Hacia la Plenitud de Gozo
Objetivo: Aprender que el verdadero gozo se encuentra en rendirse a la Palabra de Dios y obedecerla.
Versículo para atesorar: “Bienaventurados los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón le buscan.” Salmo 119:2
Introducción: El Salmo 119 es el capítulo más largo, no solo de los Salmos, sino de toda la Biblia, y se enfoca por completo en exaltar la Palabra de Dios. Aunque el autor no es mencionado, muchos creen que pudo haber sido escrito por David, Daniel o Esdras. Sin embargo, la tradición judía y cristiana lo atribuye mayormente al rey David.
Este Salmo es un acróstico, compuesto de 22 secciones que corresponden a las 22 letras del alfabeto hebreo, con ocho versículos en cada sección.
Todos los versículos de la primera sección comienzan con la primera letra, “Álef”, y así sucesivamente con cada letra del alfabeto hebreo. También es importante notar que el Salmo 119 usa ocho palabras diferentes para describir la Escritura: Ley, Testimonios, Preceptos, Estatutos, Mandamientos, Juicios, Palabra y Ordenanzas.
A fin de que podamos recibir toda la provisión espiritual que contiene este maravilloso Salmo para nuestras vidas, me parece fundamental que podamos entender bien la palabra “bienaventurados” (Ashré). Esta palabra contiene un concepto mucho más profundo que tan solo una felicidad superficial basada en circunstancias favorables, conforme a los deseos engañosos de lo temporal. Es más bien la idea de recibir de Dios todo lo necesario para alcanzar Su propósito en nuestras vidas (Fil. 3:13-15) y así experimentar las promesas de Dios (Jn. 10:10; 3 Jn. 1-2).
Es también muy importante recordar que el gozo es un fruto del Espíritu Santo (Gál. 5:22). Esto significa que este camino solo pueden recorrerlo aquellos que conocen a Cristo y han nacido de nuevo. Por lo tanto, esta plenitud de gozo está en Su presencia (Sal. 16:11), que nos sostiene en medio de las pruebas.
Vv. 1-3. Su promesa
En contraste con estas búsquedas efímeras, el salmista nos presenta una verdad radical y eterna: la verdadera bienaventuranza, la plenitud de gozo, no es un destino que se alcanza por casualidad, sino un camino que se elige caminar. Este camino se encuentra poniendo en prioridad los preceptos de Dios (Sal.16:11).
· Integridad (v. 1a). “Bienaventurados los perfectos de camino.” La primera piedra en el camino hacia la felicidad, según el salmista, es la integridad. La frase ‘perfectos de camino’, viene de una sola palabra hebrea <tāmîm> (Strong H8549), que significa “íntegro, completo, sin doblez”.
Este no es un concepto vago, sino una cualidad de carácter profundamente definida: es la congruencia absoluta entre lo que uno piensa, lo que dice y lo que hace. Ser íntegro es ser una persona sin engaños, alguien que hace lo correcto incluso cuando nadie la está mirando. No implica impecabilidad moral, sino sinceridad y coherencia espiritual.
· Andar (v. 1b). “Bienaventurados … los que andan en la ley de Jehová.” La integridad está intrínsecamente ligada a un segundo principio: andar en las enseñanzas del Señor. La palabra ‘ley’, viene de la palabra hebrea <tôrâ> (Strong H8451), que literalmente significa “instrucción”, “enseñanza divina”. Es la revelación de Dios que guía al creyente.
"Andar" (seguir) implica movimiento, avanzar de manera consistente en dirección hacia lo que establece la Palabra de Dios. No se trata de un conocimiento pasivo, sino de una caminata guiada por la brújula de la Palabra escrita de Dios, la Escritura, que es la forma en la que Él ha decidido revelarse a nosotros. La verdadera felicidad comienza cuando nuestra vida interior (integridad) se alinea con nuestra dirección exterior (seguimiento de Su Palabra). “Andar” (caminar) indica una dirección continua, no un acto aislado como indica Gálatas 5:25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.
· Guardar (v. 2a). “Bienaventurados los que guardan sus testimonios.” Guardar la Escritura es pasar del conocimiento hacia la acción. La palabra ‘guardar’, viene de la palabra hebrea <nātsar> (Strong H5341), que significa “proteger”, “cuidar diligentemente”.
Significa atesorarla en nuestra mente y nuestro corazón como nuestra posesión más preciada. Entendiendo que el testimonio del Señor del que habla 1 Juan 5:11-12 11Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. 12El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida, es lo que hace sabio al sencillo como dice el Salmo 19:7b …El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.
· Buscar (v. 2b). “Bienaventurados … con todo el corazón le buscan.” La palabra ‘buscan’, viene de la palabra hebrea <dārash> (Strong H1875), que significa “buscar con deseo y devoción”, no superficialmente.
Esta búsqueda de Dios es una maravillosa evidencia de Su cercanía a nuestras vidas por Su soberana voluntad como dice Isaías 55:6 Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.
· Sin Iniquidad (v. 3a). “Bienaventurados … Pues no hacen iniquidad.” Una vida de integridad, obediencia y búsqueda sincera tiene una consecuencia natural: un compromiso innegociable. No negocian con el mal, lo que significa una negativa rotunda a tolerar aquello que afecta nuestra comunión con Dios, daña nuestra vida personal o envenena nuestras relaciones con los demás.
La obediencia genuina no busca excusas. Un corazón rendido a la Palabra produce frutos de justicia como dice 1 Juan 3:9 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.
· Con el Señor (v. 3b). “Bienaventurados … los que andan en sus caminos.” Un compromiso exclusivo de andar en los caminos el Señor. No es suficiente simplemente evitar el mal. La vida cristiana no es un ejercicio de abstinencia, sino de participación activa. Implica una búsqueda proactiva de todo lo que es bueno y santo.
El resultado de andar en los caminos del Señor se evidenciará en una vida apartada de iniquidad.
Vv. 4-7. La aprobación
Habiendo descrito a la persona en plenitud de gozo, el salmista ahora cambia el enfoque para explicarnos cómo podemos vivir de esa manera. La clave no está solo en lo que hacemos, sino en la actitud interna con la que lo hacemos.
· Cuidadosamente (v. 4). “Tú encargaste que sean muy guardados tus mandamientos.” Primero, debemos obedecer cuidadosamente. El salmista reconoce la autoridad divina detrás de los mandamientos. Dios nos ha ordenado cumplir Sus mandamientos; ‘muy guardados’ implica prioridad, diligencia, atención al detalle y un profundo respeto. No son sugerencias, sino encargos del Rey.
Obedecer no es una carga onerosa, sino una ordenanza que honra a Dios y, como resultado, trae bendición a nuestras vidas. Un discípulo cristiano es radicalmente obediente como Jesús dijo en Juan 14:15 Si me amáis, guardad mis mandamientos.
· Ordenadamente (a) (v. 5). “¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos para guardar tus estatutos!” Segundo, debemos obedecer deseosamente. La palabra ‘ordedados’, viene de la palabra hebrea <kûn> (Strong H3559), que significa “establecer”, “afirmar”, “preparar”.
El salmista reconoce su debilidad y exclama un anhelo apasionado por obedecer. El verdadero espiritual no presume santidad, sino que depende de la gracia de Dios para ser constante en la obediencia como dice Filipenses 2:13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. No es un cumplimiento a regañadientes, sino un deseo ardiente del alma que anhela que cada acción, cada palabra y cada pensamiento reflejen con mayor claridad el carácter y los mandatos de nuestro Dios.
· Ordenadamente (b) (v. 6). “Entonces no sería yo avergonzado, cuando atendiese a todos tus mandamientos.” Una vida alineada con Dios, vivida con cuidado y deseo, produce frutos hermosos y tangibles. El primer fruto es una vida sin vergüenza. La vergüenza es producto del pecado, el dolor de haber fallado a Dios. Sin embargo, al alinear nuestra vida con los mandatos de Dios, no tenemos por qué avergonzarnos.
A medida que caminamos en Su justicia, la vergüenza se retira. La obediencia trae libertad de culpa, que no produce orgullo, sino lo opuesto: una profunda gratitud.
· Agradecidamente (v. 7). “Te alabaré con rectitud de corazón cuando aprendiere tus justos juicios.” El aprendizaje de la Palabra produce adoración. No hay verdadera alabanza sin doctrina. La palabra ‘rectitud’, del hebreo <yōsher> (Strong H3476), significa “sinceridad”, “pureza interior”. Mientras que la palabra ‘juicios’, del hebreo <mishpātîm> (Strong H4941), significa “decisiones” o “decretos divinos que reflejan la justicia de Dios”.
El creyente genuino estudia la Palabra no solo para saber más, sino para adorar mejor. La obediencia informada produce genuina gratitud.
V. 8. Mi súplica
· Determinantemente (v. 8a). “Tus estatutos guardaré.” El salmista nos enseña a vivir con una resolución firme, declara su obediencia de manera determinante: "Obedeceré tus decretos".
La salvación es por gracia, pero nuestra respuesta a esa gracia debe ser una decisión consciente y firme de obedecer. Esta determinación no nos gana el favor de Dios, sino que lo glorifica y nos mantiene en el camino de la verdadera felicidad. Estamos llamados a actuar con toda nuestra voluntad.
· Suplicantemente (v. 8b). “No me dejes enteramente.” El salmista no solo nos enseña a vivir con una resolución firme, al mismo tiempo, nos enseña también a vivir con una dependencia absoluta a Dios. Esta es la humilde confesión de nuestra propia debilidad. Entendemos la verdad teológica de que, incluso con el deseo más profundo, somos incapaces de obedecer perfectamente sin Su ayuda. Actuamos con determinación precisamente porque sabemos que es Dios quien sustenta nuestros esfuerzos y garantiza el resultado.
El cristiano regenerado se esfuerza en obedecer, pero sabe que, sin la gracia perseverante de Dios, todo esfuerzo es vano.
Crecemos en obediencia al meditar y aplicar la Palabra como dijo Jesús en Juan 17:17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad; sin embargo, nuestro deseo de obedecer nunca debe convertirse en un intento de hacernos justos por nuestros propios méritos. Todo nuestro esfuerzo debe estar impulsado por la gracia que hay en Cristo Jesús.
Conclusión. Nuestra verdadera meta siempre debe ser Cristo y Su gloria. Y mientras nos rendimos a Él, lo buscamos y caminamos con Él, siguiendo Su guía para nuestras vidas, podremos experimentar el verdadero gozo diseñado por Dios.
No la “felicidad” pasajera que el mundo ofrece y que depende de las circunstancias, sino un gozo profundo e inconmovible, arraigado en la obra redentora de Cristo en la cruz. Es el gozo de saber que podemos andar en la presencia de nuestro Dios, cubiertos por Su justicia y confiados en que nuestra vida está segura en Él, sin importar la temporada.
Mientras más tiempo pases con Dios, más obedezcas Su Palabra y vivas conforme a Su diseño, más experimentarás un gozo duradero, una plenitud y un sentido de propósito y realización, sin importar el valle o la estación por la que Él te guíe.
Idea Principal. En pocas palabras, el verdadero gozo se encuentra al vivir conforme a nuestro diseño original: con un corazón íntegro, en una relación diaria e íntima con Dios a través de Su Palabra, siguiéndolo como nuestro Buen Pastor y viviendo solo para Su gloria.
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