Tuesday, April 9, 2024

Lucas 20:1-8 La autoridad de Jesús

 

La autoridad de Jesús

Lucas 20:1-8

Objetivo: Relacionarnos con la autoridad de Jesús de una manera práctica y no tan solamente teórica o filosófica.

 

Introducción: Al día siguiente de que Jesús entrará a Jerusalén montado sobre un burrito, regresó al Templo donde encontró que el lugar hecho para tener comunión con Dios por medio de la oración, se había convertido en un mercado, en una cueva de ladrones de los principales sacerdotes que habían montado todo un sistema de cambios de monedas y ventas a precios excesivos de animales para el sacrifico, que mostraba la corrupción espiritual y moral que tenían.

 

Jesús en un celo e ira santa sacó de allí a los que compraban y vendían, y en seguida sanó a los cojos y a los ciegos que vinieron a Él, enseñando cada día en el templo y anunciando el evangelio de salvación.

 

Desarrollo:

Vs. 1-2. La autoridad de Jesús es cuestionada

1 Sucedió un (cierto) día, que enseñando Jesús al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio, llegaron los principales sacerdotes y los escribas (maestros de la ley), con los ancianos,

 

Sucedió un día. Desde que Jesús entró al templo montado en un burrito, todos los siguientes días y hasta el día de la Cruz, regresó para enseñar en el templo (Lc. 19:47), Lucas relata lo que aconteció uno de esos días.

 

Que enseñando Jesús al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio. Recordemos que los milagros de Jesús tenían el propósito de ser una señal de que era el Mesías esperado, el enviado de Dios, pero su principal ministerio era anunciar el evangelio, así comenzó su ministerio como dice Mateo 4:17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado, y así lo está terminando, anunciando el evangelio y enseñando al pueblo, que es lo mismo que encargó a sus discípulos antes de ascender como dice Mateo 28:19-20 19Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

 

Llegaron los principales sacerdotes y los escribas, con los ancianos. Lucas describe tres grupos que, en realidad, son parte de un mismo grupo llamado Sanedrín, era la organización que bajo la aprobación del imperio romano, ejercían el gobierno civil y religioso en Israel. Los principales sacerdotes era un grupo compuesto por el sumo sacerdote y la alta clase sacerdotal que regularmente eran parte del grupo religioso llamado los saduceos, el otro grupo eran los escribas, que eran los intérpretes de la ley, quienes enseñaban en el templo y en las sinagogas, mayormente formaban parte del grupo religioso de los fariseos, los ancianos eran aquellas personas que tenían un reconocimiento entre el pueblo como jefes de una tribu o de una ciudad, se les conocía como los ancianos gobernantes o los “laicos” del sanedrín.

 

2 y le hablaron (reclamaron) diciendo: Dinos: ¿con qué autoridad haces estas cosas?, ¿o quién es el que te ha dado esta autoridad (derecho)?

Lucas no menciona si esos miembros del Sanedrín esperaron a que Jesús terminara de enseñar, pero la palabra que usó de “llegaron” en Lc. 20:1 es la palabra griega Strong 2186 <efístemi> que significa presentarse, arremeter, asaltar, lo que implica impertinencia e inoportunidad, claramente se notan molestos cuando le preguntan lo que pudiéramos agrupar en; ¿a quién le pediste permiso para hacer lo que haces?; es decir, dinos la razón de limpiar el templo recientemente, presentar el evangelio, enseñar, o incluso sanar a ciegos y cojos en el templo (Mt. 21:14).

 

Jesús no era parte de ninguna agrupación religiosa como ellos, y ellos eran los que tenían la autoridad legal para enseñar, pero carecían de la autoridad moral y espiritual que Jesús si tenía; debido a eso, es que le exigen que les presente la autoridad que tiene, que les presente sus credenciales o facultades religiosas, o que les diga quién le dio ese derecho o autoridad para estar en el templo enseñando, la pregunta no tiene un sentido de querer conocer sinceramente sobre la autoridad de Jesús, sino un claro reclamo para espantarlo y que dejara de enseñar en el templo

 

Aplicación práctica: En ocasiones no encontramos nosotros así, cuestionando la autoridad de Jesús, como cuando en su Palabra nos da instrucciones de cosas por hacer, en nuestra familia, en nuestras finanzas o en situaciones de las que nos debemos alejar, o amistades que debemos cortar, y nos encontramos ignorando la autoridad de Jesús.

 

Vs. 3-6. La autoridad de Jesús es revelada

3 Respondiendo Jesús, les dijo: Os haré yo también una pregunta; respondedme:

4 El bautismo (autoridad para bautizar) de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres (era humana)?

La autoridad de Jesús era clara, era una autoridad dada por Dios, tres veces si había abierto el cielo para escuchar la voz de Dios, en dos de ellas diciendo que Jesús era su hijo amado, cuando Jesús fue bautizado (Lc. 3:21-22), cuando Jesús se transfiguró en presencia de Pedro, Juan y Jacobo (Lc. 9:35) y en la tercera siendo escuchada por una multitud diciendo que Dios glorificaba Su Nombre por medio de Jesús (Jn. 12:28); sin embargo, Jesús no entra en directa discusión con ellos, ni procede a ofenderles por los ataques recibidos, sino que les responde con una pregunta, indagando en ellos si la autoridad para bautizar de Juan le había sido dada por Dios o había sido simplemente una ocurrencia de Juan como un hombre.

 

5 Entonces ellos discutían entre sí, diciendo: Si decimos (respondemos), del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?

6 Y si decimos, de los hombres, todo el pueblo nos apedreará; porque están persuadidos (convencidos, seguros) de que Juan era profeta.

Entonces ellos discutían entre sí, diciendo. La respuesta no se dio en forma inmediata, todo parece ser que se reunieron allí mismo para poder tener una respuesta común, pero se encontraron con una encrucijada, estaban acorralados con la respuesta de Jesús.

 

Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? Si confesaban que la autoridad de Juan el Bautista era de parte de Dios, tenían que creer Juan era el heraldo del Mesías y creer lo que el bautista dijo de la autoridad de Jesús:

1)    Que Jesús era superior a Juan como dijo en Lucas 3:16 respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.

2)    Que Jesús era antes que Juan como dijo en Juan 1:26-27 26Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. 27Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.

3)    Que Jesús es el Cordero de Dios como lo presentó en Juan 1:29 El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

 

Esa respuesta les obligaría a creer en Jesús y a obedecer lo que Jesús enseñaba.

 

Y si decimos, de los hombres, todo el pueblo nos apedreará; porque están persuadidos de que Juan era profeta. La mayoría del sanedrín creía, o por lo menos quería creer que el bautismo de arrepentimiento de Juan el Bautista era solo una ocurrencia humana de ese personaje que vestía extraño y tenía una dieta alimenticia diferente a la de ellos; quienes les había dicho que eran una “generación de víboras” (Lc. 3:7); sin embargo, también entendían que si contestaban eso, todas las multitudes que se encontraban en el templo, primordialmente las que venían de Galilea, se volverían hostiles y violentas, incluso al grado de apedrearlos, quizá considerando lo dicho por Dios, de dar muerte a los falsos profetas (Dt. 13:5), ya que todos ellos consideraban a Juan el Bautista como el profeta de Dios que no había habido durante 400 años desde el profeta Malaquías.

 

Aplicación práctica: La autoridad de Jesús es revelada a nuestras vidas por Su Palabra, pero después de la revelación necesita venir la obediencia, el solo conocer lo que Dios dice en Su Palabra, no transforma nuestras vidas, sino hasta que la ponemos por obra como dice Santiago 2:18 Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.

 

Vs. 7-8. La autoridad de Jesús es rechazada

7 Y respondieron que no sabían de dónde fuese.

La respuesta que dieron fue deshonesta, ya que no dijeron “no queremos responder” que era realmente lo que pasaba, sino que dijeron “no sabemos”, tenían la Verdad delante de sus ojos y decidieron rechazarla, y les aconteció lo que dice Romanos 1:21-22 21Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. 22Profesando ser sabios, se hicieron necios.

 

8 Entonces Jesús les dijo: Yo tampoco os diré con qué autoridad hago estas cosas.

Dicha respuesta de los religiosos, le dio a Jesús la oportunidad de no contestarles su pregunta inicial, ya que, si no eran sinceros respecto a Juan el Bautista, tampoco lo serían con Jesús,

 

Los líderes religiosos que buscaban acosar a Jesús y hacerle caer en un error frente al pueblo, terminaron avergonzados y humillados al quedar expuestos al no querer contestar honestamente la pregunta de Jesús.

 

Con todas las cosas que hizo y dijo Jesús, se les había revelado la autoridad de Jesús, pero decidieron rechazar esa revelación, por la razón que muestra Juan 3:19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.

 

Aplicación práctica: En ocasiones como esta, vemos a Jesús guardando silencio cuando su autoridad es rechazada, y así nos puede pasar a nosotros, quizá está esperando a que obedezcamos lo que ya nos dijo, como cuando el Espíritu le dijo a Felipe que fuera por el camino de Jerusalén a Gaza (Hech. 8:26), pero no le dijo para qué, a quién vería o con que propósito es que lo mandaba, no fue sino hasta que Felipe se levantó y fue (Hech. 8:27) que vio a eunuco etíope que iba en su carro leyendo al profeta Isaías y fue allí cuando el Espíritu le dio nueva revelación a Felipe, la de acercarse al carro del eunuco (Hech. 8:29).

 

Pensamientos finales:

a)    La autoridad no se discute, se reconoce. Cuando alguien discute la autoridad, en realidad, la está rechazando.

b)    Ninguna discusión ayudaría a aquellos que de antemano han rechazado la autoridad.

c)    Al evadir responder a la verdad, emiten su propio veredicto.

 

Aplicación práctica: Relacionarnos con la autoridad de Jesús de una manera práctica y no tan solamente teórica o filosófica.

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