos, los lugares más alejados.
Jesús les recomienda que no corriesen a sentarse en
cualquier lugar y especialmente en los lugares destacados en las bodas, ya eso
podía causarles un inconveniente, que cuando llegara el invitado asignado a ese
lugar, llegara el novio o la novia y les pidiera ceder el lugar a la persona a
las que ellos querían honrar y eso causara vergüenza a que quiso tener un lugar
de privilegio y no le pertenecía, y termine en el último lugar
10 Mas cuando fueres convidado (invitado), ve
y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó (invitó), te diga: Amigo, sube más arriba (pásate mas adelante);
entonces tendrás gloria (honra)
delante de los que se sientan contigo a la
mesa.
El Señor les recomienda que no busquen los primeros
lugares, sino que busquen sentarse en el último lugar, de modo que si los
anfitriones habían pensado en honrarle, le diría que reacomode en un lugar más
cercano y eso produciría que en ese momento fuera alabado delante de todos.
11 Porque cualquiera que se enaltece (engrandece),
será humillado; y el que se humilla, será enaltecido (engrandecido).
La aplicación que Jesús hace es muy clara y práctica,
quien quiere ser alabado y anda buscando sentarse en esos primeros lugares,
corre el riesgo de quedar avergonzado, contrario a lo que andaba buscando, por
el contrario, quien humildemente no está buscando la gloria de los hombres,
pudiera encontrase siendo honrado públicamente, como también dijo Salomón en Proverbios 25:6-7 6No te alabes delante del rey, ni estés en el lugar de los
grandes; 7Porque mejor es que se te diga: Sube acá, Y no que seas
humillado delante del príncipe a quien han mirado tus ojos.
Esta enseñanza parabólica de Jesús tuvo que haber causado
impacto en los presentes, quizá algunos se sintieron confrontados con esas
palabras, quizá otros estaban disgustados pro los lugares que les había tocado,
de allí la importancia de revestirse de humildad como dijo Pedo en 1 Pedro 5:5b revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a
los humildes.
Vs. 12-14. La actitud del anfitrión
12 Dijo también al que le había convidado (invitado): Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni
a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a
convidar (invitar), y seas recompensado.
Jesús ahora se dirige al anfitrión, al fariseo gobernante
que lo había invitado a comer en aquel día de reposo, que había escuchado la
exhortación que Jesús les dijo a los invitados, sin pensar que también había
una exhortación para él.
Le dice que ya sea que organice una comida de medio día o
una cena de media tarde, que no tenga por costumbre solo invitar a sus amigos,
familiares cercanos o lejanos y a nos conocidos adinerados, ya que ellos se
verán en la obligación de invitarle cuando hagan sus banquetes, y eso sería
como un pago por la comida o recompensa.
13 Mas cuando hagas banquete (fiesta),
llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos;
14 y serás bienaventurado (dichoso);
porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la
resurrección de los justos.
En lugar de solo invitar a los cuatro grupos mencionados,
debería también invitar a los pobres, gente sin recursos económicos que en
ocasiones podrían no tener para comer, y que apreciarían esa invitación, pero
no podrían devolverle la invitación después, y eso haría que su recompensa
fuera dada por Dios en el cielo.
En aquella época, según los historiadores, dicen que los
que tenían algún padecimiento corporal como mancos, cojos y ciegos, eran
regularmente excluidos de las comidas comunitarias, Jesús aquí instruye al
anfitrión que debería de incluirlos por la misma razón, que se encontrarán en
imposibilidad de devolver la invitación y entonces serán bienaventurados,
felices y dichosos porque su recompensa por haberlos invitado será celestial,
cuando suceda la resurrección de los justos (justificados por la fe) y no terrenal
como dice Proverbios 19:17 A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha
hecho, se lo volverá a pagar.
Jesús le ayuda con esto a poner sus ojos en las cosas
eternas, y no en lo material y temporal de esta vida.
Vs. 15-24. Los bienaventurados
15 Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo:
Bienaventurado (dichoso)
el que coma pan en el reino de Dios.
Uno de los que estaban invitados a ese banquete, oyendo a
Jesús hablar de los bienaventurados, y de la recompensa que Dios les dará en la
resurrección de los justos, no pudo contenerse y dijo en voz alta la expresión
de “Bienaventurado el que coma pan den el reino de Dios”, como expresando que
el solo hecho de tener comunión con Dios en el cielo, ya era en sí mismo una
bienaventuranza, aunque no hubiera ninguna recompensa. Jesús recién hablo de
eso en Lucas 13:39 Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y
del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
16 Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena (banquete), y convidó (invitó)
a muchos.
Jesús no mencionó nada sobre aquella expresión que hizo
aquel hombre, pero la va a aprovechar para confirmar que era verdad que es
bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios, pero ¿qué pasaría si los invitados
a comer ese pan en el reino de Dios, rechazan dicha invitación?, por lo que les
presenta una parábola de un hombre, que es el amo, el padre de familia (v. 21)
que claramente representa a Dios en la parábola, Dios es el que organiza esa gran
cena, un gran banquete que bien podría ser la boda de su Hijo, conocida en la
Escritura como las bodas del Cordero en Apocalipsis 19:7-9 7Gocémonos
y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su
esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se vista de
lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas
de los santos. 9Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que
son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras
verdaderas de Dios, a la cual invitó a muchos, que aquí representan a los
judíos, a quienes se les hizo primero la invitación al arrepentimiento para
entrar al reino de los cielos por medio de Cristo, quien fue por sus pueblos y
cuidades predicándoles, e incluso mando a los 12 (Lc. 9:10) y luego a los 70
(Lc. 10:1) con la invitación a la gran cena.
17 Y a la hora de la cena (banquete) envió
a su siervo a decir a los convidados (invitados):
Venid, que ya todo está preparado (listo).
Los historiadores dicen que las invitaciones para las
bodas en esa época y lugar, se hacían con mucho tiempo de anticipación, hasta
un año antes de la boda, por lo que la gente tenía tiempo para prepararse, pero
cuando la fiesta estaba ya muy próxima el padre del novio enviaba a sus criados
a recordarles la invitación que habían recibido, que es lo que parecer suceder
en el relato de Jesús de esta gran cena, Jesús pone este recordatorio de la
invitación de manera muy firme, “Vengan, ya está todo listo”. Dios estuvo
mandado a sus profetas para que su pueblo estuviera dispuesto a la llegada del
Mesías, pero fue hasta Juan el bautista que les hizo este último recordatorio,
siendo Juan el que presento a Jesús como “He aquí el Cordero de Dios, que quita
el pecado del mundo” (Jn. 1:29, 36).
18 Y todos a una (sin
excepción) comenzaron
a excusarse (disculparse). El primero dijo: He comprado una hacienda (terreno), y necesito ir a verla; te ruego que me excuses (disculpes).
Los invitados rechazan la invitación y no asistirán a la
cena, cada uno, sin excepción, aportará una excusa personal, que, al ser tan
ilógicas, solo descubre la condición de su corazón, que muestra desprecio por
el anfitrión y pro su banquete.
El primero rechaza la gracia argumentando una necesidad,
la de ir a ver una finca o un terreno que había comprado, su excusa carece de
valor y de credibilidad, porque para comprar una propiedad, forzosamente tenía
que haberlo visto antes de comprarlo, no hace sentido irlo a ver después de
adquirirlo, y si la vuelta era para supervisar algo del terreno, bien podía
hacerlo después del banquete, al día siguiente, por ejemplo.
En forma muy diplomática le manda decir al anfitrión con
su siervo que “le rogaba que lo excusara (disculpara)”, pero con su acto de desprecio
es como si le dijera “dile a tu señor que no me moleste, no quiero saber nada
de él ni de su gran cena.”
19 Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te
ruego que me excuses (disculpes).
El argumento de este segundo invitado es que la gran cena
se está dando en un momento muy inconveniente para él, ya que acaba de comprar
5 yuntas de bueyes, en total 10 de ellos, y tiene que ir a probarlos. Su excusa
es absurda, la compra no era pequeña, era de gran valor, por lo que nadie
gastaría ese dinero sin haber visto y probado que esos animales de carga eran
aptos para el trabajo que el los necesitaba, además que el banquete era una
cena, se daría al atardecer y probar esas 5 yuntas no se hacía por la tarde,
sino por la mañana y poder observar el comportamiento de todo el día de esos
animales que había comprado.
El siervo recibe la misma petición educada rogando por
disculpas del anfitrión, cuando en la realidad también le estaba despreciando
como si le dijera “tú y tu cena no tienen ninguna prioridad para mí, yo estoy
enfocado en lo mío y en mis negocios y nada más”
20 Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.
Este tercer caso resulta ser el mas desconsiderado de
todos, ya que su argumento es la imposibilidad, dice que no puede ir porque
recién se casó, los otros 2 no podrían llevar ni la finca ni las yuntas, pero
este no presenta ninguna razón para no llevar a su esposa y asistir a la gran
cena, este ni siquiera presentó una disculpa, se limitó a despedir al siervo
sin que le llevara ninguna disculpa a su señor.
El caso es que ninguno de los invitados, resumidos en
estos tres personales de la parábola acudió a la invitación, bien les dijo
Jesús recientemente en Lucas
13:34 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los
profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a
tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!
21 Vuelto el siervo, hizo saber (informó) estas
cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia (dueño de la casa, amo), dijo a su siervo: Ve pronto (de prisa) por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los
mancos, los cojos y los ciegos.
Al regreso del siervo, le dio detalles al padre de
familia de lo acontecido, lo que lo hizo enojar, sus invitados habían tomado a
la ligera la invitación del evangelio y con desprecio presentaron excusas para
no asistir al banquete, eso llevó al Señor de la casa a pedirle a su siervo que
saliera inmediatamente mientras la mesa está preparada y la cena esta
dispuesta, a recorrer los lugares cercanos como las plazas y las calles
principales de la ciudad, y no invitar, sino llevar a todos los necesitados y
los inválidos que se encontrara en ellos.
Estos “nuevos” invitados, que pudieran representar, ya no
a los líderes religiosos que habían rechazado la invitación, sino a aquellos en
Israel que si creyeron al mensaje de salvación, a los discípulos que estaban
con Jesús y a los miles que comenzaron a creer en Jesús como el Mesías
(enviado) de Dios después de día del Pentecostés (Hech. 2) que hasta ese
momento no tenían derecho a entrar, ahora podían hacerlo, iban a ocupar un
lugar por gracia que Dios estaba determinando para ellos, algunos estarían desconcertados,
otros quizá argumentarían que no tenían ropa adecuada para dicho banquete, otros
dudarían de la invitación que le estaba haciendo aquel siervo, pero era trabajo
del siervo convencerlos y “llevarlos”, porque la instrucción del dueño no era
que extendiera la invitación, sino que los llevara a esa gran cena, este siervo
bien puede representar al Espíritu Santo que es el convence al pecador como
dice Juan 16:8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de
justicia y de juicio.
22 Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar.
Cumplida la instrucción del Padre de familia, el siervo
le informa que aún quedaban lugares en esa gran cena.
23 Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados (cercados/ veredas), y fuérzalos (oblígalos)
a entrar, para que se llene mi casa.
Ahora el dueño manda al siervo a que vaya más lejos de la
ciudad, que vaya por los caminos y las veredas, que eran caminos alternos y
estrechos que se había formado por el paso de personas y animales, la
invitación a la gran cena la extiende Dios a los gentiles, habiendo lugar para
ellos, manda a su siervo a que los busque en esos caminos lejanos y errantes y
los obligue a entrar, con la finalidad de que se llene la casa donde se
llevaría a cabo ese banquete, esto mismo le dijo Pablo y Bernabé a los judíos de
Antioquía en Hechos 13:46-48 46Entonces Pablo y Bernabé, hablando con
denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase
primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos
de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. 47Porque
así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, A
fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra. 48Los
gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y
creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.
O como le dijo Pablo a la Iglesia gentil de Éfeso en Efesios 2:11-13 11Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los
gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada
circuncisión hecha con mano en la carne. 12En aquel tiempo estabais
sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la
promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. 13Pero ahora en
Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos
cercanos por la sangre de Cristo.
24 Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados (invitados), gustará (disfrutará)
mi cena.
La cena preparada no quedaría arruinada por el desprecio
de aquellos primeros invitados, se llenó con los que no eran dignos que fueron
convidados, y los primeros no disfrutarían de una cena como aquella, porque en
el relato, el tiempo de la gracia terminó y las bodas del cordero se llevaron a
cabo.
Aplicación Práctica: Recibir la invitación a la gran Boda acudiendo sin
retraso y con la actitud correcta.