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Versículo a memorizar: “Óyenos, señor nuestro; eres un
príncipe de Dios entre nosotros; en lo mejor de nuestros sepulcros sepulta a tu
muerta” Génesis 23:6
Introducción: Este pasaje nos muestra una representación de Jesucristo como el Cordero
sustituto por los pecados del Hombre, es decir; como una figura anticipada de lo
que Cristo haría más adelante.
Desarrollo:
1. Los años de la vida
de Sara. (v. 1)
1 Fue
la vida de Sara ciento veintisiete años; tantos fueron los años de la vida de
Sara.
Sara fue la única mujer de la biblia cuya edad cuando murió está escrita;
nos da una idea de su valor en los planes y las promesas de Dios. Dos veces se
menciona a Sara como un ejemplo en la Escritura. (Is. 51:1-2 ; 1 Pe. 3:3-6).
2. El duelo de Abraham.
(v. 2)
2 Y murió Sara en Quiriat-arba, que es Hebrón,
en la tierra de Canaán; y vino Abraham a hacer duelo por Sara, y a llorarla.
Abraham hizo duelo y lloró por la
muerte de su mujer, pero su tristeza no fue como aquella de los que no
tienen esperanza como dice 1
Tesalonicenses. 4:13 Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis
acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no
tienen esperanza. El llanto por la muerte de algún
familiar es una muestra de nuestra cercanía con esa persona y del dolor que
causa el efecto del pecado que trae castigo a la naturaleza humana.
3. Un lugar para
sepultura. (v. 3-9)
3 Y se levantó Abraham de delante de su
muerta, y habló a los hijos de Het, diciendo:
4 Extranjero y forastero soy entre vosotros;
dadme propiedad para sepultura entre vosotros, y sepultaré mi muerta de delante
de mí.
Siendo extranjero y forastero, Abraham no tenía tierras como propiedad;
pero al morir Sara, Abraham buscó un lugar donde enterrarla. Tampoco tenía la
necesidad de poseer alguna tierra ya que Dios le había prometido que se la
daría en heredad.
5 Y respondieron los hijos de Het a Abraham, y
le dijeron:
6 Oyenos, señor nuestro; eres un príncipe de
Dios entre nosotros; en lo mejor de nuestros sepulcros sepulta a tu muerta;
ninguno de nosotros te negará su sepulcro, ni te impedirá que entierres tu muerta.
Abraham llevaba años viviendo en la región, y se había ganado el
reconocimiento de sus habitantes como un principe (nasiy: alguien exaltado) de
Dios; por lo que respondieron positivamente a su pedido.
7 Y Abraham se levantó, y se inclinó al pueblo
de aquella tierra, a los hijos de Het,
8 y habló con ellos, diciendo: Si tenéis
voluntad de que yo sepulte mi muerta de delante de mí, oídme, e interceded por
mí con Efrón hijo de Zohar,
9 para que me dé la cueva de Macpela, que
tiene al extremo de su heredad; que por su justo precio me la dé, para posesión
de sepultura en medio de vosotros.
Abraham no estaba pidiendo nada regalado; él estaba dispuesto a pagar el
precio justo por la propiedad, ya que era un principe de un Dios justo. Pero
lo terrenal se quedara, rdebemos recordad que nuestra esperanza esta en la
heredad eterna que recibiremos como hijos de Dios en los lugares celestiales
como dice Hebreos 11:9-10 9Por
la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena,
morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10porque
esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es
Dios.
4. La negociación con
Efrón. (v. 10-20)
10 Este Efrón estaba entre los hijos de Het; y
respondió Efrón heteo a Abraham, en presencia de los hijos de Het, de todos los
que entraban por la puerta de su ciudad, diciendo:
11 No, señor mío, óyeme: te doy la heredad, y
te doy también la cueva que está en ella; en presencia de los hijos de mi
pueblo te la doy; sepulta tu muerta.
12 Entonces Abraham se inclinó delante del
pueblo de la tierra,
13 y respondió a Efrón en presencia del pueblo
de la tierra, diciendo: Antes, si te place, te ruego que me oigas. Yo daré el
precio de la heredad; tómalo de mí, y sepultaré en ella mi muerta.
Abraham no aceptó la oferta. Si no la pagaba, no tendría el derecho legal
sobre esta propiedad, y le podría ser quitada tan fácilmente como le fue
dada. Abraham fue sabio, y no aceptó un regalo comprometedor. El
estaba dispuesto a pagar el precio justo.
14 Respondió Efrón a Abraham, diciéndole:
15 Señor mío, escúchame: la tierra vale
cuatrocientos siclos de plata; ¿qué es esto entre tú y yo? Entierra, pues, tu
muerta.
Al final, Efrón aceptó venderle su heredad, pero le puso un precio muy
alto.
16 Entonces Abraham se convino con Efrón, y
pesó Abraham a Efrón el dinero que dijo, en presencia de los hijos de Het,
cuatrocientos siclos de plata, de buena ley entre mercaderes.
17 Y quedó la heredad de Efrón que estaba en
Macpela al oriente de Mamre, la heredad con la cueva que estaba en ella, y
todos los árboles que había en la heredad, y en todos sus contornos,
18 como propiedad de Abraham, en presencia de
los hijos de Het y de todos los que entraban por la puerta de la ciudad.
Abraham aceptó sin regateos el precio, y pagó 400 siclos de plata por el
terreno.
19 Después de esto sepultó Abraham a Sara su
mujer en la cueva de la heredad de Macpela al oriente de Mamre, que es Hebrón,
en la tierra de Canaán.
20 Y quedó la heredad y la cueva que en ella
había, de Abraham, como una posesión para sepultura, recibida de los hijos de
Het.
La Escritura dedica todo este capítulo a la descripción del lugar de
sepultura de Sara por su importancia al ser el lugar donde Isaac e Ismael
sepultaron luego a Abraham. (Gn. 25:9) Isaac y Rebeca, fueron sepultados aquí
junto con Lea la esposa de Jacob, (Gn. 49:30–31) y donde José sepultó también a
Jacob (Gn. 50:13).
Aplicación práctica:
1)
De la muerte de Sara: que los que hemos creido en
Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, moriremos con esperanza de que nos
prometió vida eterna. (1 Juan 2:25)
2)
De Abraham: Tener un testimonio de “principe de Dios” siempre
será mejor que tener un amplio patrimonio y ser conocido como “Principe del
mundo”. (1 Juan 2:17)
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