Tuesday, July 30, 2024

Lucas 23:26-31 Llorad por vosotros mismos

 

Llorad por vosotros mismos

Lucas 23:26-31

Objetivo: Reflexionar al respecto de nuestra necesidad de llorar a tiempo y por la razón correcta.

 

Introducción: Pilato había determinado en tres ocasiones que Jesús era inocente (Lc. 23:4,14, 22), por lo que lo quería soltar, pero había decidido azotar a Jesús antes se hacerlo, quizá para que los líderes religiosos se fueran sintiendo que consiguieron algo contra Jesús, esos azotes eran injustos si no había encontrado ningún delito en Él.

 

Al apóstol Juan detalla ese castigo en Juan 19:1 Así que, entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó, mientras que los castigos judíos más severos en las sinagogas se limitaban a 40 latigazos menos 1, los azotes romanos no tenían límite, los realizaban con instrumento de tortura llamado “flagelum romano”, que partía de un palo o mango corto al que se le amarraban varias tiras que terminaban con bolas de plomo o dientes de animales o piedras, que producían terribles daños al golpear, y que en ocasiones se encajaban en la piel por lo que volvían a causar daño al regresar, después de esos terribles azotes el apóstol continua el relato en Juan 19:2-6 2Y los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura; 3y le decían: ¡Salve, Rey de los judíos! y le daban de bofetadas. 4Entonces Pilato salió otra vez, y les dijo: Mirad, os lo traigo fuera, para que entendáis que ningún delito hallo en él. 5Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre! 6Cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles, dieron voces, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Pilato les dijo: Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo delito en él.

 

Desarrollo:

26 Y llevándole (a Jesús a crucificarlo), tomaron (agarraron, echaron mano de) a cierto Simón de Cirene (ciudad al norte de África), que venía del campo, y le pusieron encima (obligaron a cargar) la cruz para que la llevase tras (detrás) Jesús.

Había sido dictada la sentencia por el pueblo que gritaba “¡Crucifícale!” (Mr. 15:14), Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, soltó a Barrabas y entregó a Jesús como dice Mateo 27:26 Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado, lo entregó a un centurión romano que estaba a cargo de cuatro soldados, quienes fueron lo que lo llevaron a la cruz (Jn. 19:23), cargando su propia cruz (Jn. 19:17) en dirección hacia el Gólgota, que significa lugar de la Calavera (Mt. 27:33).

 

Los condenados a la crucifixión tenían que llevar cargando sus propias cruces, (algunos historiadores creen que era la cruz completa y otros que era solo el travesaño; es decir, la madera horizontal llamada “patibulum”), lo que era muy cruel, ya que ellos cargaban sus propios instrumentos de tortura y muerte. Hay registros de que a los condenados se les ataba al cuello una tabla donde se escribía la causa de su condena, ya que querían hacerlo lo más vergonzoso posible para desanimar a la gente a cometer tales delitos. Los propios romanos lo consideraban como una muerte cruel y terrible, tan es así, que los ciudadanos romanos estaban exentos de ese tipo de muerte.

 

En ese camino entre el pretorio, que estaba dentro de la ciudad y el lugar de la crucifixión, que estaba cerca, pero fuera de la ciudad (Jn. 19:20), que es de poco menos de un kilómetro, al parecer, Lucas relata el hecho cuando habías salido de la ciudad, ya que dice que había un hombre que venía del campo a la ciudad de Jerusalén en ese momento como dice Marcos 15:21 Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, a que le llevase la cruz.

 

El agotamiento físico que mostró el Señor tuvo que ser evidente para los soldados, que obligaron a Simón a cargar la cruz de Jesús el último tramo, o por lo menos una parte de él. Es de entenderse y un de admirarse desde el punto de vista humano lo que pasó el Señor, pues llevaba las ultimas 15 horas desde que salió del aposento alto, pasando en agonía por el Getsemaní sudando gotas de sangre, siendo arrestado por la noche, compareciendo en tres juicios religiosos judíos en la madrugada y por la mañana, donde le golpearon y le escupieron, siendo llevado a tres juicios civiles romanos donde lo flagelaron sin ninguna consideración, le pusieron una corona de espinas, le abofetearon y lo pusieron a cargar una pesada cruz. Jesús, con todas las debilidades humanas, pero sin pecado, debió llegar a un momento que literalmente no hubiera podido seguir caminando con la cruz a sus espaldas flageladas.

 

El problema fue resuelto por los soldados romanos usando una ley de ocupación romana que le permitía a todo soldado exigir a cualquier ciudadano que llevase una carga durante una milla (Mt. 5:41). Mateo, Marcos y Lucas, registran que el hombre elegido para esa tarea se llamaba Simón y que era originario de una ciudad llamada Cirene, que era una ciudad costera al norte de África, en lo que hoy es el país de Libia, donde el libro de los Hechos menciona que había una numerosa colonia de judíos (Hch. 2:10; 6:9; 11:20; 13:1).

 

No es claro si Simón habitaba en Jerusalén o estaba allí solo por la fiesta de la Pascua como mucha gente en ese momento, y aunque no se relata más sobre él, si intercambió miradas o palabras con Jesús, o si le llevó la cruz hasta el Gólgota o solo por un tramo, si se quedó a la crucifixión de Jesús o se retiró una vez que los soldados lo liberaron de su encomienda, o si escucho las palabras de Jesús. Lo que sí sabemos, es que Marcos, en su relato, menciona a los hijos de Simón por nombre, Alejandro y Rufo (Mr. 15:21), lo que implica que eran conocidos de los lectores de Marcos, lo que ha llevado a la mayoría de los estudiosos a concluir que Simón de Cirene, después de este encuentro con Jesús, se hizo su discípulo, al igual que sus hijos, quienes eran conocidos en la Iglesia de Roma, incluso algunos piensan que es ese mismo Rufo, hijo de Simón de Cirene a quien Pablo cita en la despedida de la carta a los Romanos (Ro. 16:13).

 

Lucas termina relatando que Simón de Cirene llevaba la cruz siguiendo a Jesús, cumpliendo literalmente las palabras que Jesús había dicho en Lucas 9:23 Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.

 

27 Y le seguía gran multitud (mucha gente) del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación (gritaban de tristeza) por él.

Ver a Jesús tan maltratado por la golpiza recibida, tan humillado por las burlas de los soldados y exhausto en su condición física de ese momento, debió conmover el corazón de algunas mujeres que le seguían, o que estaban en el lugar donde aquella peregrinación rumbo al Gólgota iba pasando. No parece ser mujeres que fueran discípulos de Jesús, simplemente mujeres que lloraban y gritaban con tristeza por la ejecución de un hombre.

 

 

 

 

 

28 Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos.

Jesús se dio el tiempo de voltear hacia donde estaban esas mujeres llorando, quizá hizo una pausa, para consolar, alentar, pero sobre todo para advertir a aquellas mujeres que no lloraban por Él, ya que Él estaba yendo a la cruz como parte del plan de Dios para la salvación del hombre como dijo Pedro en dice Hechos 2:23 a este, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole, además de que Jesús iba voluntariamente como dijo en Juan 10:17 Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar, y como anunciaron todos los profetas (Lc. 24:25).

 

El Señor les dice que deberían de llorar, pero por su futuro cercano, ya que su lloro no era por su pecado, o por el pecado del pueblo, o por los malos gobernantes que tenían, o por todos aquellos que, teniendo a Jesús frente a ellos, estaban rechazando la Verdad, y con ello, la oportunidad de gracia que Dios les había concedido.

 

Jesús les dice que sus lágrimas y sus gritos de tristeza deberían hacerlo por ellas y por sus descendientes, ya que, como les había dicho con anterioridad, había un juicio que llegaría a aquella ciudad de Jerusalén unos años después, por la rebeldía del pueblo mostrada contra Dios y Su enviado.

 

El Señor ya se los había dicho en Lucas 13:34-34 34¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados (mensajeros)! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! 35He aquí, vuestra casa os es dejada desierta (abandonada); y os digo que no me veréis, hasta que llegue el tiempo en que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor. Jerusalén, la capital de Israel, que se había vuelto un pueblo rebelde, en Jerusalén estaban todos los líderes religiosos, que deberían de guiar al pueblo a Dios y a Jesús como el Mesías esperado, y en lugar de eso; lo estaban alejando, a pesar de que Dios les estuvo mandado profetas como Isaías, Jeremías, Zacarías, Juan el Bautista y ahora hasta a Su propio Hijo, y que, debido a eso, aquella ciudad con sería destruida.

 

También se lo había dicho a sus discípulos unos días antes cuando hablaban de lo hermosas que eran las piedras del Templo, y el Señor les dijo en Lucas 21:6 En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán (llegará el día) en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida. Jesús les enseñó que no se deberían de dejar impresionar por las piedras y los adornos que formaban aquellas majestuosas edificaciones que habían visto, y les adelantó cuál sería su cercano final, toda esa grandeza sería destruida, y no quedaría piedra sobre piedra, lo que terminó sucediendo 40 (cuarenta) años después, ya que en el año 70 (setenta) cuando las fuerzas del Imperio Romano, comandadas por Tito Vespasiano, quién después se convirtiera en Emperador, devastaría Jerusalén con todos sus majestuosos palacios, sus grandes construcciones y su Templo, no dejando piedra sobre piedra, y no solo la ciudad, sino también los habitantes fueron destruidos, ya que no pudieron escapar y fueron asesinados, así como sus registros genealógicos fueron desintegrados en su totalidad; según el historiador Josefo más de 1 millón de personas murieron en ese acontecimiento.

 

Aplicación práctica:

19

 Nosotros debemos recibir esa misma exhortación de Jesús hacia aquellas mujeres, de no llorar por el desagradable camino que pasó Jesús para llegar a la muerte de Cruz, o por alguna experiencia sentimental, ya que, si eso no nos lleva darnos cuenta de que fue nuestro pecado el que lo hizo pasar por allí, si no es como el lloro de Pedro (Lc. 22:62), que produjo arrepentimiento, no serviría de nada, por eso Jesús dijo que la bienaventuranza está en los que lloran por su condición de pecado como dijo en Mateo 5:4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.


El verdadero lloro y la verdadera tristeza para con Dios, es la que produce arrepentimiento como le dijo Pablo a la iglesia de corinto en 2 Corintios 7:9-11 9Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. 10Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte. 11Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto.

 

Aun en los que hemos creído en Jesús como nuestro Señor y Salvador, hay una tristeza al saber que todavía, aun ya estando en Cristo, cargamos con una naturaleza pecadora con tendencia al pecado, misma que un día será removida como dice 2 Corintios 5:2-4 2Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; 3pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos. 4Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.

 

El profeta Isaías profetizo 700 años antes del Mesías, que un día, el Señor destruirá el último enemigo que es la muerte de los que hizo Su pueblo, y estando en Su presencia con un cuerpo glorificado, sin el poder del pecado en nuestras vidas, no habrá más lloro como dijo en Isaías 25:8 Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho.

 

El Señor ha redimido nuestro espíritu (salvación), actualmente está rendimiento nuestra alma (santificación), y esperamos ese momento glorioso cuando redima nuestro cuerpo (glorificación), y podamos adorarle y glorificarle sin nada que nos estorbe, pero mientras ese tiempo llega, gemimos al igual que la creación esperando ese momento como dice Romanos 8:22-23 22Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; 23y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.

 

29 Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas (dichosas) las estériles (las que no tienen hijos), y los vientres que no concibieron (dieron a luz), y los pechos que no criaron (amamantaron).

Regresando a la advertencia original que Jesús les hizo a las mujeres que lloraban y se lamentaban por él, a las que les dijo que era mejor que lloraran por ellas y por sus hijos, ahora les dice una bienaventuranza que era contrario a la lógica y contrario al pensamiento judío,  ya que una mujer que no tenía hijos, era considerada como una que no era bendecida por Dios,  pero aquí Jesús se refiere a que serían bienaventuradas las que no pudieran dar a luz, o las que pudiendo, no dieran a luz, o las que dieran a luz pero que no estuvieran amamantando niños cuando lleguen los terribles días de guerra y destrucción a Jerusalén, ya que no tendrán que sumarle a la angustia de estar sitiados por un ejército, el tener que dar a luz o cuidar y proteger a un niño pequeño.

 

30 Entonces comenzarán a decir (suplicarán) a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados (cerros): Cubridnos (escóndanos, entiérrenos).

En ese tiempo de destrucción que se avecinaba por parte del ejercito romano, habría tanta angustia y aflicción, que la gente de la ciudad preferiría morir siendo aplastados por los montes y los collados.

 

31 Porque si en el árbol verde (viviente) hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?

Jesús concluye su exhortación a las mujeres que lloraban por Él, poniéndose como ejemplo, Jesús siendo un árbol verde, conserva la humedad, y hace difícil que se queme por el fuego, no es comparado por el árbol seco que fácilmente se prende por el fuego, si los romanos, dirigidos por Poncio Pilato lo declararon inocente y lo estaban tratando así, como los trataran al pueblo cuando los acusen de sedición y les manden al ejército a destruir la ciudad y su Templo.

 

Conclusión:

19

 Aunque sin duda El Señor está refiriéndose aquí a las hijas de Jerusalén, y muy probablemente acerca de Lucas 13:34-35; este pasaje también nos permite reflexionar al respecto de nuestra necesidad de llorar a tiempo y por la razón correcta (Mt. 5:4); (2 Co. 7:9-11); (2 Co. 5:2-4); (Is. 25:8); (Ro. 8:22-23).

 

 

 

 

 

Wednesday, July 24, 2024

Lucas 23:1-25 ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo?

 

¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo?

Lucas 23:1-25

Objetivo: La pregunta del título siempre nos pondrá ante el testimonio de la Verdad (Que es Cristo), revelando la condición de nuestro corazón, la cual determinará el futuro de nuestra existencia (Dt. 30:19); (Mt. 5:8); (Jn. 3:36).

 

Introducción: Jesús, después de haber sido arrestado en Getsemaní, fue pasado por tres juicios religiosos, el primero en casa de Anás, suegro de Caifás quien era el sumo sacerdote, el segundo en casa de Caifás, donde estaban varios miembros de concilio (Sanedrín), pero todo esto de manera irregular, ya que había sido en la madrugada, por lo que mandaron resguardar a Jesús mientras amanecía y llevaban a cabo el tercer juicio judío religioso con concilio completo, y que fuera de día, con la intención de darle validez a sus perversas intenciones, ya que no estaban buscando hacer un justo juicio, sino buscar un pretexto para culpar a Jesús, por eso llevaron falsos testigos que fracasaron, hasta que inculparon a Jesús por decir que Él era el Cristo, el Mesías, el Hijo del Hombre, el Hijo de Dios, y que se sentaría a la diestra del poder de Dios. El concilio entendió claramente que eso significaba decía ser Dios, por lo que lo acusaron de blasfemia, y querían proceder a matarlo, pero como los romanos les habían quitado el derecho de ejercer la pena de muerte, es que ahora llevarán a Jesús antes las autoridades romanas para que ellos le quiten la vida.

 

Desarrollo:

Vs. 1-5. La oportunidad

1 Levantándose entonces toda la muchedumbre (concilio, asamblea) de ellos, llevaron a Jesús a Pilato (gobernador romano).

Salieron de la casa de Caifás donde tenían preso a Jesús (Jn. 18:28), lo llevaron atado a Poncio Pilato, quien ejerció el poder en la provincia de Judea (Mt. 27:2) por 10 años, él se encontraba en el pretorio (Jn. 18:28), lugar donde se encontraba el gobernador romano, que podría ser en la fortaleza Antonia o en el palacio de Herodes, esta sería su cede cuando estaba en Jerusalén, ya que su residencia oficial se encontraba en Cesarea. Los líderes religiosos no quisieron entrar al pretorio, para no contaminarse, ya que ese día se celebraba la pascua (Jn. 18:28), que ironía, no tuvieron problema en acusar falsamente a Jesús, y al mismo tiempo no quisieron contaminarse entrando a lugares romanos, el hecho es que se quedaron afuera, por lo que el dialogo con Pilato fue a distancia.

 

El primer acercamiento con Pilato se registra en Juan 18:29-32 29Entonces salió Pilato a ellos, y les dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre? 30Respondieron y le dijeron: Si este no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado. 31Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley. Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie, la blasfemia por la que falsamente inculpaban a Jesús, según la Ley, debería de ser castigada por muerte a pedradas (Lv. 24:16), pero como no podían hacerlo, es que lo habían traído a Poncio Pilato.

 

2 Y comenzaron a acusarle, diciendo: A este hemos hallado que pervierte (alborota, agita) a la nación, y que prohíbe dar tributo (impuestos) a César (Emperador), diciendo que él mismo es el Cristo (Mesías), un rey.

Los líderes religiosos o no argumentaron que Jesús dijo ser Dios, ya que a los Romanos eso no les importaría nada, sino que lo acusaran de querer ser “el rey de los Judíos”, que alborotaba a la nación y que prohibía dar tributo al César, lo que eran acusaciones falsas, pero que asustarían a Pilato, ya que si el pueblo levantaba un rey que no fuera puesto por el imperio romano, el sería el responsable y quizá pagaría con su propia vida, sin embargo, Jesús cayó ante tales acusaciones como dice Mateo 27:12-14 12Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió. 13Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? 14Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho.

 

3 Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y respondiéndole él, dijo: Tú (mismo) lo dices.

4 Y Pilato dijo a los principales (jefes) sacerdotes, y a la gente (multitud): Ningún delito (culpa) hallo (encuentro) en este hombre.

Pilato sabía que las acusaciones que le hacían eran por envidia (Mt. 27:18), pero se enfoca es en la acusación política, en que se dijera rey de los judíos, ya que eso causaría una revuelta en la nación,  el evangelio de Juan, describe a más detalle ese dialogó que sucedió en el interior del pretorio como dice: Juan 18:33-38 33Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? 34Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? 35Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? 36Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. 37Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. 38Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad? Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: Yo no hallo en él ningún delito.

 

La conclusión del gobernador era la de haber encontrado a Jesús sin culpa de las acusaciones que le hacían.

 

5 Pero ellos (los acusadores) porfiaban (insistían), diciendo: Alborota (agita, produce disturbios) al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí (Jerusalén).

Los acusadores no se moverían fácilmente de su objetivo que era ver a Jesús muerto, por lo que insistieron en sus acusaciones, insinuando que el alboroto que causaba en la gente era muy grande, que abarcaba toda la zona sur llamada Judea y toda la zona norte llamada Galilea.

 

Vs. 6-12. La evasión

6 Entonces Pilato, oyendo decir, Galilea, preguntó si el hombre era galileo.

7 Y al saber (enterarse) que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió (envió) a Herodes (Antipas), que en aquellos días también estaba (se encontraba) en Jerusalén.

Debido a la insistencia de los líderes religiosos de que Pilato tome acciones y después de haber escuchado que Jesús era de Galilea, y como esa región que estaba al norte de Israel, no estaba dentro de su área de gobierno, determinó mandarlo con Herodes quien era el gobernador de Galilea, que ese día estaba en Jerusalén, muy probablemente debido a que la fiesta de la pascua judía desplegaba cientos de miles de personas y eso requería mucha supervisión.

 

8 Herodes, viendo a Jesús, se alegró mucho, porque hacía tiempo que deseaba verle (conocerlo); porque había oído muchas cosas acerca de él, y esperaba verle hacer alguna señal (algún milagro).

9 Y le hacía muchas preguntas, pero él nada le respondió.

Este era Herodes Antipas, uno de los hijos de Herodes el grande quien mandó matar a los niños de belén cuando no regresaron los sabios del oriente, este Antipas es quien había tomado por mujer a la esposa de su hermano Felipe, y quien, instigado por Herodías, mandó decapitar a Juan el Bautista.

 

Lucas no dice en donde estaba Herodes, pero se asume que en el palacio que tenía en Jerusalén, era un hombre inmoral, perverso y poco confiable, y por lo que leemos; estaba muy curioso de conocer a Jesús, pero por los motivos incorrectos, por verle hacer algún milagro, por eso, y porque tuvo a Juan el Bautista por profeta y no lo escuchó, es que Jesús no le respondió ninguna de sus preguntas.

 

10 Y estaban los principales (jefes de los) sacerdotes y los escribas (maestros de la ley) acusándole con gran vehemencia (mucha insistencia).

Los acusadores que habían estado muy insistentes con Pilato, ahora siguieron a Jesús con Herodes para seguir acusándole y lo hacían muy enérgicamente.

 

11 Entonces Herodes con sus soldados le menospreció (despreciaron) y escarneció (ridiculizaron), vistiéndole de una ropa espléndida (lujosas, como de rey); y volvió a enviarle a Pilato.

Herodes no ganaba nada en sentenciar a Jesús, no necesitaba quedar bien con los judíos, porque no eran de la jurisdicción que el gobernaba, por lo que hace lo más conveniente para él, devolver a Jesús a Pilato, no sin antes despreciar a Jesús y junto con sus soldados romanos, ridiculizarle al vestirle con ropas como de rey, probablemente como respuesta a que Jesús no le respondió ninguna de sus preguntas, y procedió a regresarlo con Pilato.

 

12 Y se hicieron amigos Pilato y Herodes aquel día; porque antes estaban enemistados entre sí.

No se sabe porque estaban enemistados, se presume que alguna razón política, algunos creen que por el incidente de la muerte de unos galileos cuando presentaban sacrificios en el templo (Lucas 13:1). El hecho es que, después de este evento, se reconciliaron.

 

Vs. 13-25. La sentencia

13 Entonces Pilato, convocando (llamó) a los principales (jefes de los) sacerdotes, a los gobernantes (líderes religiosos), y al pueblo,

14 les dijo: Me habéis presentado a este como un hombre que perturba (alborota) al pueblo; pero habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno (no lo he encontrado culpable) de aquellos de que le acusáis.

15 Y ni aun Herodes, porque os remití (envié) a él; y he aquí, nada digno de muerte ha hecho este hombre.

16 Le soltaré, pues, después de castigarle (disciplinarle, enseñarle una lección, azotarle).

Como ni Pilato ni Herodes habían encontrado nada contra Jesús, Pilato llama a los líderes religiosos que acusaban a Jesús, y también convocó al pueblo, quizá pensando que el pueblo apoyaría su decisión que sería contraria a los envidiosos líderes religiosos, y procedió a decirles no hallaba ningún delito en Él, por lo que le soltaría.

 

La sentencia estaba dicha, Jesús era inocente, sin embargo, con la finalidad de ceder un poco a los caprichos de los religiosos, Pilato decidió azotar a Jesús antes se soltarlo, quizá para que ellos se fueran sintiendo que consiguieron algo contra Jesús, ya que, si era inocente, no hace ningún sentido el castigarlo, este castigo también es injusto.

 

Juan detalle ese castigo en Juan 19:1-6 1Así que, entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó. 2Y los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura; 3y le decían: ¡Salve, Rey de los judíos! y le daban de bofetadas. 4Entonces Pilato salió otra vez, y les dijo: Mirad, os lo traigo fuera, para que entendáis que ningún delito hallo en él. 5Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre! 6Cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles, dieron voces, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Pilato les dijo: Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo delito en él.

 

17 Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta (de Pascua).

18 Mas toda la multitud dio voces a una (grataban juntos), diciendo: ¡Fuera con este, y suéltanos a Barrabás!

19 Este había sido echado en la cárcel por sedición (una rebelión, levantamiento) en la ciudad, y por un homicidio.

20 Les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús;

21 pero ellos volvieron a dar voces (a gritar), diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale!

22 Él les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho este? Ningún delito digno de muerte he hallado en él; le castigaré (le azotaré), pues, y le soltaré.

23 Mas ellos (la multitud) instaban a grandes voces (gritaba cada vez más alto), pidiendo (demandando, exigiendo) que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los principales sacerdotes prevalecieron (consiguieron lo que querían).

Pilato no conocía bien a los líderes judíos que no desistirían hasta ver muerto a Jesús, y quienes incitarían al pueblo a pedir la muerte por crucifixión como lo relata a más detalle Marcos 15:6-15 6Ahora bien, en el día de la fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidiesen. 7Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta. 8Y viniendo la multitud, comenzó a pedir que hiciese como siempre les había hecho. 9Y Pilato les respondió diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos? 10Porque conocía que por envidia le habían entregado los principales sacerdotes. 11Mas los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que les soltase más bien a Barrabás. 12Respondiendo Pilato, les dijo otra vez: ¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los judíos? 13Y ellos volvieron a dar voces: ¡Crucifícale! 14Pilato les decía: ¿Pues qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más: ¡Crucifícale! 15Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado, el mismo evento es relatado también en Mateo 27:15-26 15Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen. 16Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás. 17Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? 18Porque sabía que por envidia le habían entregado. 19Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él. 20Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto. 21Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás. 22Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado! 23Y el gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado! 24Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros. 25Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos. 26Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado.

 

Barrabas, cuyo nombre significa “hijo de papá”, era un hombre rudo, quizá del grupo de los Zelotes, que había intentado un motín en la ciudad, tratando por la fuerza la liberación del pueblo judío de la opresión romana; es decir, una insurrección y en ella probablemente había matado a algún romano por lo que se le acusaba de homicida, por lo que era considerado por el pueblo como un verdadero patriota y por lo tanto famoso.

 

Es interesante observar que Barrabas que estaba condenado a muerte fue liberado cuando fue sustituido por Jesús, de la misma manera que nosotros estábamos condenados espiritualmente, hasta que Jesús tomó nuestro lugar al recibir en Él la paga del pecado que nos correspondía y morir en lugar nuestro, para encones nosotros poder ser llamados Hijos de Dios como dice Juan 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.

 

24 Entonces Pilato sentenció que se hiciese (decidió hacer) lo que ellos pedían;

25 y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición (rebelión) y homicidio, a quien habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.

Con una clara debilidad moral como dirigente y buscando quedar bien con el pueblo por encima de sus convicciones, ya que no había una sola prueba en contra de Jesús, Pilato terminó cediendo a las demandas de los líderes religiosos, que deshonraban su Ley y a su Dios, líderes que para este momento, ya tenían incitado a el pueblo que allí estaba reunido, quienes gritaban enloquecidos por la muerte de cruz para Jesús y Pilato cedió a la voluntad de ellos, es decir; pediría a los soldados romanos que llevarán a Jesús a la crucifixión.

 

Aplicación práctica:

19

 debemos recordar lo que el apóstol Pablo le dijo a la Iglesia de Galacia, de lo importante que es no querer agradar a los hombres antes que a Dios en Gálatas 1:10 Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.

 

Romanos 3:21-31 Justificados por la fe

  Justificados por la fe Romanos 3:21-31   Objetivo: Exal...