Un Clamor desde lo Profundo Salmo 69 |
Introducción: El Salmo 69 es uno de los lamentos más intensos y conmovedores de las Escrituras. Escrito por David, combina un profundo sufrimiento personal, una preocupación intercesora por otros y una anticipación profética de las aflicciones de Cristo. Nos enseña que no solo es aceptable, sino también bíblico, clamar a Dios en medio de la angustia, fundamentados en Su misericordia y confiando en Su justicia soberana. Como creyentes, estamos llamados a adorar aun desde las profundidades, sabiendo que Dios está cerca de los humildes y de los quebrantados de corazón.
Desarrollo:
Vv. 1-12. Clamor desde el abismo
1 Sálvame, oh Dios, porque las aguas han entrado hasta el alma.
2 Estoy hundido en cieno (lodo) profundo, donde no puedo hacer pie; he venido a abismos (profundidades) de aguas, y la corriente me ha anegado (arrastrado).
3 Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido; han desfallecido (están cansados) mis ojos esperando a mi Dios.
Imagen de la Angustia: David describe su sufrimiento con un lenguaje visual profundamente angustiante. Se compara a alguien que se está ahogando en aguas profundas: “las aguas han entrado hasta el alma”. Esta expresión hebrea sugiere que el peligro no es solo externo, sino que su alma está al borde del colapso, sumergida bajo una ola de desesperación.
Luego dice: "Estoy hundido en cieno profundo, donde no hay donde hacer pie". El cieno (lodo espeso y pegajoso) representa un terreno inestable, que impide avanzar o sostenerse. David se siente sin dirección, sin estabilidad, sin control. Esta imagen ilustra la impotencia total ante circunstancias abrumadoras.
También dice: "He venido a abismos de aguas, y la corriente me ha anegado". Aquí expresa que la presión y la fuerza de su sufrimiento lo arrastran como una corriente, sin poder resistirse.
Finalmente añade: "Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido; han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios" (v. 3). David ha clamado tanto, que su voz se ha agotado y sus ojos, llenos de lágrimas, ya no pueden ver. Este cuadro es una representación viva del alma quebrantada, del clamor que no cesa, aunque la respuesta parezca tardar.
Todo esto no es solo una forma poética de hablar del dolor. Es una forma bíblica, inspirada, de describir la angustia real que atraviesan los hijos de Dios. Este lenguaje nos enseña que Dios permite estos momentos para acercarnos más a Él y mostrarnos su fidelidad.
4 Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me aborrecen (odian) sin causa; se han hecho poderosos mis enemigos, los que me destruyen sin tener por qué. ¿Y he de pagar lo que no robé?
5 Dios, tú conoces mi insensatez (necedad), y mis pecados no te son ocultos.
Confesión y Humildad: A pesar de su sufrimiento, David no se justifica. Reconoce su pecado: “Dios, tú conoces mi insensatez, y mis pecados no te son ocultos” (v. 5). El dolor no lo lleva a la amargura, sino a la humillación. Nos enseña que, en tiempos de prueba, el creyente debe acercarse a Dios con arrepentimiento y transparencia.
6 No sean avergonzados por causa mía los que en ti confían, oh Señor Jehová de los ejércitos; no sean confundidos por mí los que te buscan, oh Dios de Israel.
7 Porque por amor de ti he sufrido afrenta (insultos); confusión ha cubierto mi rostro.
Preocupación por Otros: En medio de su dolor, David ora por los demás: “No sean avergonzados por causa mía los que en ti esperan... ni sean confundidos por mí los que te buscan, oh Dios de Israel” (v. 6). Nos muestra el corazón de un verdadero hombre espiritual: su piensa en cómo su sufrimiento podría afectar la fe de otros.
8 Extraño he sido para mis hermanos, y desconocido para los hijos de mi madre.
9 Porque me consumió el celo de tu casa; y los denuestos (las ofensas) de los que te vituperaban (insultan) cayeron sobre mí.
10 Lloré afligiendo (amargamente) con ayuno mi alma, y esto me ha sido por afrenta (insulto).
11 Puse además cilicio por mi vestido (me vestí de luto), y vine a serles por proverbio (burlas).
12 Hablaban contra mí los que se sentaban a la puerta, y me zaherían (me hacen burla pública) en sus canciones los bebedores (borrachos).
Rechazo y Burlas: David también enfrenta el desprecio de su propia familia: “Extraño he sido para mis hermanos, y desconocido para los hijos de mi madre” (v. 8), David es objeto de burla: “Me pusieron por proverbio los que se sentaban a la puerta, y era yo canción de los bebedores” (v. 12). Su dolor se volvió entretenimiento para los malvados.
Celo por Dios: El dolor de David es, en parte, por su pasión por Dios: “Porque me consumió el celo de tu casa” (v. 9). El sufrimiento por causa del nombre de Dios es honorable.
Vv. 13-21. Clamor confiando en su misericordia
13 Pero yo a ti oraba, oh Jehová, al tiempo de tu buena voluntad (tiempo favorable); oh Dios, por la abundancia de tu misericordia, por la verdad de tu salvación, escúchame.
Esperanza en Medio del Dolor: Aquí el salmo da un giro. David deja momentáneamente la descripción de su angustia y se vuelve con firmeza a la oración. Lo más notable es que su petición no se basa en sus propios méritos, sino en el carácter de Dios. Dice: "por la abundancia de tu misericordia, por la verdad de tu salvación". Esto nos enseña que el fundamento seguro para orar en medio del sufrimiento es la fidelidad de Dios a Su pacto.
El término hebreo para "misericordia" aquí es "jesed" (Strong H2617), que denota el amor fiel y constante de Dios hacia Su pueblo. La “verdad” de Su salvación muestra que Dios es coherente con Su carácter redentor. David apela a esta fidelidad, no a su propia justicia.
Tiempo Propicio: David ora “al tiempo de tu buena voluntad”. Este “tiempo favorable” no es cuando todo está bien, sino precisamente cuando todo parece estar mal. Es en ese momento donde Dios se glorifica al mostrar su favor inmerecido.
14 Sácame del lodo, y no sea yo sumergido; sea yo libertado de los que me aborrecen, y de lo profundo de las aguas.
15 No me anegue (arrastre) la corriente de las aguas, ni me trague el abismo, ni el pozo cierre sobre mí su boca.
16 Respóndeme, Jehová, porque benigna (buena) es tu misericordia; mírame conforme a la multitud de tus piedades (tu inmensa compasión).
17 No escondas de tu siervo tu rostro, porque estoy angustiado; apresúrate, óyeme.
18 Acércate a mi alma, redímela (sálvala); líbrame a causa de mis enemigos.
Persistencia en la Oración: David continúa clamando intensamente y retoma la imagen del ahogamiento, pero ahora como petición de rescate. Clama por liberación del lodo, del abismo, de la corriente, de los enemigos. Es un lenguaje cargado de intensidad espiritual. Aquí no hay rezos vacíos, sino clamor del alma que no se rinde, porque conoce el carácter de Dios.
David no exige; suplica con humildad, y se dirige a Dios con verbos intensos: respóndeme, sácame, líbrame, escúchame, no escondas tu rostro, acércate, redímeme, líbrame (vv. 16–18). Este torrente de ruegos nos muestra que orar con insistencia no es falta de fe, sino evidencia de dependencia.
19 Tú sabes mi afrenta (las ofensas), mi confusión y mi oprobio (vergüenza); delante de ti están todos mis adversarios (enemigos).
20 El escarnio (Los insultos) ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado (sin ánimo). Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo; y consoladores, y ninguno hallé.
El Consuelo del “Tú Sabes”: Este es uno de los versículos más conmovedores del salmo. David no dice simplemente “mira”, sino “Tú sabes”. El verbo hebreo es "yada" (Strong H3045), que implica conocimiento íntimo y profundo. En otras palabras: “Señor, tú no solo ves mi dolor; tú lo conoces como nadie más”. Esta es una gran verdad para el creyente: cuando nadie más entiende, Dios sí sabe.
Este versículo nos recuerda que, en el momento de mayor desamparo, la omnisciencia de Dios es nuestro refugio. Jesús también experimentó ese dolor sin consuelo humano: “Busqué quien me consolara, y no lo hallé” (v. 20).
21 Me pusieron además hiel (amargura) por comida, y en mi sed me dieron a beber vinagre.
Desprecio y Humillación: Estas imágenes intensas revelan el grado de desprecio y humillación que sufrió; no solo fue ignorado en su necesidad, sino que fue tratado con crueldad en su dolor. Su dolor físico y emocional fue agravado por la malicia de quienes lo rodeaban, dejando ver lo solo y quebrantado que se sentía en medio de su aflicción.
Vv. 22-28. El juicio sobre los impíos
22 Sea su convite (banquete) delante de ellos por lazo (trampa), y lo que es para bien, por tropiezo.
23 Sean oscurecidos sus ojos para que no vean, y haz temblar continuamente sus lomos (espaldas).
24 Derrama sobre ellos tu ira, y el furor de tu enojo los alcance.
Oración por justicia: David eleva un clamor por justicia de Dios contra sus enemigos. David clama: “Sea su convite por lazo… sean oscurecidos sus ojos… derrama sobre ellos tu indignación…” (vv. 22–24). Esto no es una reacción carnal, ni una expresión de odio personal, sino una invocación profética de justicia divina. David, ungido como rey por Dios, y escribiendo bajo inspiración, ruega que Dios haga justicia a los impíos que oprimen a los justos y rechazan al Señor.
Estos versículos nos recuerdan que Dios es amoroso, pero también es justo, y no dejará el pecado sin castigo.
No Venganza Personal: Es importante subrayar que este pasaje no justifica la venganza personal. De hecho, David no ejecuta esta justicia con sus propias manos, sino que la entrega a Dios en oración, en armonía con Romanos 12:19 No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Su oración no es un deseo egoísta de destrucción, sino un clamor por la gloria de Dios, que ha sido despreciada por los impíos.
25 Sea su palacio asolado (desolado/desierto); en sus tiendas no haya morador (habitante).
26 Porque persiguieron al que tú heriste, y cuentan (se burlan) del dolor de los que tú llagaste (heriste).
27 Pon maldad sobre su maldad, y no entren en tu justicia.
28 Sean raídos (borrados) del libro de los vivientes, y no sean escritos entre los justos.
Dios No Es Indiferente al Mal: La frase “Añádales iniquidad sobre su iniquidad, Y no entren en tu justicia” (v. 27), declara una verdad solemne: llega un punto donde Dios entrega al pecador a su propio endurecimiento. Esta doctrina es confirmada por el apóstol Pablo en Romanos 1:24–28, cuando dice: “Dios los entregó…”
El salmo nos muestra que hay quienes, tras rechazar persistentemente a Dios, son cegados judicialmente. El juicio más severo no siempre es el castigo inmediato, sino el abandono de Dios a la dureza del corazón (Heb. 10:26–27).
La expresión “Sean raídos del libro de los vivientes, Y no sean escritos entre los justos” (v. 28), anticipa la exclusión eterna del impío. El “libro de los vivientes” es una imagen de aquellos que participan de la vida eterna (Ap. 3:5; 20:15). El salmista reconoce que no todos serán salvos, y que la justicia de Dios se manifestará eternamente.
Vv. 29-36. La esperanza para los humildes
29 Mas a mí, afligido (dolido) y miserable (pobre), tu salvación, oh Dios, me ponga en alto.
30 Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, lo exaltaré con alabanza.
Alabanza desde el Dolor: Después del clamor por juicio, el salmista vuelve su mirada al Señor, y lo hace con una actitud transformada. Aunque sigue diciendo que está “afligido y dolorido”, ya no clama por justicia sino por salvación, y esta petición desemboca en adoración.
Este cambio nos muestra una verdad gloriosa: cuando confiamos en la salvación de Dios, aún en el valle del dolor podemos levantar una alabanza a Dios.
David no espera a que pasen las circunstancias para adorar. Adora en medio del quebranto. Esta es una señal de madurez espiritual. Como dice Habacuc 3:17–18 Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya fruto… con todo, yo me alegraré en Jehová.
31 Y agradará a Jehová más que sacrificio de buey (toro), o becerro (novillo) que tiene cuernos y pezuñas;
La Alabanza es Superior al Sacrificio Externo: Dios no busca ritos vacíos, sino corazones quebrantados. La alabanza que brota de un corazón contrito y humillado es más valiosa que cualquier sacrificio ritual. Esto también dice David en Salmo 51:17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
32 Lo verán los oprimidos (afligidos), y se gozarán. Buscad a Dios, y vivirá vuestro corazón,
33 Porque Jehová oye a los menesterosos (necesitados), y no menosprecia a sus prisioneros.
Impacto en Otros: El testimonio del creyente que adora en la aflicción anima a otros a buscar a Dios. No hay predicación más poderosa que la del cristiano que sufre con esperanza.
David dice que “los oprimidos lo verán… y se gozarán” (v.32). El verbo ‘verán’ implica que nuestra adoración es visible, y Dios puede usarla para edificar y fortalecer la fe de los demás. En otras palabras, nuestra alabanza en la oscuridad puede ser una luz para otros (Mt. 5:16).
“Dios oye a los menesterosos, y no menosprecia a sus prisioneros“ (v. 32), esta declaración es de gran consuelo. Dios no es sordo al clamor del humilde. Aunque el mundo los ignore, Dios escucha a los que se acercan a Él quebrantados.
La palabra “prisioneros” puede referirse tanto a los que están literalmente encarcelados como a los que están atados por el dolor, la aflicción o la pobreza espiritual. Dios no desprecia al que se refugia en Él (Is. 57:15).
34 Alábenle los cielos y la tierra, los mares, y todo lo que se mueve en ellos.
35 Porque Dios salvará a Sion, y reedificará las ciudades de Judá; y habitarán allí, y la poseerán.
36 La descendencia de sus siervos la heredará, y los que aman su nombre habitarán en ella.
Visión de Restauración y Gloria Final: El salmo termina con una visión gloriosa: una restauración futura y eterna. Dios salvará, reedificará, y hará habitar a los que le aman. En sentido inmediato, esto hablaba del regreso de los exiliados y la restauración de Jerusalén.
Pero en el sentido más pleno y profético, apunta al Reino eterno de Cristo, donde habitarán los que aman su nombre (v. 36). Es decir, los redimidos por gracia, justificados por la fe, transformados por el Espíritu, como dice Apocalipsis 21:3 He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres… y él morará con ellos.
Esperanza Eterna: El salmo, que comenzó con angustia profunda, termina con esperanza y adoración. Esto es lo que hace la gracia: transforma el lamento en alabanza, y el quebranto en gloria. El sufrimiento no tiene la última palabra; la fidelidad de Dios sí.
El cumplimiento profético en Cristo. Muchos elementos del Salmo 69, aunque nacidos del dolor personal de David, anticipan y señalan proféticamente el sufrimiento de Jesucristo. Jesús fue aborrecido sin causa (v. 4; Jn. 15:25), rechazado incluso por sus propios hermanos (v. 8; Jn. 7:5), consumido por el celo de la casa de Dios (v. 9a; Jn. 2:17), objeto de afrenta y burla (vv. 10–12; Mt. 26:67–68), y en su agonía en la cruz se le dio vinagre para calmar su sed (v. 21; Mt. 27:34). Además, el apóstol Pablo cita partes de este salmo para explicar el endurecimiento de Israel (vv. 22–23; Rom. 11:9–10), y Pedro lo aplica al juicio sobre Judas Iscariote (v. 25; Hch. 1:20).