lunes, 8 de diciembre de 2025

Salmo 119:65-72 Dulce Humillación

 


Dulce Humillación

Salmo 119:65-72


Objetivo: Agradecer a nuestro Dios el GRAN BIEN que nos ha hecho.


Versículo para atesorar:Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba;

mas ahora guardo tu palabra.Salmo 119:67


Introducción: En esta novena estrofa del Salmo 119, marcada por la letra hebrea Tet (ט), el salmista explora un tema central: la bondad (tov) de Dios, una bondad tan profunda que se manifiesta incluso a través de la disciplina.


V. 65. “Bien has hecho con (has tratado bien a) tu siervo, oh Jehová, conforme a tu palabra (promesa).”

Bien has hecho con tu siervo, oh Jehová. La palabra ‘bien’ es <tov> (Strong H2896), que significa bueno, agradable, beneficioso, lo que es moralmente correcto y favorable. El salmista mira toda la obra de Dios en su vida y la califica como “buena”, y por quinta vez en el salmo se presenta como siervo, el salmista se ve a sí mismo esclavo, como propiedad de Dios. Así deberíamos vernos todos, ya que fuimos comprados por Cristo, como dice 1 Corintios 6:20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.


No solo dice que Dios hace cosas “correctas”, sino cosas verdaderamente buenas para su siervo, aun cuando a simple vista no parezcan agradables, como dice Romanos 8:28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados; Quien se sabe siervo, acepta la voluntad de su Señor, aunque no la entienda por completo; y se pregunta: ¿Qué quiere mi Señor de mí en esto?, no solo ¿por qué me pasa esto a mí?


Conforme a tu palabra. “Conforme a” indica una medida, un estándar, un patrón. Dios no trata a su siervo según emociones cambiantes, ya que no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta (Num. 23:19), sino que lo trata conforme a lo que Él ha dicho en Su Palabra.


V. 66. “Enséñame buen sentido (buen juicio) y sabiduría, porque tus mandamientos he creído.”

Enséñame buen sentido y sabiduría. El salmista le pide a Dios siga siendo su Maestro. De la misma manera que nos dice Santiago 1:5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada; ya que además de tener la Biblia, necesitamos que Dios nos enseñe por medio de su Espíritu, como Jesús dijo en Juan 16:13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.


El siervo le pide a Dios enseñanza para tener buen sentido; es decir, buen discernimiento, buen criterio, una capacidad espiritual para evaluar y juzgar las cosas correctamente. Misma de tener “los sentidos ejercitados” que dice Hebreos 5:14 pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. Y también le pide ‘sabiduría’ del hebreo <daat> (Strong H1847), que significa: conocimiento, entendimiento, comprensión. No es solo saber datos, es un conocimiento relacional, práctico y espiritual de la voluntad de Dios, como oraba Pablo por la iglesia de Colosas en Colosenses 1:9 por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual.


Porque tus mandamientos he creído. El salmista ama la Palabra, la cree, sin embargo, sigue pidiendo enseñanza. Es muy importante el orden que muestra el salmista, primero: “he creído tus mandamientos”; luego: “enséñame buen sentido y sabiduría”; ese orden refleja el principio de “no entiendo para creer, sino que creo para entender.”


Hoy día, abundan doctrinas que suenan bonitas, pero no son bíblicas, mensajes centrados en el hombre y no en la gloria de Dios, evangelios sin arrepentimiento, sin cruz, sin santidad. El siervo de Dios pide “buen sentido y sabiduría” precisamente porque vivir fiel a los mandamientos en medio de un mundo engañoso requiere discernimiento.


V. 67.  “Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba (cometí muchos errores); mas ahora guardo (obedezco) tu palabra.”

Antes que fuera yo humillado. El salmista no habla de una simple tristeza, sino de un trato profundo de Dios que lo llevó a la humillación, como si dijera “Dios fue tan bueno conmigo, que no me dejó seguir descarriado. Me humilló para que pudiera guardar su Palabra.”

No es humillación para destrucción, sino humillación para restauración. Dios no solo permite aflicciones, también las usa activamente como disciplina formativa, como vemos en Hebreos 12:5–11 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? 10 Y aquellos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero este para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. 11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.

Descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra. ‘Descarriado’, viene de la palabra hebrea <shagag> (Strong H7683), que significa errar, extraviarse, desviarse, pecar por error o descuido. Implica descuido, ligereza, irse alejando poco a poco del camino correcto.


La idea es que el salmista vivía desviado del camino de los mandamientos de Dios, no estaba alineado con Su voluntad; pero, después de la intervención de Dios, obedece la Palabra, lo que marca un fuerte contraste: antes: debió, ahora: obediencia.

No debemos toma a la ligera los desvíos “pequeños” como: Dejar de orar “unos días”, dejar de congregarse “por un tiempo”, bajar la guardia en pureza, verdad, integridad, coquetear con el pecado pensando “no es para tanto”. Dios, en Su gracia, al ver que empezamos a desviarnos, muchas veces permite algo que nos sacude, nos humilla y nos hace volver.

V. 68.  “Bueno eres tú, y bienhechor (haces el bien); enséñame tus estatutos.”

Bueno eres tú, y bienhechor. El salmista declara que Dios es bueno en su esencia, en Su carácter, es un atributo de Dios, Su bondad es quien Él es. La palabra ‘bienhechor’ viene del hebreo <metiv> (Strong H3190), que significa h acer bien, tratar bien, obrar bondadosamente, beneficiar.


Este versículo es escencial para entender la disciplina de Dios, todo lo que Dios hace con sus hijos, incluso la disciplina, es expresión de que Él es “bienhechor”.


Enséñame tus estatutos. Porque la bondad es la esencia de lo que Dios es, el siervo no responde con amargura, sino con un deseo de aprender Sus estatutos, que alumbran los ojos, como dice el  Salmo 19:8 Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.


V. 69.  “Contra mí forjaron (difamaron) mentira los soberbios (orgullosos), mas yo guardaré de todo corazón tus mandamientos.”

Contra mí forjaron mentira los soberbios. La idea es que los soberbios, aquellos que e levantan con altivez contra Dios, fabrican cuidadosamente acusaciones sobre el siervo de Dios, no es un error ingenuo, es malicia intencional. Son los que desprecian la ley de Dios, persiguen a los fieles y confían en sí mismos, no sometiéndose a los mandamientos de Dios. Son lo contrario al siervo humilde de Dios.


Mas yo guardaré de todo corazón tus mandamientos. A pesar de las mentiras forjadas en su contra, el siervo se aferra de todo corazón a los mandamientos de Dios, reflejando la bienaventuranza descrita en Mateo 5:11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.


V. 70. “Se engrosó el corazón de ellos como sebo (corazón insensible), mas yo en tu ley me he regocijado (alegrado).”

Se engrosó el corazón de ellos como sebo. El salmista no habla que el corazón de los soberbios se hizo grande, sino que está torpe, insensible y sin percepción espiritual. La idea es de un corazón embotado, duro para responder a Dios. La imagen es muy gráfica: Un corazón cubierto de grasa espiritual, saturado, pesado, que ya no responde a la Palabra de Dios. Un corazón que rechaza continuamente la verdad, se vuelve cada vez menos sensible.


Mas yo en tu ley me he regocijado. Mientras los soberbios se vuelven insensibles, que el propio Jesús identificó como un impedimento para ver, como dice Mateo 13:15 Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane, el siervo encuentra su deleite en la instrucción de Dios, la disfruta, se goza profundamente en lo que Dios ha revelado.


V. 71. “Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos.”

El salmista mira hacia atrás y ahora interpreta esa humillación como un instrumento amoroso de Dios. Entendió que el propósito de Dios en la aflicción no es punitivo, sino pedagógico, llevando al creyente a un aprendizaje profundo y transformador de los estatutos divinos. Es decir, la humillación fue el medio, el aprendizaje espiritual fue el objetivo, como dice Hebreos 12:6 Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.


V. 72. “Mejor me es la ley de tu boca que millares de oro y plata.”

Después de reconocer la bondad de Dios, la humillación, la disciplina y los ataques de los soberbios, el salmista declara qué es lo más valioso en su vida: la Palabra de Dios vale más que todas las riquezas del mundo, ya que la Escritura es Palabra inspirada de Dios, no simple literatura religiosa, es una comunicación personal con el Dios vivo.


La ley de Dios es más deseable que cualquier riqueza terrenal, como dice el Salmo  19:10 Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal, pues solo la Palabra de Dios tiene el poder de convertir el alma y ofrecer un valor que el oro no puede comprar.


Si Dios no hablara, estaríamos a oscuras espiritualmente, cada palabra suya en la Escritura es un acto de gracia, por eso el siervo de Dios la valora más que cualquier riqueza.


Conclusión. Es precisamente porque el siervo de Dios comprende el carácter bueno y bienhechor de Dios (v. 68) que puede reinterpretar la humillación (vv. 67, 71) no como una tragedia, sino como una dulce lección que le enseña el valor supremo de Su Palabra (v. 72). La disciplina de Dios, aunque produce tristeza temporal, obra un arrepentimiento para salvación (2 Cor. 7:10) que restaura a la sabiduría, la obediencia y el gozo por Sus mandamientos.

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