Friday, August 16, 2024

Lucas 23:44-56 Y el velo se rasgó

 

Y el velo se rasgó

Lucas 23:44-56

Objetivo: Acercarnos confiadamente a Jesús por medio del camino nuevo y vivo que Él nos abrió a través del velo. (He. 4:16, He. 10:20)

 

Versículo a memorizar:Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad.” Lucas 23:45

 

Introducción: Dos malhechores fueron crucificados juntos Jesús uno a Su derecha y el otro a Su izquierda, ambos habían estado injuriando a Jesús; sin embargo, en uno de ellos pasó algo, la gracia de Dios llegó a su vida, que produjo temor de Dios que se nota cuando le reclama a su compañero de fechorías “¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación?”, también reconoce su culpabilidad cuando dice “nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos.” Confiesa a Jesús como sin pecado diciendo “mas este (Jesús) ningún mal hizo”, y por último, reconoce a Jesús como Rey, cuando dice “acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.” A esa fe dada por Dios mostrada por ese malhechor, Jesús le contestó “De cierto te digo (te aseguro) que hoy estarás conmigo en el paraíso.” Dejándonos una imagen muy gráfica de la condición humana, Jesús en medio y a Su lado, dos malhechores, ambos destinados a la muerte eterna, pero uno recibió la gracia de Dios que le dio acceso al paraíso y el otro recibió la justicia de Dios que lo mantendrá separado de Dios, lo que nos confirma lo que la Biblia enseña, que la salvación no es por ninguna obra que el hombre pueda hacer por Dios, sino por la pura misericordia y gracia de Dios al hombre.

 

Desarrollo:

44 Cuando era como la hora sexta (como a medio día), hubo tinieblas (oscuridad) sobre toda la tierra hasta la hora novena (las tres de la tarde).

Habían pasado ya tres horas desde la crucifixión (Mt. 15:25), por lo que Lucas relata lo que aconteció en las siguientes tres horas, de medio día a las 3:00 pm que es cuando Jesús entrega Su Espíritu (Jn. 19:30).

 

45 Y el sol se oscureció (se ocultó, dejó de brillar), y el velo (la cortina del santuario) del templo se rasgó por la mitad.

El sol se ocultó durante tres horas, no se puede determinar, si sobre Jerusalén, sobre Judea, sobre Israel, o sobre todo el mundo; pero sin duda fue un evento sobrenatural, en el momento donde debía haber mayor luz, había oscuridad, y era más allá de un simple eclipse solar, ya que, siendo Pascua, había luna llena, y eso imposibilitaría que fuera un eclipse, además de que los eclipses duran días, no tres horas como este suceso. Quizá el Señor quiso graficar el desamparo de Dios Padre a Jesús a causa del pecado que estaba siendo vertido en Él de todos los pecadores de todos los tiempos

 

La oscuridad en la Escritura ha significado de juicio divino (Is. 5:30, Is. 60:2, Sof. 1:14-18, Hech, 2:20, Ap. 6:12-17), por lo que aquí pudiera representar lo mismo, el Hijo de Dios estaba sufriendo el desamparo como registra Marcos 15:34 Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? y recibiendo en Él la maldición por el pecado (Ga. 3:13) y así poder ser el sustituto de los que creyeran en Él.

 

Una segunda manifestación sobrenatural que sucedió en ese momento fue que se rasgó la cortina que separaba el lugar Santo del lugar Santísimo en el Templo, misma que fue rasgada de arriba abajo (Mt. 27:51). Según historiadores como Josefo, era un velo de más de 20 metros de altura, tejida en lino fino en colores azul y rojo, y que su grosor correspondía a su altura, lo que se estima que podía ser de unos 25 cm, eso hacía imposible que ese rasgado hubiera sido producido por los hombres, fue un mensaje claro de Dios inaugurando el camino al Padre por medio de la muerte de Cristo, siendo el único mediador que nos da acceso al Padre por su sangre derramada como dice Hebreos 10:19-20 19Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, 20por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, el acceso al lugar Santísimo que estaba reservado para el Sumo Sacerdote una vez al año y el cual entraba con temor de no ser consumido por la Santidad de Dios; pero ahora con la muerte de Cristo, los que hemos sido salvos por Él, podemos entrar confiadamente a ese lugar Santísimo (trono de Dios) al cual podemos entrar confiadamente como dice Hebreos 4:16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro, el Trono que era un trono de Juicio; ahora, con la sangre derramada sobre él, se convirtió en un Trono de gracia, por eso es que ahora podemos, con toda libertad, entrar confiadamente, pero no por nuestros méritos, sino únicamente por los méritos de Cristo.

 

46 Entonces Jesús, clamando a gran voz (gritó con fuerza), dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró (dio el último suspiro).

El apóstol Juan registró que antes de estas palabras, Jesús dijo “Consumado es” (Jn. 19:30); es decir, que ya todo estaba pagado, que ya no había deuda para los pecadores que confiaran en Jesús como su sustituto, la obra de salvación había sido completada, y Lucas registra las palabras siguientes a esas, cuando Jesús ora a Dios Padre y le entrega Su Espíritu, dando Su último aliento en ese cuerpo humano y murió.

 

Juan hace notar que Jesús inclinó la cabeza (Jn. 19:30) antes de entregar el Espíritu, lo que nos indica que tomo la posición de muerte antes de que la muerte hiciera su efecto, en los crucificados llegaba primero la muerte y luego la cabeza se inclinaba, pero con Jesús no, Él tuvo control no solo de cuando entregaba Su Espíritu, sino hasta de la forma en la que lo entregaba, confirmando lo que había dicho en Juan 10:18 Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.

 

47 Cuando el centurión (capitán romano) vio lo que había acontecido, dio gloria (adoró) a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo (inocente).

Este centurión que estuvo a cargo de los soldados durante la crucifixión, presenció de cerca todos los acontecimientos, probablemente escucho todas las frases de Jesús en la cruz, incluyendo cuando oró a Dios pidiendo que no se les tomara en cuenta a sus quienes le crucificaban por ese pecado, presenció las tinieblas; siendo el experto en crucifixiones, esta le causó tal impacto, que exclamó en forma audible estas palabras de gloria a Dios declarando que Jesús era Justo; Marcos amplía lo declarado por el Centurión diciendo en Marcos 15:39 Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.

 

48 Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho (con tristeza sintiéndose culpables).

Las multitudes que habían salido de la ciudad a ver las crucifixiones fuera de la ciudad, sin duda se habían asombrado de las tres horas de oscuridad, y a pesar de que la luz del día había regresado, y las comenzaban a regresar a la ciudad, lo hacían goleándose el pecho, que es una forma de expresar que tristes y sintiéndose culpables, ya que habían sido ellos (o la mayoría), los que habían pedido a Pilato la crucifixión de Jesús horas antes, y ahora se daban cuenta, de la misma manera que el centurión, que Jesús era Justo (inocente). Quizá eso produjo que cuando Pedro predica en el Pentecostés (50 días después de este evento), tres mil personas se convirtieron y se bautizaron ese mismo día.

 

49 Pero todos sus conocidos (de Jesús), y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.

Esas mujeres eran; su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena (Jn. 19:25), quienes antes de las tinieblas estaban junto a la cruz, y muy probablemente durante las tres horas de tinieblas, el centurión o los soldados tratando de poner orden en el caos que causaría la oscuridad, debió alejar a la gente de los crucificados, y es en ese momento que Lucas relata que ella y otros conocidos de Jesús, como el apóstol Juan, se encontraban en ese momento mirando de lejos.

 

50 Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio (Sanedrín, concilio supremo judío), varón bueno y justo.

51 Este, que también esperaba el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos,

52 fue a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.

Lucas pasa ahora a relatar sobre la sepultura de Jesús, mencionando a un discípulo llamado José, que era de una ciudad vecina de Jerusalén llamada Arimatea, quien era rico (Mt. 27:57), y que creía en Jesús como el Mesías, pero que no había hecho pública su fe, quizá por temor de ser expulsado del Sanedrín o consejo supremo al que pertenecía como uno de los setenta miembros. El ya se había opuesto a la sentencia de muerte que el Sanedrín había hecho contra Jesús, pero ahora toma valor, y probablemente usando su influencia política y/o monetaria, fue al pretorio (donde residía le gobernador) a pedir Pilato el cuerpo de Jesús, ya sin temor a que lo relaciones con Él, y no fue solo, fue acompañado por otro miembro del Sanedrín llamado Nicodemo (Jn. 19:39), cumpliendo así la profecía de Isaías que Jesús serían contado en su muerte y en su sepultura, con los impíos (malhechores), pero también con los ricos; Isaías 53:9

Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.  

 

53 Y quitándolo (bajando el cuerpo de Jesús), lo envolvió en una sábana (largo lienzo de lino), y lo puso en un sepulcro abierto (excavado) en una peña (roca), en el cual aún no se había puesto (sepultado) a nadie.

54 Era día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo (pascua).

Juan relata más detalles de este suceso, donde Nicodemo se involucró, y entre ambos compraron el lienzo (sábana), y una cantidad muy abundante ungüentos (45 Kg) como dice Juan 19:38-41 38Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús. 39También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. 40Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos. 41Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno. 42Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús, ambos, quizá con ayuda de asistentes, tuvieron que bajar la cruz, quitar los clavos, limpiar el cuerpo, cubrir lo con el lienzo, y cargarlo al lugar del sepulcro; algunos creen que ese sepulcro era de José de Arimatea de tiempo atrás; sin embargo, otros creen que lo compró en ese mismo momento, buscando algo que estuviera cerca del lugar de la crucifixión, por la premura que tenían de sepultarlo antes de que comenzara la pascua, lo que hace mucho sentido, pero ninguna postura tiene fundamento bíblico, ambas serían especulativas.

 

55 Y las mujeres que habían venido con él desde Galilea, siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo.

56 Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento.

Las mujeres que vieron de lejos donde habían puesto el cuerpo de Jesús, querían ungirle con especias aromáticas y ungüentos, que era la forma en que los judíos enterraban a sus muertos, pero se vieron imposibilitadas en hacerlo ya que había dos días de reposo casi seguidos, uno era la pascua y el otro el sábado semanal, debido a eso solo les dio tiempo de comprar las especias y preparar los ungüentos el viernes, reposar el sábado semanal, e ir al sepulcro el domingo, que para sorpresa de ellas, se encontrarán que Jesús había resucitado, para mayor compresión de los eventos por día, se puede analizar el siguiente gráfico.

 

 


 

 

 

 

Conclusión:


 Habiendo cumplido en Él todas las profecías, Jesús entregó su espíritu (Jn. 10:18) y, finalmente, fue roto de arriba abajo el velo que nos separaba de Dios. El Justo, muriendo por los injustos, abrió un camino nuevo y vivo a través de Su carne, quitando de en medio el pecado (He. 9:26) y dándonos entrada franca a Su presencia. Ya nunca más un solo hombre con miedo a ser muerto y una vez al año (He. 9:7), sino todos los llamados de Su Nombre, confiadamente y cada día (He. 4:16).

 

 

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