viernes, 31 de octubre de 2025

Salmo 119:25-32 Vivifícame Según Tu Palabra

Vivifícame Según Tu Palabra

Salmo 119:25-32

 

Versículo para atesorar:Abatida hasta el polvo está mi alma; vivifícame según tu palabra.Salmo 119:25

Introducción: En esta cuarta estrofa del Salmo 119, marcada por la letra hebrea Dálet (ד), el salmista expresa una profunda aflicción y un dolor paralizante; por alguna circunstancia en su vida. Sin embargo, en medio de su profunda tristeza, reconoce dos verdades vitales: que solo Dios puede vivificar su alma; y que La Palabra de Dios es el medio a través del cual Él lo hace.

V. 25. Una verdad fundamental. El salmista sabe que solo la Palabra de Dios tiene el poder de dar y sostener la vida.

V. 25. “Abatida (pegada) hasta el polvo está mi alma; vivifícame según tu palabra.”

Abatida hasta el polvo está mi alma. Se necesita una inmensa vulnerabilidad para admitir cuándo nos sentimos derrotados, agotados o espiritualmente "en el polvo".  La palabra ‘abatida’ viene del hebreo <dāvaq> (Strong H1692), que literalmente significa “pegarse”, “adherirse”, “aferrarse” o “unirse fuertemente”. En este contexto, el salmista expresa que su alma se ha pegado al polvo, una imagen de profunda humillación, debilidad y sufrimiento.

 

Desde el principio de la creación, Dios eligió Su Palabra como el agente de vida y renovación, como podemos ver en Génesis 1:3 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz, así como  en  Hebreos 11:3 Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía, y en el Salmo 33:6 Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca.

 

Vivifícame según tu palabra. En momentos de dificultad, nuestra tendencia es buscar soluciones en nuestras propias fuerzas o en distracciones humanas. Sin embargo, el salmista nos recuerda que la fuente de la vida auténtica y duradera se encuentra únicamente en Dios y Su Palabra. El verbo ‘vivifícame’ proviene del hebreo <chāyâh> (Strong H2421), que significa “dar vida”, “revivir”, “preservar la vida”. El salmista no pide simplemente alivio, sino vida espiritual renovada conforme a la Palabra de Dios.

 

La Palabra de Dios no solo dio existencia a la vida, sino que continúa sosteniéndola, como dice Génesis 2:7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente; así como 2 Timoteo 3:16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia y en Deuteronomio 8:2-3 2Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. 3Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no solo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.

Esa "palabra que sale de la boca del Señor" no es meramente un texto antiguo; es el poder vivo, creativo y sustentador de Dios. Encuentra su máxima expresión en una persona: Jesucristo, como lo revela el apóstol Juan en Juan 1:1 En el principio ya existía el Verbo (la Palabra), y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Cuando el salmista clama ser revivido por la "palabra", está anhelando, sin saberlo completamente, la vida que solo se encuentra en Cristo, la Palabra hecha carne.

Vv. 26-29. Nuestro clamor en medio del dolor. El salmista nos muestra tres cosas esenciales por las cuales debemos clamar cuando la tristeza nos abruma.

 

Vv. 26-27. Enséñame y dame entendimiento.

V. 26. “Te he manifestado (declarado, expuesto) mis caminos, y me has respondido; enséñame tus estatutos.”

Te he manifestado mis caminos. Esto no es un acto de presunción, como si estuviera presentando con orgullo sus planes y esperando la aprobación de Dios. Al contrario, es un acto de confesión total. El verbo ‘manifestado’ proviene del hebreo <sāfar> (Strong H5608), que significa “contar”, “relatar”, “confesar” o “exponer detalladamente”, lo cual implica que el salmista abrió completamente su corazón ante Dios.

 

La confesión honesta ante Dios tiene un poder transformador. Cambia la dinámica de nuestra relación con Él, rompe nuestro orgullo y abre la puerta para que su guía y su sabiduría fluyan hacia nosotros.

 

Esa confesión revela transparencia espiritual, en la que Dios se agrada, como dice el Salmo 32:5 Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Selah; así como en Proverbios 28:13 El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.

 

‘Mis caminos’ se refiere al modo de vida, las decisiones, los pensamientos y las intenciones del corazón, incluyendo planes, fracasos y frustraciones. Ya no estamos tratando de justificar nuestras acciones; estamos rindiendo nuestra perspectiva ante la suya.

 

Y me has respondido. El salmista reconoce una respuesta divina. La frase implica una experiencia personal de oración contestada. Podemos confiar en que Dios responde como dice en Jeremías 33:3 Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.

 

Enséñame tus estatutos.  El texto no dice explícitamente qué es lo que Dios le respondió, pero su clamor de "enséñame tus estatutos" nos da una pista. Sugiere que la respuesta de Dios fue similar al principio que encontramos en Proverbios 3:5-6 5Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. 6Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. La respuesta de Dios a nuestra confesión a menudo es un llamado a dejar de depender de nuestra propia sabiduría y a confiar plenamente en la suya.

 

V. 27. “Hazme entender (dame entendimiento) el camino de tus mandamientos, para que medite en tus maravillas.”

Hazme entender el camino de tus mandamientos. El salmista reconoce que la comprensión espiritual proviene de Dios. No pide inteligencia humana, sino iluminación divina. La mente humana puede leer la Biblia, pero solo el Espíritu puede hacerla viviente y eficaz en el corazón, como dice 1 Corintios 2:14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.

 

Para que medite en tus maravillas. El verbo ‘medite’ proviene del hebreo <sîaḥ> (Strong H7878), que significa “pensar profundamente”, “reflexionar”, “hablar consigo mismo acerca de algo sagrado”. El propósito del entendimiento no es intelectualismo, sino adoración y deleite. Mientras que ‘tus maravillas’, viene del hebreo <pele’>, (Strong H6381) se refiere a las obras asombrosas de Dios, tanto en la creación como en la redención.

 

El aprendizaje y el entendimiento verdaderos comienzan con una confesión. Al reconocer nuestra necesidad y abrir el corazón, permitimos que la Palabra de Dios comience a sanar nuestro interior y nos guíe a meditar en Su verdad.

 

V. 28. Anímame y fortaléceme. “Se deshace (derrite) mi alma de ansiedad (tristeza, dolor); susténtame (mantenme firme) según tu palabra.”

Se deshace mi alma de ansiedad. La palabra hebrea traducida ‘se deshace’ es <dalaf> (Strong H1811), que significa “derramarse”, “gotear” o “debilitarse”. Mientras que el término ‘ansiedad’ o ‘tristeza’, refleja un quebrantamiento emocional y espiritual profundo. La imagen es la de un alma que se derrite de tristeza o se consume de dolor interior.

 

El desánimo y la tristeza son experiencias humanas inevitables. En esos momentos, nuestra alma anhela consuelo, y la tendencia es buscarlo en fuentes temporales: un logro, una posesión, la aprobación de otros. Sin embargo, estas fuentes son inconstantes y, a menudo, nos dejan más vacíos. El salmista, en medio de su dolor, sabe exactamente a dónde acudir. De la misma forma que Pedro lo dijo en Juan 6:68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.

 

Susténtame según tu palabra. El salmista no pide ser animado por un cambio de circunstancias, sino específicamente por la "palabra" de Dios. La única fuente de ánimo y consuelo constante y verdadero es Dios en Su Palabra. Ningún logro, posesión material o persona puede cumplir esta función de manera consistente.

 

V. 29. Líbrame de la mentira. “Aparta de mí el camino de la mentira, y en tu misericordia concédeme tu ley.”

Aparta de mí el camino de la mentira. El término ‘mentira’ viene del hebreo <sheqer>, que significa falsedad, mentira, engaño, también puede significar vanidad o ilusión, algo que aparenta verdad, pero carece de sustancia. El salmista pide que Dios lo libre de la “autoilusión”, el "autoengaño"; que la creencia de que algo diferente a Dios y Su palabra puede llenar el vacío interior o sanar las heridas que experimenta, como dice Proverbios 14:12 Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte.

 

El mundo ofrece soluciones superficiales, pero solo la Palabra viva de Dios puede discernir, exponer y renovar las profundidades del alma, como dice Hebreos 4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

 

Y en tu misericordia concédeme tu ley. El término ‘concédeme’ es la traducción del hebreo <chānan> (Strong H2603), que significa “mostrar gracia”, “favorecer gratuitamente”. El salmista sabe que la comprensión y la obediencia de la ley son dones de gracia, no méritos humanos.

 

Pide conocer la ley, pero solo en el marco de la misericordia divina, ya que no es por méritos humanos que somos instruidos y fortalecidos, sino solo por Su gracia y misericordia, como dice Isaías 40:29-31 29Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. 30Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; 31pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.

 

Vv. 30-32. Tres decisiones que tomar. El salmista no permanece pasivo, sino que toma tres decisiones firmes que lo mueven de la parálisis a la acción.

 

V. 30. Escoge ser fiel. “Escogí el camino de la verdad; he puesto tus juicios delante de mí.”

Escogí el camino de la verdad. El salmista no dice “sentí” sino “escogí”. La fe madura actúa por convicción, no por emoción. Esta elección es el antídoto directo al "camino de la mentira". No basta con rechazar la falsedad; debemos abrazar activamente la verdad. El verbo ‘escogí’ viene del hebreo <bāchar> (Strong H977), que significa “seleccionar”, “preferir”, “decidir intencionalmente”. Implica una elección consciente y deliberada, no un impulso emocional. El salmista decide seguir la verdad, el camino que refleja el carácter de Dios y su Palabra, aun cuando haya caminos más fáciles o populares.

 

He puesto tus juicios delante de mí. El salmista no solo elige la verdad, sino que la mantiene constantemente delante de él, como guía de vida, ya que tener los ‘juicios delante de mí’ implica vivir con la Palabra como referencia constante, no solo leerla, sino consultarla para cada paso en nuestro caminar como dice el Salmo 16:8 A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido.

 

V. 31. Aférrate a Su Palabra. “Me he apegado a tus testimonios; oh Jehová, no me avergüences.”

Me he apegado a tus testimonios. El verbo ‘apegado’ proviene del hebreo <dāvaq>, el mismo que se usa en el versículo 25 (“Abatida hasta el polvo está mi alma”). Literalmente significa “pegarse”, “adherirse”, “unirse estrechamente”, “aferrarse con fuerza”.

 

El salmista expresa una adhesión voluntaria y firme a la Palabra de Dios para que moldee los deseos y las decisiones diarias. No se trata de una relación superficial, sino de una unión íntima con los testimonios divinos, como pide Filipenses 2:16 asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado.

 

Oh Jehová, no me avergüences. El verbo ‘avergüences’ viene del hebreo <bôsh> (Strong H954), que significa “ser confundido”, “ser deshonrado” o “quedar defraudado en la esperanza”.

El salmista pide a Dios que no permita que su confianza en Él sea motivo de vergüenza ante los hombres. No se trata de temor al ridículo, sino de un anhelo de que su fe en la Palabra no resulte en decepción.

 

Aunque el mundo desprecie la fe, Dios siempre sostendrá a los que perseveran en Su verdad, como dice Romanos 10:11 Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado; así como en Isaías 49:23 Reyes serán tus ayos, y sus reinas tus nodrizas; con el rostro inclinado a tierra te adorarán, y lamerán el polvo de tus pies; y conocerás que yo soy Jehová, que no se avergonzarán los que esperan en mí.

 

V. 32. Sigue Sus mandamientos. “Por el camino de tus mandamientos correré, cuando ensanches (porque das amplitud a) mi corazón.”

No dice: "Cuando mi entendimiento se expanda, entonces perseguiré tus mandamientos". Dice lo contrario, como lo traduce la Reina Valera Actualizada “Por el camino de tus mandamientos correré porque das amplitud a mi corazón.”

 

Por el camino de tus mandamientos correré. El ‘camino de tus mandamientos’ representa la vida conforme a la voluntad de Dios. El salmista no camina lentamente ni por obligación, corre, porque su corazón ha sido transformado.

 

Cuando ensanches mi corazón. El verbo ‘ensanches’ se traduce del hebreo <rāchab> (Strong H7337), que significa “ampliar”, “liberar”, “dar espacio”. La expresión ‘ensanches mi corazón’ describe la obra interna del Espíritu de Dios que libera al creyente del temor, dándole un corazón dispuesto, generoso y obediente.

 

El corazón estrecho vive esclavo del egoísmo, pero a medida que Dios expande nuestro entendimiento de Su Palabra, nuestra obediencia deja de ser un peso y se convierte en una carrera gozosa de libertad, como dijo Jesús en Juan 8:31-32 31Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

 

El salmista, quien comenzó postrado en el suelo, derrotado y paralizado por el dolor, terminó levantándose para seguir los mandamientos de Dios con un corazón renovado.

 

Conclusión. En los momentos más profundos de tristeza, recordemos que Cristo llevó nuestros dolores en la cruz. Solo Su Palabra puede levantarnos del polvo, fortalecer nuestra fe y renovar nuestro corazón. No busquemos alivios pasajeros; permitamos que la verdad eterna de Dios nos vivifique, nos sostenga y nos guíe hacia Su propósito eterno.

 

Idea principal. Solo la Palabra de Dios tiene poder para vivificar el alma abatida, fortalecerla en el dolor y renovar el corazón para seguir fielmente a Cristo.

 

 

 

viernes, 24 de octubre de 2025

Salmo 119:17-24 Forastero en la Tierra

 

Forastero en la Tierra

Salmo 119:17-24

 

Versículo para atesorar:Forastero soy yo en la tierra; no encubras de mí tus mandamientos.Salmo 119:19

 

Introducción: En esta tercera estrofa del Salmo 119, marcada por la letra hebrea Guímel (ג), el salmista describe el camino del creyente como una peregrinación espiritual y se muestra como un peregrino que ama profundamente la Palabra de Dios, pero que también sufre oposición, desprecio y prueba por causa de su fidelidad.

V. 17. El Propósito del Forastero. El forastero está aquí como siervo de Dios y pide el bien para vivir y obedecer Su Palabra.

 

V. 17. “Haz bien (trata con bondad) a tu siervo; que viva, y guarde tu palabra.”

Haz bien a tu siervo; que viva. El verbo “haz bien” en hebreo es <gāmal> (Strong H1580), que significa tratar generosamente, recompensar, conceder bondad. El salmista se reconoce como ‘siervo’ del hebreo <ebed> (Strong H5650), una palabra que indica dependencia, sumisión y lealtad. No es el rey de su propia vida, sino un siervo gozoso del Rey de reyes, debido a eso, la obediencia ya no es una carga imposible, sino el fruto de la nueva vida que Dios nos da por gracia.

 

Y guarde tu palabra. El salmista no pide riquezas ni comodidad; pide a Dios que le haga bien (lo capacite con Su gracia) para poder vivir y obedecer Su Palabra. El verbo ‘guardar’ viene del hebreo <shamar> (Strong H8104), que significa vigilar, proteger, obedecer cuidadosamente. El salmista pide vida con propósito: no quiere vivir por vivir, sino para obedecer. La meta de su existencia es guardar la Palabra. Él entiende que, por naturaleza, su corazón pecaminoso se desvía.

 

Vv. 18-20. El Privilegio del Forastero. El forastero pide entendimiento porque anhela conocer la Palabra de Dios.

 

V. 18. “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley.”

Abre mis ojos. El salmista reconoce su falta de entendimiento espiritual, como dice Romanos 3:11 No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. El verbo ‘abrir’ viene del hebreo <galah> (Strong H1540), que significa descubrir, quitar el velo, revelar. El mundo nos envuelve en oscuridad y mentiras, impidiéndonos ver la verdad. El salmista ha pedido que Dios le dé vida para guardar Su Palabra (v.17), y ahora reconoce que necesita también iluminación espiritual para comprenderla.

 

No basta con tener la Palabra escrita ni con el deseo humano de obedecerla; es necesario que Dios mismo abra los ojos del corazón para discernir las verdades espirituales. Así sucedió con Lidia, la vendedora de púrpura de Tiatira, quien “adoraba a Dios y estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía” (Hech. 16:14).

Lidia ya participaba de la adoración y escuchaba la enseñanza, pero fue Dios quien intervino soberanamente, quitando el velo de su entendimiento para que recibiera el Evangelio con fe genuina. El resultado fue inmediato: fue bautizada, junto con su familia, y abrió su casa para la obra del Señor.

 

Y miraré las maravillas de tu ley. La palabra ‘maravillas’ viene del hebreo <pele> (Strong H6381), que describe cosas extraordinarias, milagrosas o sobrenaturales. El salmista no busca curiosidad intelectual, sino asombro espiritual. Desea contemplar la sabiduría y la gracia de Dios reveladas en Su Palabra, en Su ley.

 

La iluminación del Espíritu Santo es indispensable para entender las Escrituras, ya que la mente natural no puede comprender las cosas espirituales como dice 1 Corintios 2:14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. Ver las maravillas de la Palabra no depende de la vista humana, sino de la revelación divina.

 

V. 19. “Forastero (peregrino/ extranjero) soy yo en la tierra; no encubras (escondas) de mí tus mandamientos.”

Forastero soy yo en la tierra. El salmista declara una verdad fundamental de nuestra identidad: somos "extranjeros" o "peregrinos" en esta tierra. Como dijo el apóstol Pedro en 1 Pedro 2:11 Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma.

 

La palabra ‘forastero’ proviene del hebreo <ger> (Strong H1616), que significa extranjero, peregrino, residente temporal. Describe a alguien que no tiene ciudadanía ni posesiones estables, alguien que habita de paso. El salmista reconoce que este mundo no es su hogar permanente, sino un lugar de paso mientras camina hacia la presencia de Dios, como dice Pablo en Filipenses 3:20 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.

 

Así vivieron también los patriarcas, como dice Hebreos 11:8-16 8Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. 9Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 11Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. 12Por lo cual también, de uno, y ese ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. 13Conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. 14Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; 15pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. 16Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.

 

No encubras de mí tus mandamientos. Esta identidad nos da una perspectiva eterna. Entendemos que no estamos aquí para acumular tesoros terrenales, sino para vivir para el propósito supremo de nuestra salvación: la gloria de Dios. Y es precisamente este sentimiento de ser un extranjero en tierra extraña lo que alimenta nuestra desesperada necesidad de Sus mandamientos, por eso el salmista pide que Dios no oculte Su verdad, sino que le permita conocer y entender Sus mandamientos. Sin la instrucción divina, caminamos a ciegas, pero con ella, andamos seguros, aunque el mundo sea incierto.

 

V. 20. “Quebrantada está mi alma de desear tus juicios en todo tiempo.”

Después de reconocer su necesidad de revelación divina (v.18) y su condición de peregrino en la tierra (v.19), ahora expresa una pasión intensa por la Palabra de Dios. El alma del salmista no está simplemente interesada; está "quebrantada". El término ‘quebrantada’ viene del hebreo <garas> (Strong H1630), que significa triturar, consumir, desgastar, aplastar. El salmista usa esta imagen para expresar una profunda carga interior, como si su alma se consumiera de deseo. No se trata de tristeza, sino de una intensa hambre espiritual que lo “desgasta” de anhelo por Dios y Su Palabra. Es una necesidad profunda por la presencia y la voluntad de Dios revelada en Sus juicios. Es el eco del corazón contrito y humillado que Dios no desprecia como dice el Salmo 51:17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

 

Un corazón transformado por el Espíritu ama los juicios de Dios en todo tiempo, el amor del salmista por la Palabra no es emocional ni temporal, sino permanente. Su deleite no depende de circunstancias favorables, sino que su alma arde por los juicios de Dios siempre, ya sea que esté en gozo o esté en prueba, como se describe en el Salmo 19:9-10 9El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos justos. 10Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal.

 

Un ejemplo de un alma verdaderamente quebrantada es el rey Josías. Al oír la Palabra de Dios, su corazón se enterneció, se humilló y lloró delante del Señor (2 Re. 22:18-20). Su sensibilidad espiritual mostró un profundo temor y amor por los juicios divinos. En respuesta, Dios le concedió misericordia, prometiéndole que moriría en paz y no vería el juicio que vendría sobre la nación.

 

Vv. 21-24. La Perseverancia del Forastero. El forastero pide protección de los soberbios y encuentra fortaleza en la Palabra de Dios frente al desprecio.

 

V. 21. “Reprendiste a los soberbios, los malditos, que se desvían de tus mandamientos.”

El salmista reconoce la justicia del Señor al reprender a los arrogantes, altivos, orgullosos y rebeldes que rechazan Su Palabra. No habla de aquellos que la ignoran, sino que la desprecia y se opone activamente a ella, como dice Santiago 4:6b … Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.

 

·      El Juicio Divino sobre la Soberbia. El salmista declara que Dios reprende a los "soberbios", quienes son descritos como "malditos" (condenados, en desaprobación divina) precisamente porque se desvían de Sus mandamientos. Esta es una descripción certera de la condición humana sin Cristo. La Escritura nos lo enseña en Romanos 3:23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, y también en Romanos 6:23a Porque la paga del pecado es muerte … La raíz de esta desviación es la soberbia, una rebelión inherente que lleva a la humanidad a cambiar la verdad de Dios por la mentira como nos enseña Pablo en Romanos 1:25 ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

·      La Gracia que Nos Rescató. Contemplar este juicio debería llevarnos a maravillarnos aún más de la gracia de Dios. Al leer esto, cada creyente debe hacer una pausa y confesar con humildad y asombro: "yo estaba en esa fila". Estábamos bajo la misma condenación, destinados al mismo juicio. Sin embargo, nosotros fuimos receptores del amor de Dios como dice Romanos 5:8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Fuimos sacados de esa fila, no porque lo mereciéramos, sino por la increíble e irresistible invasión del amor de Dios en medio de nuestra rebelión.

 

V. 22. “Aparta de mí el oprobio (deshonra) y el menosprecio (desprecio), porque tus testimonios he guardado.”  

Aparta de mí el oprobio y el menosprecio. El salmista siente el peso del desprecio humano como una carga y pide que Dios la retire. La palabra ‘oprobio’ viene del hebreo <cherpah> (Strong H2781), que significa vergüenza, deshonra, humillación pública; mientras ‘menosprecio’ viene de <booz> (Strong H937), que se refiere a burla, desprecio, humillación intencional. El salmista no pide venganza, sino liberación de la vergüenza injusta que recibe por causa de su fidelidad.

 

Porque tus testimonios he guardado. El salmista no busca alivio por mérito propio, sino porque su causa está ligada a la causa de Dios: ha guardado fielmente Su Palabra. La burla que sufre no es por pecado, sino por santidad. Cuando el mundo desprecia la obediencia, Dios honra al obediente, como dice Mateo 5:10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos, evitando ser desanimado por el ataque de sus adversarios, como dice Hechos 20:24 Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. El desprecio del mundo nunca debe de apagar nuestra fidelidad a la Palabra de Dios.

 

V. 23. “Príncipes (poderosos, gobernantes) también se sentaron y hablaron contra mí; mas tu siervo meditaba en tus estatutos.”

Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí. El término ‘príncipes’ proviene del hebreo <sar> (Strong H8269), que significa gobernante, líder, persona de autoridad. El Salmista reconoce que incluso autoridades y personas poderosas se han levantado contra él. La expresión “se sentaron” implica una reunión deliberada, probablemente un consejo donde se hablaba en contra del salmista. El verbo “hablaron” sugiere calumnias, críticas o conspiraciones, lo cual indica una persecución verbal organizada. Eso no debe de sorprendernos, Jesús nos advirtió que eso sucedería en Mateo 10:34 No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada.

 

Mas tu siervo meditaba en tus estatutos. El contraste es notable: mientras los príncipes hablan contra él, el siervo de Dios meditaba y hablaba consigo mismo acerca de la Palabra de Dios. El salmista no busca defenderse con argumentos humanos, sino encontrar paz y dirección en la Palabra de Dios, teniendo comunión con Dios y poniendo los ojos en Jesús, como dice Hebreos 12:2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.

 

V. 24. “Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros.”

El salmista cierra con una declaración de confianza y gozo: aunque el mundo lo rechace, la Palabra de Dios sigue siendo su deleite y su guía. La Palabra de Dios juega dos roles vitales en nuestro peregrinar en esta tierra:

 

·      Nuestro Deleite. Es nuestra fuente de alegría y fortaleza, como nos recuerda el Salmo 1:1-3 Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; 2Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. 3Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará, es nuestro deleite incluso cuando enfrentamos la persecución.

·      Nuestro Consejero. Es la guía sabia y perfecta que necesitamos en cada paso de nuestro viaje, como dice el Salmo 19:7 La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. El salmista personifica la Palabra: la trata como si fueran amigos sabios que le aconsejan en toda situación.

 

Conclusión. El forastero espiritual atraviesa un mundo hostil sostenido únicamente por la gracia y la Palabra de Dios. Reconoce que no pertenece a esta tierra, que su alma anhela un hogar celestial (Fil. 3:20), y que mientras transite por ella, la Escritura es su fortaleza y su consejo.

 

Idea principal. El siervo de Dios vive como forastero en la tierra, sin echar raíces en lo temporal (2 Cor. 4:17-18), afirmando su corazón en las verdades eternas de la Palabra.

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