Objetivo: Atestiguar el proceso decadente de quienes
impíamente se niegan a reconocer la verdad de Dios.
Introducción:
El Rey Hedores.
Hay varias referencias a
Herodes en el Nuevo Testamento y es importante identificarlos bien para no
confundirlos. Herodes el Grande fue el rey en los días del nacimiento de Jesús,
y quien ordenó la muerte de los niños de Belén (Mt 2:13-16). A su muerte, su
reino se dividió en cuatro partes entre sus hijos: Aristóbulo, Arquelao,
Antipas y Felipe. Antipas asumió el nombre dinástico de Herodes cuando comenzó
a reinar sobre Galilea y Perea. Este es el Herodes del que trata nuestro pasaje,
y aunque se le dice “rey” que era el sentido en que se le conocía popularmente,
su título oficial era "tetrarca".
Desarrollo:
14 Oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre
se había hecho notorio; y dijo: Juan el Bautista ha resucitado de los muertos,
y por eso actúan en él estos poderes.
El nombre de Cristo se había hecho
notorio, por lo que Jesús había hecho, pero quizá también por lo que los 12
discípulos enviados enseñaban y hacían en el nombre de Jesús.
Herodes con la carga de conciencia
que tenía de que había matado al profeta Juan, incuso pensaba que era el mismo
pero resucitado de entre los muertos.
15 Otros decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta,
o alguno de los profetas.
La impresión general a la que la
gente llegó, es que estaban presenciando la visita de alguien enviado de Dios,
pero especulaban si podía ser Juan el Bautista, o si tal vez Elías había
regresado del cielo para inaugurar la era venidera, o si había resucitado
alguno de los profetas antiguos. Y aunque sus ideas en torno a la identidad de
Jesús eran realmente inadecuadas, sin embargo, su idea básica era absolutamente
acertada: Dios mismo había irrumpido en la historia de los hombres por medio de
su Hijo.
16 Al oír esto Herodes, dijo: Este es Juan, el que yo
decapité, que ha resucitado de los muertos.
Herodes estaba descubriendo que la
muerte de los siervos de Dios no puede silenciar el mensaje de Dios, además de
que estaba convencido que era Juan el Bautista resucitado.
17 Porque el mismo Herodes había enviado y prendido a
Juan, y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de Felipe
su hermano; pues la había tomado por mujer.
18 Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la
mujer de tu hermano.
19 Pero Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía;
Los historiadores cuentan que Herodes
se había casado con una hija del rey de Damasco, pero se divorció de ella para
volverse a casar con Herodías, quien era mujer de su hermano Felipe, pero no Felipe
el Tetraca, sino otro hijo de Herodes el grande llamado Felipe quien vivía como
ciudadano romano común, ya que había sido a desheredado de su padre, por lo que
no tenía ninguno de los beneficios de la aristocracia herodiana (Herodes el
grande tuvo muchos hijos porque tuvo 10 esposas). Este acto de inmoralidad fue
denunciado con firmeza por parte de Juan el Bautista, lo que le acarreó el odio
Herodías quien lo quería matar.
20 porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón
justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero
le escuchaba de buena gana.
Herodes había encarcelado a Juan por
causa de Herodías. Podemos imaginarnos, por lo tanto, que Juan debió de ser la
causa de muchas discusiones entre ellos, hasta el punto en que Herodes no pudo
más y decidió encarcelarlo. Pero aunque tomó esta decisión, en el fondo de su
corazón, Herodes sabía que Juan era un hombre inocente, íntegro, consagrado a
Dios y a su servicio, hasta el grado que Herodes "le escuchaba de buena
gana".
Herodes tenía dos pensamientos:
respetaba a Juan y le escuchaba, pero le faltaba la decisión para terminar las
relaciones pecaminosas con una mujer que no era la suya y que le arrastraba al
pecado.
Aplicación práctica: Esto que le sucedió a Herodes es un
claro ejemplo de lo que le sucede a mucha gente en nuestro tiempo: escuchan la
Palabra y les gusta, pero no quieren dejar sus pecados y tienen este conflicto
entre su conciencia y sus pasiones y no toman nunca la decisión correcta.
21 Pero venido un día oportuno, en que Herodes, en la
fiesta de su cumpleaños, daba una cena a sus príncipes y tribunos y a los
principales de Galilea,
22 entrando la hija de Herodías, danzó, y agradó a
Herodes y a los que estaban con él a la mesa; y el rey dijo a la muchacha:
Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré.
23 Y le juró: Todo lo que me pidas te daré, hasta la
mitad de mi reino.
Se juntaron varias cosas por lo que
se volvió el día oportuno; es decir, el día de mayor vulnerabilidad para Herodes,
primero festejaba su cumpleaños, es decir toda la atención de ese día era para él,
había además invitado a gente muy importante pero que trabajaba para él, por lo
que seguramente lo adulaban con palabras
y regalos, se acostumbraba en esas fiestas romanas que hubiera mucho vino y
como ingrediente adicional; el baile con connotación sensual que bailó la hoja
de Herodías, le agrego a la noche lascivia y volvió a Hedores, quien era un
hombre poderoso y astuto en un hombre débil, hasta el grado de ofrecerle la mitad
de su reino.
24 Saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella le
dijo: La cabeza de Juan el Bautista.
La muchacha tiene una gran oferta,
puede tener joyas, palacios, siervos etc, pero pide consejo a la mamá quien la
había enviado, solo que para Herodías, la prioridad mas alta que tenía en su
corazón era la muerte de Juan el Bautista, quizá estaba viendo de cerca la
posibilidad de que Herodes la dejara por lo que el Bautista lo confrontaba y no
quería dejar su posición de esposa del tetrarca y todos los beneficios y comodidades
que eso tenía.
25 Entonces ella entró prontamente al rey, y pidió
diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el
Bautista.
26 Y el rey se entristeció mucho; pero a causa del
juramento, y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla.
Herodes se había amarrado con los
dichos de su boca al haber jurado y como lo había hecho frente a toda la gente
importante de su reino que servía al rey, prefirió cumplir su promesa sobre la
tristeza que eso le causaba.
27 Y en seguida el rey, enviando a uno de la guardia,
mandó que fuese traída la cabeza de Juan.
28 El guarda fue, le decapitó en la cárcel, y trajo su
cabeza en un plato y la dio a la muchacha, y la muchacha la dio a su madre.
Mando quitarle la cabeza a Juan el
Bautista, por eso su carga de conciencia que le acusaba y que leímos al
principio.
29 Cuando oyeron esto sus discípulos, vinieron y tomaron
su cuerpo, y lo pusieron en un sepulcro.
La cabeza de Juan se la quedo Herodías,
el cuerpo lo sepultaron sus discípulos, pero Dios lo recibió completo en el
Cielo, su alma y su espíritu descansan con el Señor.
Cuando Jesús esta por ir a la Cruz,
Pilato no encontrando ninguna falta en Él, lo mando con Herodes que estaba de
visita en Galilea, y sucedió lo que se relata en Lucas 23:8-9 8Herodes, viendo a Jesús, se alegró mucho, porque hacía tiempo
que deseaba verle; porque había oído muchas cosas acerca de él, y esperaba
verle hacer alguna señal.9Y le hacía muchas preguntas, pero él nada
le respondió. Jesús
no le respondió ninguna palabra, Juan el Bautista le había hablado suficiente
del Reino, que Jesús no gasto ni una sola palabra con él.
Aplicación práctica: Observar el proceso decadente; es
decir, que va de mal en peor, en este caso de Herodes y así mismo de todas las
personas que les gusta escuchar de Dios pero que no se arrepienten y no rinden
su vida a Cristo.
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