lunes, 25 de agosto de 2025

Romanos 14:13-23 Sigamos la Paz y la Mutua Edificación

 

Sigamos la Paz y la Mutua Edificación

Romanos 14:13-23

Objetivo: Caminar en justicia, paz y gozo, contribuyendo a la paz y a la mutua edificación.

 

Versículo a memorizar:Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación.”  Romanos 14:19

 

Introducción: Pablo nos enseñó que la iglesia debe mantener la unidad en Cristo a pesar de las diferencias en asuntos no esenciales o moralmente neutros (prácticas que no son en sí mismas ni mandadas ni prohibidas por Dios en Su Palabra), como la comida o la observancia de días especiales. A los fuertes en la fe se les exhorta a no menospreciar a los débiles, y a los débiles se les llama a no juzgar a los fuertes, recordando que Dios ha recibido a ambos. El centro de la vida cristiana no son las opiniones personales, sino vivir y morir para el Señor, pues del Señor somos (Rom. 12:8). Cristo murió y resucitó para ser Señor de todos, y cada creyente dará cuentas ante Su tribunal, donde no habrá condenación, sino evaluación de obras. Por ello, no debemos ocupar el lugar de jueces, sino practicar paciencia, amor y humildad, cediendo en lo no esencial para ganar al hermano y reflejar el evangelio al mundo. (Rom. 15:7).

 

Desarrollo:

Vv. 13-15. Andando conforme al amor

13 Así que, ya no nos juzguemos (criticamos) más los unos a los otros, sino más bien decidid (determinen) no poner tropiezo u ocasión (obstáculo) de caer al hermano.

Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros. ‘Juzgar’ viene de la palabra griega <krínō> (Strong 2919), que significa condenar, criticar, emitir un veredicto. Dios por medio de Pablo nos llama a dejar de lado la crítica destructiva.

 

Antes bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. ‘Ocasión de caer’ viene de una sola palabra griega <skándalon> (Strong 4625), que significa trampa, obstáculo, cualquier cosa que lleve al pecado. En lugar de juzgar, debemos decidir estar atentos a que nuestras acciones no afectan la fe de los demás y los hagan tropezar, como dice 1 Corintios 10:23-24 23Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. 24Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.

 

El llamado de Dios es a reemplazar el juicio por la edificación mutua. No se trata de insistir en mis derechos, sino de vivir con amor, cuidando de no ser tropiezo a otros hermanos, ya que el amor está por encima de nuestra libertad; aunque tengamos libertad en Cristo, el amor nos debe llevar a restringirnos para no dañar a otros.

 

14 Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo (impuro) en sí mismo; mas para el que piensa (considera) que algo es inmundo (impuro), para él lo es.

Yo sé, y confío en el Señor Jesús. ‘Confío’ viene del griego <peíthō> (Strong 3982), que significa estar convencido, habla de una convicción firme por la obra de Cristo.

 

Que nada es inmundo en sí mismo. La palabra ‘inmundo’ viene del griego <koinós> (Strong 2839), que significa común, ordinario, corriente o profano; en contexto religioso judío, se usaba para aquello que no estaba consagrado o que había sido contaminado ceremonialmente. No necesariamente era algo pecaminoso en sí mismo, sino algo ritualmente no apto para el uso sagrado.

 

Mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. Pablo afirma que en Cristo ya no existe distinción ceremonial de alimentos. Sin embargo, si alguien lo considera como tal en su conciencia, para él lo es. Aunque la comida es moralmente neutral, violar la conciencia es grave. Si alguien, por debilidad, piensa que algo es inmundo, forzarlo a actuar contra su conciencia lo afecta.

 

Nuestra norma de fe y conducta es la Escritura, no ordenanzas o tradiciones humanas. Donde la Biblia no prohíbe, no debemos imponer leyes humanas.

 

15 Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado (angustiado), ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió.

Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. Ahora Pablo va más allá; nos dice que, aunque algo sea lícito, si al practicarlo, la conciencia de un hermano se ve afectada y lo entristecemos, ya dejamos de andar conforme al amor. La libertad cristiana nunca debe ejercerse de forma egoísta, siempre debe estar subordinada al amor <agápē> y la edificación del cuerpo de Cristo.

 

Pablo se lo dijo a la Iglesia de Corinto con otras palabras en 1 Corintios 10:23 Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.

 

No hagas que por la comida tuya se pierda. ‘Pierda’ viene del griego <apollymi> (Strong 622), que significa perderse, arruinarse, destruirse. Aquí no habla de perder la salvación, sino de dañar la fe y hacer tropezar al hermano, debilitando su comunión. Pablo dijo lo mismo en 1 Corintios 8:11-12 11Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. 12De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis.

 

Aquel por quien Cristo murió. Esta frase da un valor infinito a la vida de todo creyente. Si Jesús entregó Su vida por él, ¿cómo nosotros vamos a despreciarlo por una comida o una costumbre? Por eso debemos recordar la instrucción que Dios nos da en Filipenses 2:4-5 4no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. 5Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús.

 

Ejemplos:

·       Con estilos musicales o en vestimenta: Si tu libertad en escuchar música o vestirte de la forma que prefieres, confunde a un nuevo creyente, limita esa práctica cuando estén juntos.

·       Con celebraciones: Si algunos celebran ciertas fechas y otros no, decide que eso no sea eso causa de división; pon al Señor en primer lugar y evita convertirlo en piedra de tropiezo.

 

Vv. 16-19. Servir a Cristo y agradar a Dios

16 No sea, pues, vituperado (hablar mal de) vuestro bien;

La palabra ‘vituperado’ viene de la palabra griega <blasphēméō> (Strong 987), que significa hablar mal, difamar, blasfemar, desacreditar. Si usamos mal nuestra libertad, aquello que es bueno y legítimo (la libertad cristiana) puede ser malinterpretado y convertido en motivo de blasfemia o crítica contra el evangelio.

 

La gente juzgará el evangelio por nuestras acciones, por eso es importante también cuidar nuestro testimonio; por eso Pablo decía en 2 Corintios 8:21 Procuramos hacer las cosas honradamente, no solo delante del Señor sino también delante de los hombres.

 

17 porque el reino de Dios no es (cuestión de) comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.

Porque el reino de Dios no es comida ni bebida. El evangelio no consiste en rituales externos, en lo que comemos o bebemos, como dice Colosenses 2:16-17 16Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, 17todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo, sino en la transformación interna del corazón por medio del Espíritu.

 

Sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Las disputas sobre lo no esencial, nos desvían de lo esencial, que es vivir bajo el reinado de Cristo con justicia, paz y gozo.

 

·       Justicia <dikaiosýnē> (Strong 1343): rectitud, integridad, lo correcto delante de Dios.

·       Paz <eirēnē> (Strong 1515): reconciliación con Dios y armonía entre hermanos.

·       Gozo <chara> (Strong 5479): alegría espiritual producida por el Espíritu Santo, independiente de las circunstancias.

 

Debemos aprender a priorizar lo eterno y no desgastarnos discutiendo sobre comidas, música o fiestas; sino buscar reflejar a Cristo con justicia, paz y gozo.

 

18 Porque el que en esto (de esta manera) sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres.

Pablo explica que quien tiene un estilo de vida que honra al Señor, priorizando la justicia, la paz y el gozo en el Espíritu Santo, está sirviendo realmente a Cristo y agradando a Dios. Ceder en un asunto secundario por amor al hermano es, en realidad, un acto de servicio a Cristo mismo; como Jesús enseñó en Mateo 25:40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.

 

No se trata de discutir o dividirnos por lo que se come o se bebe, sino de reflejar a Cristo en la vida diaria, y como consecuencia, muchas veces también obtenemos respeto de los hombres (aunque no siempre).

 

19 Así que, sigamos (busquemos, esforcémonos en) lo que contribuye (conduce) a la paz y a la mutua edificación.

La palabra ‘sigamos’ viene de la palabra griega <diōkō> (Strong 1377), que significa perseguir con esfuerzo, correr tras algo con diligencia, por lo que no habla de algo pasivo, sino un llamado activo a procurar algo. Pablo concluye que debemos enfocar nuestra vida en dos prioridades dentro del cuerpo de Cristo: buscar la paz y edificar al hermano.

 

No basta con evitar el tropiezo del hermano, hay que contribuir activamente en su crecimiento como dice 1 Tesalonicenses 5:11 Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis, ya que el propósito de la libertad cristiana, no es para servirme a mí, sino para fortalecer al cuerpo de Cristo como dice Gálatas 5:13 Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.

 

Como ejemplo negativo, tenemos a los corintios que usaban su libertad para dividirse en la Cena del Señor (1 Co. 11:18-22), o cuando participaban en banquetes idolátricos sin discernir cómo afectaba a los débiles (1 Co. 10:27-29). Si algo no contribuye a la paz ni a la edificación, no lo sigamos.

 

Vv. 20-23. La fe del que sirve a Cristo y agrada a Dios

20 No destruyas (eches a perder) la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar (perder la fe) a otros con lo que come.

No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. ‘Destruyas’ viene de la palabra griega <katalyō> (Strong 2647), que significa derribar, deshacer, arruinar, desbaratar. Pablo usa un verbo fuerte para mostrar la seriedad del daño espiritual que se puede causar. La libertad que tenemos nunca debe dañar la obra de Dios en la vida de los que nos rodean.

 

Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come. Aunque los alimentos son limpios en sí mismos como dice Marcos 7:18-19 18Él les dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, 19porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos; y en 1 Timoteo 4:4-5 4Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; 5porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado, la forma en que usamos los alimentos puede ser de bendición o de tropiezo.

 

21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece (lo haga caer), o se ofenda (se escandalice), o se debilite.

Pablo nos deja este principio práctico: es mejor abstenerse voluntariamente de algo lícito si con ello evitamos que un hermano tropiece en su fe. La libertad cristiana nunca debe estar por encima del amor al prójimo.

 

La madurez en Cristo se mide por el amor. No se trata de cuánto “sabemos”, sino de cuánto estamos dispuesto a renunciar por edificar a nuestros hermanos, como dice 1 Corintios 8:13 Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.

 

Ejemplos:

·       Con el alcohol: Aunque beber vino moderadamente no es pecado, (lo que si prohíbe la Biblia es emborracharse (Ef. 5:18)), si tu hermano luchó con el alcohol, es mejor abstenerte delante de él.

·       Con el entretenimiento: Si lo que miras o escuchas hace tropezar a otro, es mejor renunciar a ello.

·       Con las redes sociales: Publicar ciertas cosas puede confundir a los más jóvenes en la fe; mejor abstenerse que causar tropiezo.

 

22 ¿Tienes tú fe (convicción)? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena (su conciencia no le acusa) a sí mismo en lo que aprueba.

Pablo introduce el equilibrio; cada uno debe vivir su libertad con fe y convicción delante de Dios, sin imponerla a otros, y mucho menos usarla con el costo de tropezar a alguien, sino vivir la libertad con una limpia conciencia delante de Dios como dice 1 Juan 3:21 Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios.

 

23 Pero el que duda sobre lo que come, es condenado (se hace culpable), porque no lo hace con fe (convicción); y todo lo que no proviene de fe (convicción), es pecado.

Pablo presenta el contraste: si alguien actúa dudando, sin plena convicción en su conciencia, se condena a sí mismo, porque no procede en fe. El principio final es contundente: todo lo que no nace de una convicción de fe en obediencia a Dios es pecado.

 

La palabra ‘condenado’ viene de la palabra griega <katakrínō> (Strong 2632), que significa hallado culpable por su propia conciencia.

 

Como ejemplo negativo, tenemos a Pedro, quien sabía por revelación que en Cristo los gentiles eran aceptados (Hch. 10:15). En Antioquía comía con ellos, pero por temor a los judíos se apartaba de ellos (Gá. 2:12). Así actuó contra su convicción, cayendo en hipocresía y condenándose a sí mismo.

 

Aplicación práctica Final: Vivamos nuestra libertad sin hipocresía, estando plenamente convencidos delante de Dios. No usemos esa libertad si causa tropiezo a algún hermano, recordando que cada uno dará cuentas a Dios. Y si dudamos en algo, es mejor abstenernos, porque lo que no se hace con fe y buena conciencia se convierte en pecado.

lunes, 18 de agosto de 2025

Romanos 14:1-12 Mi Relación con mis Hermanos

Mi Relación con mis Hermanos

Romanos 14:1-12

Objetivo: Aprender a relacionarme con mis hermanos, considerando mi propia relación con Dios.

 

Versículo a memorizar:Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.”  Romanos 14:8

 

Introducción: Pablo enseñó que el creyente tiene una deuda permanente: el amor <agápē>, que cumple toda la ley y busca siempre el bien del prójimo. Pablo mostró que amar no es solo evitar el mal, sino actuar en favor de otros, protegiendo, sirviendo y perdonando. Cita mandamientos del Decálogo para mostrar que todos se resumen en “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Además, llama a vivir con urgencia espiritual, conscientes de que la salvación final está cerca. Nos exhortó a desechar las obras de las tinieblas (pecados como inmoralidad, envidia y divisiones) y a vestir las armas de la luz. El mandato central es “vestirse del Señor Jesucristo”, adoptando Su carácter y evitando planear o alimentar deseos pecaminosos. La vida cristiana debe ser transparente, santa, esperando el regreso de Cristo, resplandeciendo como luminares en un mundo oscuro para la gloria de Dios.

 

Pablo enseñó en los capítulos 12 y 13 cómo vivir la fe en amor con la comunidad; ahora trata sobre cómo manejar diferencias en asuntos secundarios (lo que comemos, días que guardamos, prácticas culturales), para que la iglesia mantenga la unidad y no se divida por cuestiones no esenciales.

 

Desarrollo:

Vv. 1-5. Mis convicciones

1 Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones (no para entrar en discusiones).

Recibid. ‘Recibid’ viene de la palabra griega <proslambánō> (Strong 4355), que significa acoger plenamente, aceptar con amor, tomar de la mano para guiar. No es solo tolerar al débil en la fe, sino tratarlo con amor.

 

Al débil en la fe. Es un hermano que ha creído en Cristo, pero con una fe inmadura, cuya confianza en Dios y en Su Palabra aún no es sólida o está en desarrollo, por lo que no alcanza a discernir plenamente entre lo que está bien y lo que está mal. Reacciona rápidamente y se incomoda con cosas que, aunque no sean pecado en sí mismas, percibe como incorrectas debido a su trasfondo cultural, enseñanza previa o madurez espiritual limitada.

 

Pero no para contender sobre opiniones. ‘Contender’ <diakriseis> (Strong 1253), habla de debates, discusiones, disputas; y esto sobre opiniones, razonamientos o pensamientos personales. Pablo guiado por el Espíritu Santo nos manda a no entrar en discusiones en asuntos no esenciales.

 

En asuntos esenciales (doctrinas centrales) como; la deidad de Cristo, la salvación por gracia por medio de Cristo, la autoridad de la Escritura,  en eso no hay espacio para negociar como Pablo mismo lo dijo en Gálatas 1:8-9 8Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. 9Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.

 

Mientras que podemos tener diversidad en asuntos no esenciales; es decir, en opiniones o prácticas culturales como en comidas, celebraciones, costumbres, etc. El mandato es recibir al hermano débil sin convertir las diferencias secundarias en motivo de división, ya que haciendo esto, reflejamos el amor y la gracia de Dios, que nos aceptó a todos con una fe imperfecta.

 

Jesús llamó a hombres de trasfondos distintos, como Mateo (Leví) que era un publicano, un judío que trabajaba para el imperio Romano cobrando impuestos a otros judíos, y a Simón (no Pedro) que era un zelote; es decir, era de un grupo judío radical nacionalista que buscaba liberar a Israel del dominio romano; en lo político eran opuestos, pero en Cristo fueron hermanos (Lc. 6:15).

 

Aplicación Práctica: El amor es más importante que ganar un argumento. El objetivo no es uniformidad externa, sino unidad en Cristo.

 

2 Porque uno cree que se ha de (a alguno su fe le permite) comer de todo; otro, que es débil, come legumbres (verduras).

Contexto Histórico: En la iglesia de Roma había creyentes de trasfondo judío que seguían observando las leyes dietéticas del Antiguo Testamento. Vivían en medio de gentiles y temían comer algo impuro según la Ley, algo ritualmente limpio que pudiera haberse contaminado, o incluso carne que, aunque permitida, hubiera sido previamente ofrecida en sacrificio a ídolos.

 

Por otro lado, había creyentes de trasfondo gentil que, al provenir de un ambiente pagano, sabían que en las carnicerías públicas muchas veces se vendía carne de animales sacrificados a deidades paganas como Zeus o Afrodita. Para algunos, comer de esa carne era participar indirectamente en la idolatría como dice 1 Corintios 8:1 En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica; nos enseña que el amor es el que edifica, no el conocimiento, por lo que, lo que debe prevalecer en las cosas no esenciales es el amor, y que no creamos que el conocimiento o madurez espiritual nos hace más valiosos delante de los ojos de Dios como lo mencionó en 1 Corintios 8:7-8 7Pero no en todos hay este conocimiento; porque algunos, habituados hasta aquí a los ídolos, comen como sacrificado a ídolos, y su conciencia, siendo débil, se contamina. 8Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos.

 

Es muy probable que, por estas razones de conciencia, tanto algunos judíos como algunos gentiles optaran por abstenerse totalmente de la carne y limitar su dieta al consumo de legumbres.

 

Pablo describe al débil en la fe, como aquel que está usando la libertad que tenemos en Cristo con respecto a la comida y que quizá estaba confundiendo costumbres culturales o reglas humanas con mandatos divinos.

 

3 El que come, no menosprecie (desprecie) al que no come, y el que no come, no juzgue (condene, critique) al que come (de todo); porque Dios le ha recibido (les ha aceptado por igual).

El que come. El que come de todo, es el que esta fuerte en la fe, reconociendo que en Cristo todos los alimentos son limpios como dice Marcos 7:18-19 18Él les dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, 19porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos; y en 1 Timoteo 4:4-5 4Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; 5porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado.

 

No menosprecie al que no come. El problema no era lo que comían, sino la actitud del corazón. El fuerte podía caer en menosprecio hacia el débil y verlo como ignorante. La palabra ‘menosprecio’ viene del griego <exouthenéō> (Strong 1848), que significa despreciar, considerar inútil o insignificante algo o alguien, tratarlo como nada. Cuando alguien mira con menosprecio a un hermano, se coloca por encima de él, lo cual es contrario a lo que dice Pablo en Filipenses 2:3 Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo, haciendo eso, la persona muestra ser fuerte en la fe respecto a la comida, pero débil en la fe en cuanto a la humildad.

 

Y el que no come, no juzgue al que come. Los que no comen ciertos alimentos, vendrían a ser el débil en la fe, ya que evitan algunas comidas por temor a contaminarse espiritualmente, siguiendo su conciencia; ellos podían caer en juicio hacia el fuerte. La palabra ‘juzge’ del griego <krínō>, significa condenar, emitir un veredicto de culpabilidad. El débil, que es más estricto, podría condenar al fuerte como si fuera mundano o carnal.

 

Porque Dios le ha recibido. Para evitar ambas actitudes; la de menosprecio o la de juicio, debemos recordar que Dios ya ha recibido a ese hermano en Cristo. Si Dios lo ha aceptado, ¿quiénes somos nosotros para rechazarlo?

 

La pureza no depende de lo que comemos o no comemos, sino de nuestra relación con Dios y de una conciencia limpia delante de Él, como dice Tito 1:15-16 15Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas. 16Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra.

 

Como ejemplo bíblico de menosprecio, tenemos al fariseo (Lc. 18:9-14) que menospreció al publicano porque no estaba a la altura de sus propios estándares; al final del relato, el publicano se humilló ante Dios y fue justificado, mientras que el fariseo no.

 

Como ejemplo bíblico de juicio, está Mical (2 Sam. 6:14-16), quien juzgó mal a David por danzar delante del Señor, evaluando sus acciones según sus propios criterios.

 

Ejemplos actuales:

Un hermano cree que ponerse un tatuaje está mal, aunque la Biblia no lo prohíbe, y juzga como inmaduros o mundanos a los hermanos que, estando en Cristo, deciden tatuarse. A su vez, el que se tatuó juzga como legalista al hermano que piensa diferente.

 

Un hermano ha decidido escuchar únicamente música cristiana y se considera más espiritual que aquel que escucha todo tipo de música, siempre que la letra no sea inmoral ni ofenda a Dios. Por su parte, el que escucha de todo juzga al otro como “religioso” o cerrado.

 

Hay quienes han optado por no ir al cine o no tener televisión en casa, considerándolo pecado, aunque bíblicamente no lo sea. Pero esa decisión no les da derecho a menospreciar a otros que sí van al cine ni a juzgarlos como carnales.

 

Algunos creen que se debe usar vestimenta formal para el servicio dominical, y podría ver como “irreverente” al que asiste con ropa casual; el casual podría ver al formal como “religioso” o “orgulloso”. Ni uno debería menospreciar al otro, ni el otro juzgar a su hermano.

 

Hay hermanos que están convencidos de que celebrar la Navidad no es algo que Dios ordena en Su Palabra, y menos en una fecha donde claramente no nació el Señor Jesús. Otros creen que es una buena oportunidad para reunirse con la familia y compartirles de Cristo. En ambos casos, no se debe menospreciar ni juzgar, sino caminar en armonía, buscando la unidad de la iglesia si el asunto no es de doctrina esencial.

 

Esta exhortación del Espíritu nos debe llevar a practicar la paciencia con creyentes nuevos que todavía están aprendiendo, recordando que nosotros también pasamos por ese proceso. Debemos ser ejemplo de amor y humildad, cediendo en lo no esencial para ganar al hermano, recordando cómo Cristo nos recibió a nosotros en nuestra debilidad, como dice Romanos 15:7 Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios.

 

En resumen: Debemos cuidar la unidad del cuerpo de Cristo evitando el orgullo del fuerte y el legalismo del débil. El estándar no es nuestra opinión personal, sino la aceptación de Dios. Cuando aceptamos a los hermanos como Dios los acepta, reflejamos el evangelio y damos testimonio al mundo.

 

4 ¿Tú quién eres, que juzgas (criticar) al criado ajeno (siervo de otro)? Para (es asunto de) su propio señor está en pie, o cae (si trabaja bien o trabaja mal); pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme (sostenerlo).

Pablo recuerda a la iglesia que cada creyente es siervo de su propio Señor: Cristo. Por lo tanto, no tenemos autoridad para emitir un juicio condenatorio sobre otro hermano en asuntos no esenciales, misma idea que vemos en Romanos 9:20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: Por qué me has hecho así?

 

Cristo es quien sustenta; incluso si un hermano tropieza, el Señor tiene el poder de restaurarlo y afirmarlo, como dice Filipenses 1:6 estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. La autoridad sobre la vida del creyente recae únicamente en Dios, no en opiniones humanas.

 

El ejemplo bíblico es Pedro y Juan (Jn. 21:20-22). Después de que Jesús resucitó y restauró a Pedro tras su negación, caminaron juntos. Al ver que Juan les seguía, Pedro preguntó al Señor: “¿Y qué de éste?”. Jesús le respondió: “¿Qué a ti? Sígueme tú”, recordándole que él debía obedecer y no compararse ni juzgar a su hermano. De la misma manera, en asuntos no esenciales, debemos enfocarnos en obedecer a Cristo y dejar que Él dirija y afirme a cada uno de Sus siervos.

 

Este versículo nos enseña que no somos jueces; Cristo es el Señor de todos; todos somos siervos llamados a edificar, no a condenar. El juicio impropio destruye la unidad porque reemplaza la gracia por la crítica.

 

5 Uno hace diferencia entre día y día (Hay quien considera que un día tiene más importancia que otro); otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente (opinión).

Pablo sigue tratando diferencias en asuntos no esenciales dentro de la iglesia de Roma. Después de hablar de los alimentos (vv. 2-4), ahora menciona la observancia de ciertos días especiales. Esto probablemente incluía el sábado judío, fiestas del Antiguo Testamento y días de ayuno.

 

Vv. 6-9. Mi Señor

6 El que hace caso del (de la importancia cierto) día, lo hace para el (honrar al) Señor; y el que no hace caso del día, para el (honrar al) Señor no lo hace. El que come (de todo), para el (honrar al) Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el (honrar al) Señor no come, y da gracias a Dios.

Algunos creyentes (especialmente judíos) seguían guardando esos días como especiales para Dios, mientras que otros (especialmente gentiles) entendían que todos los días son iguales en Cristo, como el mismo Pablo enseño en Colosenses 2:16-17 16Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, 17todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.

 

Tanto el que guarda un día especial como el que no, y tanto el que come como el que no, deben hacerlo para el Señor y con gratitud.

 

El énfasis no está en qué postura es “mejor”, sino en que cada esté plenamente convencido delante Dios y actué con una conciencia limpia que busque la gloria de Dios, pero sin imponerla ni juzgar a otros.

 

Ejemplos actuales:

Hay congregaciones verdaderamente cristianas que solo alaban con himnos y piano, mientras que otras lo hacen con música contemporánea e instrumentos como batería. Ninguna debe pensar que es mejor que la otra ni acusar a unos de mundanos y a otros de arcaicos; ambas deben hacerlo convencidas de que, a su manera, están honrando a Dios.

 

Hay iglesias que celebran la Santa Cena con vino, afirmando que eso es lo que la Biblia enseña; otras prefieren hacerlo con jugo de uva para amar y cuidar a los hermanos que, en su pasado, tuvieron problemas con el alcohol. Ambas deben celebrarla con convicción y gratitud a Dios, sin que esto sea motivo de contienda.

 

Algunos hermanos, aun entendiendo que pueden comer de todo, han decidido no comer cerdo ni animales que se arrastren, no para guardar las leyes dietéticas del Antiguo Testamento, sino porque consideran que evitar esos alimentos es mejor para su salud. Lo hacen plenamente convencidos y con gratitud a Dios por lo que sí comen, pero eso no les da derecho a menospreciar ni juzgar a los hermanos que piensan diferente.

 

7 Porque ninguno de nosotros vive para sí (mismo), y ninguno muere para sí (mismo).

8 Pues (Porque) si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.

Pablo viene hablando de no juzgar ni menospreciar a los hermanos en asuntos no esenciales (vv. 1-6). Ahora eleva la perspectiva; la razón principal para no imponernos unos a otros es que nuestra vida entera pertenece al Señor. No somos independientes ni dueños de nosotros mismos, sino siervos de Cristo.

 

Vivir para sí, habla de estar centrado en uno mismo, vivir con fines egoístas, pero nosotros no debemos vivimos así, ya que le pertenecemos a Cristo, quien es nuestro Señor y quien nos compró por precio como dice 1 Corintios 6:20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios; y en nuestra vida o en nuestra muerte del Señor seguiremos siendo, y buscando en un solo propósito, el de glorificar al Señor; por eso Pablo dijo en Filipenses 1:21 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.

 

Cristo es el Señor de toda nuestra existencia; no solo de lo que hacemos en la iglesia, sino de cada aspecto de nuestra vida como dice 1 Corintios 10:31 Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. Al elegir una carrera o un trabajo, debemos preguntarnos cómo glorificar a Dios, no solo decidir por el beneficio económico. Cuando servimos al Señor en la Iglesia, lo hacemos sin importar si ese servicio se reconoce públicamente, porque lo hacemos para el Señor. Si el Señor permite en nuestras vidas una adversidad como una enfermedad, anhelamos pasarla glorificando a Dios, con la firme esperanza de que pertenecemos a Cristo ahora y por la eternidad.

 

La vida cristiana no se trata de independencia, sino de pertenencia. Todo lo que hacemos debe estar motivado por un deseo de agradar a nuestro Señor.

 

9 Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor (tener autoridad) así de los muertos como de los que viven.

Cristo murió, resucitó y vive eternamente para ser Señor absoluto de todos los creyentes, sin importar si están vivos o ya han partido. Pablo nos llama a reconocer Su autoridad suprema y a someternos a Su señorío, en vez de asumir un papel de jueces sobre otros hermanos.

 

Vv. 10-12. Mi comparecencia

10 Pero tú, ¿por qué juzgas (criticas) a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias (desprecias) a tu hermano? Porque todos compareceremos (seremos juzgados) ante el tribunal de Cristo.

Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? Pablo hace una pregunta retórica a la actitud del débil que juzga al fuerte.

 

O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Y lo hace también con el fuerte que menosprecia al débil.

 

Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Pablo añade una motivación más fuerte para dejar esas actitudes; todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. No somos jueces de nuestros hermanos; Cristo es el Juez supremo como dice Juan 5:22 Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, y es a Cristo a quien todos los cristianos rendiremos cuentas.

 

El tribunal de Cristo es el lugar donde todos los creyentes compareceremos para rendir cuentas de nuestra vida y servicio a Dios. No es un juicio para condenación, pues “ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Rom. 8:1), sino para evaluación y recompensas. Allí se revelarán las intenciones y calidad de nuestras obras; “porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo” (2 Cor. 5:10). Pablo explica que las obras serán probadas por fuego, recibiendo recompensa o sufriendo pérdida (1 Cor. 3:12-15). Será un momento de rendir honor al Señor y recibir lo prometido.

 

David parece que entendía eso, ya que rehusó matar a Saúl (1 Sam. 26:9-11), a pesar de que lo perseguía para matarlo, pero reconociendo que solo Dios debía juzgarlo.

 

11 Porque escrito está: Vivo yo (Juro por mi vida) , dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará (alabarán) a Dios.

Pablo cita Isaías 45:23 Por mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua; para respaldar lo que dijo en el sobre el tribunal de Cristo. El fundamento de que todos daremos cuenta, es que Dios ha decretado la sumisión universal a Su autoridad.

 

Notemos que Pablo aplica a Cristo estas palabras que en Isaías se refieren a Jehová, confirmando Su deidad y señorío. Al final, todos, creyentes y no creyentes, reconocerán que Jesucristo es Señor, como dice Filipenses 2:10-11 10para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Nadie podrá negar quién es Jesús en ese día, pero mientras, nosotros debemos reconocer que la autoridad de Cristo es base para no juzgar a otros: Él es el juez supremo.

 

12 De manera que cada uno de nosotros dará (rendirá) a Dios cuenta de sí (mismo).

Pablo concluye con esta verdad personal e ineludible Esto quita toda base para juzgar, menospreciar o controlar la conciencia de otros en asuntos no esenciales.

 

Menospreciar o juzgar al hermano es asumir el papel de Juez que solo Cristo tiene. El saber que todos compareceremos ante el tribunal de Cristo, debería de llevarnos a tratarnos con gracia uno a otros, porque todos estamos en el mismo camino de rendir cuentas al mismo Señor.

 

Aplicación práctica Final: Debemos cuidar la unidad del cuerpo de Cristo evitando el orgullo del fuerte y el legalismo del débil. El estándar no es nuestra opinión personal, sino la aceptación de Dios." Cuando la iglesia acepta a los hermanos como Dios los acepta, "reflejamos el evangelio y damos testimonio al mundo." La exhortación es a practicar la paciencia, ser ejemplo de amor y humildad, y "ceder en lo no esencial para ganar al hermano, recordando cómo Cristo nos recibió a nosotros en nuestra debilidad, como dice Romanos 15:7 Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios.

Romanos 16:1-24 Siervos de la Iglesia

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