Monday, June 12, 2023

Lucas 9:37-45 Generación Incrédula

 

Generación Incrédula

Lucas 9:37-45

 
 


Objetivo: Pedirle al Señor que nos ayude a crecer en la fe y en el entendimiento.

 

Introducción:

Después de que los Pedro confesara que Jesús era el “Cristo de Dios”, y Jesús enseñara que esa confesión debe de ir acompañada de negarse a sí mismo, tomar cada día su cruz y seguirle, unos días después Pedro, Juan y Jacobo vieran a Jesús transfigurado; es decir, mostrando su gloria que siempre ha tenido, del que dieron testimonio, Moisés representando la Ley, Elías representando a los profetas, e incluso el Padre en forma audible diciendo “Este es mi Hijo amado; a él oíd”, ahora descienden los 4 (cuatro) del monte para encontrarse una situación muy especial.

 

Desarrollo:

Vs. 37-41 La falta de fe de los discípulos

37 Al día siguiente, cuando descendieron (bajaron) del monte, una gran multitud (mucha gente) les salió al encuentro.

Al día siguiente. Un día después de la transfiguración, la que debió haber sucedido de noche, Marcos registra que después de la transfiguración y la voz desde la nube, los discípulos se quedaron con Jesús para preguntarle el por qué los escribas enseñaban que era necesario que Elías viniera antes que el Mesías (Mr. 9:11), todo eso debío de llevar un tiempo, por lo que descendieron al día siguiente.

 

Cuando descendieron del monte. Marcos agrega que “llegó a donde estaban los discípulos” (Mr. 9:14); es decir; a la llanura donde estaban los otros 9 (nueve) discípulos que no habían subido con Jesús al monte.

 

Una gran multitud les salió al encuentro. Los discípulos no estaban solos, había una gran multitud y entre ellos estaban unos escribas que discutían con los discípulos (Mr. 9:14) que se asombraron de Jesús (Mr. 9.15), quizá porque llegó cuando no lo esperaban, o porque quizá todavía quedaba en su rostro algo de luz de la gloria que había mostrado en el monte.

 

38 Y he aquí, un hombre de la multitud clamó diciendo (dijo con voz fuerte): Maestro, te ruego que veas (ayudes) a mi hijo, pues es el único que tengo;

Y he aquí. Esta es una forma particular que Lucas a estado usando para llamar la atención del lector, como un ¡Mira! ó ¡De pronto!, había un hombre gritando en medio de la multitud.

 

Un hombre de la multitud clamó diciendo. Marcos registra que Jesús les había preguntado a los discípulos sobre ¿qué era lo que estaban discutiendo con los escribas? (Mr. 9:15), y no hubo respuesta, sino que apareció este hombre y fue el que respondió.

 

Maestro, te ruego que veas a mi hijo. Mateo dice que ese hombre se arrodilló delante de Jesús (Mt. 17:14) y se dirige a Jesús llamándole “Maestro”, que era una forma habitual como muchos veían a Jesús en esos momentos.

 

Pues es el único que tengo. Este muchacho era el único hijo de este hombre, de la misma manera que el hijo de la viuda de Naín, que era su único hijo, al que Jesús resucitó (Lc 7) y la hija de Jairo, el principal de la sinagoga, que era hija única, a la que Jesús también resucitó (Lc 8).

 

39 y sucede que un espíritu le toma (lo agarra, lo posee), y de repente da voces (lo hace gritar), y le sacude con violencia, y le hace echar espuma, y estropeándole (maltratándole), a duras penas se aparta de él.

Y sucede que un espíritu le toma. El padre le dice al Señor que ese demonio era un espíritu mudo (Mr. 9:17) y sordo (Mr. 9:25); es decir, que producía que su hijo no pudiera hablar ni escuchar.

 

Y de repente da voces, y le sacude con violencia, y le hace echar espuma. Marcos agrega que crujía o rechinaba los dientes y que se iba secando (Mr. 9:18). El padre consideraba que su hijo se comportaba como un lunático, ya que se muchas veces se aventaba al fuego y muchas en el agua (Mt. 17:15), por lo que vemos que la situación del muchacho era de extrema gravedad.

 

Y estropeándole, a duras penas se aparta de él. Era muy prolongado el tiempo donde el demonio le hacía tener al muchacho un tipo de convulsiones, por lo que cuando se “apartaba de él” o dejaba de manifestarse de esa forma, el muchacho quedaba físicamente destrozado.

 

40 Y rogué (pedí) a tus discípulos que le echasen (sacasen, expulsaran) fuera, y no pudieron.

El padre en su búsqueda por ayuda, fue a buscar a Jesús, pero no lo encontró, ya que había subido al monte con 3 (tres) de sus discípulos, por lo que les pidió ayuda a los otros 9 (nueve) discípulos que se habían quedado al pie del monte. Recordemos que Jesús ya los había mandado a predicar del reino de Dios, y les había dado poder y autoridad sobre las enfermedades y los demonios (Lc. 9:1), por lo que ya se habían enfrentado a situaciones parecidas y habían tenido éxito, pero esta vez, lo intentaron hacer, pero no pudieron, lo que parece que ocasionó la discusión que tenían con los escribas, probablemente burlándose de ellos o acusándolos de ser impostores.

 

Esa incapacidad de los discípulos, que quizá usaron el nombre de Jesús frente al demonio y que no tuvieron éxito, probablemente causo en el Padre del muchacho que su fe se debilitara, ocasionando que la esperanza de que su hijo fuera sanado se comenzara a perder.

 

Aplicación Práctica: Sin duda, Jesús tiene un poder transformador de vidas porque es “Poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Rom. 1:16), pero en ocasiones, las vidas de los cristianos no siempre son un ejemplo de ese poder transformador, y terminan siendo un mal testimonio para aquellos que los están observando y dudan del poder de Dios. Nuestro testimonio puede ser motivo de alabanza a Dios o de desprestigio del poder de Dios ante los hombres.

 

41 Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula (sin fe) y perversa (malvada)! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros, y os he de soportar? Trae acá a tu hijo.

Respondiendo Jesús, dijo. Son unas palabras que muestran un profundo desagrado del Señor Jesús, pero aún en el original griego no se sabe con certeza a quien está dirigida, si a los 9 (nueve) discípulos que habían fracasado en el ejercicio de su fe al no poder libertar al muchacho, a pesar de haber seguido a Jesús ya por un tiempo e incluso ya habían sido revestidos de poder y autoridad (Lc 9:1) y ya habían sido enviado de dos en dos y habían podido comprobar la eficacia de esa autoridad, si a los escribas que estaban discutiendo con los discípulos y muy probablemente, alegrándose de la impotencia de los discípulos, en lugar de mostrar compasión por el endemoniado, si al padre del muchacho que carecía de una fe suficiente en el poder sanador de Jesús, si a la multitud presente que generalmente se nos ha relatado que estaban siempre más ocupados en sí mismos que en el bienestar de otros; o simplemente, estas palabras que muestran un enojo natural, estaban dirigidas a toda esa generación, a todos los presentes.

 

¡Oh generación incrédula y perversa! Esa incredulidad en Jesús no era por falta de evidencias en Él, lo había mostrado de muchas maneras, esa incredulidad venía de la perversión moral y espiritual que los llevaba a rechazar a Jesús como el Cristo (Mesías) de Dios, un corazón endurecido y la presencia de pecado, los tenía sin poner su confianza en Jesús. Algo parecido a lo que declaró Moisés en Deuteronomio 32:4:5 4Él es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; es justo y recto. 5La corrupción (perversidad) no es suya; de sus hijos es la mancha, Generación torcida y perversa.

 

¿Hasta cuándo he de estar con vosotros, y os he de soportar? Esta pregunta doble, muestra el cansancio de Jesús ante la incredulidad y perversión del pueblo, una expresión parecida a la de una persona cansada al final de una jornada de un trabajo físico y desgastante, o a la de un maestro agotado de tratar de enseñar a alumnos incapaces y rebeldes, quizá deberíamos de entender esta expresión como un “¿cuánto tiempo más necesitan para entender que si soy yo el Mesías que esperaban?”

 

Trae acá a tu hijo. Aún sobre su natural molestia de la falta de fe de esa generación, Jesús va a mostrar su infaltable misericordia y resolverá el problema deshaciendo las obras del diablo (1 Jn. 3:8), y le da una orden clara al padre de traer al muchacho a donde Él está, donde estaba toda la multitud, donde estaban todos los discípulos y los escribas.

 

V. 42 La infaltable misericordia de Jesús

42 Y mientras se acercaba el muchacho, el demonio le derribó (tiró al suelo) y le sacudió con violencia; pero Jesús reprendió al espíritu inmundo (impuro, demonio), y sanó al muchacho, y se lo devolvió a su padre.

Y mientras se acercaba el muchacho. El muchacho comenzó a acercarse a Jesús, probablemente siendo llevado de la mano por su padre, Marcos agrega que el espíritu vio a Jesús (Mr. 9:20) y fue entonces cuando comenzó a actuar nuevamente.

 

El demonio le derribó y le sacudió con violencia. Además de que echaba espumarajos (Mr. 9:20), por lo que la manifestación de este espíritu fue muy evidente para todos los presentes.

 

Antes de reprender al espíritu y hacerlo salir del muchacho, Marcos registra siguiente dialogo entre Jesús y el padre del muchacho en Marcos 9:21-23 21Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. 22Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. 23Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. 24 E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad.

 

Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Jesús sin duda sabía desde cuando este muchacho estaba en esa condición, la pregunta ayudó al Padre a recordar todo el tiempo que había vivido esa situación que estaba por terminar, quizá eso le ayudaría a tener un corazón más agradecido por lo que Jesús va a hacer por él.

 

Y él dijo: Desde niño. No nos dice cuanto en tiempo, pero, por la respuesta sabemos que eran años en lo que como familia padecían por la situación del muchacho.

 

Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle. El demonio poseyendo al muchacho, lo había llevado al fuego, lo que ha de haberle producido marcas en su piel y lo llevaba a aguas, ambas cosas con la intención de matarle.

 

Pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. Aquel hombre conocía y creía en Jesús, pero no creía en su poder para liberar a su hijo de esa agonía que estaba viviendo, lo notamos cuando dice “si puedes”, que muestra que no está seguro del poder sanador de Jesús, que diferencia con el Leproso que relató anteriormente Lucas en Lucas 5:12 Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.

 

Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. Jesús le contestó de la misma manera, el hombre había dicho “si puedes”, y ahora Jesús le dice que “si el puede” creer que Jesús puede libertar a su hijo, porque al que cree, todo le es posible.

 

E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. El padre del muchacho, entendiendo que, si él creía, su hijo sería sanado, inmediatamente contestó “Creo”, pero al parecer, en ese momento se dio cuenta de que no creía por completo, que creía en Jesús, pero había perdido la esperanza de que su hijo sanara y no estaba seguro que Jesús pudiera hacerlo, por lo que en seguida le pidió a Jesús “ayuda mi incredulidad”, y aunque no está registrada la respuesta de Jesús a esa petición, claramente le ayudó en su incredulidad al libertar a su hijo y entregárselo sano.

 

 

Pero Jesús reprendió al espíritu inmundo, y sanó al muchacho. Marcos registra la forma en que Jesús se dirigió al espíritu en Marcos 9:25-27 25Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. 26Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. 27Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó.

 

Y se lo devolvió a su padre. Una vez libre, el muchacho podía regresar a casa con su padre, quien había venido con la esperanza de que Jesús le sanará a su hijo, esperanza que se fue desvaneciendo hasta el grado de pedirle a Jesús ayuda con su incredulidad.

 

Mateo y Marcos registran que los discípulos estando ya aparte, al entrar en casa le preguntaron “¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?” Mateo registra que Jesús les contestó que fue “por su poca fe” (Mt. 17:20), mientras que Marcos registra que les dijo: “Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno” (Mr. 9:29); es decir, con comunión con Dios, ya que la oración tiene el propósito de conectarte con Dios y el ayuno de desconectarte del mundo; en otras palabras, como no saben cuándo se enfrentarían a ese género de demonios, les era necesario siempre estar en constante comunión con Dios.

 

Vs. 43-45 La falta de entendimiento de los discípulos

43 Y todos se admiraban (asombraban) de la grandeza de Dios. Y maravillándose (en medio de tanta admiración) todos de todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos:

Y todos se admiraban de la grandeza de Dios. Jesús volvió a mostrar su poder y autoridad, ante el padre, ante la multitud, ante los discípulos que habían fracasado y ante los escribas que buscaban el desprestigio de Jesús, por lo que todos quedaron asombrados del poder de Dios, solo Dios podía haber ayudado a ese muchacho y fue lo que Jesús hizo, por lo que reiteraba delante de todos con sus hechos, que era Dios encarnado.

 

Y maravillándose todos de todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos. Marcos registra que las siguientes palabras se las dijo en algún camino por Galilea (Mr. 9:30), no fue inmediatamente después de la liberación del muchacho endemoniado y por lo que todos, se refiere a los discípulos que continuaban conversando de ese evento.

 

44 Haced que os penetren bien en los oídos (pongan mucha atención de) estas palabras; porque acontecerá que el Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres.

Haced que os penetren bien en los oídos estas palabras. No cabe duda que, aunque Jesús les ordenaba que hicieran que les penetraran bien sus palabras, era como metiendo profundamente la semilla, a fin de que cuando llegara el Espíritu Santo las hiciera germinar, ya que les permanecieron veladas para que no las entendieran hasta que todo lo Escrito acerca de Jesús se cumpliera primero (Lc. 9:22).

 

Porque acontecerá que el Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres. El registro más detallado de lo que Jesús les dijo, está en Marcos 9:31 Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; pero después de muerto, resucitará al tercer día. Judas sería en encargado de entregarlo “en manos de hombres”; es decir, de los soldados romanos,  de los miembros del sanedrín, de los dos sumos sacerdotes, de los gobernadores romanos, etc.

 

45 Mas ellos no entendían estas palabras, pues les estaban veladas para que no las entendiesen (aún no había llegado el momento para que las entendiesen); y temían preguntarle sobre esas palabras.

Los discípulos se entristecieron en gran manera, pero sin comprender lo que les decía, si escucharon, pero no entendían, quizá porque esas declaraciones iban contrarias a la enseñanza tradicional, pero incompleta de que el Mesías vendría a reinar, y eso no se podía conciliar en sus mentes son su muerte y eso generaba una barrera en su entendimiento de lo que Jesús les estaba diciendo, pero tenían miedo de preguntarle, en otras ocasiones si les pidieron que les explicara cosas, pero en esta ocasión prefirieron no preguntar y se quedaron sin entender.

Quizá porque hacía muy poco tiempo que Jesús había reprendido a Pedro cuando le reconvino que no fuera a la Cruz y Jesús le dijo “¡Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (Mr. 8:33), muy probablemente eso les limitó a preguntarle.

 

Recordemos que Jesús fue voluntariamente a la cruz llevando a cabo el plan de salvación establecido por Dios como dice Hechos 2:23 a este, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole, aunque eso no le quita la responsabilidad a los hombres. Jesús quería que ellos comprendieran que la aparente derrota que se avecinaba en Jerusalén, era en realidad una victoria de Dios sobre el pecado.

 

Aplicación Práctica: Pedirle al Señor que nos ayude a crecer en la fe y en el entendimiento.

 

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