Insensatos y tardos de corazón |
Versículo a memorizar: “Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!” Lucas 24:25
Introducción: Lucas relató la resurrección del Señor y como las mujeres fueron al sepulcro el primer día de la semana y encontraron la piedra del sepulcro removida, y no hallaron el cuerpo del Señor, sino a un par de ángeles que les anunciaron que les preguntaron “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?” y añadieron sobre Jesús “No está aquí, sino que ha resucitado”, ellas regresaron donde estaban reunidos los discípulos junto con los once apóstoles y les contaron estas cosas, a lo que Pedro y Juan fueron corriendo al sepulcro y hallaron como ellas habían dicho, la piedra removida, la tumba vacía, pero los lienzos con los que habían envuelto al Señor en su lugar y el sudario acomodado (Jn. 20:7)
Desarrollo:
Vs. 13-24. Decepción
13 Y he aquí, dos de ellos (discípulos) iban el mismo día a una aldea (pueblo) llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios (once kilómetros, siete millas) de Jerusalén.
Lucas continua con el relato el mismo día; es decir, el primer día de la semana, domingo, el mismo día cuando las mujeres fueron al sepulcro y no hallaron el cuerpo del Señor Jesús, pero sucede en el atardecer y en las cercanías de Jerusalén, Marcos menciona brevemente este acontecimiento en Marcos 16:12-13 12Pero después apareció en otra forma a dos de ellos que iban de camino, yendo al campo. 13Ellos fueron y lo hicieron saber a los otros; y ni aun a ellos creyeron, Lucas es más específico y dice que estos dos discípulos iban en camino a una aldea; es decir, un pequeño poblado llamada Emaús, que se encontraba a unos once kilómetros de Jerusalén (ya que un estadio equivalía a 125 pasos de soldado romano, conocido como paso doble que equivaldría como a 1.45 m), por lo que lo podrían recorrer caminando en un lapso promedio de dos horas.
No se tenía clara la ubicación de esta ciudad, pero excavaciones recientes del 2019, la han ubicado como la ciudad de Quiriat-Jearim, que fuera la misma ciudad donde permaneció el Arca de la Alianza cuando los filisteos la devolvieron y permaneció allí por veinte años (1 Sam 6.21-7.2).
Estos dos discípulos no eran parte de los once apóstoles, Lucas menciona el nombre de uno de ellos como Cleofas (Lc. 24:18), ese hecho aunado a que cuando llegan a Emaús le piden a Jesús que se quede en la casa de ellos, llevado a algunos a pensar que pudiera ser un matrimonio, incluso compuesto por Cleofas y María su mujer (Jn, 19:25), quien había estado junto a la cruz junto con María la madre de Jesús durante la crucifixión; otros piensan que estos discípulos podrían haber sido hermanos al haber llegado a la misma casa; y otros más que simplemente eran conocidos, todo esto es especulación, ya que no hay fundamento bíblico para tomar alguna postura.
14 E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido.
Estos dos iban hablando sobre todo lo ocurrido en Jerusalén, desde la aprensión del Señor en Getsemaní, los ilegales juicios judíos religiosos a los que fue sometido y los juicios romanos que terminaron en flagelarlo y finalmente condenarlo a la muerte de cruz, probablemente también mencionaban sobre las tres horas de tinieblas que cubrió aquella tierra (Lc. 24:45), lo que haría que su conversación fuera triste y dolorosa (Lc. 24:17), e incluso quizá iban comentando lo confundidos e incrédulos que se encontraban tras las declaraciones de lo que las mujeres afirmaban, que la tumba estaba vacía y que Jesús había resucitado (Lc. 24:10).
15 Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos.
Parece que ambos tenían puntos de vista diferentes, ya que esa plática se convirtió en cierta discusión, quizá discrepaban en su opinión personal que cada uno tenía sobre Jesús en ese momento. Y cuando se encontraban en medio de esa confrontación, Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con ellos; es decir, apareció detrás de ellos, apuro el paso y les dio alcance para caminar a su lado, lo que no se les hizo extraño ya que, por las fiestas hebreas de primavera, habría muchos forasteros haciendo esos viajes.
16 Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen (reconocieran).
Al no poder reconocer al Señor debido a que sus ojos estaban velados, lo percibieron como un peregrino más de los muchos que había ido a Jerusalén a celebrar las fiestas de Pascua, Panes sin levadura y la de los primeros frutos. Marcos dice que se les apareció en “otra forma” (Mr. 16:12); es decir, que se manifestó en otro aspecto, con diferente figura a la que ellos estaban acostumbrados a verlo, y es que el Señor Jesús en este momento esta resucitado, y por consiguiente con un cuerpo glorificado, cuerpo físico, pero transformado, con condiciones diferente al que tenía antes de morir, como lo explica Pablo a la iglesia de Corinto en 1 Corintios 15:42-44 42Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. 43Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. 44Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.
También a María Magdalena se le había aparecido ese mismo día por la mañana en un aspecto que no lo reconocía como relata Juan 20:14-16 14Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. 15Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré. 16Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro).
17 Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes?
La pregunta que les hace Jesús, al cual no reconocían, era precisamente sobre lo que venían platicando y que evidentemente les causaba tristeza, que se reflejaba en su desánimo y desilusión. Jesús no les pregunta porque lo desconociera, sino para ayudarles a entender por ellos mismos que su problema era el limitado concepto que tenían del Mesías.
18 Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero (visitante) en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días?
La pregunta de Jesús les causó sorpresa, Cleofas se dirige al Señor con una pregunta, ellos no podrían comprender que hubiera algún forastero saliendo de Jerusalén que no hubiera escuchado los que los días anteriores había acontecido en esa ciudad.
19 Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra (milagros) y en palabra (gran maestro) delante de Dios y de todo el pueblo;
Jesús abre el diálogo preguntándoles ¿cuáles cosas?, esta vez, la respuesta ya no vino solo de Cleofas, sino de “ellos”, los dos comenzaron a relatarle como veían ellos los acontecimientos que habían sucedido, de los que venían conversando y de los cuales estaban admirados de que el que preguntaba no supiera nada sobre ellos.
Comienzan mencionado que los acontecimientos están relacionados a Jesús nazareno; es decir, Jesús de Nazaret, esto debido a que el nombre de Jesús sería común en esa época, ya que derivaba del nombre de Josué (el líder de Israel, quien los metió a la tierra prometida), y como no había apellidos, la forma de ser más precisos era mencionado las ciudades de origen.
Prosiguen a decirle que Jesús de Nazaret “fue varón profeta”; al decir “fue”, refleja que eran de los que no habían creído las palabras de las mujeres sobre la resurrección del Señor, pero, por otro lado, el término profeta si se podía aplicar al Mesías, ya que era alguien que hablaba de parte de Dios, como también lo era Juan el Bautista, pero a Jesús lo describen como un profeta poderoso en obra; es decir, que había hecho muchos milagros de parte de Dios, que incluyeron un sin número de sanidades incluso de enfermedades como ceguera y lepra, liberaciones demoniacas, alimentación de multitudes, conversión de agua en vino, control de una tempestad con el puro poder de su boca, y hasta había revivido de muertos. Además, agregan que era poderoso en palabra delante de Dios y de todo el pueblo, queriendo resaltar que era un gran maestro de parte de Dios y que era admirado por el pueblo debido también a Sus enseñanzas.
20 y cómo le entregaron (condenaron) los principales (jefes) sacerdotes y nuestros gobernantes (líderes) a sentencia de muerte, y le crucificaron.
Los dos discípulos relatan como los líderes de los sacerdotes y sus gobernantes que era el Sanedrín, había entregado a sentencia de muerte, misma sentencia que ejecutaron por medio de la muerte mas cruel que era la crucifixión.
21 Pero nosotros esperábamos (teníamos la esperanza) que él era el que había de redimir (rescatar, liberar) a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido.
Estas frases reflejan el pensamiento judío de aquella época, que esperaban que el Mesías llegara a reinar (Is. 11 donde morara el cordero con el lobo), a establecer el reino de los cielos y a liberar a Israel de la opresión de sus enemigos, como el imperio Romano lo estaba siendo en ese momento, pero si a Jesús que consideraban como el Mesías enviado por Dios, había muerto tres días atrás, ya no podría cumplir ese reinado, por lo que estaban concluyendo que, si era un profeta de Dios, pero no el Mesías (ungido) de Dios.
Tenían su vista en un reino temporal, pero no podían comprender que, en la Cruz, Jesús proveyó para Su pueblo un reino eterno, si hubo una liberación, pero fue mucho más que de una esclavitud política, fue una liberación espiritual, una liberación del pecado que tenía cautivo a la humanidad entera, y sin tener la forma de poder liberarse o pagar por su libertad.
Los dos discípulos confiesan que su tristeza era porque ya habían pasado tres días, y es que, en la cultura judía, consideraban que el alma permanecía junto al cuerpo de un fallecido por tres días, y si alguien llegara a resucitar por intervención divina, sería en ese periodo, pero que después de eso, era imposible una resurrección (ese fue el motivo por el que Jesús espero hasta el cuarto día para resucitar a Lázaro, y pudieran ver Su deidad al levantarlo de entre los muertos).
22 Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros (discípulos), las que antes del día (muy temprano por la mañana) fueron al sepulcro;
23 y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive.
24 Y fueron algunos de los nuestros (discípulos) al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él (Jesús) no le vieron.
En aquella tristeza y desaliento que tenían, había algo que los inquietaba, pero que no terminaban de creer o entender, lo relatado por las mujeres que habían ido aquel mismo día sepulcro y ni habían hallado el cuerpo del Señor, pero que contaban que habían visto a ángeles que les comunicaron que Jesús vivía, y que incluso dos de los discípulos, refiriéndose a Pedro y Juan habían ido a comprobar lo que las mujeres decían, que los guardias romanos o estaban, a puerta estaba abierta, que los lienzos con los que envolvieron el cuerpo de Jesús allí se encontraban, pero que esos mismos dos apóstoles estaban confundidos porque “a Él no lo vieron”, como implicando que de haber Jesús resucitado, estaría allí, y no estaba.
Vs. 25-31. Declaración
25 Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos (necios, faltos de comprensión), y tardos de corazón (lentos) para creer todo lo que los profetas han dicho!
26 ¿No era necesario que el Cristo (Mesías, Ungido) padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria (antes de ser glorificado)?
Después de escucharlos hablar sobre lo que venían hablando y discutiendo, Jesús, en modo no revelado todavía, usa dos fuertes adjetivos que resumen su actual condición; primero les llama “insensatos” que significa necio o ignorante, que habla de la condición de intelecto, de la falta de información de la Escritura en sus mentes, como si les dijera que conocían la Palabra pero en forma parcial, que todo aquello que hablaban lo profetas donde decían que el Mesías iba a padecer, lo desconocían, y también los califica como “tardos de corazón para creer”; es decir, que tenían un corazón endurecido, incapaz de comprender las verdades espirituales, que aun teniéndolas en sus mentes, si no les gustaban o no encajaban con su manera de pensar, no las aceptaban y por consiguiente no las creían.
Un ejemplo de esto es Isaías 53, que es un capítulo que habla con mucha claridad de los sufrimientos que debía de pasar el Mesías de Dios como Isaías 53:3-7 3Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. 4Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 5Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 6Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. 7Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca, y en esa época, e incluso, hasta el día de hoy, interpretan que Isaías 53 habla de los sufrimientos de Israel como pueblo y no del Mesías, se siguen negando a creer que la misión de Jesús era doble, que primero era necesario salvar al pecador de la esclavitud del pecado donde se encontraba dando con Su propia vida en la cruz, para después resucitar, ser coronado y reinar por la eternidad, que primero vendría como un Cordeo sufriente y que regresará como un León reinante; primero padecer (morir) y luego entrar en Su gloria (resucitar para reinar).
27 Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba (explicaba) en todas las Escrituras lo que de él decían.
La única forma de salir de la insensatez y la dureza del corazón es por medio de la Escritura, y es lo que Jesús hace con ellos, comenzando con el Pentateuco (los cinco primeros libros de Moisés; Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) y después pasando por todos los profetas, les fue enseñando todos los pasajes de las Escrituras que hablaban de Jesús, de la necesidad de Sus sufrimientos y muerte primero antes de Su reino, de tal manera que ellos comprendieran que la muerte de Jesús, no fue algo sorpresivo, que fue el plan de Dios desde el principio de los tiempos.
Hubiéramos querido saber cuáles fueron esos pasajes con los que Jesús los instruyó, pero no los sabremos, quizá usó Génesis 3:15 donde dice que el Mesías heriría a serpiente en la cabeza, pero que eso le causaría a Él también ser levemente herido en su talón, o Génesis 22:13 cuando Abraham iba a sacrificar a Isaac su hijo y Dios le dijo que no lo hiciera y en lugar de él, le proveyó de un carnero sustituto, que fue sacrificado en lugar de Isaac, de la misma manera que Jesús tomo nuestro lugar en la cruz, o quizá tomando Éxodo 12:6 les mostró como el pueblo de Israel en Egipto, en su primera pascua, fue librado del ángel de la muerte, pero que el costo fue tomar un cordero sin defecto, sacrificarlo y usar su sangre para cubrir el marco de sus puerta, y como Jesús era el verdadero cordero de pascua que fue sacrificado el día y la hora que ese cordero se sacrificaba, o quizá uso el Salmo 22 que con tanto detalle el rey y salmista David relata la crucifixión mil años antes de que sucediera, entre muchos otros pasajes, como Jonás dentro del gran pez. Pues tuvieron como dos horas para recorrer ese camino.
28 Llegaron a la aldea adonde iban (Emaús), y él hizo como que iba más lejos.
29 Mas ellos le obligaron (suplicaron) a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado (ya es de noche). Entró, pues, a quedarse con ellos.
Después de todos aquellos pasajes de las Escrituras explicados, sus dudas debieron haberse ido apagando, la Palabra trajo luz en medio de las tinieblas, ahora tenían ánimo y su esperanza estaba renovada, pero el recorrido había terminado, habían llegado a Emaús, y aunque Jesús no se autoinvitó a quedarse, ellos sí lo hicieron, de hecho, le obligaron a quedarse con el pretexto de que era tarde y pronto se oscurecería sin saber a dónde se dirigía, a lo que Jesús, aun no revelado ante ellos, accedió. Muy probablemente ellos querían seguir escuchando toda esa revelación de las Escrituras que mostraban el plan de salvación que Dios diseño desde el principio.
30 Y aconteció que estando sentado (reclinado) con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo (dio gracias a Dios), lo partió, y les dio.
31 Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista.
Jesús entró a la casa como huésped, pero tomó el puesto en la mesa como Señor, para ese momento Él había sido su maestro y ellos eran sus discípulos que aprendían de Él, por lo que no les pareció extraño, y quizá hasta le pidieron que tomara el pan, pronunciara una bendición de agradecimiento a Dios por él y lo repartiera, pero fue en ese momento que los ojos de esos dos discípulos fueron abiertos y reconocieron con quien habían estado todo ese tiempo, que era el Señor Jesús mismo pero resucitado.
No se nos dice que fue lo que los llevó a reconocer a Jesús en ese momento, algunos creen que al partir el pan y entregárselos, vieron sus muñecas horadadas por los clavos de la cruz (como se las mostró a Tomás en Juan 20:27), e inmediatamente después de que le reconocieron desapareció de su vista, el lugar donde estaba reclinado en la mesa quedo inmediatamente vacío, lo que nos muestra otra capacidad de ese cuerpo glorificado, la de aparecer y desaparecer aun con un cuerpo físico, lo que nos confirma que la remoción de la piedra del sepulcro por un ángel, no fue porque Jesús necesitaba que la quitaran para poder salir, sino que removieron la piedra para que las mujeres y los discípulos pudieran entran y confirmar que Jesús había resucitado.
Vs. 32-35. Disposición
32 Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría (explicaba) las Escrituras?
Extrañados por lo sucedido, comenzaron a intercambiar comentarios de cómo mientras caminaban y el Señor les explicaba las Escrituras sus corazones ardían, como su corazón que se había enfriado lleno de preocupaciones y tristeza, la Palabra de Dios había transformado su corazón a gozo, y es que la Palabra de Dios es viva como dice Hebreos 4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
33 Y levantándose en la misma hora (sin esperar), volvieron (regresaron) a Jerusalén, y hallaron a los once (apóstoles) reunidos, y a los que estaban con ellos (discípulos),
34 que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón (Pedro).
35 Entonces ellos (los dos de Emaús) contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.
No les importó que ya fuera de noche, ni que acababan de caminar once kilómetros para llegar a Emaús, en ese momento, ya con sus corazones transformados por la Palabra, decidieron regresar a Jerusalén, desde donde habían salido, para contarle a los discípulos que habían visto a Jesús resucitado, pero para sorpresa de ellos, antes de que pudieran contar lo que vivieron, se encontraron a los once apóstoles y al resto de los discípulos, que tenían una reunión llena de gozo, ya que decían “verdaderamente el Señor ha resucitado”, ya que contaban con el testimonio de Pedro, a quien para ese momento Jesús ya se le había aparecido, y quien fuera el primero de los apóstoles a quien se le apareció (1 Cor. 15:5), no tenemos registro bíblico con el detalle de ese encuentro de Pedro con el Señor resucitado, pero el hecho de que haya sucedido ese encuentro el primer día de la semana y antes de subir a Galilea, nos habla del amor del Señor en restaurar a aquel de Sus discípulos que le había negado tres veces.
Al escuchar de ese encuentro de Jesús resucitado con Pedro, fue que estos dos discípulos compartieron con el grupo lo que les había acontecido y como habían reconocido al Señor al partir el pan, lo que ha de haber incrementado en todos, la certeza de la resurrección de Jesús.
Conclusión:
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