viernes, 24 de octubre de 2025

Salmo 119:17-24 Forastero en la Tierra

 

Forastero en la Tierra

Salmo 119:17-24

 

Versículo para atesorar:Forastero soy yo en la tierra; no encubras de mí tus mandamientos.Salmo 119:19

 

Introducción: En esta tercera estrofa del Salmo 119, marcada por la letra hebrea Guímel (ג), el salmista describe el camino del creyente como una peregrinación espiritual y se muestra como un peregrino que ama profundamente la Palabra de Dios, pero que también sufre oposición, desprecio y prueba por causa de su fidelidad.

V. 17. El Propósito del Forastero. El forastero está aquí como siervo de Dios y pide el bien para vivir y obedecer Su Palabra.

 

V. 17. “Haz bien (trata con bondad) a tu siervo; que viva, y guarde tu palabra.”

Haz bien a tu siervo; que viva. El verbo “haz bien” en hebreo es <gāmal> (Strong H1580), que significa tratar generosamente, recompensar, conceder bondad. El salmista se reconoce como ‘siervo’ del hebreo <ebed> (Strong H5650), una palabra que indica dependencia, sumisión y lealtad. No es el rey de su propia vida, sino un siervo gozoso del Rey de reyes, debido a eso, la obediencia ya no es una carga imposible, sino el fruto de la nueva vida que Dios nos da por gracia.

 

Y guarde tu palabra. El salmista no pide riquezas ni comodidad; pide a Dios que le haga bien (lo capacite con Su gracia) para poder vivir y obedecer Su Palabra. El verbo ‘guardar’ viene del hebreo <shamar> (Strong H8104), que significa vigilar, proteger, obedecer cuidadosamente. El salmista pide vida con propósito: no quiere vivir por vivir, sino para obedecer. La meta de su existencia es guardar la Palabra. Él entiende que, por naturaleza, su corazón pecaminoso se desvía.

 

Vv. 18-20. El Privilegio del Forastero. El forastero pide entendimiento porque anhela conocer la Palabra de Dios.

 

V. 18. “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley.”

Abre mis ojos. El salmista reconoce su falta de entendimiento espiritual, como dice Romanos 3:11 No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. El verbo ‘abrir’ viene del hebreo <galah> (Strong H1540), que significa descubrir, quitar el velo, revelar. El mundo nos envuelve en oscuridad y mentiras, impidiéndonos ver la verdad. El salmista ha pedido que Dios le dé vida para guardar Su Palabra (v.17), y ahora reconoce que necesita también iluminación espiritual para comprenderla.

 

No basta con tener la Palabra escrita ni con el deseo humano de obedecerla; es necesario que Dios mismo abra los ojos del corazón para discernir las verdades espirituales. Así sucedió con Lidia, la vendedora de púrpura de Tiatira, quien “adoraba a Dios y estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía” (Hech. 16:14).

Lidia ya participaba de la adoración y escuchaba la enseñanza, pero fue Dios quien intervino soberanamente, quitando el velo de su entendimiento para que recibiera el Evangelio con fe genuina. El resultado fue inmediato: fue bautizada, junto con su familia, y abrió su casa para la obra del Señor.

 

Y miraré las maravillas de tu ley. La palabra ‘maravillas’ viene del hebreo <pele> (Strong H6381), que describe cosas extraordinarias, milagrosas o sobrenaturales. El salmista no busca curiosidad intelectual, sino asombro espiritual. Desea contemplar la sabiduría y la gracia de Dios reveladas en Su Palabra, en Su ley.

 

La iluminación del Espíritu Santo es indispensable para entender las Escrituras, ya que la mente natural no puede comprender las cosas espirituales como dice 1 Corintios 2:14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. Ver las maravillas de la Palabra no depende de la vista humana, sino de la revelación divina.

 

V. 19. “Forastero (peregrino/ extranjero) soy yo en la tierra; no encubras (escondas) de mí tus mandamientos.”

Forastero soy yo en la tierra. El salmista declara una verdad fundamental de nuestra identidad: somos "extranjeros" o "peregrinos" en esta tierra. Como dijo el apóstol Pedro en 1 Pedro 2:11 Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma.

 

La palabra ‘forastero’ proviene del hebreo <ger> (Strong H1616), que significa extranjero, peregrino, residente temporal. Describe a alguien que no tiene ciudadanía ni posesiones estables, alguien que habita de paso. El salmista reconoce que este mundo no es su hogar permanente, sino un lugar de paso mientras camina hacia la presencia de Dios, como dice Pablo en Filipenses 3:20 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.

 

Así vivieron también los patriarcas, como dice Hebreos 11:8-16 8Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. 9Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 11Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. 12Por lo cual también, de uno, y ese ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. 13Conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. 14Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; 15pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. 16Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.

 

No encubras de mí tus mandamientos. Esta identidad nos da una perspectiva eterna. Entendemos que no estamos aquí para acumular tesoros terrenales, sino para vivir para el propósito supremo de nuestra salvación: la gloria de Dios. Y es precisamente este sentimiento de ser un extranjero en tierra extraña lo que alimenta nuestra desesperada necesidad de Sus mandamientos, por eso el salmista pide que Dios no oculte Su verdad, sino que le permita conocer y entender Sus mandamientos. Sin la instrucción divina, caminamos a ciegas, pero con ella, andamos seguros, aunque el mundo sea incierto.

 

V. 20. “Quebrantada está mi alma de desear tus juicios en todo tiempo.”

Después de reconocer su necesidad de revelación divina (v.18) y su condición de peregrino en la tierra (v.19), ahora expresa una pasión intensa por la Palabra de Dios. El alma del salmista no está simplemente interesada; está "quebrantada". El término ‘quebrantada’ viene del hebreo <garas> (Strong H1630), que significa triturar, consumir, desgastar, aplastar. El salmista usa esta imagen para expresar una profunda carga interior, como si su alma se consumiera de deseo. No se trata de tristeza, sino de una intensa hambre espiritual que lo “desgasta” de anhelo por Dios y Su Palabra. Es una necesidad profunda por la presencia y la voluntad de Dios revelada en Sus juicios. Es el eco del corazón contrito y humillado que Dios no desprecia como dice el Salmo 51:17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

 

Un corazón transformado por el Espíritu ama los juicios de Dios en todo tiempo, el amor del salmista por la Palabra no es emocional ni temporal, sino permanente. Su deleite no depende de circunstancias favorables, sino que su alma arde por los juicios de Dios siempre, ya sea que esté en gozo o esté en prueba, como se describe en el Salmo 19:9-10 9El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos justos. 10Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal.

 

Un ejemplo de un alma verdaderamente quebrantada es el rey Josías. Al oír la Palabra de Dios, su corazón se enterneció, se humilló y lloró delante del Señor (2 Re. 22:18-20). Su sensibilidad espiritual mostró un profundo temor y amor por los juicios divinos. En respuesta, Dios le concedió misericordia, prometiéndole que moriría en paz y no vería el juicio que vendría sobre la nación.

 

Vv. 21-24. La Perseverancia del Forastero. El forastero pide protección de los soberbios y encuentra fortaleza en la Palabra de Dios frente al desprecio.

 

V. 21. “Reprendiste a los soberbios, los malditos, que se desvían de tus mandamientos.”

El salmista reconoce la justicia del Señor al reprender a los arrogantes, altivos, orgullosos y rebeldes que rechazan Su Palabra. No habla de aquellos que la ignoran, sino que la desprecia y se opone activamente a ella, como dice Santiago 4:6b … Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.

 

·      El Juicio Divino sobre la Soberbia. El salmista declara que Dios reprende a los "soberbios", quienes son descritos como "malditos" (condenados, en desaprobación divina) precisamente porque se desvían de Sus mandamientos. Esta es una descripción certera de la condición humana sin Cristo. La Escritura nos lo enseña en Romanos 3:23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, y también en Romanos 6:23a Porque la paga del pecado es muerte … La raíz de esta desviación es la soberbia, una rebelión inherente que lleva a la humanidad a cambiar la verdad de Dios por la mentira como nos enseña Pablo en Romanos 1:25 ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

·      La Gracia que Nos Rescató. Contemplar este juicio debería llevarnos a maravillarnos aún más de la gracia de Dios. Al leer esto, cada creyente debe hacer una pausa y confesar con humildad y asombro: "yo estaba en esa fila". Estábamos bajo la misma condenación, destinados al mismo juicio. Sin embargo, nosotros fuimos receptores del amor de Dios como dice Romanos 5:8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Fuimos sacados de esa fila, no porque lo mereciéramos, sino por la increíble e irresistible invasión del amor de Dios en medio de nuestra rebelión.

 

V. 22. “Aparta de mí el oprobio (deshonra) y el menosprecio (desprecio), porque tus testimonios he guardado.”  

Aparta de mí el oprobio y el menosprecio. El salmista siente el peso del desprecio humano como una carga y pide que Dios la retire. La palabra ‘oprobio’ viene del hebreo <cherpah> (Strong H2781), que significa vergüenza, deshonra, humillación pública; mientras ‘menosprecio’ viene de <booz> (Strong H937), que se refiere a burla, desprecio, humillación intencional. El salmista no pide venganza, sino liberación de la vergüenza injusta que recibe por causa de su fidelidad.

 

Porque tus testimonios he guardado. El salmista no busca alivio por mérito propio, sino porque su causa está ligada a la causa de Dios: ha guardado fielmente Su Palabra. La burla que sufre no es por pecado, sino por santidad. Cuando el mundo desprecia la obediencia, Dios honra al obediente, como dice Mateo 5:10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos, evitando ser desanimado por el ataque de sus adversarios, como dice Hechos 20:24 Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. El desprecio del mundo nunca debe de apagar nuestra fidelidad a la Palabra de Dios.

 

V. 23. “Príncipes (poderosos, gobernantes) también se sentaron y hablaron contra mí; mas tu siervo meditaba en tus estatutos.”

Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí. El término ‘príncipes’ proviene del hebreo <sar> (Strong H8269), que significa gobernante, líder, persona de autoridad. El Salmista reconoce que incluso autoridades y personas poderosas se han levantado contra él. La expresión “se sentaron” implica una reunión deliberada, probablemente un consejo donde se hablaba en contra del salmista. El verbo “hablaron” sugiere calumnias, críticas o conspiraciones, lo cual indica una persecución verbal organizada. Eso no debe de sorprendernos, Jesús nos advirtió que eso sucedería en Mateo 10:34 No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada.

 

Mas tu siervo meditaba en tus estatutos. El contraste es notable: mientras los príncipes hablan contra él, el siervo de Dios meditaba y hablaba consigo mismo acerca de la Palabra de Dios. El salmista no busca defenderse con argumentos humanos, sino encontrar paz y dirección en la Palabra de Dios, teniendo comunión con Dios y poniendo los ojos en Jesús, como dice Hebreos 12:2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.

 

V. 24. “Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros.”

El salmista cierra con una declaración de confianza y gozo: aunque el mundo lo rechace, la Palabra de Dios sigue siendo su deleite y su guía. La Palabra de Dios juega dos roles vitales en nuestro peregrinar en esta tierra:

 

·      Nuestro Deleite. Es nuestra fuente de alegría y fortaleza, como nos recuerda el Salmo 1:1-3 Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; 2Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. 3Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará, es nuestro deleite incluso cuando enfrentamos la persecución.

·      Nuestro Consejero. Es la guía sabia y perfecta que necesitamos en cada paso de nuestro viaje, como dice el Salmo 19:7 La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. El salmista personifica la Palabra: la trata como si fueran amigos sabios que le aconsejan en toda situación.

 

Conclusión. El forastero espiritual atraviesa un mundo hostil sostenido únicamente por la gracia y la Palabra de Dios. Reconoce que no pertenece a esta tierra, que su alma anhela un hogar celestial (Fil. 3:20), y que mientras transite por ella, la Escritura es su fortaleza y su consejo.

 

Idea principal. El siervo de Dios vive como forastero en la tierra, sin echar raíces en lo temporal (2 Cor. 4:17-18), afirmando su corazón en las verdades eternas de la Palabra.

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