Verdaderamente Libre
Salmo 119:41-48
Versículo para atesorar: “Y andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos.” Salmo 119:45
Introducción: En esta sexta estrofa del Salmo 119, marcada por la letra hebrea Vau (ו), el salmista abre su corazón reconociendo su necesidad de la misericordia y salvación de Dios. Desde esa gracia, pide valentía para enfrentar al que lo avergüenza, suplicando no dejar jamás de hablar la verdad. Con un espíritu humilde y confiado, anhela proclamar la Palabra sin vergüenza, aun cuando se encuentre frente a autoridades o en situaciones de presión. Aquí vemos a un hombre cuyo amor por Dios lo impulsa a vivir, hablar y obedecer con fidelidad.
Vv. 41-44. La confesión de libertad. El salmista recibe misericordia, enfrenta al avergonzador con la Palabra y pide valentía para no callar la verdad, comprometiéndose a obedecer siempre a Dios.
V. 41. “Venga (Envíame) a mí tu misericordia, oh Jehová; Tu salvación, conforme a tu dicho (palabra/promesa).”
Venga a mí tu misericordia, oh Jehová. La palabra “misericordias’, viene de la raíz hebrea de <hesed> (Strong H2617), que significa amor fiel, bondad constante, lealtad del pacto. Es uno de los términos más ricos del Antiguo Testamento y se refiere al amor comprometido de Dios con Su pueblo.
El salmista clama “haz venir a mí tus misericordias”, como quien suplica lluvia sobre tierra seca. La misericordia no se exige; se suplica, ya que no es un favor por merecimiento, por eso depende y proviene exclusivamente de Dios como dice Romanos 9:16 Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia; y es por ese amor a Su pueblo que no hemos sido consumidos, como dice Lamentaciones 3:22-23 22Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. 23Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.
Tu salvación, conforme a tu dicho. ‘Salvación’ viene del hebreo <yeshuah> (Strong H3444), que significa liberación, rescate, victoria, salvación espiritual o física. De esta raíz proviene el nombre Yeshúa — Jesús, quien es la personificación de la salvación divina.
El salmista reconoce que su salvación no depende de obras o méritos humanos, más bien confía en que la salvación es segura porque está prometida y sellada por la Palabra del Dios fiel.
V. 42. “Y daré por respuesta a mi avergonzador (al que me desprecia / afrenta), que en tu palabra he confiado.”
Y daré por respuesta a mi avergonzador. ‘Avergonzador’ viene del hebreo <horefí> (Strong H2778), que significa el que reprocha, insulta, burla, ridiculiza, trata con desprecio. Es un término usado para describir a quienes se burlan de la fe, atacan la integridad del justo o lo humillan por su confianza en Dios.
En esta ocasión, el salmista no pide ser librado del avergonzador, lo que pide es saber responder bíblicamente, con integridad y honor, como dice 1 Pedro 3:15 sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros. No busca responder con ira, ni con venganza, ni con vergüenza, somo con la verdad de la Palabra de Dios. De la manera que hizo Jesús en el monte de la tentación a satanás, como vemos en Lucas 4:1-13 1Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto 2por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre. 3Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. 4Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios. 5Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. 6Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. 7Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos. 8Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. 9Y le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; 10porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden; 11y, en las manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. 12Respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios. 13Y cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se apartó de él por un tiempo.
Que en tu palabra he confiado. La palabra ‘confiado’ viene de la palabra hebrea <batájti> (Strong H982), que significa confiar por completo, apoyarse, descansar sin temor.
El salmista no confía en su inteligencia, ni en sus argumentos o experiencias, mucho menos en sus emociones, confía exclusivamente en la Palabra de Dios. Cuando la verdadera fe descansa en la Escritura como autoridad final, el ataque de los enemigos no destruye la confianza en Dios.
Nuestra confianza descansa en la vida eterna que Dios da en Jesucristo como dice 1 Juan 5:11-12 11Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. 12El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.
V. 43. “No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad, porque en tus juicios espero (he puesto mi esperanza).”
No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad. El salmista sabe que enemigo, por medio de los avergonzadores, busca silenciar la verdad, a veces usando la vergüenza de pecados pasados, en otras por medio de la presión cultural o incluso con distracción espiritual; todo eso puede causar debilidad o desánimo que puede llevar al salmista a callar la palabra de verdad, por lo que le pide a Dios que no deje su boca sin testimonio.
Nuestra petición a Dios es que no permita que dejemos de hablar Su verdad, ni de proclamar evangelio, como la iglesia oró cuando Pedro y Juan fueron arrestados y amenazados por predicar a Cristo en Hechos 4:29 Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra. La iglesia oró unánime, no pidió escapar de los arrestos o amenazas, sino pidió a Dios valentía para seguir anunciando Su Palabra, para proclamar el evangelio de la salvación que hay en Cristo Jesús como vemos en Romanos 10:8-11 8Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: 9que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. 11Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.
Porque en tus juicios espero. La palabra ‘espero’ viene del hebreo <yachal> (Strong H3176), que significa esperar con paciencia, esperanza firme, expectativa segura. El salmista no puso su esperanza sus fuerzas o habilidades, sino en los juicios de Dios, que hace eco a la esperanza del Salmo 130:5 Esperé yo a Jehová, esperó mi alma; en su palabra he esperado.
El salmista nos enseña que el que espera en la Palabra de Dios, hablará la Palabra de Dios.
V. 44. “Guardaré tu ley siempre, para siempre y eternamente.”
‘Guardaré’ del hebreo <shamar> (Strong H8104), significa vigilar, custodiar, obedecer cuidadosamente, proteger con celo. El salmista expresa un compromiso solemne, con tres expresiones de permanencia, que muestran su intensidad y convicción de obedecer la ley de Dios continuamente, sin interrupción, sin reservas, sin condición.
Este deseo profundo del salmista, revela un corazón transformado, que anhela obedecer no por obligación, sino por amor como dice Juan 14:21-24 21El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. 22Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? 23Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. 24El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.
El salmista promete perseverancia porque confía en el Dios que persevera con él, como dice Judas 1:24 Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría.
Vv. 45-48. La libertad del testimonio. El salmista vive en libertad, da testimonio sin vergüenza aun ante autoridades y adora la Palabra con amor, levantando manos y meditando en ella.
V. 45. “Y andaré en (Viviré con) libertad, porque busqué tus mandamientos.”
Y andaré en libertad. ‘Libertad’ del hebreo <ḥerut> (Strong H2666), significa espacio amplio, liberación, caminar sin opresión, vivir sin cadenas, plenitud de movimiento.
El salmista habla de libertad espiritual: libertad del pecado que esclaviza, libertad del temor a los hombres, libertad de las cadenas de la culpa, como dice Juan 8:31-36 31Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. 33Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? 34Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. 35Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. 36Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.
Porque busqué tus mandamientos. La libertad nace de la búsqueda sincera de la Palabra. ‘Busqué’, viene del hebreo <darash> (Strong H1875), que significa buscar con diligencia, consultar, investigar, procurar con intención profunda.
La libertad espiritual es un fruto de un corazón que investiga la Palabra, que nos permite estar firmes en la obediencia a Dios, como le dijo Pablo a la Iglesia de Galacia en Gálatas 5:1 Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
Esta realidad destruye una mentira común, aquella donde el mundo asocia libertad con ausencia de reglas, mientras que la Biblia enseña que la libertad verdadera es andar en los mandamientos de Dios.
V. 46. “Hablaré de tus testimonios delante de los reyes, y no me avergonzaré (no seré avergonzado).”
Hablaré de tus testimonios delante de los reyes. Hablar “delante de reyes” (personas en autoridad) implica riesgo, presión social, oposición, tentación de callar y posibilidad de represalias; sin embargo, también demuestra que la Palabra no está limitada por ningún estatus.
Y no me avergonzaré. El Salmista no se avergüenza ante el poder terrenal, ya que la Palabra de Dios merece ser anunciada aun donde resulta incómoda. El salmista anticipa la valentía que más tarde vemos en Moisés ante Faraón, Daniel ante Nabucodonosor, Juan el Bautista ante Herodes, Pablo ante Agripa y César, y Cristo mismo ante Pilato. La verdad de Dios no tiene público demasiado alto.
El evangelio no necesita defensas humanas; necesita mensajeros llenos de la Palabra y libres del temor al hombre.
V. 47. “Y me regocijaré (deleitaré) en tus mandamientos, los cuales he amado.”
El salmista revela la fuente afectiva detrás de sus convicciones; el amor por la Palabra de Dios, la cual le produce gozo.
La obediencia no nace del miedo, sino del deleite, la proclamación no nace del deber, sino del amor, la libertad no nace de la rebelión, sino del amor a Dios. La obediencia genuina fluye del amor genuino, como dice Juan 14:21 El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.
V. 48. “Alzaré asimismo (Levanto) mis manos a tus mandamientos que amé, y meditaré en tus estatutos.”
Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé. En la Biblia, levantar las manos expresa: adoración (Sal. 63:4), súplica (Sal. 28:2), entrega (Lam. 3:41), dependencia (Éx. 17:11–12). Aquí expresa adoración y rendición total delante de Dios, pero sorprendentemente, no dice “alzaré mis manos a Dios”, sino: “a tus mandamientos”, ya que la Palabra es la expresión concreta de la voluntad de Dios, y el salmista se rinde a ella como acto de adoración a Dios , sometiéndose con gozo a Su Palabra.
Y meditaré en tus estatutos. El salmista muestra una sincera adoración expresada en manos levantadas y una mente que medita en la Palabra de Dios.
Conclusión. Cuando realmente hemos experimentado la misericordia de Dios, es inevitable hablar sin vergüenza de los testimonios de Aquel que nos salvó por medio del sacrificio vicario de Su Hijo (Heb. 13:13-15). Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna en Su Hijo (1 Jn. 5:11-12). Nos regocijamos en los mandamientos que nos han libertado y elevamos nuestras manos mientras meditamos en Sus estatutos (Su Palabra), que tanto amamos.
Idea principal. Proclamar con libertad el evangelio de Jesucristo, recordando que hemos recibido Su misericordia, y viviendo en obediencia y amor constante por Su Palabra.
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