Monday, November 13, 2023

Lucas 14:1-24 La Gran Boda y los convidados

La Gran Boda y los convidados

Lucas 14:1-24

Objetivo: Recibir la invitación a la gran Boda acudiendo sin retraso y con la actitud correcta.

 

Versículos a memorizar:Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido.” Lucas 14:11

 

Introducción: “Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.” Apocalipsis 19:9

 

Desarrollo:

Vs. 1-6. El soberano invitado

1 Aconteció un día de reposo, que habiendo entrado para comer en casa de un gobernante, que era fariseo, estos le acechaban (vigilaban).

Lucas vuelve a situar el siguiente relato en un día de descanso, y menciona a un fariseo gobernante como el anfitrión de una comida, ese título de gobernante refleja que tenía un puesto importante, quizá era el jefe de la sinagoga, o parte del Sanedrín judío. (órgano de gobierno)

 

La hostilidad de los fariseos contra Jesús, no ha cambiado, en esa comida, aparte del fariseo anfitrión, estaban otros fariseos que le asechaban, es decir, que lo miraban continuamente, quizá para verle caer en algo que les sirviera para acusarle. El amor de Jesús por los perdidos tanto publicanos, percadores y fariseos, tampoco ha cambiado, debido a eso es que le acepta la invitación de comer en casa de uno de ellos.

 

2 Y he aquí estaba delante de él un hombre hidrópico (hinchado de piernas y brazos).

En aquella comida de repente aparece un hombre enfermo, Lucas no nos dice ni quien era ni cómo llegó allí, existe la posibilidad de que los mismos fariseos lo hubieran llevado con la intención de que Jesús le sanara en día de reposo, y así poder acusarle.

 

La hidropesía es una enfermedad que se manifiesta con la acumulación de líquidos en algunas partes del cuerpo como el vientre, los tobillos, las muñecas, los brazos, el cuello y/o las piernas. 

 

3 Entonces Jesús habló a los intérpretes (maestros) de la ley y a los fariseos, diciendo: ¿Es lícito sanar en el día de reposo (descanso)?

Este enfermo no le pide ser sanado, pero Jesús lo sanará, pero antes se adelanta a los religiosos que ya anteriormente han tratado de acusarle con las sanidades en día de reposo como algo malo, como la sanidad a la mujer encorvada (Lc 13:10-17), para formularles la pregunta si era lícito (legal), si era conforme a la ley sanar o no en el día de descaso.

 

Jesús dirige su pregunta tanto a los fariseos, como a los intérpretes de la ley; es decir a los escribas que allí se encontraban, y los trata como un solo grupo religioso opositor de su ministerio.

 

4 Mas ellos callaron. Y él, tomándole, le sanó, y le despidió.

La pregunta era muy clara y concreta, cualquier conocedor de las Escrituras podría haberla contestado fácilmente, pero sorprendentemente, ni los escribas ni los fariseos contestaron algo, se quedaron callados, ni siquiera murmuraban entré sí como lo habían hecho en otras ocasiones. Si contestaban que, si era lícito, contradecirían las tradiciones humanas que ellos habían enseñado, y tampoco podrían decir que no era lícito, porque no tenían ningún argumento escritural que lo respaldara.

 

Se generó un silencio, quizá el Señor espero un poco para hacer notar que no tenían respuesta a su pregunta, Él mismo contestaría su pregunta, pero no con palabras, sino con hechos, por lo que procedió a sanar al hidrópico.

 

Lo primero que hace Jesús es tomarle, no tenía necesidad de tocarlo, ya que ha sanado personas a distancia, pero una vez más muestra su amor y compasión por los enfermos y necesitados, le toma quizá de la mano o del hombro, y sin decir alguna palabra, lo sanó, y le fue removida a aquel hombre esa enfermedad de la que no sabemos por cuanto tiempo la tenía, y le despidió; es decir, lo dejó ir a su casa, pero completamente sano.

 

Lucas no registra ninguna reacción de aquel hombre por el milagro recibido, quizá porque el énfasis está haciéndolo en el poder sanador de Jesús y en la hipocresía que resaltaba en los fariseos y escribas que estaban allí presentes.

 

5 Y dirigiéndose a ellos, dijo: ¿Quién de vosotros, si su asno (burro) o su buey cae en algún pozo, no lo sacará inmediatamente, aunque sea en día de reposo (descanso)?,

Jesús se dirige a los líderes religiosos haciéndoles una pregunta de la vida cotidiana, los asnos y los bueyes eran animales de carga, los acules dejaban también descansar en el día de reposo, pero si alguno de ellos, comiendo o caminando se caía a un pozo, ellos o sacaban de inmediato, sin esperar a que ese día de descanso pasara.

 

La religión produce una doble moral, por eso les llamó hipócritas (Lc. 13:15) en una situación similar, ellos hacían dos diferentes juicios en una misma situación, si les pasaba a ellos juzgaban de una manera y si le pasaba a otros, juzgaban de manera contraria.

 

6 Y no le podían replicar (contestar) a estas cosas.

Como un enfermo que necesita ser sanado es más importante que un animal caído en un pozo, pues los que estaban asechando al Señor, quedaron sin respuesta.

 

Vs. 7-11. La actitud de los convidados

7 Observando cómo escogían los primeros asientos a la mesa (lugares de honor), refirió a los convidados (invitados) una parábola, diciéndoles:

Los fariseos habían venido a asechar la Señor, a observarlo cuidadosamente, y ellos fueron los asechados, Jesús vio su comportamiento en aquella cena, de cómo se peleaban por los asientos de honor en aquel banquete, que eran los asientos meas cercanos al anfitrión, por lo que procede a enseñarles sobre la humildad en una parábola.

 

8 Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar (lugar de honor), no sea que otro más distinguido (importante) que tú esté convidado por él,

9 y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: Da lugar (cédele tu asiento) a este; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar.

Los lugares en banquetes de bodas, eran asignados por el anfitrión, los más importantes estaban cerca de los novios, y los invitados menos distinguidos, los lugares más alejados.

 

Jesús les recomienda que no corriesen a sentarse en cualquier lugar y especialmente en los lugares destacados en las bodas, ya eso podía causarles un inconveniente, que cuando llegara el invitado asignado a ese lugar, llegara el novio o la novia y les pidiera ceder el lugar a la persona a las que ellos querían honrar y eso causara vergüenza a que quiso tener un lugar de privilegio y no le pertenecía, y termine en el último lugar

 

 

10 Mas cuando fueres convidado (invitado), ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó (invitó), te diga: Amigo, sube más arriba (pásate mas adelante); entonces tendrás gloria (honra) delante de los que se sientan contigo a la mesa.

El Señor les recomienda que no busquen los primeros lugares, sino que busquen sentarse en el último lugar, de modo que si los anfitriones habían pensado en honrarle, le diría que reacomode en un lugar más cercano y eso produciría que en ese momento fuera alabado delante de todos.

 

11 Porque cualquiera que se enaltece (engrandece), será humillado; y el que se humilla, será enaltecido (engrandecido).

La aplicación que Jesús hace es muy clara y práctica, quien quiere ser alabado y anda buscando sentarse en esos primeros lugares, corre el riesgo de quedar avergonzado, contrario a lo que andaba buscando, por el contrario, quien humildemente no está buscando la gloria de los hombres, pudiera encontrase siendo honrado públicamente, como también dijo Salomón en Proverbios 25:6-7 6No te alabes delante del rey, ni estés en el lugar de los grandes; 7Porque mejor es que se te diga: Sube acá, Y no que seas humillado delante del príncipe a quien han mirado tus ojos.

 

Esta enseñanza parabólica de Jesús tuvo que haber causado impacto en los presentes, quizá algunos se sintieron confrontados con esas palabras, quizá otros estaban disgustados pro los lugares que les había tocado, de allí la importancia de revestirse de humildad como dijo Pedo en 1 Pedro 5:5b revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.

 

Vs. 12-14. La actitud del anfitrión

12 Dijo también al que le había convidado (invitado): Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar (invitar), y seas recompensado.

Jesús ahora se dirige al anfitrión, al fariseo gobernante que lo había invitado a comer en aquel día de reposo, que había escuchado la exhortación que Jesús les dijo a los invitados, sin pensar que también había una exhortación para él.

 

Le dice que ya sea que organice una comida de medio día o una cena de media tarde, que no tenga por costumbre solo invitar a sus amigos, familiares cercanos o lejanos y a nos conocidos adinerados, ya que ellos se verán en la obligación de invitarle cuando hagan sus banquetes, y eso sería como un pago por la comida o recompensa.

 

13 Mas cuando hagas banquete (fiesta), llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos;

14 y serás bienaventurado (dichoso); porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos.

En lugar de solo invitar a los cuatro grupos mencionados, debería también invitar a los pobres, gente sin recursos económicos que en ocasiones podrían no tener para comer, y que apreciarían esa invitación, pero no podrían devolverle la invitación después, y eso haría que su recompensa fuera dada por Dios en el cielo.

 

En aquella época, según los historiadores, dicen que los que tenían algún padecimiento corporal como mancos, cojos y ciegos, eran regularmente excluidos de las comidas comunitarias, Jesús aquí instruye al anfitrión que debería de incluirlos por la misma razón, que se encontrarán en imposibilidad de devolver la invitación y entonces serán bienaventurados, felices y dichosos porque su recompensa por haberlos invitado será celestial, cuando suceda la resurrección de los justos (justificados por la fe) y no terrenal como dice Proverbios 19:17 A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.

 

Jesús le ayuda con esto a poner sus ojos en las cosas eternas, y no en lo material y temporal de esta vida.

 

Vs. 15-24. Los bienaventurados

15 Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado (dichoso) el que coma pan en el reino de Dios.

Uno de los que estaban invitados a ese banquete, oyendo a Jesús hablar de los bienaventurados, y de la recompensa que Dios les dará en la resurrección de los justos, no pudo contenerse y dijo en voz alta la expresión de “Bienaventurado el que coma pan den el reino de Dios”, como expresando que el solo hecho de tener comunión con Dios en el cielo, ya era en sí mismo una bienaventuranza, aunque no hubiera ninguna recompensa. Jesús recién hablo de eso en Lucas 13:39 Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.

 

16 Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena (banquete), y convidó (invitó) a muchos.

Jesús no mencionó nada sobre aquella expresión que hizo aquel hombre, pero la va a aprovechar para confirmar que era verdad que es bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios, pero ¿qué pasaría si los invitados a comer ese pan en el reino de Dios, rechazan dicha invitación?, por lo que les presenta una parábola de un hombre, que es el amo, el padre de familia (v. 21) que claramente representa a Dios en la parábola, Dios es el que organiza esa gran cena, un gran banquete que bien podría ser la boda de su Hijo, conocida en la Escritura como las bodas del Cordero en Apocalipsis 19:7-9 7Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. 9Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios, a la cual invitó a muchos, que aquí representan a los judíos, a quienes se les hizo primero la invitación al arrepentimiento para entrar al reino de los cielos por medio de Cristo, quien fue por sus pueblos y cuidades predicándoles, e incluso mando a los 12 (Lc. 9:10) y luego a los 70 (Lc. 10:1) con la invitación a la gran cena.

 

17 Y a la hora de la cena (banquete) envió a su siervo a decir a los convidados (invitados): Venid, que ya todo está preparado (listo).

Los historiadores dicen que las invitaciones para las bodas en esa época y lugar, se hacían con mucho tiempo de anticipación, hasta un año antes de la boda, por lo que la gente tenía tiempo para prepararse, pero cuando la fiesta estaba ya muy próxima el padre del novio enviaba a sus criados a recordarles la invitación que habían recibido, que es lo que parecer suceder en el relato de Jesús de esta gran cena, Jesús pone este recordatorio de la invitación de manera muy firme, “Vengan, ya está todo listo”. Dios estuvo mandado a sus profetas para que su pueblo estuviera dispuesto a la llegada del Mesías, pero fue hasta Juan el bautista que les hizo este último recordatorio, siendo Juan el que presento a Jesús como “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn. 1:29, 36).

 

18 Y todos a una (sin excepción) comenzaron a excusarse (disculparse). El primero dijo: He comprado una hacienda (terreno), y necesito ir a verla; te ruego que me excuses (disculpes).

Los invitados rechazan la invitación y no asistirán a la cena, cada uno, sin excepción, aportará una excusa personal, que, al ser tan ilógicas, solo descubre la condición de su corazón, que muestra desprecio por el anfitrión y pro su banquete.

 

El primero rechaza la gracia argumentando una necesidad, la de ir a ver una finca o un terreno que había comprado, su excusa carece de valor y de credibilidad, porque para comprar una propiedad, forzosamente tenía que haberlo visto antes de comprarlo, no hace sentido irlo a ver después de adquirirlo, y si la vuelta era para supervisar algo del terreno, bien podía hacerlo después del banquete, al día siguiente, por ejemplo.

 

En forma muy diplomática le manda decir al anfitrión con su siervo que “le rogaba que lo excusara (disculpara)”, pero con su acto de desprecio es como si le dijera “dile a tu señor que no me moleste, no quiero saber nada de él ni de su gran cena.”

 

19 Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses (disculpes).

El argumento de este segundo invitado es que la gran cena se está dando en un momento muy inconveniente para él, ya que acaba de comprar 5 yuntas de bueyes, en total 10 de ellos, y tiene que ir a probarlos. Su excusa es absurda, la compra no era pequeña, era de gran valor, por lo que nadie gastaría ese dinero sin haber visto y probado que esos animales de carga eran aptos para el trabajo que el los necesitaba, además que el banquete era una cena, se daría al atardecer y probar esas 5 yuntas no se hacía por la tarde, sino por la mañana y poder observar el comportamiento de todo el día de esos animales que había comprado.

 

El siervo recibe la misma petición educada rogando por disculpas del anfitrión, cuando en la realidad también le estaba despreciando como si le dijera “tú y tu cena no tienen ninguna prioridad para mí, yo estoy enfocado en lo mío y en mis negocios y nada más”

 

20 Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.

Este tercer caso resulta ser el mas desconsiderado de todos, ya que su argumento es la imposibilidad, dice que no puede ir porque recién se casó, los otros 2 no podrían llevar ni la finca ni las yuntas, pero este no presenta ninguna razón para no llevar a su esposa y asistir a la gran cena, este ni siquiera presentó una disculpa, se limitó a despedir al siervo sin que le llevara ninguna disculpa a su señor.

 

El caso es que ninguno de los invitados, resumidos en estos tres personales de la parábola acudió a la invitación, bien les dijo Jesús recientemente en Lucas 13:34 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!

 

21 Vuelto el siervo, hizo saber (informó) estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia (dueño de la casa, amo), dijo a su siervo: Ve pronto (de prisa) por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos.

Al regreso del siervo, le dio detalles al padre de familia de lo acontecido, lo que lo hizo enojar, sus invitados habían tomado a la ligera la invitación del evangelio y con desprecio presentaron excusas para no asistir al banquete, eso llevó al Señor de la casa a pedirle a su siervo que saliera inmediatamente mientras la mesa está preparada y la cena esta dispuesta, a recorrer los lugares cercanos como las plazas y las calles principales de la ciudad, y no invitar, sino llevar a todos los necesitados y los inválidos que se encontrara en ellos.

 

Estos “nuevos” invitados, que pudieran representar, ya no a los líderes religiosos que habían rechazado la invitación, sino a aquellos en Israel que si creyeron al mensaje de salvación, a los discípulos que estaban con Jesús y a los miles que comenzaron a creer en Jesús como el Mesías (enviado) de Dios después de día del Pentecostés (Hech. 2) que hasta ese momento no tenían derecho a entrar, ahora podían hacerlo, iban a ocupar un lugar por gracia que Dios estaba determinando para ellos, algunos estarían desconcertados, otros quizá argumentarían que no tenían ropa adecuada para dicho banquete, otros dudarían de la invitación que le estaba haciendo aquel siervo, pero era trabajo del siervo convencerlos y “llevarlos”, porque la instrucción del dueño no era que extendiera la invitación, sino que los llevara a esa gran cena, este siervo bien puede representar al Espíritu Santo que es el convence al pecador como dice Juan 16:8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.

 

22 Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar.

Cumplida la instrucción del Padre de familia, el siervo le informa que aún quedaban lugares en esa gran cena.

 

23 Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados (cercados/ veredas), y fuérzalos (oblígalos) a entrar, para que se llene mi casa.

Ahora el dueño manda al siervo a que vaya más lejos de la ciudad, que vaya por los caminos y las veredas, que eran caminos alternos y estrechos que se había formado por el paso de personas y animales, la invitación a la gran cena la extiende Dios a los gentiles, habiendo lugar para ellos, manda a su siervo a que los busque en esos caminos lejanos y errantes y los obligue a entrar, con la finalidad de que se llene la casa donde se llevaría a cabo ese banquete, esto mismo le dijo Pablo y Bernabé a los judíos de Antioquía en Hechos 13:46-48 46Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. 47Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, A fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra. 48Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.

 

O como le dijo Pablo a la Iglesia gentil de Éfeso en Efesios 2:11-13 11Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. 12En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. 13Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. 

 

24 Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados (invitados), gustará (disfrutará) mi cena.

La cena preparada no quedaría arruinada por el desprecio de aquellos primeros invitados, se llenó con los que no eran dignos que fueron convidados, y los primeros no disfrutarían de una cena como aquella, porque en el relato, el tiempo de la gracia terminó y las bodas del cordero se llevaron a cabo.

 

Aplicación Práctica: Recibir la invitación a la gran Boda acudiendo sin retraso y con la actitud correcta.

No comments:

Post a Comment

Romanos 3:21-31 Justificados por la fe

  Justificados por la fe Romanos 3:21-31   Objetivo: Exal...