miércoles, 6 de agosto de 2025

Romanos 13:1-7 El Sometimiento a las Autoridades

 

El Sometimiento a las Autoridades

Romanos 13:1-7

Objetivo: Conocer las razones y las características de nuestro (1 Pe. 2:9) sometimiento a las autoridades puestas por Dios.

 

Versículo del objetivo:Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.” 1 Pedro 2:9

 

Introducción: Pablo exhortó a los creyentes a vivir procurando lo bueno, venciendo el mal con el bien. Enseñó que no debemos pagar mal por mal, sino reflejar el carácter de Cristo respondiendo con gracia, aún ante la injusticia. La venganza no le corresponde al hombre, sino a Dios, quien juzga con perfecta justicia (Dt. 32:35). Se nos llama a vivir en paz con todos, en la medida de lo posible, sin comprometer la verdad. El amor cristiano va más allá: alimenta al enemigo, muestra compasión práctica, y así pone “ascuas de fuego” sobre su conciencia, despertando vergüenza y posible arrepentimiento. Pablo concluye que el creyente no debe ser vencido por el mal, sino conquistar con el bien, tal como lo hizo Jesús (1 Pe. 2:21-23). Esta vida contracultural testifica del poder transformador del evangelio y glorifica a Dios ante todos los hombres.

 

Ahora Pablo continúa hablándonos de las múltiples responsabilidades que tenemos como CUERPO DE CRISTO, para desarrollar en este mundo una vida de plenitud y libertad que nos permita llevar a cabo nuestra GRAN COMISIÓN: dar a conocer EL EVANGELIO de nuestro SEÑOR JESUCRISTO.

 

Ahora pasa a detallar más ampliamente la enseñanza de Jesús en Lucas 20:19-26, dándonos dos razones, para estar sometidos a las autoridades de gobierno, específicamente en lo que se refiere a nuestras responsabilidades económicas como ciudadanos de un país.

 

Es muy importante que entendamos perfectamente esta enseñanza, ya que no está hablando de un sometimiento IDEOLÓGICO. En ese caso, tenemos otro mandamiento: Hechos 5:27-42. Y mucho menos se refiere a adorar a ningún humano, aunque sea presidente, rey, emperador, etc.

 

Desarrollo:

1 Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino (que no provenga) de parte de Dios, y las que hay (existen), por Dios han sido establecidas.

 

Sométase toda persona. La palabra ‘someterse’ viene del griego Strong 5293 <hupotássō>, que significa “ponerse en orden bajo”, “obedecer una estructura”. Implica reconocer una autoridad legítima y vivir en sujeción consciente y voluntaria. No se trata de obediencia ciega, sino de respeto al orden establecido por Dios.

 

Este mandato es universal: “toda persona”, es decir, todo ciudadano, cristiano o no, está llamado a reconocer la autoridad gubernamental.

 

A las autoridades superiores. Se refieren a los gobernantes civiles, sean presidentes, jueces, policías, alcaldes, etc. Pablo escribió esto bajo el imperio romano, un gobierno muchas veces hostil al cristianismo, lo cual resalta aún más la fuerza del mandamiento.

 

Porque no hay autoridad sino de parte de Dios. Pablo aquí declara la soberanía absoluta de Dios sobre las naciones. Él es quien permite y ordena todo gobierno como dice Daniel 2:21a Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes, incluso los gobiernos injustos están bajo Su control, como instrumento de juicio o disciplina como revela Habacuc 1:6 Porque he aquí, yo levanto a los caldeos, nación cruel y presurosa, que camina por la anchura de la tierra para poseer las moradas ajenas.

 

Y las que hay, por Dios han sido establecidas. Pablo reafirma que Dios es el origen de toda estructura de autoridad. Nada sucede fuera de Su voluntad.

 

Este mismo principio lo encontramos también en 1 Pedro 2:13-14 13Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, 14ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien.

 

Someterse a las autoridades no es idolatría ni sumisión ciega, sino una expresión de obediencia y confianza en la soberanía de Dios, quien establece los reinos y los gobierna para Su gloria. La iglesia debe ser luz también en cómo se relaciona con el gobierno: con respeto, integridad y fidelidad a la verdad.

 

2 De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten (se rebelan), acarrean condenación (castigo) para sí mismos.

 

De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste. ‘oponerse’ significa ponerse en contra, rebelarse activamente, resistir una estructura legítima de autoridad. Pablo enseña que las estructuras de gobierno, aunque imperfectas, son instrumentos del orden de Dios. Al resistirlas sin causa justa (como sería una ley anticristiana), uno resiste a la misma voluntad de Dios.

 

Y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Pablo da una advertencia solemne: quienes desafían la autoridad establecida están atrayendo juicio. Esta condenación puede entenderse tanto en el nivel terrenal (Legal) y tener consecuencias civiles (multas, cárcel, pérdida de derechos); así como en el nivel espiritual y tener una falta delante de Dios, quien ve el corazón rebelde que no acepta Su soberanía.

 

Pablo no está hablando de dictaduras o gobiernos impíos que obligan al pecado (Hechos 5:29), sino de la autoridad legítima en sus funciones generales de justicia y orden social.

 

Como ejemplo bíblico tenemos la rebelión de Coré contra Moisés (Nm. 16:1-35), esa rebelión de Coré no fue contra el líder humano (Moisés), sino contra Dios mismo.

 

La sumisión a la autoridad civil es una prueba de nuestro reconocimiento del señorío de Dios sobre nuestras vidas. Rebelarse sin causa justa es rebelarse contra Dios. Como discípulos de Cristo, nuestra obediencia civil es parte de nuestro testimonio cristiano, y debe estar motivada por amor, no por temor, y por fidelidad, no por conveniencia.

 

3 Porque los magistrados (gobernantes) no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza (aprobación) de ella;

Porque los magistrados. La palabra “magistrados’ <árjōn> en Griego (Strong 758), significa primero en rango o poder. Se traduce como: principal, príncipe, soberano, gobernante, hombre principal, magistrado, autoridad.

 

No están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. Pablo se refiere a autoridades gubernamentales o jueces. Su función, según Pablo, no es asustar ni amenazar al ciudadano honesto, sino protegerlo. El temor que generan debe ser una barrera contra la maldad, no una opresión al justo.

 

Los gobiernos tienen el deber de ejercer justicia. El temor que la autoridad impone debe ser una herramienta para frenar la maldad, no para abusar del inocente. Cuando un sistema judicial funciona correctamente, los criminales tiemblan y los inocentes están seguros. Cuando los gobiernos castigan el mal, cumplen con el propósito moral que Dios les asignó.

 

¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno. Pablo hace una exhortación lógica: si quieres vivir tranquilo, vive correctamente. No habrá motivo de temor si tu conducta es conforme a la ley y a la voluntad de Dios.

 

Esto no significa que todo gobierno actúe siempre con justicia perfecta, pero en principio, el creyente debe vivir de manera irreprensible, como dice Filipenses 2:15 para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo.

 

Y tendrás alabanza de ella. La autoridad debe reconocer y recompensar el bien. Esto puede implicar respeto, confianza, o beneficios sociales. Aunque no siempre sucede en gobiernos corruptos, este es el diseño original de Dios para el orden civil.

 

4 porque es servidor (están al servicio) de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador (impartidor de justicia) para castigar al que hace lo malo.

Porque es servidor de Dios para tu bien. La palabra griega para ‘servidor’ es <diákonos> (Strong 1249), de donde viene la palabra “diácono”, que es un ministro o asistente. Aquí, sorprendentemente, Pablo llama al gobernante un servidor de Dios, no de manera espiritual como en la iglesia, sino en su rol civil; el de proteger, ordenar, y hacer justicia.

 

Esto enseña que el gobierno, aún sin ser cristiano, está cumpliendo un propósito divino cuando obra en favor del orden, la paz y la justicia. Es parte de la gracia común de Dios para todos los hombres.

 

Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada. Pablo se dirige al ciudadano desobediente. Si haces el mal, no esperes impunidad. La autoridad no es decorativa, sino que tiene poder real delegado por Dios para castigar el mal. Esto implica que el miedo que genera la autoridad es legítimo cuando se ha hecho lo malo. Este temor es parte del freno al pecado en una sociedad caída.

 

La espada representa autoridad para castigar, incluso con fuerza o pena capital. En el mundo romano, solo los magistrados tenían derecho a portar la espada como símbolo de su autoridad legal.

 

Pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Aquí aparece de nuevo la palabra ‘servidor’, pero ahora es la palabra griega <leitourgos> (Strong 3011), que también se usaba para describir a los sacerdotes y ministros públicos. Esto enfatiza que el gobernante tiene un rol sagrado de impartir justicia.

 

También aparece el término ‘vengador’ del griego <ekdikos> (Strong #1558), que significa ejecutor de justicia, no por ira personal, sino como representante de Dios.

 

Dios ve tanto el servicio humilde y cotidiano como el ministerio solemne y representativo como parte de Su obra. Pablo usa <diákonos> para enfatizar que el gobierno sirve para el bien común, y <leitourgos> para afirmar que esa labor es una función pública dada por Dios con autoridad y responsabilidad ante Él.

 

5 Por lo cual es necesario estarle sujetos (sometidos), no solamente por razón del (para evitar el) castigo, sino también por causa de la conciencia.

Por lo cual es necesario estarle sujetos. La palabra ‘sujetos’ es del griego <hupotássō> (Strong 5293), que implica ponerse bajo autoridad voluntariamente, en obediencia ordenada. Este mandato no es opcional ni negociable, sino que “es necesario”, es decir, es una exigencia moral.

 

Pablo viene de argumentar que las autoridades son establecidas por Dios (v.1) y que castigan al malhechor (v.4), por lo tanto, la única respuesta correcta del creyente es la sujeción.

 

No solamente por razón del castigo. Pablo reconoce una razón externa para obedecer: es la de evitar sanciones legales, pero esta no debe ser la motivación principal. Obedecer solo por miedo a la ley es una obediencia superficial e interesada. El cristiano no vive motivado por el temor al castigo, sino por honrar a Dios.

 

Sino también por causa de la conciencia. La conciencia es la capacidad que Dios nos ha dado para discernir entre el bien y el mal a la luz de Su Palabra. En el creyente, esta conciencia ha sido regenerada y educada por la verdad de Dios, por lo que se somete a la autoridad por fidelidad a Dios. Así glorificamos a Dios y mostramos al mundo que nuestra lealtad primera es al Reino de los Cielos, y por eso somos los mejores ciudadanos de la tierra.

 

6 Pues por esto pagáis también los tributos (impuestos), porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo (a gobernar).

Pues por esto pagáis también los tributos. La palabra griega para ‘tributos’ es <phóros> (Strong 5411), que se refiere a impuestos sobre propiedades o bienes. Eran contribuciones regulares que los ciudadanos pagaban al gobierno.

 

Pablo no habla solo del deber civil, sino de una razón espiritual, la frase “por esto” es porque las autoridades son siervos de Dios (v.4-5).

 

El cristiano no evade impuestos, no hace trampa en declaraciones fiscales, ni apoya la corrupción. Paga con conciencia, sabiendo que está honrando a Dios al sostener el orden. Esta misma idea la enseñó Jesús en Mateo 22:21 Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.

 

Porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo. Los gobernantes no son solo administradores humanos, sino ministros públicos ante Dios. Así como un levita tenía su sostén del templo, el funcionario civil debe ser sostenido para cumplir su función de justicia y orden. El gobierno legítimo, cuando cumple su propósito divino, trabaja constantemente en pro del orden, la justicia y la paz social. Esto requiere tiempo, recursos y dedicación. Por lo tanto, es justo que reciba un apoyo económico legítimo.

 

Dios ha dispuesto que los creyentes no solo se sometan a las autoridades, sino que las sostengan económicamente, reconociendo su función como servidores de Su justicia. Así como sostenemos a los ministros espirituales, también sostenemos a los ministros civiles, entendiendo que todo orden y paz proviene de Dios. Esta obediencia, cuando se hace por conciencia, es parte de nuestra adoración y testimonio ante el mundo.

 

7 Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra (estima), honra (estima).

Pagad a todos lo que debéis. La palabra ‘pagad’ implica un deber moral y legal. En griego, <apodídōmi> (Strong 591), significa “dar lo que corresponde, devolver, cumplir con lo debido”. Por lo que no se trata solo de dinero. La idea central es: cumple con lo justo según lo que cada uno merece.

 

Al que tributo, tributo. Impuestos sobre propiedades o bienes, pagados regularmente, como puede ser el impuesto predial, tenencia de automóviles, etc.

 

El cristiano no evade impuestos ni busca atajos ilegales. Los tributos sostienen el funcionamiento general del gobierno.

 

Al que impuesto, impuesto. Impuesto por salarios, por servicios, derechos aduanales o tarifas especiales.

 

No se trata solo de grandes cantidades, sino de una actitud honesta. Incluso cuando los gobiernos no administran bien, nuestra responsabilidad delante de Dios es cumplir con lo que nos corresponde.

 

Al que respeto, respeto.  ‘respeto’ del griego <phóbos> (Strong #5401), que aquí significa reverencia, reconocimiento de autoridad legítima. Esto implica reconocer el rol de las autoridades, aun si no estás de acuerdo con ellas. Pablo escribió esto bajo el Imperio Romano, donde muchos gobernantes eran impíos.

 

El creyente no usa lenguaje despectivo ni se burla de los gobernantes. Su respeto nace del temor de Dios, no de afinidades políticas.

 

Al que honra, honra.  ‘honra’ del griego <timḗ> (Strong 5092), que significa dignidad, reconocimiento del valor de la persona y su función. Este principio se aplica a toda figura de autoridad, ya sea en el gobierno, la iglesia, la escuela o la familia.

 

Honramos a quienes Dios ha puesto en autoridad, no porque lo merezcan por su carácter, sino por el cargo que ocupan y que ha sido permitido por Dios (Romanos 13:1).

 

Aplicaciones prácticas en Resumen:

Haz el bien como ciudadano (Rom. 13:3), cumpliendo tus deberes con honestidad y dando buen testimonio del evangelio ante la sociedad.

Paga tus impuestos y contribuciones con integridad (Rom. 13:6-7), entendiendo que las autoridades son servidores de Dios dedicados al orden público.

Respeta y honra a quienes ocupan cargos públicos (Rom.13:7), no por sus méritos personales, sino por la posición de autoridad que Dios les ha permitido ocupar.

Sujétate no solo por miedo al castigo, sino por causa de la conciencia (Rom. 13:5), obedeciendo con sinceridad y convicción espiritual, no por obligación externa.

Aplicación práctica: Conocer las razones y las características de nuestro (1 Pe. 2:9) sometimiento a las autoridades puestas por Dios.

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