Mi Porción
Salmo 119:57-64
Objetivo: Aprender a disfrutar la presencia de Dios y el compañerismo con mis hermanos (el cuerpo de Cristo).
Versículo para atesorar: “Mi porción es Jehová; he dicho que guardaré tus palabras.” Salmo 119:57
Introducción: El Salmo 119 es un salmo acróstico que exalta la supremacía de la Palabra de Dios. Esta sección es la octava estrofa del Salmo 119, marcada por la letra hebrea Chet (ח), el salmista expresa una entrega total a Dios y una determinación renovada de obedecerle.
Vv. 57-60. La presencia
V. 57. “Mi porción es Jehová; he dicho que guardaré tus palabras.”
Mi porción es Jehová. ‘Mi porción’, viene del hebreo <jéleq> (Strong H2506), que significa parte asignada, herencia, propiedad, porción de una heredad.
En Israel, la “porción” se refería a la tierra heredada por cada tribu (Jos. 14–19). Pero los levitas, aquellos que servían en el altar, no recibieron tierra; su porción era Jehová mismo como vemos en Números 18:20 Y Jehová dijo a Aarón: De la tierra de ellos no tendrás heredad, ni entre ellos tendrás parte. Yo soy tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel; Esto significaba que, a diferencia de las otras tribus, los levitas: no recibieron tierra, no recibieron una heredad física, Dios mismo era su herencia.
La frase “Mi porción es Jehová” no era exclusiva de los levitas, aunque nació en el contexto levítico. Con el tiempo se convirtió en una declaración espiritual para todo el pueblo fiel de Dios, especialmente para aquellos que buscaban a Dios de corazón. Así lo vemos en el profeta Jeremías, quien, aunque era de la tribu de Benjamín, dijo en Lamentaciones 3:24 Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré. En el contexto de Lamentaciones, se describe la destrucción de Jerusalén. El pueblo lo había perdido todo: tierra, templo, casas, nación, seguridad y estabilidad; y en medio de esa pérdida, Jeremías proclama que, aunque habían perdido todo, no habían perdido a Dios.
El salmista se identifica espiritualmente con esa frase. No busca posesiones; Dios mismo es su más grande tesoro. Es como si dijera: “El Señor es todo lo que necesito; Él es mi completa satisfacción; en Él está mi seguridad y esperanza.”
Esta es una verdad válida para todos los siervos de Dios. Nuestra herencia no es el dinero, ni las posesiones, ni las relaciones. Nuestra seguridad no está en el trabajo ni en la salud. Nuestra porción eterna es Dios mismo: una herencia que no se pierde.
Quien tiene a Cristo, lo tiene todo. Quien pierde todo pero tiene a Cristo… no ha perdido nada.
He dicho que guardaré tus palabras. La porción del creyente determina su obediencia. Porque el Señor es su porción, entonces: “Guardaré tus palabras.” Un siervo que verdaderamente tiene al Señor como su porción demuestra esta realidad al comprometerse a guardar Su palabra.
En el orden bíblico: 1. Dios se da a Su pueblo → 2. Su pueblo responde en obediencia. No al revés.
V. 58. “Tu presencia supliqué de todo corazón; ten misericordia de mí según tu palabra.”
Tu presencia supliqué de todo corazón. La palabra ‘presencia’ viene del hebreo <pané> (Strong H6440), que significa, rostro, presencia, favor. El salmista desea no solo conocer a Dios y sus verdades doctrinales, desea una comunión personal con Él, por eso lo hace con todo su corazón; es decir, con la totalidad del ser interno: mente, afectos y voluntad. De la misma manera que Jesús enseñó en Marcos 12:30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.
Ten misericordia de mí según tu palabra. La súplica por la presencia de Dios exige venir con temor reverente, consciente de la propia indignidad. Se debe implorar misericordia, como la mujer que vino "temblando y temiendo" como vemos en Marcos 5:33 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad.
Observemos que el siervo de Dios tiene una búsqueda apasionada: “Tu rostro busqué”; muestra una entrega total: “con todo mi corazón”; con una súplica humilde: “ten misericordia de mí”; y se basa en la Escritura “según tu palabra”.
V. 59. “Consideré mis caminos, y volví mis pies a tus testimonios.”
Consideré mis caminos. El salmista hace una auto-evaluación espiritual honesta, es un acto de búsqueda de sabiduría, antes de volver a Dios, primero examina sus caminos, de la misma manera que dice Jeremías en Lamentaciones 3:40 Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová.
Y volví mis pies a tus testimonios. El examen honesto del salmista lleva a una acción concreta, toma una decisión: regresar a Dios. El siervo vuelve sus pies a los testimonios de Dios para ser hecho sabio, pues el testimonio del Señor es fiel y hace sabio al sencillo, como dice el Salmo 19:7b … el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo, no se vuelve sus emociones, ni la cultura, ni su experiencia, sino la Escritura, ya que en ella esta su delicia y sus consejeros como dijo en el Salmo 119:24 Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros.
La vida del siervo de Dios es un constante “volver al evangelio”; y siempre el arrepentimiento verdadero siempre produce un cambio visible en la dirección de la vida.
V. 60. “Me apresuré y no me retardé en guardar tus mandamientos.”
La palabra ‘apresuré’, viene de la palabra hebrea <jush> (Strong H2363), que significa moverse rápidamente, actuar con urgencia y prontitud. Implica una respuesta inmediata, sin excusas ni demoras. El salmista hace una doble declaración de la misma idea al insistir en “no me retardé”. La palabra ‘retardé’ es la palabra hebrea <ajar> (Strong H309), que significa tardar, retrasarse, postergar, demorarse deliberadamente.
El salmista muestra una obediencia urgente, que viene como resultado de buscar en la presencia de Dios y Su misericordia, así como del gozo que le producen Sus mandamientos, como dice el Salmo 19:8a Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón…
Un afecto santo del siervo de Dios, lo lleva a tomar acciones rápidas y resueltas hacia la obediencia, sabe que retrasarse en obedecer es desobediencia.
Vv. 61-64. El compañerismo
V. 61. “Compañías de impíos me han rodeado, mas no me he olvidado de tu ley.”
Compañías de impíos me han rodeado. La palabra ‘rodeado’, viene del hebreo <jebel>, significa lazo, cordel, trampa, red, atadura. Tiene la idea de algo que oprime, atrapa o restringe.
El salmista está siendo rodeado, presionado o perseguido por los malvados. Esto puede incluir; persecución directa, burla, presión social, tentaciones o cualquier influencia del mal para hacerlo caer.
Mas no me he olvidado de tu ley. A pesar de estar rodeado por la impiedad y sujeto a un sistema mundano, el siervo se mantiene fiel. Su palabra es el ancla firme del alma que le impide olvidar Su ley, como lo dijo en el Salmo 119:16 Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras, prefiere padecer que deliberadamente olvidarse de la Palabra, de la misma manera que hicieron los hombres de fe, como se menciona en Hebreos 11:25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado.
V. 62. “A medianoche me levanto para alabarte por tus justos juicios.”
La palabra “medianoche” indica el momento más profundo de la noche, usualmente de mayor cansancio, quietud y vulnerabilidad. El salmista muestra que su vida entera, incluso el descanso nocturno, estaba rendida a Dios.
Levantarse "a medianoche para alabarte" Implica intención, decisión y esfuerzo. No es algo accidental, y evidencia que los juicios de Dios son el mayor tesoro del siervo, más deseables que el oro y más dulces que la miel que destila del panal como dice el Salmo 19:9-10 9El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos justos. 10Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal.
El motivo primordial del siervo de Dios es la alabanza, no es su bienestar personal, sino los justos juicios de Dios. Esto es una adoración madura, centrada en el carácter de Dios.
El salmista encuentra en la noche la oportunidad para volverla un altar a Dios, como dice Salmo 63:6 Cuando me acuerde de ti en mi lecho, cuando medite en ti en las vigilias de la noche.
V. 63. “Compañero soy yo de todos los que te temen y guardan tus mandamientos.”
‘Compañero’, viene del hebreo <javer> (Strong H2270), que significa amigo íntimo, aliado, alguien unido por propósito o pacto.
El salmista no tiene una relación superficial, sino asociación de vida, una unión moral y con los que tienen temor de Dios. La presencia de Dios (v. 58) se vive en la comunión de los santos, lo que exige separarse de malas compañías como dice el Salmo 1:1 Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado.
Aquí vemos la combinación bíblica inseparable: Temor interno + obediencia externa. Este es el verdadero andar del siervo de Dios.
V. 64. “De tu misericordia, oh Jehová, está llena la tierra; enséñame tus estatutos.”
De tu misericordia, oh Jehová, está llena la tierra. La palabra ‘misericordia’ en hebreo es <hesed> (Striong H2617), es uno de los términos más ricos del AT, que habla de amor inquebrantable de Dios, la fidelidad de Su pacto, de una compasión activa, de Su gracia que actúa.
El mundo está quebrantado, pero aún refleja la misericordia de Dios, como dice Lamentaciones 3:22-23 22Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. 23Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.
Enséñame tus estatutos. Después de contemplar la misericordia de Dios, el salmista siente una necesidad profunda de aprendizaje espiritual. Es como si dijera: “Tu amor llena todo. Enséñame cómo vivir en respuesta a tu misericordia”.
Esta declaración final resume la vida del siervo. Todo, incluida la comunión, se fundamenta en la misericordia de Dios, razón por la cual el siervo pide ser enseñado en Sus estatutos.
Conclusión. La porción del siervo no es una idea etérea, sino una realidad objetiva: es el Señor mismo, experimentado a través de Su Palabra y vivido en la comunión del cuerpo de Cristo. Esta relación íntima y comunitaria es la fuente de la que emanan la misericordia, la sabiduría y el gozo, delineando así el carácter y la vida del auténtico siervo de Dios.