Aparta Mis Ojos de Cosas Vanas
Salmo 119:33-40
Versículo para atesorar: “Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; avívame en tu camino.” Salmo 119:37
Introducción: En esta quinta estrofa del Salmo 119, marcada por la letra hebrea He (ה), el salmista expresa su dependencia de la instrucción divina y su anhelo de obedecer a Dios. Reconoce la atracción de las distracciones del mundo, pero en su lucha interior modela una fe anclada en la Palabra como fuente de verdadera vida, gozo y contentamiento.
Vv. 33-34. La dependencia de Dios. El salmista no solo pide conocimiento, sino también entendimiento para poder aplicar la Palabra de Dios diariamente.
V. 33. “Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos, y lo guardaré hasta el fin.”
Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos. ‘Enséñame’ viene del verbo hebreo <yarah> (Strong H3384), que significa enseñar, instruir, mostrar, señalar, dirigir, lanzar algo con precisión (como una flecha hacia el blanco). La enseñanza divina, entonces, no es vaga o imprecisa; tiene dirección, precisión y propósito.
La revelación de Dios no puede ser alcanzada por el intelecto natural, sino que debe ser impartida por el Espíritu Santo como dice 1 Corintios 2:14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.
El salmista reconoce que solo Dios puede enseñarle el camino. Este “camino” no es un sendero opcional, sino la única senda aprobada por Dios como dice el Salmo 1:6 Porque Jehová conoce el camino de los justos; mas la senda de los malos perecerá. Jesús lo expresó en Juan 14:6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Por tanto, conocer el camino de los estatutos de Dios es conocer a Cristo mismo, pues Él es la encarnación de la Palabra como dice Juan 1:14 Y aquel Verbo (Palabra) fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Y lo guardaré hasta el fin. El verbo ‘guardaré’ viene del hebreo <shamar> (Strong H8104), que significa proteger, cuidar con diligencia, obedecer atentamente. El salmista promete guardar lo que Dios enseña, pero observemos el orden: primero pide ser instruido, luego promete obedecer.
No promete perfección, sino perseverancia, cuando dice “hasta el fin”. La perseverancia del creyente, no es por el esfuerzo humano, es evidencia de la preservación divina, como vemos en Juan 10:27-29 27Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre; y en Filipenses 1:6 estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.
V. 34. “Dame entendimiento, y guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón.”
Dame entendimiento. La palabra ‘Entendimiento’, viene del hebreo <binah> (Strong H998), que significa discernimiento, distinguir, percibir con claridad, separar lo verdadero de lo falso.
El salmista reconoce que solo Dios puede abrir el entendimiento del corazón, como dice Proverbios 2:6 Porque Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia <binah>. Este mismo principio se repite en Lucas 24:45 Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras.
El conocimiento intelectual sin discernimiento espiritual produce orgullo; el entendimiento dado por Dios produce obediencia sincera.
Y guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón. ‘Guardaré’, viene del hebreo <shamar> (Strong H8104), que significa vigilar, proteger, observar cuidadosamente. El entendimiento divino no genera especulación, sino obediencia práctica como vemos en Juan 14:23 Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él; y en 1 Juan 2:3 Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos.
La evidencia del entendimiento no está en las palabras, sino en los hechos, como dice Santiago 1:22 Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. El verdadero conocimiento de Dios siempre desemboca en obediencia; la desobediencia constante revela falta de entendimiento espiritual.
La capacidad ser hacedor de la Palabra, depende de permanecer en la Palabra, como vemos en Juan 15:4-5 4Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
V. 35. La alegría de la devoción a Dios. “Guíame por la senda (el camino) de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad (felicidad, deleite).”
Guíame por la senda de tus mandamientos. La palabra ‘guíame’ del hebreo <darak>, (Strong H1869), que significa Caminar, pisar, guiar, hacer andar, trazar un camino, preparar una senda. El verbo <darak> literalmente significa caminar sobre un sendero ya trazado, por lo que el salmista no pide solo conocer el camino, sino andar en él. Esto implica que no confía en su propia capacidad para andar rectamente, sino que reconoce que necesita ser conducido por la gracia de Dios. Este mismo principio lo encontramos en Proverbios 3:5-6 5Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. 6Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.
El hombre natural no sabe caminar en los caminos de Dios. como dice Jeremías 10:23 Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos. Solo el Espíritu Santo puede dirigir al creyente en obediencia práctica como dice Romanos 8:14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.
Porque en ella tengo mi voluntad. La palabra ‘voluntad’, viene del rebreo <chafetz> (Strong H2654), que significa deleite, placer, deseo profundo, satisfacción interna. El salmista declara que su placer ya no encuentra en los deleites momentáneos del pecado, sino en andar en los caminos santos de Dios, como dice el Salmo 40:8 El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón; y también lo enseñó Jesús en Juan 15:10-11 10Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. 11Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.
Vv. 36-37. La lucha contra la distracción. El salmista reconoce la poderosa atracción de las preocupaciones mundanas y pide a Dios que incline su corazón hacia los testimonios divinos y lo aleje de la vanidad.
V. 36. “Inclina mi corazón (haz que mi corazón prefiera) a tus testimonios, y no a la avaricia (ganancias deshonestas).”
Inclina mi corazón a tus testimonios. La palabra ‘inclina” del hebreo <natah> (Strong H5186), que significa doblar, extender, dirigir, torcer hacia, inclinar. Lo que implica una acción de cambio de dirección, como cuando se dobla una rama hacia otra dirección. El salmista no puede inclinar su propio corazón. Solo Dios puede hacerlo, y también reconoce que no basta con conocer y caminar en el camino de Dios, sino que necesita que su corazón sea inclinado por Dios hacia los testimonios divinos, no hacia las distracciones del mundo.
El salmista nos recuerda que problema no es la falta de conocimiento, sino la inclinación natural del corazón hacia el egoísmo y las cosas materiales como dice en Jeremías 17:9 Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? La verdadera conversión es obra soberana de Dios, quien no solo regenera la mente, sino que reorienta los deseos del corazón.
Y no a la avaricia. ‘Avaricia’ viene del hebreo <betsa‘> (Strong H1215), que significa ganancia injusta o deseo desordenado de poseer. La avaricia no se limita al dinero; representa todo deseo desordenado que desplaza el amor a Dios como vemos en Colosenses. 3:5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría.
El salmista pide que su corazón sea preservado de esa inclinación carnal que busca seguridad y satisfacción fuera de Dios, donde resuena las palabras de Jesús en Mateo 6:24 Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
Jesús lo llamó “el engaño de las riquezas (que) ahogan la palabra” (Mt 13:22). El problema no es el dinero, sino caer en el engaño de creer que las riquezas tienen mas valor que la Palabra de Dios. Esa es la misma enseñanza que Pablo le dio a Timoteo en 1 Timoteo 6:9-10 9Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; 10porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.
V. 37. “Aparta mis ojos (desvía mi mirada), que no vean la vanidad (cosas vanas); avívame (vivifícame) en tu camino.”
Aparta mis ojos. El salmista súplica por pureza visual y espiritual, le pide a Dios desvíe su mirada de aquello que contamina el alma.
Los ojos son la lámpara del cuerpo como dice Mateo 6:22-23 22La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; 23pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? El pecado visual no se combate solo con disciplina externa, sino con un corazón satisfecho en Dios, como dice el Salmo 16:11 Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre. Cuando el alma está llena de Su gloria, no necesita mirar lo vano.
Que no vean la vanidad. La palabra ‘vanidad’, viene del hebreo <shav‘> (Strong H7723), que significa vacío, falsedad, inutilidad, cosa sin valor real. Describe todo aquello que promete placer, pero deja vacía el alma.
El salmista reconoce que la mente se contamina cuando los ojos se fijan en lo vano. La vanidad puede ser pecado visible (lujuria, codicia, orgullo) o distracciones aparentemente inocentes que enfrían el amor a Dios.
Debemos aprender a desviar la mirada del pecado y ponerla en la gloria de Cristo, como dice Hebreos 12:2 Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Los ojos pueden ser instrumentos de santidad o de tropiezo como dice Mateo 5:29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
Avívame en tu camino. Solo en el camino de Dios (la senda de la obediencia y comunión con Dios) puede el alma ser restaurada cuando el pecado y la distracción la debilitan. No podemos ser vivificados por la Palabra mientras contemplemos con deleite el pecado.
Vv. 38-40. La liberación del engaño. El salmista, consciente del peligro, nos muestra que la solución que se encuentra en la fidelidad y bondad de Dios.
V. 38. “Confirma tu palabra a tu siervo, que te teme.”
Confirma tu palabra a tu siervo. La palabra ‘confirma’ viene del verbo hebreo <qum> (Strong H6965), que significa levantar, establecer, afirmar, hacer firme, cumplir. Por lo que la frase literalmente dice: “Haz que tu Palabra se mantenga firme sobre tu siervo.” El salmista, quien se presenta como siervo (esclavo) no duda del poder de la Palabra, sino de su propia inconstancia. Pide que Dios establezca Su promesa en él de manera que su fe no fluctúe. Las promesas de Dios son firmes, pero nuestra fe necesita ser afirmada.
Que te teme. ‘Teme’ viene del hebreo <yare‘> (Strong H3372), que significa tener reverencia, asombro, respeto santo. El temor de Dios no es terror, sino una mezcla de adoración, humildad y obediencia. Este temor es el terreno donde las promesas florecen, como dice el Salmo 25:14 La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto. Quizá el salmista recordó cuando Dios expresa su anhelo de que Israel le tema y obedezca siempre, para bendecirlos a ellos y sus hijos en Deuteronomio 5:29 ¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!
V. 39. “Quita de mí el oprobio (ofensa, afrenta) que he temido, porque buenos son tus juicios.”
Quita de mí el oprobio que he temido. La palabra ‘quita’, viene del verbo hebreo <‘abar> (Strong H5674), que significa hacer pasar, quitar, remover, apartar. La misma raíz usada en el v.37 (“aparta mis ojos”). El salmista no solo quiere que Dios aparte su mirada del mal, sino también que aparte de él las consecuencias vergonzosas del pecado, ya que la palabra ‘oprobio’ en hebreo es <cherpah> (Strong H2781), que significa reproche, deshonra, humillación, burla. Se usa frecuentemente para describir la vergüenza causada por el pecado o por el desprecio de los enemigos.
Porque buenos son tus juicios. El salmista confía en que las determinaciones de Dios son siempre rectas, sabias y benéficas, incluso cuando corrigen o disciplinan, como dice el Salmo 19:9 El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos justos.
V. 40. “He aquí (Mira como) yo he anhelado tus mandamientos; vivifícame en tu justicia.”
He aquí yo he anhelado tus mandamientos. El salmista expresa un deseo afectivo y ardiente por obedecer la Palabra, como el que vemos en el Salmo 19:10 Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal.
El hombre natural no desea los mandamientos como dice Romanos 8:7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; pero el corazón renovado los ama, los ansía y se deleita en ellos como vemos en Romanos 7:22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios.
Vivifícame en tu justicia. La palabra ‘vivifícame’ se repite varias veces en el Salmo 119 (vv. 25, 37, 50, 88, 93, 107, 149…), mostrando que la vida espiritual del creyente depende continuamente de la intervención vivificadora de Dios. En esta ocasión el salmista pide ser vivificado en “la Justicia de Dios”, no en su propia justicia (como en la ley mosaica), sino en la rectitud de Dios que actúa a favor del creyente por medio de Cristo como dice Romanos 3:21-22 21Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; 22la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia.
Conclusión. El clamor de todo corazón despertado por la gracia de Dios lo lleva a buscar una total dependencia del Señor para entender y obedecer Su Palabra. Su verdadero gozo nace de la devoción, aun en medio de la lucha constante contra las distracciones vacías de este mundo, y se afirma en la promesa de renovación y liberación que Dios concede a quienes vuelven su mirada y su corazón a Él.
Idea principal. Apartarnos de las promesas vacías del mundo y anclar nuestras vidas, nuestros deseos y nuestra felicidad en la única fuente de vida verdadera: la inmutable y vivificante Palabra de Dios.
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